Miércoles, 15 de Febrero de 2012
La reconquista española de México ha tenido cierta utilidad en momentos coyunturales. Por ejemplo, durante la inolvidable "semana de la influenza" -en la que nuestro superior gobierno casi nos convierte en una especie de moderno Valle de los Leprosos-, fue la administración española la que detuvo los intentos de Francia y Alemania por cerrar los vuelos desde nuestro país al viejo continente para aislarnos hasta el fin de la pandemia; más bien fue un pandemónium porque las muertes por este mal apenas modificaron los porcentajes de quienes cae, cada año, por efectos de las diversas gripas. En cambio, no olvidemos que la célebre "influenza española", a principios del siglo XX, se cobró más de diez millones de víctimas; sólo en México cayó medio millón de afectados por el terrible mal que azotó a todo el planeta.Pues bien, a diferencia de otras naciones con vínculos comerciales importantes con nuestro país -por ejemplo la Argentina de Cristinita Fernández viuda de Kirchner-, las de allende el mar se mostraron bastante tranquilas y no hubo medidas sanitarias escandalosas, salvo revisiones de rutina, cuando el escándalo sobrepasó el asombro.
Una muestra: la embajada española en México no sólo siguió funcionando con normalidad, mientras cerraban restaurantes y almacenes, sino que surtió de cientos de miles de "tapabocas" para ayudar a la absurda campaña tendiente a no inhalar el aire cuando el número de enfermos, en el Distrito Federal, apenas superó una docena.
Por supuesto, fue de mayor peso, para los españoles sobre todo -recuérdese que el virus visitó primero el sur de los Estados Unidos a quien nadie boicoteó naturalmente-, la importancia de sus inversiones en nuestro país que la psicosis alentada por un gobierno rebasado y poco informado: si tenía que actuar debió hacerlo antes y sin llegar a las exageraciones que nos convirtieron en una especie de foco de infección universal cuando, desde luego, no era así. Como si fueran pocos nuestros problemas.
Desde luego, el gobierno español restó importancia al asunto y se dijo solidario con México. No se olvide que el 40 por ciento de las utilidades en 2009 del gigantesco consorcio BBV-Argentaria, comprador de Bancomer a precios de regalo, provinieron de México y sirvieron, en buena medida, para paliar la crisis recesiva que se proyectó a la Unión Europea con singular dureza. Hoy, como muestra, aún no salen de los efectos críticos: en la Iberia brava se cuentan ya cinco millones 300 mil desempleados -"los parados"-, y el número aumenta, cada día, en poco más de tres mil. Con ello, claro, la población inmigrante se ha quedado varada y la mendicidad, como nunca antes, toma las calles de las principales ciudades españolas. Pese a todo, hay quienes, desde Rumania por ejemplo, prefieren esto a padecer mayores rigores como los que sufren en sus respectivos países. Así está el mundo de complejo.
Dentro de la tormenta, no obstante, México con todo y las secuelas de una violencia que parece no terminar -ni terminará en el mediano lazo-, no ha dejado de ser una región interesante para los inversionistas del exterior, sobre todo porque está... en barata, gracias a la mala imagen proyectada. El flagelo se evidenció durante la reciente Feria Internacional del Turismo, en Madrid, con una embajada sin cabeza por la salida de Jorge Zermeño Infante -quien, debemos reconocerlo, hizo un estupendo papel a diferencia de algunos de sus antecesores-, nuestro país no salió bien librado: hasta Venezuela y Cuba, estigmatizados en aquellos lares por las "dictaduras" de Chávez y los Castro, captaron mayor interés que nuestra espléndida Rivera Maya o los recorridos por las bellísimas ciudades coloniales de México. Si alguien se acercaba al "stand" mexicano era para devorar -aquí lo gratuito tiene éxito inmediato, sea lo que sea-, unas mal hechas tostaditas con frijoles bayos.
Mal promocionado, con los mexicanos cada vez hablando peor de la violencia y de las ejecuciones en nuestro país -recientemente se disparó la cifra oficial a 57 mil muertos inocentes por efecto de la "guerra" entre las mafias, la del poder y la del narco-, no podría explicarse, en términos realistas, cómo es que las empresas, sobre todo españolas, están cada vez más interesadas en volcar sus excedentes para comprar en México. Además, por lo visto, les ha ido muy bien en los renglones financieros, energéticos y de comunicaciones, estratégicos sin duda, que poco a poco ha ido cediendo un gobierno sin rumbo ni definiciones.
