Horizonte político
José A. Crespo
El retorno de los brujos
La elección de Francisco Rojas como coordinador de la bancada priista vuelve a sugerir lo que de tiempo atrás se viene especulando; que la influencia de Carlos Salinas de Gortari dentro del PRI sigue fuerte, y que está operando para alcanzar la nominación tersa de su gallo, Enrique Peña Nieto, como candidato presidencial. Hay varios elementos que pueden inferirse del nombramiento de Rojas. Cabe pensar que la indecisión que Beatriz Paredes mostró durante semanas no respondía (o no exclusivamente) a un dilema estrictamente personal para elegir entre ser coordinadora de la diputación tricolor o concluir su ciclo como lideresa del PRI. Más bien parece que estuvo sondeando entre la cúpula priista si contaría con la mayoría de los votos legislativos. La decisión última no radicaba en Paredes, sino en sus pares, es decir, los diputados. Puede colegirse que Paredes no tuvo el respaldo necesario, precisamente porque hay alguien con más poder, e interesado en mover sus fichas para amarrar su propia candidatura: el gobernador mexiquense. Y ese personaje cuenta con el respaldo y los buenos oficios para operar ese propósito dentro del PRI: Salinas de Gortari. Por ello se le vio a éste en Oaxaca, negociando con Ulises Ruiz a nombre de Peña Nieto, la designación del también mexiquense Rojas, pues el candidato del oaxaqueño era César Augusto Santiago. Para inferir que Rojas es aún un salinista en activo (lo cual no es una “acusación”, sino una descripción) no basta con ubicarlo como director de Pemex en ese gobierno, sino por un suceso más reciente; Rojas fue un emisario de Salinas en la casa de Miguel de la Madrid para obtener de éste su propia descalificación como una persona senil, cuyas declaraciones no habrían de tomarse en serio.
Hasta ahora, no he oído o leído a ningún analista negar que el nombramiento de Rojas refleje un paso más en la operación de Salinas en favor de Peña Nieto. En donde hay divergencia es en la forma de valorar que detrás de Peña Nieto esté Salinas (y muchos otros poderosos actores políticos y económicos). Muchos hacen un balance negativo del gobierno de Salinas, por las múltiples razones que lo llevaron a ser considerado como el “villano favorito” en estos años. Otros, en cambio muchos de ellos salinistas que salen de su madriguera o se quitan la capucha recuerdan y revaloran los logros y avances reales o ficticios alcanzados durante su gobierno. Tiendo a coincidir con los primeros más que con los segundos. Pero tanto la propaganda priista en general, como la salinista en particular, tendrán como telón de fondo el fiasco político y económico que representaron los gobiernos del PAN.
Que haya amplio acuerdo entre los analistas de que un eventual triunfo de Peña Nieto implicaría un retorno de Salinas, tiene un elemento positivo; en la medida en que se divulgue que detrás del mexiquense está el padrinazgo y respaldo de Salinas, por lo menos los electores no se llamarán a engaño en 2012. Eso no necesariamente es un obstáculo insuperable para el PRI. Baste recordar que los mexicanos del siglo XIX llevaron a la Presidencia a Antonio López de Santa Anna 11 veces. Por eso tan controvertido personaje es un espejo de lo que era México en esa centuria, aunque no nos guste reconocerlo. Y un eventual retorno del PRI al poder con o sin Peña Nieto como candidato, con o sin Salinas como sombra protectora reflejará también lo que somos los mexicanos del siglo XX y principios del XXI. Se dirá quizá que la comparación no vale por las enormes diferencias políticas y sociales que distinguen al siglo XIX mexicano del México de hoy. Pero justo por eso el regreso de Salinas no sería directo ni total, sino parcial y transversal. El sistema político no es el mismo, desde luego, pero no estoy seguro de que nuestra cultura política sea radicalmente diferente hoy que hace dos siglos.
Muchos ciudadanos todavía son muy proclives a decidir su voto a partir de criterios frívolos, como puede ser un físico atractivo o un romance de telenovela. Es cierto que eso es propio de los segmentos políticamente más desinformados de la población. Sí, pero son la mayoría. Y otros ciudadanos suficientemente informados han decidido devolver su voto al PRI por razones más sofisticadas: la falta de opciones eficaces en los partidos que enarbolaron la bandera democrática para dejarla caer apenas llegados al poder estatal o federal. ¿Cómo responder a quien ahora se inclina por el PRI cuando pregunta qué se ganó con los gobiernos del PAN, o qué se puede esperar de una izquierda fracturada? En su más reciente encuesta, el Gabinete de Comunicación Estratégica no sólo arroja una intención de voto superior para el PRI, sino que el tricolor es también la segunda preferencia de los simpatizantes panistas.
