- Caín, su nueva novela, es una reflexión irónica sobre la religión
- Dios no es de fiar: Saramago
- El Antiguo Testamento es un engendro, dice el Nobel de Literatura
Armando G. Tejeda Corresponsal
DIOS NO EXISTE, ES PATRAÑA DE LOS OLIGARCAS
Madrid, 27 de agosto. A sus 87 años y tras superar una grave enfermedad que lo tuvo al borde de la muerte, el Nobel de Literatura portugués, José Saramago, culminó hace poco su más reciente novela –y su tercer libro del año– Caín. En esta ocasión, Saramago hace una reflexión irónica sobre la religión, su carácter esclavista en la historia del ser humano y la sinrazón del algunos engendros, como el Antiguo Testamento.
Desde su casa de la isla de Lanzarote, Saramago y su mujer, Pilar del Río, informaron hoy de la enhorabuena: la pulsión narrativa, la imaginación, la reflexión crítica y el pensamiento transgresor se volvieron a reunir en torno a la pluma del escritor portugués. Saramago, nacido en el pueblo de Azhinaga, en 1922, mantiene desde joven una relación tensa con la herencia doctrinaria y dogmática de la religión católica, la misma que sorbió desde pequeño, ya sea por pura tradición familiar o por los sucesivos regímenes totalitarios de su país, que siempre tuvieron como aliada a la Iglesia de Roma.
Saramago, quien defiende y abraza las ideas comunistas, no es la primera vez que utiliza algún pasaje bíblico o alguna de las metáforas que abundan en la literatura católica para convertirlos en su propia narrativa, como ocurrió en 1991 con la publicación de El Evangelio según Jesucristo, una novela que fue prohibida en su país durante años (siendo ya una República laica) y que precipitó su salida de Portugal para asentarse definitivamente en la isla de Lanzarote.
La nueva novela de Saramago se publicará en octubre próximo, con el sello de Alfaguara, y se presentará por primera vez en Lisboa. La primera persona en haber leído el libro es su traductora y compañera, Pilar del Río, también presidenta de la Fundación José Saramago, quien celebró la llegada de una novela que no dejará a nadie indiferente. Desde su casa isleña, el propio Saramago señaló sobre su libro: Dios no es de fiar. ¿Qué diablos de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín?, se preguntó el Nobel de Literatura.
El también autor de El ensayo sobre la ceguera afirma: “Algunos tal vez vuelvan a crucificarme, pero el espectáculo será menos interesante (que cuando publicó El Evangelio…). El Dios de los cristianos no es ese Jehová. Es más, los católicos no leen el Antiguo Testamento. Si los judíos reaccionan no me sorprenderé. Ya estoy habituado. Pero me resulta difícil comprender cómo el pueblo judío ha hecho del Antiguo Testamento su libro sagrado. Eso es un chorro de absurdos que un hombre solo sería incapaz de inventar. Fueron necesarias generaciones y generaciones para producir ese engendro”.
Saramago muestra con nitidez su convencimiento de que Dios, el demonio, el bien, el mal, todo eso está en nuestra cabeza, no en el cielo o en el infierno, que también inventamos. No nos damos cuenta de que, habiendo inventado a Dios, inmediatamente nos esclavizamos a él.
El Nobel también negó que este libro signifique un ajuste de cuentas con Dios, máxime tras haber sobrevivido a una severa enfermedad respiratoria que lo tuvo al borde de la muerte. Desde su salida triunfal de un pequeño hospital de Canarias, donde vivió lo más duro y peligroso de su convalecencia, Saramago se ha dedicado a escribir y a hacer algunos viajes, ahora menos y elegidos en función de su estado de salud. En menos de un año ha escrito y publicado tres libros: El viaje del elefante, una novela con un paquidermo como personaje principal, los Cuadernos, en el que se incluyen sus escritos diarios, y ahora su nueva novela, Caín, que la escribió en una especie de trance, según explicó él mismo.
Pilar del Río señaló por su parte que, en la nueva novela de Saramago, “Caín es uno de los protagonistas principales. Otro es Dios y otro es la humanidad, con sus distintos nombres y pulsaciones. En este libro, como en los anteriores, El Evangelio según Jesucristo, por ejemplo, nuestro escritor no se anda por las ramas, ni busca subterfugios a la hora de abordar lo que durante milenios, y en las distintas culturas y civilizaciones, han dicho que es intocable e innombrable: la divinidad y el conjunto de normas y preceptos que los hombres establecen en torno a esa figura para exigirse a sí mismos –o tal vez sería mejor decir para exigirles a otros– una fe inquebrantable y absoluta, en la que todo se justifica, desde negarse a uno mismo hasta la extenuación, o morir ofrecido en sacrificio, o matar en nombre de Dios”.
