Sara Lovera
MÉXICO, D.F., 10 de diciembre (apro).- “Tendrán que entender que nuestros cuerpos nos pertenecen a nosotras y a nadie más… nuestros cuerpos tienen cabezas, y éstas, también, nos pertenecen solamente a nosotras…”: Amazonas de la Libertad 1961.
Mujeres de organizaciones civiles y sociales, agrupadas en nuevos espacios de radicalidad y principios, finalmente reunidas, signaron un pacto para hacerle frente a la ofensiva que se ha lanzado para abolir todos los derechos que están inscritos en constituciones, leyes, acuerdos internacionales y supuestas políticas públicas.
Fue como un grito estructurado y racional. Establecieron un plan de trabajo, con acciones planificadas. No se pidió la unidad a toda costa, que me remite a los viejos planteamientos frentistas de la anquilosada izquierda mexicana, sino la conjunción por hacer vigentes los derechos humanos.
No. Eran feministas. Se reunieron el 5 y 6 de diciembre. Y todos los jueves, a partir del 10 de diciembre, harán paradas en congresos y plazas del país para denunciar que en los congresos estatales, en las capitales de los estados y en los oscuros pasillos del poder se planea retroceder, quitarnos el aborto legal, ese que se inscribió en nuestras leyes en los años 20.
El Pacto por la Vida, Libertad y por los Derechos de las Mujeres fue signado por mujeres de 19 estados del país y del Distrito Federal. Un aspecto central es solicitar que se sancione a México por violar la Carta Universal de los Derechos Humanos y, por lo tanto, sea juzgado ante el Tribunal Internacional de Viena.
En México, las mujeres que acuden al aborto clandestino arriesgan su vida y frecuentemente viven con secuelas de salud lamentables. Pero no sólo eso, sino que la andanada contra la posibilidad de mantener el derecho de interrumpir un embarazo producto de una violación, significa enviar un mensaje de sometimiento que atenta contra eso que las Amazonas de la Libertad, en Estados Unidos, reclamaron a sus compañeros del movimiento de la negritud, contra su inteligencia y su capacidad responsable de tomar decisiones sobre sí mismas. Este es, en el fondo, el problema principal.
Los señores, muchas señoras legisladoras y gobernadoras, han confirmado que tienen la convicción de que las mujeres deben volver a la esclavitud. Palabras fuertes surgidas en el Foro Nacional por el Derecho a Decidir de las Mujeres, convocado por el Grupo Feministas Socialistas, en donde se pusieron de acuerdo y abandonaron las peleas locales o localizadas: Ir más allá de las gestiones jurídico-legales, aunque éstas se conserven; ir más allá de la denuncia aislada o las movilizaciones estatales. Ahora será necesario ir a toda la población y explicarle que tener un derecho no obliga a nadie a abortar, porque nadie promueve el aborto, pero cuando éste es necesario y urgente, debe ser protegido por el Estado, para garantizar así la vida de las mujeres.
En el Foro, donde estaban jóvenes y antiguas feministas, también se habló de que la derecha más conservadora, a la que se ha unido el PRI, tendrá que ser derrotada, ahí donde más duele: se hará la petición para que el PRI sea expulsado de la Internacional Socialista, por contravenir todos sus principios, esos que hablan de la igualdad entre hombres y mujeres, de la convención contra la discriminación, de la urgencia de profundizar la democracia.
Decidieron también hacer un marcaje personal a las diputadas y los diputados que han votado por abolir el derecho de las mujeres a interrumpir un embarazo cuando peligra la vida de la madre, cuando ésta ha sido obligada a una inseminación artificial y cuando la llegada de otro hijo pone en crisis la situación económica de una familia.
Todas cuestiones zanjadas en los códigos penales que se quieren borrar inopinadamente. Y también, porque esa es una aspiración humana: reconocer que hay mujeres que no quieren un hijo y que ante la falla de un anticonceptivo, quedan preñadas contra su voluntad. Ellas deben de tener el derecho a decir que no y a abortar. Es decir el derecho a legalizar totalmente, la interrupción del embarazo. Y eso, tan sencillo, tan elemental, tan relacionado con las decisiones personales, no puede todavía ser entendido.