Peor todavía: la reiterada presencia de operadores políticos españoles impulsando las candidaturas del PAN, y enfrentando a estadounidenses, venezolanos y cubanos que apoyan a la izquierda e incluso al PRI, obligan a pensar en las dimensiones de los acuerdos soterrados entre el gobierno de Calderón y el de España, aun cuando se haya dado aquí una alternancia hacia la derecha, tanto mejor para los panistas. Pero tampoco la amorfa "izquierda" hispana dejó de proteger los intereses empresariales de sus connacionales en nuestro país. Al contrario, el gran icono Felipe González Márquez es uno de los mejores consejeros y amigos del poderoso Carlos Slim Helú, quien mantiene su lucha por la vanguardia entre los mayores multimillonarios del mundo. Siquiera en esto de hacer dinero -y de especular- nos pintamos solos sobre una red de mexicanos desahuciados económicamente. No hay punto de encuentro entre unos y otros y acaso tal es el atractivo mayor para los jugadores bursátiles y cuantos desean apropiarse de las grandes compañías.
En una reciente conversación con un alto ejecutivo español, éste me dijo, sin recovecos, que su visita a México, hace unas semanas, había sido poco fructífera porque las ofertas eran demasiado pequeñas para cuanto deseaban invertir y optaron por desecharlas porque las cuentas y los libros no cuadraban del todo. Esto es: intuyó que para entrar, de lleno, a nuestro mercado, debía asestar "mordidas" como perro de caza y prefirió no hacerlo... por el momento. Porque siempre, como lo han comprobado otros inversionistas, hay momentos para rectificar. Por la misma razón, claro, los empresarios del exterior no se arriesgan de más creando fuentes de empleos sino acaparando empresas cuya depuración cuesta el despido de centenares de empleados sin que, como en España, pueda precisarse el nivel de desocupación real.
Por si fueran escasos nuestros dolores, insisto, ahora debemos cuidar de los desempleados en España, primero, antes de ocuparnos de los nuestros. Ni Cortés se hubiera atrevido a tanto.
DEBATE
Cuando, hace seis años, Andrés Manuel López Obrador incluyó, dentro de su proyecto alternativo, la posibilidad de reconstruir la red ferroviaria dotándola de trenes de alta velocidad para comunicar, en principio, al centro y el occidente del país, la derecha saltó airada aduciendo que era tanto como caer en el vacío por lo incosteable de la operación y la imposibilidad de que fuese redituable en términos de recuperación. Ninguna empresa privada se hubiera atrevido a tomar el toro por los cuernos. Incluso, recuerdo que Carlos Slim Helú, llegó a decirme:
- Ya está visto que los ferrocarriles no funcionan para el transporte de personas, sí para el de carga pesada.
Por lo visto en España, la realidad es otra. No hay comunicación más efectiva que la trazada por el AVE -Alta Velocidad Española-, capaz de desarrollar 330 kilómetros por hora. Imagínense, en México, por vía ferroviaria, podría la capital del país estar a tres horas de Monterrey, haciendo mucho más eficaz el desarrollo. Pero no: el gobierno le teme a los grandes concesionarios del transporte urbano y carreteril -aunque representen un enorme peligro los malditos tráilers de doble remolque, imposibles de rebasar sin riesgo mortal-, todos ellos encadenados con el viejo y el supuestamente "nuevo" régimen que muy posiblemente, faldas de por medio, se convierta en referente del pasado en diciembre venidero.
Lo increíble de la cuestión es que en España se anuncia, con bombo y platillo, una gigantesca inversión en Arabia Saudí para trazar un tren de alta velocidad entre La Meca y Medina con un recorrido de 450 kilómetros que podrán transitarse en una hora y veinte minutos. Todo el gobierno español, claro, se frotó las manos cuando se anunció que los beneficiarios del servicio, anualmente, serán sesenta millones de pasajeros y el costo de la construcción ascenderá a seis mil millones de euros que caen como un bálsamo a la deteriorada economía hispana.
En cambio, en México nos saquean y no nos dejan nada. Abundaremos.
LA ANÉCDOTA
Por cierto, los diarios españoles saludaron con entusiasmo la candidatura de Josefina Vázquez Mota "la primera mujer que aspira a la Presidencia de México" -lo que es inexacto porque antes fueron postuladas doña Rosario Ibarra de Piedra y Cecilia Soto si bien con escasísimas posibilidades de éxito-. El Mundo, en Madrid, no se anduvo por las ramas y la llamó ya: Josefina I de México, reproduciendo además una entrevista que el cotidiano le hizo a la dama en noviembre pasado tras el triunfo del Partido Popular en España:
- Aspiro a ser -dijo la señora Vázquez Mota- la "Mariano Rajoy" mexicana.
