Respetuosamente
Guadalupe Loaeza
Nunca imaginé que el texto "Para Chespirito", publicado en este mismo espacio el pasado 3 de abril, en el cual me pregunto cuáles fueron las motivaciones del señor Gómez Bolaños para apoyar la campaña televisada contra la despenalización del aborto, causara tanta polémica. Nunca imaginé que mi opinión provocaría casi 300 correos, la mayoría de ellos ofensivos y muy agresivos. Y nunca imaginé que el 95% de estos correos fuera escrito por hombres, muchos de ellos furibundos por el solo hecho de expresarme a favor de la despenalización del aborto. He aquí algunas frases de algunos de los escritos por hombres: "Ha pensado Sra. Loaeza que en un futuro próximo pueden pedir que la maten porque se promulgó una ley: No aptos para vivir los mayores de 65 años". O bien: "¿cuánto le pagan a usted los grupos radicales de izquierda por sus declaración, le tocará una comisión por cada niño abortado o le pagan por cada palabra ponzoñosa que escribe con su pluma? Le puedo asegurar que usted sí recibe beneficios por apoyar estas campañas abortistas". No faltó uno que me llamara "Sra. Aborto", y otro que se lamentara que mi madre no me hubiera abortado... Como dice la doctora (psiquiatra) Lea Goldberg, la violencia verbal por parte de los varones y la forma con la que se oponen a la despenalización del aborto está hablando de un problema psicológico, "probablemente se sienten amenazados en su masculinidad al ver que el hijo que él ayudó a engendrar puede ser abortado por su compañera sexual".
Por otro lado, he de decir que también recibí (aproximadamente 10) de algunos lectores y lectoras que coincidían conmigo. Lo más llamativo de todo fue lo que sucedió el viernes pasado. Por la noche encontré en mi buzón un paquete con 12 sobres tamaño carta engrapados entre sí, todos ellos dirigidos a mí. Cada una de estas misivas están escritas con la misma computadora, firmadas por la misma pluma y el papel doblado de igual manera. El contenido es muy semejante y todas defienden concretamente a Chespirito: "Espero que sepa lo que escribe aunque me doy cuenta que no, ya que pone en riesgo la seguridad del Sr. Roberto, al publicar que él recibe una fortuna y se codea con el ámbito político. Por si usted no lo sabe vivimos en México en el que hay millones de habitantes y por lo tanto es una ciudad con alto riesgo delictivo". Antes que nada quiero aclararles, respetuosamente, a todos estos lectores y lectoras que se tomaron la molestia de enviarme su opinión, que no estoy a favor del aborto, es evidente que no lo considero como una medida anticonceptiva, sino como último recurso que tienen millones de mujeres ante el embarazo no deseado. Por otro lado, todos sabemos que miles de mujeres abortan año con año y que lo hacen poniendo en riesgo su vida, ya que la forma por ser clandestina es más que riesgosa. Según el Consejo Nacional de Población, en México, cada año, se efectúan 102 mil abortos.
¿Cómo llevar una estadística fidedigna si el aborto está sancionado penalmente?, ¿qué médico o qué ginecólogo declararía honestamente cuántos abortos practica anualmente?, ¿cómo saber cuántas parteras y comadronas que practican el aborto existen en el país y en cuántos abortos participa cada una de ellas? Difícilmente se podría responder a estas preguntas y a otras muchas más que han surgido a raíz de la iniciativa de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, la cual se encuentra en estos momentos analizando tanto reformas a la Ley de Salud como al Código Penal. Si el tema preocupa tanto a los legisladores, es porque se trata de un problema de salud pública, el cual, sin duda, es responsabilidad del Estado. Permítanme referirme una vez más a lo que escribiera Valéry Giscard d'Estaing en su libro El Poder y la Vida. "Yo soy católico -le dije a Juan Pablo II-, pero también soy presidente de una República cuyo Estado es laico. No tengo porqué imponer mis convicciones personales a mis conciudadanos, sino que debo procurar que la ley responda al estado real de la sociedad francesa para que sea respetada y pueda ser aplicada. Comprendo perfectamente el punto de vista de la Iglesia Católica y como cristiano lo comparto; juzgo legítimo que la Iglesia pida a los que practican su fe que respeten ciertas prohibiciones, pero no corresponde a la ley civil imponerlas con sanciones penales al conjunto del cuerpo social". Muchos de mis lectores me piden argumentos sólidos para sostener mi postura.
