Las dos Fridas
Guadalupe Loaeza
Mi querida Frida, Fridísima de mi corazón: Hace mucho tiempo que no te escribo, lo cual me duele en el alma porque si algo me gusta es platicar contigo. Aunque tú y yo nunca nos conocimos, estoy segura que si alguien nos hubiera presentado (por ejemplo Raquel Tibol), nos hubiéramos hecho muy buenas amigas. No obstante tengo la impresión que sí te conozco y que sí somos amigas. Si no cómo te explicas que basta con que empiece a dirigirme a ti, para que en seguida te sienta muy cerca de mí. No vayas a creer que esto me sucede porque ahora eres súper famosa o porque seas la pintora latinoamericana más cotizada del mundo. ¡Para nada! Antes de que toda esta "fridomanía" se diera como una plaga, tú y yo, ya éramos bien amigochas. Mira, la primera vez que fui a visitarte a la Casa Azul, creo que fue a fines de 1983. Acababa de salir tu biografía de Hayden Herrera, la cual me devoré en una semana. Aunque ese domingo, tú, naturalmente, no estabas en casa, fue tu espíritu, el que me guió en la visita del museo. Me caíste tan bien y me sentí tan a gusto conociendo cada rincón, cada pintura y cada habitación de tu casa tan mágica que ya no me quería ir. Tenía la impresión que ya había estado allí muchísimas veces. Por eso cuando el cuidador me decía que ya me tenía que ir porque ya iban a cerrar el museo, yo me hacía la loca y continuaba paseándome por la planta alta, allá donde se encuentra tu estudio y tu recámara. Bueno, pues desde ese día, mi querida Frida, te adopté como mi amiga, como mi hermana, como mi confidente, y hasta como mi dama de compañía.
A donde iba, allí estabas tú. Comencé a leer todo lo que se había escrito acerca de ti y de tu obra, empecé a vestirme con huipiles como los tuyos, diario salía de rebozo, me compraba aretes largos, decoraba mi casa con canastas y copias de ídolos, escuchaba música de protesta y visita que recibía de Francia o de Estados Unidos, visita que de inmediato llevaba a tu casa. Cuando les hablaba de ti, lo hacía con tal familiaridad y conocimiento de toda tu vida, que muchos de mis amigos, estaban convencidísimos que te había conocido de verdad. Entonces les mentía con mucha naturalidad y les decía: "Ay, claro, la conocí perfecto. Entonces yo era una niña, pero varias veces acompañé a mi madre a visitarla. Me acuerdo muy bien de ella. Era muy alegre y tenía muchísimo sentido del humor. Lo que sí es cierto, es que adoraba a Diego. Todo el día hablaba de él", les decía con una cara dura impresionante. Fue tal la empatía que sentí contigo, que cuando empezaste a ser tan famosa comenzó a molestarme tu popularidad. Cuando empezaron a surgir tantas admiradoras, me dieron celos. Yo tenía a mi Frida Kahlo y no quería compartirte con nadie. Pero lo que más me disgustaba era en el objeto de consumo en el que te estaban convirtiendo. De ahí que muchos intelectuales, escritores y artistas (sobre todo varones) se digan hartos de Frida Kahlo. No les falta razón. En fin, por lo que a mí concierne, poco a poco me he ido resignando. Lo importante es que tú y yo continuamos siendo tan "cuatitas", ¿no crees? Hoy, Frida, mi amiga "mil usos", te escribo para darte tres noticias. Vayamos con la más importante.
Ayer el presidente de la República, Felipe Calderón, y su esposa, Margarita Zavala, inauguraron en Bellas Artes una exposición titulada Frida Kahlo 1907-2007. Homenaje Nacional. Ésta es en tu honor como conmemoración del centenario de tu nacimiento. Está conformada por 354 piezas (65 óleos, 45 dibujos, 11 acuarelas, cinco grabados, un centenar de fotografías y 69 epístolas). Tengo entendido que es la más completa montada hasta ahora en el orbe (no te rías, Frida, así decía la nota de mi periódico). La espléndida crítica de arte y cocuradora de la exposición, Roxana Velásquez, explicó el martes a la prensa: "Van a conocer a la Frida total, la Frida completa, la Frida integral, los aspectos de Frida que no han visto. Además de la pintora y de la mujer operada van a conocer a una mujer de una gran inteligencia, con unos documentos y cartas en donde se ve que hay una verdadera sinapsis, o sea, utilización de neuronas". Así dijo Roxana (te confieso que me llamó mucho la atención aquello de "la mujer operada", porque actualmente decir que una mujer "está operada", quiere decir "restirada" de la cara y no sabes, Frida, la cantidad de mujeres "operadas" que hay por todos lados... Como tú, muchas de ellas se han "operado" incluso, más de 32 veces.). Bueno, ahora vayamos a la segunda noticia. Fíjate que el viernes pasado entrevisté a Raquel Tibol. Naturalmente el tema fuiste tú. Me dijo tantas cosas tan interesantes y bonitas acerca de tu vida, tu obra, tu persona, pero sobre todo de tu talento como escritora. La entrevista fue larguísima de tal manera que podré dividirla en tres partes y publicarla en igual número de entregas.
