El bicentenario del inicio de la Revolución de Independencia lo pretende conmemorar un gobierno que es la expresión de un poder oligárquico antinacional, y que no ha hecho otra cosa desde que se instaló en 2006 por la vía del fraude electoral que la de seguir con profunda convicción comprometiendo la Independencia de México, por lo que no es de sorprender que el resultado de esta intentona esté resultando patético para sus intereses y ofensivo para el pueblo mexicano.
1. La realidad de los hechos es irrefutable: las conmemoraciones de la Independencia no las puede organizar ni encabezar el gobierno de Felipe Calderón, que durante cuatro años ha entregado ilegalmente al capital extranjero los recursos estratégicos de la nación, ha aceptado la injerencia del gobierno estadunidense en el control de los aparatos de seguridad del Estado, ha sometido a las fuerzas armadas al control de agencias de Washington y está aplicando en contra de los derechos de los mexicanos políticas económicas y sociales dictadas por instancias financieras internacionales, desde el FMI y el Banco Mundial hasta el Departamento del Tesoro y la Reserva Federal de Estados Unidos: un gobierno que no ha hecho otra cosa que atentar contra la independencia nacional y que, para colmo, ahora utiliza una supuesta “guerra contra el narco”, que le impusieron los halcones republicanos, para terminar de desmantelar a la nación.
2. Las declaraciones de Hillary Clinton, la secretaria de Estado estadunidense, el miércoles 8, sentenciando en Nueva York que la situación de México se asemeja a la de la Colombia de hace 20 años, ya que los cárteles controlan parte del territorio nacional, por lo que ya se sabe somos un Estado fallido que amenaza la seguridad de su país (lo que les daría derecho a intervenir contra esas organizaciones terroristas), ilustran esa connivencia entreguista del gobierno de Calderón con Washington, pues a cambio del aval de la administración Bush a su elección fraudulenta en 2006 les ha hecho todo género de concesiones.