Francisco Rojas, Martín Esparza y Jorge Eduardo Navarrete, ayer en Xicoténcatl, durante el quinto foro de discusión sobre “Transición y seguridad energéticas” Foto: Marco Peláez De nueva cuenta se confrontaron ayer en la sede del Senado los dos proyectos en torno a Petróleos Mexicanos (Pemex): por un lado, el presidente de la Fundación Colosio, Francisco Rojas Gutiérrez; el dirigente del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), Martín Esparza, y el embajador Jorge Eduardo Navarrete, quienes sostuvieron que las iniciativas de Felipe Calderón vulneran la Constitución y ceden a empresas extranjeras la renta petrolera y el mercado interno, tal como ya se hizo con la industria eléctrica. Del otro lado, el ex rector de la UNAM e integrante de la Comisión Reguladora de Energía, Francisco Barnés de Castro, aseguró que en materia de refinación, transporte y almacenamiento de petróleo, no hay otra opción que la inversión privada en Pemex. Fue el encargado ayer de defender el proyecto de Calderón, en una estrategia conjunta con senadores y diputados del Partido Acción Nacional (PAN), que consistió en desacreditar a los opositores a la privatización. Durante el quinto foro de discusión sobre “Transición y seguridad energéticas”, las baterías de los panistas se enfocaron en Francisco Rojas, al que acusaron de haber puesto en marcha medidas similares a las planteadas en la reforma de Calderón, sobre todo con el proyecto de coinversión de Pemex en la refinería texana de Deer Park. Ello, luego de que el presidente de la Fundación Colosio reiteró lo que ha venido señalando en otros foros: que a través de modificaciones a leyes secundarias se busca crear un mercado petrolero privado y se condena a la paraestatal a ser monoexportadora de crudo y administradora de contratos. El director de Pemex en el sexenio de Carlos Salinas demandó acabar con “la simulación y el maniqueísmo, a fin de que quienes de buena fe consideren que es imprescindible la apertura al capital privado de esa empresa, propongan una reforma constitucional”. Luego expuso una serie de medidas que permiten modernizar a Pemex sin necesidad de inversión extranjera. También el embajador Navarrete fue cuestionado por los legisladores del PAN, después de haber afirmado que las iniciativas de Calderón subordinan la seguridad energética de México a la de Estados Unidos, y se manifestara por una consulta pública sobre el tema. Mientras, el líder del SME recalcó que se pretende hacer con el petróleo lo que ya se hizo con la electricidad, al crear un sistema privado paralelo al público. “No tocan un tornillo, pero nos están dejando los viejos tornillos para que los nuevos y modernos sean propiedad de capitales privados”, señaló Esparza. Hizo notar que a través de la modificación a una ley secundaria se han otorgado más de 500 permisos para generadores independientes, que producen 30 por ciento de la electricidad en el país. La mayoría, dijo, son trasnacionales como Ashmore Energy International (AEI), de capital británico; AES, de Estados Unidos, y las españolas Iberdrola y Unión Fenosa, todas con ganancias millonarias, mientras se descapitaliza a la Comisión Federal de Electricidad y Luz y Fuerza. El debate se dio entre Rojas y Barnés, ya que el presidente de la Fundación Colosio echó abajo muy rápido los argumentos del ex rector de la UNAM. Éste siguió las ideas y las tesis gubernamentales e insistió en que es necesario un cambio de “paradigmas”, porque sólo hay reservas de petróleo para nueve