Lo que más me impresionó de todo lo que me dijo fue que no obstante Diego Rivera pidió en su testamento que sus restos descansaran al lado de los tuyos y que no fueran a la Rotonda de los Hombres Ilustres, no se cumplió el deseo del pintor. Los de él, están en la Rotonda y los tuyos descansan, en la Casa Azul. La tercera noticia es que el miércoles por la tarde me transformé, completamente, en Frida Kahlo. Deja y te cuento. La revista Gente, como un homenaje por tu centenario de nacimiento, realizó un reportaje que consistió en tomar fotografías de cuatro mujeres vestidas y peinadas exactamente como Frida Kahlo. Ellas fueron Susana Harp, Cecilia Suárez, Astrid Haddad, y tu "servilleta". Algo mágico hicieron tanto el peinador (Carlos Montes de Oca) como el maquillista (Daniel Lezama), el caso es que una vez que me vistieron con un vestido oaxaqueño (Trajes Dragonetti) y me colocaron los accesorios (Integrearte) y las flores amarillas en el pelo, al verme en el espejo exclamé: "¿Qué haces allí Frida?". Estaba igualita a ti. Yo era una de las dos "Fridas", tu amiga imaginaria. Me puse feliz. Con los dos siguientes cambios sucedió lo mismo, a pesar de que tengo el pelo rubio, la semejanza era increíble. Con el tercero, me vistieron de novia del Istmo, con todo y su "resplandor". Para esta fotografía, fui la única que aceptó sentarse en tu silla de ruedas. No me incomodó. Al contrario, al hacerlo fue como un acto de solidaridad hacia ti. Estoy segura que el reportaje saldrá espléndido, el fotógrafo (Santiago Turienzo) y todo el equipo súper profesional (de Natasha Bateau) se encontraba muy complacido con los resultados. Por último Frida, no puedo dejar de comentarte en qué estado se encuentra nuestro país. ¿Te acuerdas cuando te quejabas en tus cartas con Alejandro Gómez Arias de que nunca pasaba nada en México? Pues, ahora, desafortunadamente, pasan demasiado cosas y todas ellas negativas. No obstante, te mando muchos besos tricolores. Tu amiga. GL.
Mi querida Frida, Fridísima de mi corazón: Hace mucho tiempo que no te escribo, lo cual me duele en el alma porque si algo me gusta es platicar contigo. Aunque tú y yo nunca nos conocimos, estoy segura que si alguien nos hubiera presentado (por ejemplo Raquel Tibol), nos hubiéramos hecho muy buenas amigas. No obstante tengo la impresión que sí te conozco y que sí somos amigas. Si no cómo te explicas que basta con que empiece a dirigirme a ti, para que en seguida te sienta muy cerca de mí. No vayas a creer que esto me sucede porque ahora eres súper famosa o porque seas la pintora latinoamericana más cotizada del mundo. ¡Para nada! Antes de que toda esta "fridomanía" se diera como una plaga, tú y yo, ya éramos bien amigochas. Mira, la primera vez que fui a visitarte a la Casa Azul, creo que fue a fines de 1983. Acababa de salir tu biografía de Hayden Herrera, la cual me devoré en una semana. Aunque ese domingo, tú, naturalmente, no estabas en casa, fue tu espíritu, el que me guió en la visita del museo. Me caíste tan bien y me sentí tan a gusto conociendo cada rincón, cada pintura y cada habitación de tu casa tan mágica que ya no me quería ir. Tenía la impresión que ya había estado allí muchísimas veces. Por eso cuando el cuidador me decía que ya me tenía que ir porque ya iban a cerrar el museo, yo me hacía la loca y continuaba paseándome por la planta alta, allá donde se encuentra tu estudio y tu recámara. Bueno, pues desde ese día, mi querida Frida, te adopté como mi amiga, como mi hermana, como mi confidente, y hasta como mi dama de compañía.