Además de que también yo estoy por la vida, creo firmemente en que la mujer, solamente ella, tiene derecho sobre su cuerpo, me apoyo en la más reciente información del Colegio de Bioética publicada por Mirtha Hernández y Mariel Ibarra en nuestro periódico el pasado 11 de abril: "Suma el Colegio de Bioética apoyo a iniciativa de ley. Afirman especialistas en reproducción que a las 14 semanas el producto no es una persona". Especialistas en bioética y en biología de la reproducción "descartaron que los embriones de 12 ó 14 semanas, cuyo cerebro está en las etapas iniciales de su desarrollo, puedan experimentar sufrimiento o gozo, y mucho menos sentir dolor mientras se practica un aborto". Más adelante la nota aclara que si bien un embrión posee el genoma humano, no es posible aceptarlo como persona, pues de lo contrario, cualquier célula del organismo adulto, incluyendo los tumores cancerosos, serían comparables al humano. "La vida de un embrión de 14 semanas es idéntica a la de cualquier célula, órgano o tejido de un organismo multicelular vivo, pero no a la de un individuo biológico: no hay vida humana", afirman integrantes del organismo que aborda cuestiones éticas surgidas de las ciencias de la vida.
Qué tan convencidos estarán estos científicos que incluso harán público, en un desplegado, su apoyo a la iniciativa para despenalizar la interrupción del embarazo durante las 12 semanas de gestación. "Los conocimientos científicos sobre el genoma, la fertilización, el desarrollo del embrión humano y la fisiología del embarazo indican, sin lugar a dudas, que el embrión de 14 semanas no es un individuo biológico ni mucho menos una persona, porque carece de vida independiente ya que es totalmente inviable fuera del útero, al estar privado del aporte nutricional y hormonal de la mujer", indica el borrador de su documento. Entre los especialistas que forman parte del Colegio de Bioética están los profesores eméritos de la UNAM y premios nacionales de Ciencia y Arte, Ruy Pérez Tamayo y Rubén Lisker; el premio Universidad Nacional Ricardo Tapia, así como el científico Arnoldo Kraus y el genetista Salvador Armendares. Ante estas declaraciones, con todo respeto les digo a mis detractores que no hay nada más que agregar...
Por otro lado, he de decir que también recibí (aproximadamente 10) de algunos lectores y lectoras que coincidían conmigo. Lo más llamativo de todo fue lo que sucedió el viernes pasado. Por la noche encontré en mi buzón un paquete con 12 sobres tamaño carta engrapados entre sí, todos ellos dirigidos a mí. Cada una de estas misivas están escritas con la misma computadora, firmadas por la misma pluma y el papel doblado de igual manera. El contenido es muy semejante y todas defienden concretamente a Chespirito: "Espero que sepa lo que escribe aunque me doy cuenta que no, ya que pone en riesgo la seguridad del Sr. Roberto, al publicar que él recibe una fortuna y se codea con el ámbito político. Por si usted no lo sabe vivimos en México en el que hay millones de habitantes y por lo tanto es una ciudad con alto riesgo delictivo". Antes que nada quiero aclararles, respetuosamente, a todos estos lectores y lectoras que se tomaron la molestia de enviarme su opinión, que no estoy a favor del aborto, es evidente que no lo considero como una medida anticonceptiva, sino como último recurso que tienen millones de mujeres ante el embarazo no deseado. Por otro lado, todos sabemos que miles de mujeres abortan año con año y que lo hacen poniendo en riesgo su vida, ya que la forma por ser clandestina es más que riesgosa. Según el Consejo Nacional de Población, en México, cada año, se efectúan 102 mil abortos.
