El mensaje de Felipe Calderón con motivo de su Informe de gobierno da pena ajena, afirmó Andrés Manuel López Obrador en la capital de Durango.
Asimismo, consideró que el único cambio de fondo que debe darse en México es sobre quién dé a conocer los logros gubernamentales, que no debería ser Calderón, sino Carlos Salinas, Emilio Azcárraga, Claudio X. González o Roberto Hernández, pues ellos son los que en verdad gobiernan a México; que nos informen.
Ante unos 500 simpatizantes, el ex candidato presidencial insistió en que Calderón dejó de ser el pelele de los ricos, de la mafia que gobierna el país, y ahora es un chivo expiatorio. Como ya no les sirvió, ahora le están echando la culpa de todo; lo han reducido a un florero de adorno en Los Pinos, dijo.
Según el presidente legítimo, a pesar de la violencia que se vive en el país, Salinas de Gortari tiene la encomienda de cuidar que no haya reacción y que el pueblo siga adormecido hasta que Calderón termine su mandato, para prepararle el terreno a Enrique Peña Nieto. Dijo que Televisa y el ex presidente “están creando al muñeco, especie de Barbie masculina, cuyo único mérito y toda su ideología están en su copete”.
López Obrador también visitó ayer la capital de Chihuahua, donde se reunió con los comités municipales y la estructura territorial del llamado Movimiento en Defensa de la Economía Popular. Ahí, reiteró que en los siguientes tres años Calderón sólo será un elemento decorativo en Los Pinos, donde permanece arraigado por la mafia.
Anunció que ante la intentona de relanzar las llamadas reformas estructurales y llenar el hueco fiscal con alzas de impuestos e incrementos en gasolina, diesel y energía eléctrica, el movimiento que encabeza presentará su propuesta de paquete económico ante la Cámara de Diputados, el próximo 21 de septiembre.
Adelantó que dicho paquete incluye acciones concretas para lograr ahorros por 100 mil millones de pesos en el gasto del gobierno; 100 mil millones con el cobro de impuestos a los grandes grupos que tienen régimen fiscal de excepción, y una cantidad similar por una moratoria en el pago de intereses al Fobaproa.
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Decálogo 10 PUNTOS
–Pobreza. Programa que blinde recursos para abatir la pobreza extrema y evitar todo abuso o desvío en cualquier orden de gobierno.
–Salud. Alcanzar la cobertura universal.
–Educación. Lograr enseñanza de calidad para que México supere el marasmo de los intereses y las inercias.
–Finanzas públicas. Como el futuro nos ha alcanzado, sugiere una reforma profunda que implique un esfuerzo extraordinario de austeridad de la administración pública y de los distintos órdenes de gobierno, así como la simplificación de trámites fiscales e incremento de la recaudación.
–Energía. Una nueva generación de reformas que rescate la misión histórica de brindar energéticos de calidad y a precios competitivos a los mexicanos y una transformación de raíz de las empresas públicas para eliminar privilegios, opacidad y corrupción.
–Telecomunicaciones. Garantizar una mayor cobertura de los servicios, la convergencia de tecnologías disponibles y una verdadera competencia a fin de dar acceso a un mayor número de mexicanos a telefonía, Internet, radio, televisión y otros servicios.
–Laboral. Incrementar la productividad con pleno respeto a la autonomía sindical, al derecho de huelga y a la contratación colectiva, que fortalezca la rendición de cuentas y los derechos de los trabajadores.
–Regulación. Contar con una regulación base cero de la administración que permita derogar acuerdos, oficios, decretos o reglamentos no justificados.
–Seguridad. Profundizar y ampliar la lucha contra el crimen, fortalecer la autoridad de las instancias locales y discutir un nuevo modelo de organización policial.
–Política electoral. Aunque la anterior reforma corrigió muchos vicios, dejó algunas prácticas indebidas. Por ello es necesario revisar a fondo las reglas electorales para que política sea sinónimo de ciudadanía, lo mismo que el sistema político mexicano para que no sea instrumento de conflicto y parálisis, sino de rendición de cuentas y generación de acuerdos.