No entiendo mucho de híbridos y componentes políticos adulterados. Pero la frase, en sí, es aterradora si exploramos en el liderazgo español y el retorno al franquismo simulado. Ya hay quienes piden votar por Franco por las calles de Madrid.
loretdemola.rafael@yahoo.com.mx
Desafio
Lo barato sale caro
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. . . kikka-roja.blogspot.com/Una muestra: la embajada española en México no sólo siguió funcionando con normalidad, mientras cerraban restaurantes y almacenes, sino que surtió de cientos de miles de "tapabocas" para ayudar a la absurda campaña tendiente a no inhalar el aire cuando el número de enfermos, en el Distrito Federal, apenas superó una docena.
Por supuesto, fue de mayor peso, para los españoles sobre todo -recuérdese que el virus visitó primero el sur de los Estados Unidos a quien nadie boicoteó naturalmente-, la importancia de sus inversiones en nuestro país que la psicosis alentada por un gobierno rebasado y poco informado: si tenía que actuar debió hacerlo antes y sin llegar a las exageraciones que nos convirtieron en una especie de foco de infección universal cuando, desde luego, no era así. Como si fueran pocos nuestros problemas.
Desde luego, el gobierno español restó importancia al asunto y se dijo solidario con México. No se olvide que el 40 por ciento de las utilidades en 2009 del gigantesco consorcio BBV-Argentaria, comprador de Bancomer a precios de regalo, provinieron de México y sirvieron, en buena medida, para paliar la crisis recesiva que se proyectó a la Unión Europea con singular dureza. Hoy, como muestra, aún no salen de los efectos críticos: en la Iberia brava se cuentan ya cinco millones 300 mil desempleados -"los parados"-, y el número aumenta, cada día, en poco más de tres mil. Con ello, claro, la población inmigrante se ha quedado varada y la mendicidad, como nunca antes, toma las calles de las principales ciudades españolas. Pese a todo, hay quienes, desde Rumania por ejemplo, prefieren esto a padecer mayores rigores como los que sufren en sus respectivos países. Así está el mundo de complejo.
Dentro de la tormenta, no obstante, México con todo y las secuelas de una violencia que parece no terminar -ni terminará en el mediano lazo-, no ha dejado de ser una región interesante para los inversionistas del exterior, sobre todo porque está... en barata, gracias a la mala imagen proyectada. El flagelo se evidenció durante la reciente Feria Internacional del Turismo, en Madrid, con una embajada sin cabeza por la salida de Jorge Zermeño Infante -quien, debemos reconocerlo, hizo un estupendo papel a diferencia de algunos de sus antecesores-, nuestro país no salió bien librado: hasta Venezuela y Cuba, estigmatizados en aquellos lares por las "dictaduras" de Chávez y los Castro, captaron mayor interés que nuestra espléndida Rivera Maya o los recorridos por las bellísimas ciudades coloniales de México. Si alguien se acercaba al "stand" mexicano era para devorar -aquí lo gratuito tiene éxito inmediato, sea lo que sea-, unas mal hechas tostaditas con frijoles bayos.
Mal promocionado, con los mexicanos cada vez hablando peor de la violencia y de las ejecuciones en nuestro país -recientemente se disparó la cifra oficial a 57 mil muertos inocentes por efecto de la "guerra" entre las mafias, la del poder y la del narco-, no podría explicarse, en términos realistas, cómo es que las empresas, sobre todo españolas, están cada vez más interesadas en volcar sus excedentes para comprar en México. Además, por lo visto, les ha ido muy bien en los renglones financieros, energéticos y de comunicaciones, estratégicos sin duda, que poco a poco ha ido cediendo un gobierno sin rumbo ni definiciones.
Peor todavía: la reiterada presencia de operadores políticos españoles impulsando las candidaturas del PAN, y enfrentando a estadounidenses, venezolanos y cubanos que apoyan a la izquierda e incluso al PRI, obligan a pensar en las dimensiones de los acuerdos soterrados entre el gobierno de Calderón y el de España, aun cuando se haya dado aquí una alternancia hacia la derecha, tanto mejor para los panistas. Pero tampoco la amorfa "izquierda" hispana dejó de proteger los intereses empresariales de sus connacionales en nuestro país. Al contrario, el gran icono Felipe González Márquez es uno de los mejores consejeros y amigos del poderoso Carlos Slim Helú, quien mantiene su lucha por la vanguardia entre los mayores multimillonarios del mundo. Siquiera en esto de hacer dinero -y de especular- nos pintamos solos sobre una red de mexicanos desahuciados económicamente. No hay punto de encuentro entre unos y otros y acaso tal es el atractivo mayor para los jugadores bursátiles y cuantos desean apropiarse de las grandes compañías.