Se dirá que falta mucho para la elección presidencial como para dar un hecho, tanto la candidatura de Peña Nieto como su eventual triunfo en la elección constitucional. Es cierto. Pero los vientos soplan claramente a favor del mexiquense. Bastarán algunas encuestas más que confirmen la enorme distancia entre Peña Nieto y sus rivales internos, para que las fuerzas vivas del priismo se inclinen por el nuevo adalid. Ante lo cual, probablemente los propios rivales del gobernador terminen por pactar, para dar lugar a una nominación tersa, que eleve las probabilidades del retorno del PRI. En la misma lógica, otros actores y personajes no priistas pero sí gobiernistas, que no es lo mismo, harán lo propio elevando en esa medida las probabilidades de amarrar esa candidatura. Y más allá de los apoyos priistas y gobiernistas que logre congregar Peña Nieto, está el hecho de que no se ve a nadie que se le ponga enfrente, ni en el desgastado y desprestigiado PAN ni en la fragmentada y rijosa izquierda. Por lo que, para que tal ominoso suceso (el retorno de los brujos) no se concrete, tendría que ocurrir algo extraordinario. Algo que hoy no se vislumbra en el horizonte.
Muchos ciudadanos todavía son muy proclives a decidir su voto a partir de criterios frívolos, como un físico atractivo o un romance de telenovela.
Hasta ahora, no he oído o leído a ningún analista negar que el nombramiento de Rojas refleje un paso más en la operación de Salinas en favor de Peña Nieto. En donde hay divergencia es en la forma de valorar que detrás de Peña Nieto esté Salinas (y muchos otros poderosos actores políticos y económicos). Muchos hacen un balance negativo del gobierno de Salinas, por las múltiples razones que lo llevaron a ser considerado como el “villano favorito” en estos años. Otros, en cambio muchos de ellos salinistas que salen de su madriguera o se quitan la capucha recuerdan y revaloran los logros y avances reales o ficticios alcanzados durante su gobierno. Tiendo a coincidir con los primeros más que con los segundos. Pero tanto la propaganda priista en general, como la salinista en particular, tendrán como telón de fondo el fiasco político y económico que representaron los gobiernos del PAN.
Que haya amplio acuerdo entre los analistas de que un eventual triunfo de Peña Nieto implicaría un retorno de Salinas, tiene un elemento positivo; en la medida en que se divulgue que detrás del mexiquense está el padrinazgo y respaldo de Salinas, por lo menos los electores no se llamarán a engaño en 2012. Eso no necesariamente es un obstáculo insuperable para el PRI. Baste recordar que los mexicanos del siglo XIX llevaron a la Presidencia a Antonio López de Santa Anna 11 veces. Por eso tan controvertido personaje es un espejo de lo que era México en esa centuria, aunque no nos guste reconocerlo. Y un eventual retorno del PRI al poder con o sin Peña Nieto como candidato, con o sin Salinas como sombra protectora reflejará también lo que somos los mexicanos del siglo XX y principios del XXI. Se dirá quizá que la comparación no vale por las enormes diferencias políticas y sociales que distinguen al siglo XIX mexicano del México de hoy. Pero justo por eso el regreso de Salinas no sería directo ni total, sino parcial y transversal. El sistema político no es el mismo, desde luego, pero no estoy seguro de que nuestra cultura política sea radicalmente diferente hoy que hace dos siglos.
Muchos ciudadanos todavía son muy proclives a decidir su voto a partir de criterios frívolos, como puede ser un físico atractivo o un romance de telenovela. Es cierto que eso es propio de los segmentos políticamente más desinformados de la población. Sí, pero son la mayoría. Y otros ciudadanos suficientemente informados han decidido devolver su voto al PRI por razones más sofisticadas: la falta de opciones eficaces en los partidos que enarbolaron la bandera democrática para dejarla caer apenas llegados al poder estatal o federal. ¿Cómo responder a quien ahora se inclina por el PRI cuando pregunta qué se ganó con los gobiernos del PAN, o qué se puede esperar de una izquierda fracturada? En su más reciente encuesta, el Gabinete de Comunicación Estratégica no sólo arroja una intención de voto superior para el PRI, sino que el tricolor es también la segunda preferencia de los simpatizantes panistas.
Se dirá que falta mucho para la elección presidencial como para dar un hecho, tanto la candidatura de Peña Nieto como su eventual triunfo en la elección constitucional. Es cierto. Pero los vientos soplan claramente a favor del mexiquense. Bastarán algunas encuestas más que confirmen la enorme distancia entre Peña Nieto y sus rivales internos, para que las fuerzas vivas del priismo se inclinen por el nuevo adalid. Ante lo cual, probablemente los propios rivales del gobernador terminen por pactar, para dar lugar a una nominación tersa, que eleve las probabilidades del retorno del PRI. En la misma lógica, otros actores y personajes no priistas pero sí gobiernistas, que no es lo mismo, harán lo propio elevando en esa medida las probabilidades de amarrar esa candidatura. Y más allá de los apoyos priistas y gobiernistas que logre congregar Peña Nieto, está el hecho de que no se ve a nadie que se le ponga enfrente, ni en el desgastado y desprestigiado PAN ni en la fragmentada y rijosa izquierda. Por lo que, para que tal ominoso suceso (el retorno de los brujos) no se concrete, tendría que ocurrir algo extraordinario. Algo que hoy no se vislumbra en el horizonte.
Muchos ciudadanos todavía son muy proclives a decidir su voto a partir de criterios frívolos, como un físico atractivo o un romance de telenovela.
kikka-roja.blogspot.com/