años y “es imposible” que Pemex “con los recursos actuales” pueda construir dos refinerías –con un costo de 14 mil millones de dólares– y las nuevas infraestructuras, que implican otros 7 mil millones. A ello, Rojas replicó que con motivo de la reciente reforma fiscal, Pemex cuenta con 160 mil millones de pesos para 2008, a los que se podrían sumar otros 200 mil millones este año si suspende el subsidio a la gasolina. Es decir, señaló, son 360 mil millones de pesos, unos 35 mil millones de dólares, y si cada refinería, de acuerdo con el diagnóstico de Pemex, cuesta 7 mil millones de dólares, se podrían construir tres y “nos quedarían todavía 15 mil millones”. El presidente de la Fundación Colosio hizo notar que “no es la primera vez que nos enfrentamos a retos formidables; en 1938, cuando quedó desmantelada la industria y tardamos 10 años en recuperar el nivel de producción, se pudo hacer”. Barnés de Castro contratacó. Expuso que también es tranferir renta petrolera al sector privado la importación de petrolíferos –gasolina y gas– por 20 mil millones de dólares al año, y planteó seguir “los buenos modelos” puestos en marcha durante la gestión de Rojas. La referencia era a la refinería de Deer Park, en Texas, proyecto del que los responsables de Pemex repartieron toda la información ayer en la sala de prensa del Senado. Después, Barnés dijo que ahora se pueden establecer “dos refinerías Deer Park en México”, al 50 por ciento de capital, y para refinar 600 mil barriles de crudo y repartirse a la mitad las utilidades. De paso cuestionó también a Navarrete, al hacerle notar que como subsecretario de Políticas y Desarrollo Energético, en el sexenio de Ernesto Zedillo, “fue uno de los gestores o promotores de la liberación que se dio” al permitir la participación privada en la transportación de gas, la que “ha tenido un éxito importante”. Los legisladores del PAN contaron en todo momento con el apoyo de asesores gubernamentales; uno de los que más criticaron a Rojas Gutiérrez, el diputado Luis Alonso Mejía, llevaba las preguntas por escrito. Tres cuartillas perfectamente estructuradas en las que preguntó a Rojas con qué bases constitucionales, como director de Pemex, asoció a la paraestatal, “en minoría accionaria, con empresarios para cederles la producción y el mercado de lubricantes, con Mexlub o con Shell, y para hacer la refinería de Deer Park y procesar nuestro crudo, generando empleos y permitiendo también que se captaran impuestos en Houston, Texas, es decir, fuera del país. Cuando fue director de Pemex, “no sólo fue partidario de la privatización, sino además la impulsó, basándose en leyes secundarias que ahora usted impugna”. Desde el presidium, el coordinador de los senadores del PRI, Manlio Fabio Beltrones, seguía impasible el debate en el que los blanquiazules no dejaron de acosar a su compañero de partido, quien ayer no se refirió a las llamadas “empresas espejo”. Rojas Gutiérrez dio una larga explicación técnica sobre la refinería en Texas; fue, dijo, para colocar la producción de crudo maya y agregó que cuando dirigió Pemex “si bien hubo privatizaciones, no fue en áreas estratégicas, como ahora que se pretende dejar la exploración, explotación y la refinación en manos privadas”. Los panistas insistieron. El diputado Mejía aprovechó que Rojas ya no tenía derecho de réplica para reclamarle que propusiera eliminar el subsidio a la gasolina. Y celebró que “todo lo que contestó es en apoyo a las iniciativas” del presidente Felipe Calderón.