En una reciente conversación con un alto ejecutivo español, éste me dijo, sin recovecos, que su visita a México, hace unas semanas, había sido poco fructífera porque las ofertas eran demasiado pequeñas para cuanto deseaban invertir y optaron por desecharlas porque las cuentas y los libros no cuadraban del todo. Esto es: intuyó que para entrar, de lleno, a nuestro mercado, debía asestar "mordidas" como perro de caza y prefirió no hacerlo... por el momento. Porque siempre, como lo han comprobado otros inversionistas, hay momentos para rectificar. Por la misma razón, claro, los empresarios del exterior no se arriesgan de más creando fuentes de empleos sino acaparando empresas cuya depuración cuesta el despido de centenares de empleados sin que, como en España, pueda precisarse el nivel de desocupación real.
Por si fueran escasos nuestros dolores, insisto, ahora debemos cuidar de los desempleados en España, primero, antes de ocuparnos de los nuestros. Ni Cortés se hubiera atrevido a tanto.
DEBATE
Cuando, hace seis años, Andrés Manuel López Obrador incluyó, dentro de su proyecto alternativo, la posibilidad de reconstruir la red ferroviaria dotándola de trenes de alta velocidad para comunicar, en principio, al centro y el occidente del país, la derecha saltó airada aduciendo que era tanto como caer en el vacío por lo incosteable de la operación y la imposibilidad de que fuese redituable en términos de recuperación. Ninguna empresa privada se hubiera atrevido a tomar el toro por los cuernos. Incluso, recuerdo que Carlos Slim Helú, llegó a decirme:
- Ya está visto que los ferrocarriles no funcionan para el transporte de personas, sí para el de carga pesada.
Por lo visto en España, la realidad es otra. No hay comunicación más efectiva que la trazada por el AVE -Alta Velocidad Española-, capaz de desarrollar 330 kilómetros por hora. Imagínense, en México, por vía ferroviaria, podría la capital del país estar a tres horas de Monterrey, haciendo mucho más eficaz el desarrollo. Pero no: el gobierno le teme a los grandes concesionarios del transporte urbano y carreteril -aunque representen un enorme peligro los malditos tráilers de doble remolque, imposibles de rebasar sin riesgo mortal-, todos ellos encadenados con el viejo y el supuestamente "nuevo" régimen que muy posiblemente, faldas de por medio, se convierta en referente del pasado en diciembre venidero.
Lo increíble de la cuestión es que en España se anuncia, con bombo y platillo, una gigantesca inversión en Arabia Saudí para trazar un tren de alta velocidad entre La Meca y Medina con un recorrido de 450 kilómetros que podrán transitarse en una hora y veinte minutos. Todo el gobierno español, claro, se frotó las manos cuando se anunció que los beneficiarios del servicio, anualmente, serán sesenta millones de pasajeros y el costo de la construcción ascenderá a seis mil millones de euros que caen como un bálsamo a la deteriorada economía hispana.
En cambio, en México nos saquean y no nos dejan nada. Abundaremos.
LA ANÉCDOTA
Por cierto, los diarios españoles saludaron con entusiasmo la candidatura de Josefina Vázquez Mota "la primera mujer que aspira a la Presidencia de México" -lo que es inexacto porque antes fueron postuladas doña Rosario Ibarra de Piedra y Cecilia Soto si bien con escasísimas posibilidades de éxito-. El Mundo, en Madrid, no se anduvo por las ramas y la llamó ya: Josefina I de México, reproduciendo además una entrevista que el cotidiano le hizo a la dama en noviembre pasado tras el triunfo del Partido Popular en España:
- Aspiro a ser -dijo la señora Vázquez Mota- la "Mariano Rajoy" mexicana.
No entiendo mucho de híbridos y componentes políticos adulterados. Pero la frase, en sí, es aterradora si exploramos en el liderazgo español y el retorno al franquismo simulado. Ya hay quienes piden votar por Franco por las calles de Madrid.
loretdemola.rafael@yahoo.com.mx
Desafio
Lo barato sale caro
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