Caín no es un tratado de teología, ni un ensayo, ni un ajuste de cuentas: es una ficción en la que Saramago pone a prueba su capacidad narrativa al contar, desde su peculiar estilo, una historia de la que todos conocemos la música y algunos fragmentos de la letra. Asimismo, su traductora advirtió que este libro no nos va a dejar indiferentes, provocará en los lectores desconcierto y quizá alguna angustia.
Desde su casa de la isla de Lanzarote, Saramago y su mujer, Pilar del Río, informaron hoy de la enhorabuena: la pulsión narrativa, la imaginación, la reflexión crítica y el pensamiento transgresor se volvieron a reunir en torno a la pluma del escritor portugués. Saramago, nacido en el pueblo de Azhinaga, en 1922, mantiene desde joven una relación tensa con la herencia doctrinaria y dogmática de la religión católica, la misma que sorbió desde pequeño, ya sea por pura tradición familiar o por los sucesivos regímenes totalitarios de su país, que siempre tuvieron como aliada a la Iglesia de Roma.
Saramago, quien defiende y abraza las ideas comunistas, no es la primera vez que utiliza algún pasaje bíblico o alguna de las metáforas que abundan en la literatura católica para convertirlos en su propia narrativa, como ocurrió en 1991 con la publicación de El Evangelio según Jesucristo, una novela que fue prohibida en su país durante años (siendo ya una República laica) y que precipitó su salida de Portugal para asentarse definitivamente en la isla de Lanzarote.
La nueva novela de Saramago se publicará en octubre próximo, con el sello de Alfaguara, y se presentará por primera vez en Lisboa. La primera persona en haber leído el libro es su traductora y compañera, Pilar del Río, también presidenta de la Fundación José Saramago, quien celebró la llegada de una novela que no dejará a nadie indiferente. Desde su casa isleña, el propio Saramago señaló sobre su libro: Dios no es de fiar. ¿Qué diablos de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín?, se preguntó el Nobel de Literatura.
El también autor de El ensayo sobre la ceguera afirma: “Algunos tal vez vuelvan a crucificarme, pero el espectáculo será menos interesante (que cuando publicó El Evangelio…). El Dios de los cristianos no es ese Jehová. Es más, los católicos no leen el Antiguo Testamento. Si los judíos reaccionan no me sorprenderé. Ya estoy habituado. Pero me resulta difícil comprender cómo el pueblo judío ha hecho del Antiguo Testamento su libro sagrado. Eso es un chorro de absurdos que un hombre solo sería incapaz de inventar. Fueron necesarias generaciones y generaciones para producir ese engendro”.
Saramago muestra con nitidez su convencimiento de que Dios, el demonio, el bien, el mal, todo eso está en nuestra cabeza, no en el cielo o en el infierno, que también inventamos. No nos damos cuenta de que, habiendo inventado a Dios, inmediatamente nos esclavizamos a él.
El Nobel también negó que este libro signifique un ajuste de cuentas con Dios, máxime tras haber sobrevivido a una severa enfermedad respiratoria que lo tuvo al borde de la muerte. Desde su salida triunfal de un pequeño hospital de Canarias, donde vivió lo más duro y peligroso de su convalecencia, Saramago se ha dedicado a escribir y a hacer algunos viajes, ahora menos y elegidos en función de su estado de salud. En menos de un año ha escrito y publicado tres libros: El viaje del elefante, una novela con un paquidermo como personaje principal, los Cuadernos, en el que se incluyen sus escritos diarios, y ahora su nueva novela, Caín, que la escribió en una especie de trance, según explicó él mismo.
Pilar del Río señaló por su parte que, en la nueva novela de Saramago, “Caín es uno de los protagonistas principales. Otro es Dios y otro es la humanidad, con sus distintos nombres y pulsaciones. En este libro, como en los anteriores, El Evangelio según Jesucristo, por ejemplo, nuestro escritor no se anda por las ramas, ni busca subterfugios a la hora de abordar lo que durante milenios, y en las distintas culturas y civilizaciones, han dicho que es intocable e innombrable: la divinidad y el conjunto de normas y preceptos que los hombres establecen en torno a esa figura para exigirse a sí mismos –o tal vez sería mejor decir para exigirles a otros– una fe inquebrantable y absoluta, en la que todo se justifica, desde negarse a uno mismo hasta la extenuación, o morir ofrecido en sacrificio, o matar en nombre de Dios”.
Caín no es un tratado de teología, ni un ensayo, ni un ajuste de cuentas: es una ficción en la que Saramago pone a prueba su capacidad narrativa al contar, desde su peculiar estilo, una historia de la que todos conocemos la música y algunos fragmentos de la letra. Asimismo, su traductora advirtió que este libro no nos va a dejar indiferentes, provocará en los lectores desconcierto y quizá alguna angustia.
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