Entre gritos de júbilo y aplausos de alivio Arranque exitoso del acelerador LHC en el CERN
Foto: AP
* Cuenta regresiva, para el experimento científico del siglo
Las colisiones de protones que se provocarán en el interior del LHC producirán brevemente una temperatura 100,000 veces superior a la del Sol y deberían permitir detectar partículas elementales que no se han podido observar hasta hoy. Ginebra.- El Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), el mayor acelerador de partículas del mundo, empezó a funcionar en la frontera franco-suiza con la misión de dar respuesta a las preguntas más complejas sobre la naturaleza del Universo. Entre sus principales objetivos, el LHC deberá detectar las partículas elementales de la materia -que predijo la física teórica pero jamás han sido observadas- y podría poner en evidencia partículas denominadas “supersimétricas”, que componen la materia negra.
Un primer haz de protones fue inyectado poco después de las 09:30 locales (07:30 GMT) en el LHC, un anillo de 27 km de circunferencia enterrado a 100 metros bajo tierra en un lugar, cercano a Ginebra, situado en la frontera entre Francia y Suiza. “Tras la inyección del haz, se necesitaron cinco segundos para obtener datos”, declaró el director del proyecto LHC, Lyn Evans. Una luz en las pantallas de control indicó que el haz había entrado correctamente en la primera sección del anillo, provocando gritos de júbilo y aplausos de alivio de los científicos presentes en la sala. Poco menos de una hora después de la puesta en marcha, el haz había realizado una primera vuelta completa del anillo, cumpliendo el objetivo principal fijado por los físicos para esta primera sesión. Tras este inicio, seguirá el lanzamiento de un segundo haz que girará en sentido contrario. Las primeras colisiones de protones -para las que habrá que esperar aún varias semanas- se producirán a energías de 450 gigaelectronvoltios (Gev), es decir cerca de la mitad de la potencia del Fermilab de Chicago, que hasta ahora era el mayor acelerador del partículas del mundo. Sólo más tarde, probablemente dentro de varias semanas o meses, las energías aplicadas en el LHC alcanzarán niveles de hasta 7 teraelectronvoltios (Tev), es decir siete veces superiores a la potencia del Fermilab. El objetivo del LHC es “adquirir la comprensión sobre el comportamiento de la materia más fundamental”, declaró a la AFP Daniel Denegri, un físico que trabaja en uno de los cuatro detectores de partículas instalados en torno al anillo.
“Esperamos hacer descubrimientos que podrían ser muy espectaculares”, agregó.
Las colisiones de protones que se provocarán en el interior del LHC producirán brevemente una temperatura 100,000 veces superior a la del Sol y deberían permitir detectar partículas elementales que no se han podido observar hasta hoy, entre ellas el bosón de Higgs, última pieza de la teoría del “Modelo Estándar” que daría su masa a todas la otras.
Las altísimas energías aplicadas permitirán recrear durante una fracción de segundo el estado del universo durante la primera cienmilésima de segundo tras el Big Bang, es decir el nacimiento del Universo hace 13,700 millones de años. Las colisiones podrían crear asimismo pequeños agujeros negros que los científicos del LHC aseguran que no comportarán ningún peligro debido a su efímera presencia. Rumores que circulaban por Internet desataron la preocupación por la posibilidad de que éstos absorviesen toda la materia a su alrededor, provocando el fin del mundo. Durante más de diez años, han participado en este proyecto, de un coste de 3,760 millones de euros, “7,000 científicos del mundo entero”, recordó la ministra francesa de Investigación, Valerie Pecresse, al saludar el miércoles su puesta en funcionamiento.
Un primer haz de protones fue inyectado poco después de las 09:30 locales (07:30 GMT) en el LHC, un anillo de 27 km de circunferencia enterrado a 100 metros bajo tierra en un lugar, cercano a Ginebra, situado en la frontera entre Francia y Suiza. “Tras la inyección del haz, se necesitaron cinco segundos para obtener datos”, declaró el director del proyecto LHC, Lyn Evans. Una luz en las pantallas de control indicó que el haz había entrado correctamente en la primera sección del anillo, provocando gritos de júbilo y aplausos de alivio de los científicos presentes en la sala. Poco menos de una hora después de la puesta en marcha, el haz había realizado una primera vuelta completa del anillo, cumpliendo el objetivo principal fijado por los físicos para esta primera sesión. Tras este inicio, seguirá el lanzamiento de un segundo haz que girará en sentido contrario. Las primeras colisiones de protones -para las que habrá que esperar aún varias semanas- se producirán a energías de 450 gigaelectronvoltios (Gev), es decir cerca de la mitad de la potencia del Fermilab de Chicago, que hasta ahora era el mayor acelerador del partículas del mundo. Sólo más tarde, probablemente dentro de varias semanas o meses, las energías aplicadas en el LHC alcanzarán niveles de hasta 7 teraelectronvoltios (Tev), es decir siete veces superiores a la potencia del Fermilab. El objetivo del LHC es “adquirir la comprensión sobre el comportamiento de la materia más fundamental”, declaró a la AFP Daniel Denegri, un físico que trabaja en uno de los cuatro detectores de partículas instalados en torno al anillo.
“Esperamos hacer descubrimientos que podrían ser muy espectaculares”, agregó.
Las colisiones de protones que se provocarán en el interior del LHC producirán brevemente una temperatura 100,000 veces superior a la del Sol y deberían permitir detectar partículas elementales que no se han podido observar hasta hoy, entre ellas el bosón de Higgs, última pieza de la teoría del “Modelo Estándar” que daría su masa a todas la otras.
Las altísimas energías aplicadas permitirán recrear durante una fracción de segundo el estado del universo durante la primera cienmilésima de segundo tras el Big Bang, es decir el nacimiento del Universo hace 13,700 millones de años. Las colisiones podrían crear asimismo pequeños agujeros negros que los científicos del LHC aseguran que no comportarán ningún peligro debido a su efímera presencia. Rumores que circulaban por Internet desataron la preocupación por la posibilidad de que éstos absorviesen toda la materia a su alrededor, provocando el fin del mundo. Durante más de diez años, han participado en este proyecto, de un coste de 3,760 millones de euros, “7,000 científicos del mundo entero”, recordó la ministra francesa de Investigación, Valerie Pecresse, al saludar el miércoles su puesta en funcionamiento.
Kikka Roja
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