Mario Molina Henríquez, premio Nobel de Química, y los investigadores Gerardo Gil Valdivia y Odón de Buen Rodríguez, durante el foro de debate sobre las iniciativas en materia petrolera enviadas por el jefe del Ejecutivo federal a la Cámara de Senadores Foto: Marco Peláez Técnicos y científicos que ayer participaron en el quinto foro de debate sobre las iniciativas del presidente Felipe Calderón para modernizar Petróleos Mexicanos (Pemex) resaltaron que no se trata de una reforma integral energética ni se incluyen mecanismos para impulsar fuentes alternas de energía. El premio Nobel de Química Mario Molina rechazó que las reservas de crudo estén por acabarse; “la atmósfera se nos acabará antes que el petróleo”, afirmó, y señaló, al igual que los investigadores Gerardo Gil Valdivia, Odón de Buen Rodríguez y Pablo Mulás, la necesidad de restructurar y modernizar Pemex para eliminar la corrupción y reducir los efectos contaminantes de los hidrocarburos en el medio ambiente. Resaltó, sin embargo, que las iniciativas de Calderón “no representan la reforma energética integral de largo plazo como la que realmente se requiere para enfrentar con éxito los desafíos económicos y ambientales que hoy se nos presentan”. Es un paso, falta otro Aunque la expectativa del gobierno y los legisladores panistas era que Molina defendiera las iniciativas de Calderón, el premio Nobel sólo dijo que la propuesta “es un paso importantísimo” para mejorar el desempeño de Pemex, pero falta otro para enfrentar con éxito los desafíos económicos y ambientales. Incluso no respondió una pregunta sobre la necesidad de invertir capital extranjero en la paraestatal. En la Cámara de Senadores, donde se realizan los foros de debate, Molina destacó que tienen una visión equivocada quienes aseveran que “es inminente el agotamiento del petróleo y que el calentamiento global es un problema que se puede atender después”. El científico sostuvo ante los legisladores que “existen grandes reservas de energéticos fósiles en el mundo, no sólo petróleo y gas natural, sino también el carbón y las arenas bituminosas. Antes de que se acaben estas reservas se agotará la capacidad de la atmósfera para almacenar los gases de efecto invernadero sin responder con cambios climáticos externos. Con otras palabras: la atmósfera se nos agotará antes que el petróleo”, sostuvo. Planteó la necesidad de que la paraestatal “sea más eficiente, productiva y competitiva en el ámbito internacional, esto es, que pueda competir al tú por tú con las empresas más eficientes y rentables del mundo”, y señaló que con los altos precios del petróleo, “que probablemente persistirán por mucho tiempo, deben destinarse ingresos adicionales a Pemex para fortalecerla y modernizarla; debemos dotar por fin a la paraestatal de los recursos y los instrumentos requeridos para cumplir bien con su labor, y que esté libre de corrupción, para así poder exigirle que mejore su desempeño”. Insistió en que el factor más importante que explica el calentamiento global es el cambio en la composición química de la atmósfera ocasionado por el consumo de combustibles fósiles –carbón, petróleo, gas natural–, como consecuencia de la emisión de los llamados gases de efecto invernadero, principalmente bióxido de carbono. En tanto, Gerardo Gil Valdivia, quien ha sido académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, funcionario de Nacional Financiera y director general de Mexpetrol y de Time Kit, destacó que el sector energético debe ser analizado como un todo unitario y directamente vinculado con el ambiente. También presidente de la sección mexicana del Club de Roma, sostuvo que la solución de la problemática petrolera de México pasa por la clara ratificación de la rectoría del Estado en el desarrollo nacional, como indica el artículo 25 constitucional, así como el dominio directo de la nación sobre el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, el cual es inalienable e imprescriptible, así como de llevar a cabo la explotación de estos productos en los términos establecidos por la Constitución en los artículos 26, 27, 28 y 134. Recordó a senadores y diputados que la tendencia internacional contemporánea es que las reservas petroleras sean manejadas por empresas públicas de los países que las poseen o que salen a buscarlas a terceras naciones. Un aspecto básico de la reforma, indicó, es el de una profunda transformación de Pemex en auténtica empresa pública, y debe lucharse contra la corrupción “para rescatarla de los intereses particulares, en función de lograr un bien mayor, el interés general de la nación”. Por su parte, el investigador Odón de Buen hizo una solicitud al Congreso y a los poderes del Estado mexicano para que, como se hace ahora con el petróleo, se inicie la construcción de las alternativas para el México pospetrolero. Explicó que para reducir la dependencia petrolera se han ido encontrando alternativas. Así, por el lado de la oferta, además del gas natural, las energías renovables como la eólica, la solar, la bioenergía, la hidroeléctrica y la geotermia pueden contribuir, en altísimo porcentaje y a costos competitivos, a la sustitución del petróleo. Mientras, el académico del Instituto de Investigaciones Eléctricas, Pablo Mulás del Pozo refirió que Abdallah Jumah, presidente y director general de Aramco –la empresa de Arabia Saudita que más petróleo produce en el mundo, con más de 10 millones de barriles diarios– en el Congreso Mundial de Energía afirmó que por cada punto porcentual de aumento en la recuperación promedio mundial, las reservas probadas globales se incrementan en aproximadamente 80 mil millones de barriles. “Esto es equivalente aproximadamente a todo el recurso potencial de petróleo en México”, subrayó. Considerando esas cifras, agregó, “tarde o temprano reduciremos el uso de combustibles fósiles antes de que éstos desaparezcan de la naturaleza, con base en nuevas formas de generar el mismo resultado, forzados también por el entorno”.