Fuente: Discurso pronunciado el 2 de septiembre por el presidente Felipe Calderón, con motivo de la presentación de su tercer Informe de gobierno.
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- Convoca a los actores políticos a asumir cambios profundos y propone una decena de reformas
- Inercia y falta de visión impiden a México avanzar, afirma Calderón
- En el discurso de su tercer Informe llama a pasar de la lógica de las modificaciones posibles a las de fondo
- Promete asumir esta agenda con todos los riesgos y todos los costos que ello implica
Foto: Felipe Calderón Hinojosa, jefe del Ejecutivo federal, durante el acto donde emitió un mensaje por su tercer Informe de gobiernoFoto Marco Peláez
Claudia Herrera y Fabiola MartínezA medio tramo de su gobierno y con una mayoría opositora en el Congreso, el presidente Felipe Calderón reclamó la falta de visión de los actores políticos, propuso un decálogo de reformas que permita pasar de la lógica de los cambios posibles a los de fondo y prometió asumir esta agenda con todos los riesgos y con todos los costos que ello implica.
Rodeado de gobernadores, legisladores, representantes de diversos poderes, de las cúpulas empresariales y del sindicalismo oficial, reunidos en Palacio Nacional para escuchar el mensaje de su tercer Informe de gobierno, el michoacano hizo un llamado enérgico a dejar atrás la inercia, aquellos prejuicios, mitos, tabúes y miedos para alcanzar una gran alianza que dé paso a cambios profundos.
Así, planteó un paquete de reformas en diez rubros: combate a la pobreza, salud, educación, finanzas públicas, energía, telecomunicaciones, laboral, desregulación, seguridad y política electoral.
Con un ritual que sólo cambió de escenario y de protagonistas, Calderón revivió el cancelado día del Presidente. En el patio central de Palacio Nacional fue interrumpido 12 veces con aplausos, que no pocas veces comenzaron en las tribunas de legisladores panistas y en los espacios que ocupaba la burocracia, y luego fueron seguidos, a discreción, por gobernadores, dirigentes partidistas y legisladores.
Por primera vez, el jefe de Gobierno capitalino, el perredista Marcelo Ebrard, acudió a este ceremonial, aunque fiel a su costumbre evitó el saludo con el mandatario panista. Este hecho contrastó con las ausencias de dos miembros del PRD: el presidente del Senado, Carlos Navarrete, quien fue representado por el panista Ricardo García Cervantes, y el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy. La falta de Narciso Agúndez, mandatario de Baja California Sur, fue justificada por la alerta en su estado ante el huracán Jimena.
El resto de los integrantes del presídium eran los invitados que nunca faltan a los ceremoniales presidenciales: gobernadores de todos los partidos y miembros de un gabinete que está próximo a modificarse, según los planes presidenciales. Uno de los más mencionados en la ruleta de cambios fue el procurador Eduardo Medina Mora, quien insistía: Aquí estamos firmes, y para rehuir a las preguntas soltó: Es el día del Presidente.
Orador único, Calderón ocupó una hora 12 minutos, primero para defender las acciones de su gestión en este año diferente, término que utilizó para describir la conjunción de la crisis económica, la mayor virulencia del crimen organizado, la caída severa de la producción petrolera y el impacto de la sequía, listado en el que no apareció el incremento de la pobreza en el país, aunque después hizo referencia a que uno de cada diez mexicanos la padecen.
En la segunda parte de su discurso convocó a los mexicanos a plantear una agenda de reformas de segunda generación, tras decir que él mismo reconoce que lo hecho es claramente insuficiente y que a este ritmo tomaría muchos años, y quizá décadas, el poder alcanzar cambios concretos.
En un escenario en el que la Presidencia de la República no escatimó recursos tecnológicos, con pantallas de televisión que reproducían los espots difundidos en medios electrónicos en los últimos días y grúas con cámaras que captaban mínimos detalles para la transmisión televisiva, el Presidente ofreció poner la muestra de austeridad y pidió que siguieran su ejemplo los otros poderes.