El Pacto es para actuar políticamente en todo el país en forma coordinada y sistemática. Arribar ahí puede significar la reorganización de las mujeres en todo el país y no convalidar las componendas entre quienes dirigen México.
Lo más urgente es liberar de la cárcel a un grupo inmenso de mujeres que están procedas, que purgan penas por homicidios –como en Guanajuato, Veracruz e Hidalgo--, a las que tienen miedo de convertirse en presas de conciencia, presas políticas. A las que son perseguidas, porque las hay y no hemos tomado conciencia de ello.
Una cuestión interesante del Pacto es que se llamará a todas aquellas organizaciones que estén dispuestas a acompañar la demanda de las mujeres. Sindicatos, organizaciones campesinas, agrupaciones políticas, líderes de opinión, todas y todos quienes deseen sumarse a esta cruzada ciudadana.
Es probable que el Congreso de la Unión intente modificar la Constitución Mexicana, no sólo por las iniciativas panistas, sino porque ha llegado la petición del Congreso de Veracruz, y los priistas, que quieren volver al poder, están prestos a someter a la mitad de la población.
Con ello el PRI se quita la careta, suma a su programa de criminalización general contra los mexicanos, contra todas las mujeres que ejercen su derecho a decidir; los del antiguo “partido de Estado” que ya nos han sumido en la peor de todas las crisis política y social de nuestra historia.
Sería el colmo que continuara el silencio, ese al que en el foro se refirió Adriana Luna Parra. En ello los medios de comunicación son una palanca fundamental.
Las convocantes, Feministas Socialistas, dijeron que esto es un paso adelante. Por supuesto que será necesario cumplir el pacto. Pronto aparecerán, si es así, las listas con nombres y apellidos de quienes han firmado por abolir nuestros derechos; aparecerán las contradicciones entre lo que se firma en convenciones y lo que se hace. Pero lo más importante, si se cumple el pacto, es que las mujeres del país se enteraron de lo que hoy se hace en su contra, y se levantaron sin miedo a reclamar y poner un muro infranqueable que evite avasallamientos, una vez más. Veremos.
Mujeres de organizaciones civiles y sociales, agrupadas en nuevos espacios de radicalidad y principios, finalmente reunidas, signaron un pacto para hacerle frente a la ofensiva que se ha lanzado para abolir todos los derechos que están inscritos en constituciones, leyes, acuerdos internacionales y supuestas políticas públicas.
Fue como un grito estructurado y racional. Establecieron un plan de trabajo, con acciones planificadas. No se pidió la unidad a toda costa, que me remite a los viejos planteamientos frentistas de la anquilosada izquierda mexicana, sino la conjunción por hacer vigentes los derechos humanos.
No. Eran feministas. Se reunieron el 5 y 6 de diciembre. Y todos los jueves, a partir del 10 de diciembre, harán paradas en congresos y plazas del país para denunciar que en los congresos estatales, en las capitales de los estados y en los oscuros pasillos del poder se planea retroceder, quitarnos el aborto legal, ese que se inscribió en nuestras leyes en los años 20.
El Pacto por la Vida, Libertad y por los Derechos de las Mujeres fue signado por mujeres de 19 estados del país y del Distrito Federal. Un aspecto central es solicitar que se sancione a México por violar la Carta Universal de los Derechos Humanos y, por lo tanto, sea juzgado ante el Tribunal Internacional de Viena.
En México, las mujeres que acuden al aborto clandestino arriesgan su vida y frecuentemente viven con secuelas de salud lamentables. Pero no sólo eso, sino que la andanada contra la posibilidad de mantener el derecho de interrumpir un embarazo producto de una violación, significa enviar un mensaje de sometimiento que atenta contra eso que las Amazonas de la Libertad, en Estados Unidos, reclamaron a sus compañeros del movimiento de la negritud, contra su inteligencia y su capacidad responsable de tomar decisiones sobre sí mismas. Este es, en el fondo, el problema principal.