El intento del gobierno federal por privatizar Petróleos Mexicanos (Pemex) sólo se compara al “ignominioso Tratado de Guadalupe”, que obligó a México a ceder prácticamente la mitad de su territorio a Estados Unidos, aseguró John Saxe-Fernández, mientras la secretaria de patrimonio nacional del “gobierno legítimo”, Claudia Sheinbaum, advirtió que la urgencia por entregar la paraestatal a la iniciativa privada extranjera tiene que ver, exclusivamente, con la presión de Washington para mantener sus reservas de hidrocarburos y con la corrupción y ambición de negocios de la administración federal. Al participar en la conferencia Estado y perspectivas del sector energético nacional, organizado por el Movimiento de Izquierda Libre en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Saxe-Fernández hizo una exposición de las condiciones históricas, geopolíticas y económicas en que se presentan las iniciativas “privatizadoras” de Calderón. Aseguró que el despojo que se pretende perpetrar en México, a pesar de su magnitud, no es algo nuevo en la historia del capitalismo, pero en el caso de las iniciativas de Calderón rebasa conceptos como el neoliberalismo o el neoporfiriato y se ubican cerca del neopolkismo, en referencia al presidente de Estados Unidos, James K. Polk, que forzó la firma del Tratado de Guadalupe, al final de la Guerra de Intervención. En este “ignominioso tratado” se determinó que México cedería casi la mitad de su territorio, que comprendía lo que hoy son los estados de California, Arizona, Nevada, Utah, parte de Colorado, Nuevo México y Wyoming. En tanto, Claudia Sheinbaum enfatizó que mientras países como Estados Unidos y Japón no disocian los conceptos petróleo y soberanía, en México quienes defienden las iniciativas de Calderón acusan a quien se opone a estos cambios usando esos térmimos. “Aquel que diga que se está ideologizando el debate por utilizar términos como seguridad o soberanía, independientemente de defender una postura neoliberal o de ser el más marxista de los marxistas, está en cualquier otra cosa menos en la realidad” sostuvo. Sheimbaum advirtió que “es falso” que en México se estén agotando las reservas petroleras. Subrayó que en el mundo hay hidrocarburos para cien o 150 años más; la diferencia, explicó, estriba en que en este momento se extraen las mezclas más ligeras, pero hay reservas en México, más pesadas, que requieren de otras tecnologías para su extracción y procesamiento. Condenó la política que ha privilegiado la sobrexplotación de crudo para asegurar el desarrollo económico de Estados Unidos, aun en contra del desarrollo nacional, y criticó a quienes argumentan que Pemex está perdiendo competitividad porque extrae la misma cantidad de petróleo que en 2000; ese concepto puede aplicarse, por ejemplo, a quien fabrica zapatos, pero no a un recurso no renovable, explicó.