¿Cómo llevar una estadística fidedigna si el aborto está sancionado penalmente?, ¿qué médico o qué ginecólogo declararía honestamente cuántos abortos practica anualmente?, ¿cómo saber cuántas parteras y comadronas que practican el aborto existen en el país y en cuántos abortos participa cada una de ellas? Difícilmente se podría responder a estas preguntas y a otras muchas más que han surgido a raíz de la iniciativa de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, la cual se encuentra en estos momentos analizando tanto reformas a la Ley de Salud como al Código Penal. Si el tema preocupa tanto a los legisladores, es porque se trata de un problema de salud pública, el cual, sin duda, es responsabilidad del Estado. Permítanme referirme una vez más a lo que escribiera Valéry Giscard d'Estaing en su libro El Poder y la Vida. "Yo soy católico -le dije a Juan Pablo II-, pero también soy presidente de una República cuyo Estado es laico. No tengo porqué imponer mis convicciones personales a mis conciudadanos, sino que debo procurar que la ley responda al estado real de la sociedad francesa para que sea respetada y pueda ser aplicada. Comprendo perfectamente el punto de vista de la Iglesia Católica y como cristiano lo comparto; juzgo legítimo que la Iglesia pida a los que practican su fe que respeten ciertas prohibiciones, pero no corresponde a la ley civil imponerlas con sanciones penales al conjunto del cuerpo social". Muchos de mis lectores me piden argumentos sólidos para sostener mi postura.
Además de que también yo estoy por la vida, creo firmemente en que la mujer, solamente ella, tiene derecho sobre su cuerpo, me apoyo en la más reciente información del Colegio de Bioética publicada por Mirtha Hernández y Mariel Ibarra en nuestro periódico el pasado 11 de abril: "Suma el Colegio de Bioética apoyo a iniciativa de ley. Afirman especialistas en reproducción que a las 14 semanas el producto no es una persona". Especialistas en bioética y en biología de la reproducción "descartaron que los embriones de 12 ó 14 semanas, cuyo cerebro está en las etapas iniciales de su desarrollo, puedan experimentar sufrimiento o gozo, y mucho menos sentir dolor mientras se practica un aborto". Más adelante la nota aclara que si bien un embrión posee el genoma humano, no es posible aceptarlo como persona, pues de lo contrario, cualquier célula del organismo adulto, incluyendo los tumores cancerosos, serían comparables al humano. "La vida de un embrión de 14 semanas es idéntica a la de cualquier célula, órgano o tejido de un organismo multicelular vivo, pero no a la de un individuo biológico: no hay vida humana", afirman integrantes del organismo que aborda cuestiones éticas surgidas de las ciencias de la vida.
Qué tan convencidos estarán estos científicos que incluso harán público, en un desplegado, su apoyo a la iniciativa para despenalizar la interrupción del embarazo durante las 12 semanas de gestación. "Los conocimientos científicos sobre el genoma, la fertilización, el desarrollo del embrión humano y la fisiología del embarazo indican, sin lugar a dudas, que el embrión de 14 semanas no es un individuo biológico ni mucho menos una persona, porque carece de vida independiente ya que es totalmente inviable fuera del útero, al estar privado del aporte nutricional y hormonal de la mujer", indica el borrador de su documento. Entre los especialistas que forman parte del Colegio de Bioética están los profesores eméritos de la UNAM y premios nacionales de Ciencia y Arte, Ruy Pérez Tamayo y Rubén Lisker; el premio Universidad Nacional Ricardo Tapia, así como el científico Arnoldo Kraus y el genetista Salvador Armendares. Ante estas declaraciones, con todo respeto les digo a mis detractores que no hay nada más que agregar...
gloaeza@yahoo.com.
Kikka Roja