A donde iba, allí estabas tú. Comencé a leer todo lo que se había escrito acerca de ti y de tu obra, empecé a vestirme con huipiles como los tuyos, diario salía de rebozo, me compraba aretes largos, decoraba mi casa con canastas y copias de ídolos, escuchaba música de protesta y visita que recibía de Francia o de Estados Unidos, visita que de inmediato llevaba a tu casa. Cuando les hablaba de ti, lo hacía con tal familiaridad y conocimiento de toda tu vida, que muchos de mis amigos, estaban convencidísimos que te había conocido de verdad. Entonces les mentía con mucha naturalidad y les decía: "Ay, claro, la conocí perfecto. Entonces yo era una niña, pero varias veces acompañé a mi madre a visitarla. Me acuerdo muy bien de ella. Era muy alegre y tenía muchísimo sentido del humor. Lo que sí es cierto, es que adoraba a Diego. Todo el día hablaba de él", les decía con una cara dura impresionante. Fue tal la empatía que sentí contigo, que cuando empezaste a ser tan famosa comenzó a molestarme tu popularidad. Cuando empezaron a surgir tantas admiradoras, me dieron celos. Yo tenía a mi Frida Kahlo y no quería compartirte con nadie. Pero lo que más me disgustaba era en el objeto de consumo en el que te estaban convirtiendo. De ahí que muchos intelectuales, escritores y artistas (sobre todo varones) se digan hartos de Frida Kahlo. No les falta razón. En fin, por lo que a mí concierne, poco a poco me he ido resignando. Lo importante es que tú y yo continuamos siendo tan "cuatitas", ¿no crees? Hoy, Frida, mi amiga "mil usos", te escribo para darte tres noticias. Vayamos con la más importante.
Ayer el presidente de la República, Felipe Calderón, y su esposa, Margarita Zavala, inauguraron en Bellas Artes una exposición titulada Frida Kahlo 1907-2007. Homenaje Nacional. Ésta es en tu honor como conmemoración del centenario de tu nacimiento. Está conformada por 354 piezas (65 óleos, 45 dibujos, 11 acuarelas, cinco grabados, un centenar de fotografías y 69 epístolas). Tengo entendido que es la más completa montada hasta ahora en el orbe (no te rías, Frida, así decía la nota de mi periódico). La espléndida crítica de arte y cocuradora de la exposición, Roxana Velásquez, explicó el martes a la prensa: "Van a conocer a la Frida total, la Frida completa, la Frida integral, los aspectos de Frida que no han visto. Además de la pintora y de la mujer operada van a conocer a una mujer de una gran inteligencia, con unos documentos y cartas en donde se ve que hay una verdadera sinapsis, o sea, utilización de neuronas". Así dijo Roxana (te confieso que me llamó mucho la atención aquello de "la mujer operada", porque actualmente decir que una mujer "está operada", quiere decir "restirada" de la cara y no sabes, Frida, la cantidad de mujeres "operadas" que hay por todos lados... Como tú, muchas de ellas se han "operado" incluso, más de 32 veces.). Bueno, ahora vayamos a la segunda noticia. Fíjate que el viernes pasado entrevisté a Raquel Tibol. Naturalmente el tema fuiste tú. Me dijo tantas cosas tan interesantes y bonitas acerca de tu vida, tu obra, tu persona, pero sobre todo de tu talento como escritora. La entrevista fue larguísima de tal manera que podré dividirla en tres partes y publicarla en igual número de entregas.
Lo que más me impresionó de todo lo que me dijo fue que no obstante Diego Rivera pidió en su testamento que sus restos descansaran al lado de los tuyos y que no fueran a la Rotonda de los Hombres Ilustres, no se cumplió el deseo del pintor. Los de él, están en la Rotonda y los tuyos descansan, en la Casa Azul. La tercera noticia es que el miércoles por la tarde me transformé, completamente, en Frida Kahlo. Deja y te cuento. La revista Gente, como un homenaje por tu centenario de nacimiento, realizó un reportaje que consistió en tomar fotografías de cuatro mujeres vestidas y peinadas exactamente como Frida Kahlo. Ellas fueron Susana Harp, Cecilia Suárez, Astrid Haddad, y tu "servilleta". Algo mágico hicieron tanto el peinador (Carlos Montes de Oca) como el maquillista (Daniel Lezama), el caso es que una vez que me vistieron con un vestido oaxaqueño (Trajes Dragonetti) y me colocaron los accesorios (Integrearte) y las flores amarillas en el pelo, al verme en el espejo exclamé: "¿Qué haces allí Frida?". Estaba igualita a ti. Yo era una de las dos "Fridas", tu amiga imaginaria. Me puse feliz. Con los dos siguientes cambios sucedió lo mismo, a pesar de que tengo el pelo rubio, la semejanza era increíble. Con el tercero, me vistieron de novia del Istmo, con todo y su "resplandor". Para esta fotografía, fui la única que aceptó sentarse en tu silla de ruedas. No me incomodó. Al contrario, al hacerlo fue como un acto de solidaridad hacia ti. Estoy segura que el reportaje saldrá espléndido, el fotógrafo (Santiago Turienzo) y todo el equipo súper profesional (de Natasha Bateau) se encontraba muy complacido con los resultados. Por último Frida, no puedo dejar de comentarte en qué estado se encuentra nuestro país. ¿Te acuerdas cuando te quejabas en tus cartas con Alejandro Gómez Arias de que nunca pasaba nada en México? Pues, ahora, desafortunadamente, pasan demasiado cosas y todas ellas negativas. No obstante, te mando muchos besos tricolores. Tu amiga. GL.
gloaeza@yahoo.com
Kikka Roja
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