Dadme una iniciativa y destruiré la geografía política del país. ¿No eran Carlos Salinas y los salinistas aliados de Felipe Calderón? En este tema no. Petróleos Mexicanos (Pemex), su pretendida reforma, sacude la geografía política del país. Aquí está, prueba viviente, Francisco Rojas, hermano de Carlos (¿uno contribuía a hacer los pobres y el otro los redimía?), para decir que las iniciativas calderonistas son “anticonstitucionales”. Y están también, en la planta alta, los asesores de la secretaria de Energía, Georgina Kessel –maestra del Presidente de la República–, afinando tarjetas para los legisladores del PAN. Sí, el PRIAN de ayer sacudió al país, vía reformas constitucionales, asuntos torales como las relaciones Estado-Iglesia y el ejido. Pero el petróleo desdibuja y complica la nueva coalición parlamentaria, el ANPRI, digamos, para establecer jerarquías. Foro vacunado Rojas comparece en su calidad de presidente de la Fundación Colosio y suelta su retahíla contra las iniciativas: carecen de visión de largo plazo, pretenden modificar la Constitución vía leyes secundarias, condenan a Pemex a ser “monoexportador de crudo y administrador de contratos”, van a contrapelo de la tendencia mundial que afianza el “nacionalismo petrolero”. También traza agenda Rojas, una vacuna, dice, para que al finalizar los debates no digan que sólo hubo críticas y nunca propuestas. Nada de eso importa sino su trayectoria, sus decisiones como jefe de la paraestatal. Nada. Ni a él. “Debemos recuperar la seguridad energética que hemos perdido debilitando deliberadamente a Pemex”, dice, en el mismo foro donde han machacado hasta el cansancio que ese debilitamiento viene de los recientes 20 años, que incluyen su mando en la paraestatal. Se suelta el diputado panista Luis Alonso Mejía: “Usted no sólo fue partidario de la privatización, sino que además la impulsó basándose en leyes secundarias que ahora impugna”. Dicho de otro modo: ¿por qué el PRIAN pudo hacer lo que ahora buscan impedirle al ANPRI? Con las tarjetas de los asesores de Energía, el diputado es pródigo en detalles sobre el papel de Rojas en la alianza con Mex Lub para la producción de aceites y en la compra por Pemex de acciones de una refinería en Texas. “Si ambas son actividades vinculadas a la refinación, ¿con qué base constitucional se realizaron estas inversiones, según usted ahora privatizadoras?”, preguntan las tarjetas del diputado. Los datos que ofrece el tamaulipeco Mejía –experto en “reparación de licuadoras”, según el alcalde priísta de Tampico– muestran que los foros en curso han sido de mucha utilidad. Mejía cuestiona con datos duros a Rojas, cuando apenas en abril aseguraba que el PRI y el PAN (ANPRI) iban juntos en la reforma, y definía mejor que nadie el concepto de privatización: “Los pocos (se refería a los legisladores) que aún están con (López) Obrador siguen con la idea de que se quiere privatizar, lo cual no es cierto, lo que se busca es invitar a participar a empresas privadas e inviertan en tecnología de perforación.” Rojas, quien espera que los debates no sean sólo un ejercicio retórico, ve ahora que por lo menos ya son un ejercicio didáctico. Y en esa línea Rojas explica que la inversión en Deer Park, Texas, se dio en el contexto de la competencia con la venezolana Pdvsa, que nos comía el mandado; y que al mismo tiempo el consejo de administración de Pemex autorizó meter más recursos a las refinerías nacionales, sin lograr nunca que la Secretaría de Hacienda los liberara. Aporta más datos, ya entrado en gastos: “En aquella época pudimos habernos quedado (Pemex) con Repsol y no haciéndolo al revés, como lo han hecho ahora, con los contratos del gas.” Resume Rojas: “La única diferencia de aquella época y ahora es que todas estas áreas no tenían nada que ver con las áreas estratégicas de Pemex. En cambio ahora sí estamos hablando de las áreas estratégicas cuando se quiere transferir la renta petrolera en la exploración y desarrollo, y en la refinación, transporte y almacenamiento de ductos.” El Nobel y el sindicalista Lo que Alfred Nobel no da, Xicotencátl non presta. “La atmósfera se nos agotará antes que el petróleo”, dice, para decirlo rápido, Mario Molina, premio Nobel de Química en 1995 y experto más que en petróleo en asuntos que