Sergio Aguayo Quezada
22 Abr. 09
La alternancia ha sido avara con la ciudadanía. El principal logro es la transparencia porque con información oficial es más fácil defenderse... o constatar la impotencia en el país donde la gente no cuenta. En ese avance ha sido definitivo el trabajo del IFAI y de los institutos de algunos estados. El sistema electrónico del IFAI para pedir información (antes Sisi, ahora Infomex) es una maravilla que funciona y que ha contribuido a que, al día de hoy, el gobierno federal haya entregado 297,643 respuestas, algunas de ellas memorables.
Con la información sobre compras militares de la Secretaría de la Defensa Nacional se abrió un espacio tradicionalmente opaco; con los papeles de la Junta de Gobierno del IPAB, incluidas las actas de entrega-recepción del Fobaproa, se reconfirma el atraco; con el reconocimiento, por parte de la Procuraduría General de la República, que tiene desaparecidos los archivos de la inútil Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, Femospp, brilla esplendorosa la contribución del panismo a la impunidad. Todo eso y mucho más nos hereda un grupo de comisionados excepcionales.
Ese IFAI está en riesgo porque, ¡oh paradoja!, la joya de la alternancia depende de la voluntad de una persona. Felipe Calderón nombrará, en los próximos meses, a tres de los cinco comisionados: a los sustitutos de Alonso Lujambio, Alonso Gómez Robledo Verduzco y Juan Pablo Guerrero Amparán. Y el Presidente es respetuoso de una tradición mexicana: endiosar con el verbo a las instituciones, y maltratarlas en la vida diaria.
Felipe Calderón destaca por usar los nombramientos para recompensar lealtades o amarrar complicidades. Le interesa más cumplirle a Elba Esther Gordillo que la suerte de la educación, la Lotería Nacional, el Sistema Nacional de Seguridad Pública, etcétera. Al llevarse al ahora ex presidente, Alonso Lujambio, a la Secretaría de Educación Pública imita a Carlos Salinas, quien nombró como procurador, en 1993, a Jorge Carpizo, y descabezó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Fue el banderazo de salida para la decadencia de esa institución. Es entonces posible que Calderón nombre como comisionados del IFAI a sus cuates o a personajes cuya virtud sea la mansedumbre. El Senado tiene la potestad de vetar las propuestas malas pero, ¿lo hará?
Declara la flamante presidenta del IFAI, Jacqueline Peschard, que los comisionados del IFAI deberían ser nombrados por el Legislativo (La Jornada, 20 de abril del 2009). De acuerdo, siempre y cuando el legislador anteponga el interés general a sus mezquindades. Tomo, como un ejemplo relevante y poco conocido, la irresponsable actitud de la Comisión de Derechos Humanos del Senado frente a la CNDH.
Su presidenta, la senadora Rosario Ibarra, es una mujer entrañable y una activista admirable, pero su desempeño como parlamentaria deja mucho que desear porque ha facilitado la férrea determinación con la cual el PRI y el PAN han protegido al actual titular de la CNDH. En los últimos dos años no ha podido nombrar a cuatro integrantes de un consejo ciudadano sometido a José Luis Soberanes. Cuando se va a discutir sobre la CNDH nunca hay quórum.
La suerte del IFAI pende de esa sociedad que jugó un papel central en su nacimiento. La ya famosa Declaración de Oaxaca del 24 de mayo del 2001 fue rubricada por académicos, periodistas, activistas de la sociedad y editores de 73 medios de comunicación. Todos ellos se unieron desde la diversidad para "concentrar todas las energías... en el derecho de acceso a la información pública". Mantuvieron el consenso y su presencia resultó fundamental para la aprobación de la ley sobre la materia (abril del 2002).
Es un momento propicio para una coalición parecida. La meta es exigir en público, y convencer en privado, al Ejecutivo y al Legislativo del valor para la sociedad de preservar el espíritu del IFAI actual. Necesitamos tres personas experimentadas y comprometidas, y el país las tiene. Si nos hacemos los desentendidos, el Presidente y el Senado meterán esos nombramientos a la lógica de sus intereses que, en la mayoría de los casos, no son los nuestros. Evitemos que el IFAI se transforme en otra burocracia cara e irrelevante.
La Miscelánea
Rogelio Gómez Hermosillo es un buen candidato a comisionado del IFAI. Actualmente es presidente de Alianza Cívica, la organización que impulsó el tema de la transparencia y la rendición de cuentas con una demanda para averiguar el salario del presidente Ernesto Zedillo y la forma en que gastaba la "partida secreta". Rogelio también fue coordinador de Oportunidades que, bajo su dirección, creció en tamaño y transparencia. Tiene, finalmente, la rara virtud de saber (y poder) dialogar con izquierdas y derechas.
Correo electrónico: saguayo@colmex.mx
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