Al principio de su alocución, pareció dedicar dos párrafos a Godoy Rangel –quien ha cuestionado la detención de funcionarios locales y alcaldes, así como las investigaciones en contra de su hermano Julio César–, cuando presumió que ha desarticulado importantes redes de protección política y policiaca y que en ello no habrá consideración alguna, fuero partidista o criterio político que valga para aquellos que traicionan a México y a los mexicanos.
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El presidente Felipe Calderón Hinojosa, durante su mensaje en el patio central de Palacio NacionalFoto Marco Peláez
A un costado del escenario se instaló una tribuna especial para militares y marinos. Ante ellos, el michoacano volvió a agradecer la lealtad y patriotismo de las fuerzas armadas en esta lucha por la seguridad pública del país y se mostró orgulloso porque por primera vez en mucho tiempo, el Estado está poniendo un límite a las acciones criminales.
Fue un punto que la cúpula priísta no aplaudió. A la convocatoria acudieron los líderes del partido en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, y en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas, aunque la dirigente nacional, Beatriz Paredes, llegó con retraso de 25 minutos. Mientras Calderón hablaba de los logros de su gobierno en seguridad, la tlaxcalteca fue llevada rápidamente a su asiento en primera fila.
En la única referencia que hizo a las elecciones del pasado 5 de julio, exaltó que quedó confirmada la pluralidad democrática de México. Señaló que una vez renovada la Cámara de Diputados y sus liderazgos, es momento de hacer cambios de fondo, y para ello tenemos que cambiar nosotros, quienes tenemos algún tipo de responsabilidad encomendada por los electores.
Enseguida propuso superar la inercia y pasar de la lógica de los cambios posibles, limitados siempre por los cálculos políticos de los actores, a la lógica de los cambios de fondo, que nos permitan romper las inercias y construir, en verdad, nuestro futuro, con lo que dio un viraje discursivo a lo que había defendido en los primeros años de su administración, sobre que era mejor conseguir las reformas posibles, aunque no fueran las deseadas.
Buscó dejar en claro que con esta convocatoria no piensa provocar división en el país, sino al contrario, dijo que su apuesta es por la unidad, por tender puentes y lograr una gran alianza para que las cosas cambien, ya que esta tarea no es responsabilidad exclusiva del Presidente.
En su intento por justificar este llamado, planteó que la celebración del centenario de la Revolución Mexicana compromete a corregir de manera estructural la pobreza que padecen millones de mexicanos y a revisar cómo hacer realidad las aspiraciones de justicia y democracia que la hicieron posible.
Ante un millar de invitados, entre los que se encontraban empresarios, como Carlos Slim, y miembros de la farándula, como Chabelo y el hijo de Blue Demond, expuso que la crisis debe ser un acicate para promover un cambio que –admitió– es difícil, pero necesario, porque el tiempo y los recursos se nos agotan, porque las necesidades de la población cada vez son más apremiantes.
Luego, fustigó a los actores políticos, al plantear que deben reconocer que los ciudadanos no están satisfechos con sus representantes y perciben una enorme brecha entre sus necesidades y la actuación de sus gobernantes.
Sin importar qué partido, qué gobierno o qué poder se lleve el mérito de ello, pidió que haya altura de miras y que se tiendan puentes para enfrentar este momento definitorio. Anunció incluso que en los próximos días buscará reunirse con diversos liderazgos sociales, políticos, económicos y académicos, a fin de analizar todas las alternativas.
Concluido su discurso, Calderón se despidió de los gobernadores y después apresuró el paso para bajar del templete. Lo primero que hizo fue abrazar y besar a Beatriz Paredes. No importó que la lideresa priísta hubiera llegado tarde al acto.
El PRI es mayoría en la Cámara de Diputados y las deseadas reformas de fondo dependen de ese partido.