atañen al cambio climático. Si el observador se guía por lo que sucede en el patio del Senado, y por el interés que despierta la intervención del doctor multipremiado en los portales de Internet, la ponencia del Nobel no provoca mayor interés que otras. Quizá importa más lo que Molina no dice, es decir, los elogios que no pronuncia a las iniciativas o la dimensión que le concede: “La iniciativa no representa una reforma energética integral a largo plazo como la que realmente se requiere para enfrentar con éxito los desafíos económicos y ambientales que hoy se nos presentan.” Molina tiene sus temas, y en esa ruta insiste en las tecnologías alternativas que ahora parecen tan lejanas. Eso sí, cuando habla del etanol dice en forma tajante que no debe producirse nunca a costa de los alimentos. Y aunque no es lo suyo, Molina pone dos condiciones para rescatar Pemex: que esté mejor administrada y libre de corrupción. Habla otro lenguaje Martín Esparza, secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas, incapaz de dejar el tono mitinero, pero dice sus verdades: el gobierno tiene los mismos argumentos de las compañías extranjeras expropiadas en 1938, y los reformadores son “cínicos, aunque los juristas les llaman anticonstitucionales”. Va a lo suyo: al afán de culpar a los trabajadores de las fallas que derivan de la falta de inversión, para de ahí pretender conculcar sus derechos laborales. Y suya es también la enumeración y descripción de la creciente injerencia de los privados en la generación de electricidad, que ha significado la creación de un sistema paralelo. Los cuatro modelos de Barnés El ex director del Instituto Mexicano del Petróleo y ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Francisco Barnés de Castro, pone sobre la mesa cuatro “modelos” para Pemex: El primero, contratos de riesgo: una empresa extranjera opera en aguas profundas y obtiene un millón de barriles. Aportaríamos, dice, 20 mil millones de dólares extras al fisco y “sacrificando” 8 mil millones que se llevaría la trasnacional (el valor de una refinería). Inaceptable, califica. El segundo modelo: comprar en el exterior lo que no producimos y con ello transferir renta petrolera. Hoy compramos, agrega, 20 mil millones de dólares en petrolíferos (sólo 4 mil millones menos de las remesas que enviaron los migrantes en 2007). Tercer modelo: “Vender o transferir al sector privado los bienes públicos, a un precio por debajo del mercado.” Esto ya ocurre, explica Barnés, con los subsidios a gasolina y diesel: “Me parece una posición muy poco nacionalista transferir 20 mil millones de dólares al sector privado y propiciar el despilfarro; propiciar un consumo mayor.” El cuarto y último modelo que sugiere lo basa en una propuesta de Francisco Rojas, sólo que con las refinerías en México, para refinar 600 mil barriles, con socios privados. “¿Cuál es el modelo que queremos seguir?”, pregunta Barnés, el rector renunciante de la huelga universitaria, en el remate. Conviene Rojas, al menos en parte: “Se puede contratar, con terceros, como siempre la iniciativa privada ha sido bienvenida y aquí podrían participar, la construcción de las refinerías”. Los panistas y sus tarjetas no cejan. Jorge Ocejo interpela al embajador Jorge Eduardo Navarrete, subsecretario de Energía en el sexenio de Ernesto Zedillo, época en que se hicieron reformas legales para que algunas áreas de la refinación no fueran ya exclusivas de Pemex. Las iniciativas actuales proponen excluir también transporte, almacenamiento y distribución. Pregunta en consecuencia Ocejo: “¿Por qué ante una reforma prácticamente igual, usted no está de acuerdo?” En la quinta caída, en la cual buena parte del tiempo la consumen las fuentes alternativas de energía, Navarrete responde: “Fue un experimento fallido y la gran diferencia es que no incluyó participar en la extracción y explotación del gas natural, y el actual proyecto de reforma sí incluye, por la vía de contratos, participar en la exploración y la explotación de petróleo, por eso no son iguales.” Y todo esto porque Jesús Reyes Heroles hijo, director de Pemex, quien sí quería la reforma constitucional, perdió la batalla interna en el gabinete de Felipe Calderón. |
Kikka Roja
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