Los señores, muchas señoras legisladoras y gobernadoras, han confirmado que tienen la convicción de que las mujeres deben volver a la esclavitud. Palabras fuertes surgidas en el Foro Nacional por el Derecho a Decidir de las Mujeres, convocado por el Grupo Feministas Socialistas, en donde se pusieron de acuerdo y abandonaron las peleas locales o localizadas: Ir más allá de las gestiones jurídico-legales, aunque éstas se conserven; ir más allá de la denuncia aislada o las movilizaciones estatales. Ahora será necesario ir a toda la población y explicarle que tener un derecho no obliga a nadie a abortar, porque nadie promueve el aborto, pero cuando éste es necesario y urgente, debe ser protegido por el Estado, para garantizar así la vida de las mujeres.
En el Foro, donde estaban jóvenes y antiguas feministas, también se habló de que la derecha más conservadora, a la que se ha unido el PRI, tendrá que ser derrotada, ahí donde más duele: se hará la petición para que el PRI sea expulsado de la Internacional Socialista, por contravenir todos sus principios, esos que hablan de la igualdad entre hombres y mujeres, de la convención contra la discriminación, de la urgencia de profundizar la democracia.
Decidieron también hacer un marcaje personal a las diputadas y los diputados que han votado por abolir el derecho de las mujeres a interrumpir un embarazo cuando peligra la vida de la madre, cuando ésta ha sido obligada a una inseminación artificial y cuando la llegada de otro hijo pone en crisis la situación económica de una familia.
Todas cuestiones zanjadas en los códigos penales que se quieren borrar inopinadamente. Y también, porque esa es una aspiración humana: reconocer que hay mujeres que no quieren un hijo y que ante la falla de un anticonceptivo, quedan preñadas contra su voluntad. Ellas deben de tener el derecho a decir que no y a abortar. Es decir el derecho a legalizar totalmente, la interrupción del embarazo. Y eso, tan sencillo, tan elemental, tan relacionado con las decisiones personales, no puede todavía ser entendido.
El Pacto es para actuar políticamente en todo el país en forma coordinada y sistemática. Arribar ahí puede significar la reorganización de las mujeres en todo el país y no convalidar las componendas entre quienes dirigen México.
Lo más urgente es liberar de la cárcel a un grupo inmenso de mujeres que están procedas, que purgan penas por homicidios –como en Guanajuato, Veracruz e Hidalgo--, a las que tienen miedo de convertirse en presas de conciencia, presas políticas. A las que son perseguidas, porque las hay y no hemos tomado conciencia de ello.
Una cuestión interesante del Pacto es que se llamará a todas aquellas organizaciones que estén dispuestas a acompañar la demanda de las mujeres. Sindicatos, organizaciones campesinas, agrupaciones políticas, líderes de opinión, todas y todos quienes deseen sumarse a esta cruzada ciudadana.
Es probable que el Congreso de la Unión intente modificar la Constitución Mexicana, no sólo por las iniciativas panistas, sino porque ha llegado la petición del Congreso de Veracruz, y los priistas, que quieren volver al poder, están prestos a someter a la mitad de la población.
Con ello el PRI se quita la careta, suma a su programa de criminalización general contra los mexicanos, contra todas las mujeres que ejercen su derecho a decidir; los del antiguo “partido de Estado” que ya nos han sumido en la peor de todas las crisis política y social de nuestra historia.
Sería el colmo que continuara el silencio, ese al que en el foro se refirió Adriana Luna Parra. En ello los medios de comunicación son una palanca fundamental.
Las convocantes, Feministas Socialistas, dijeron que esto es un paso adelante. Por supuesto que será necesario cumplir el pacto. Pronto aparecerán, si es así, las listas con nombres y apellidos de quienes han firmado por abolir nuestros derechos; aparecerán las contradicciones entre lo que se firma en convenciones y lo que se hace. Pero lo más importante, si se cumple el pacto, es que las mujeres del país se enteraron de lo que hoy se hace en su contra, y se levantaron sin miedo a reclamar y poner un muro infranqueable que evite avasallamientos, una vez más. Veremos.
saralovera@yahoo.com.mx
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