- Germán Martínez abre fuego y huye
El primer golpe fue seco, duro contundente, inesperado. Y siguieron otro y otro más, a placer contra quienes llamó “pontífices del petróleo”, que levantan aplausos, dijo, en el zócalo.
Germán Martínez, presidente del PAN, abrió con fuego el debate sobre el destino de Pemex, y puso en alerta a los legisladores del FAP, que interpretaron su dureza: “Está desesperado”. Dejó perplejo por largo rato al senador Francisco Labastida Ochoa, mientras Beatriz Paredes, presidenta del PRI, inexpresiva vio pasar los golpes. Carlos Navarrete (PRD) tomó nota de los primeros daños. La pasión que auguró Santiago Creel al inaugurar el foro dominó a Germán Martínez de principio a fin. Pero la valentía con la que arremetió contra los enemigos del proyecto de Felipe Calderón se convirtió en graciosa huida en el receso.
Don Germán se fue.
Dejó la silla. Abandonó la plaza, la dejó a merced de personajes como Cuauhtémoc Cárdenas, quien abarcó el patio del Senado con su fama, trayectoria y peso político, rodeado por Navarrete, Jesús Ortega y Guadalupe Acosta. Cómo han pasado los años, que en este 2008 los priístas de diverso troquel lo saludaron y le expresaron sus respetos, en esa media hora de receso, de intensa relación política de todos con todos, que se perdió el alfil del Presidente. Sólo él se había ido. El debate, que significó toma de tribunas, una crisis política sin precedente, una bandera para Andrés Manuel López Obrador, no mereció tiempo extra de don Germán Martínez. Al reanudarse la reunión en el patio de Xicoténcatl, volvieron a sus lugares de oyentes los Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Bartlett, Manuel Camacho. Ya habían hablado tres presidentes de partidos: Germán Martínez (PAN), Beatriz Paredes (PRI), Jorge Emilio González (PVEM); Cárdenas dinamitó el proyecto de Calderón sin investidura alguna, como “destacado dirigente político”, y motivó una inmersión del público en sus ideas. Silencio, reflexión, toma de notas, espera de diversos horizontes, cruce de comentarios, reflejó el interés de la minoría política y de legisladores, Tocó hablar a los expertos, sin cachucha de filiación o simpatía, con excepción de José Agustín Ortiz Pinchetti, que orgulloso dijo: “Vengo en representación del gobierno legítimo”. Dirigió un primer contragolpe a un Germán ausente, al llamar a Calderón usurpador.
No hubo eco.
Lorenzo Meyer, historiador de El Colegio de México, llevó la discusión a las ideas profundas y complejas; narró el origen del nacionalismo mexicano y hasta explicó por qué en pleno siglo 21 la derecha se abochorna de decir que lo es. Encendió una lámpara: que el petróleo sea “fuente de energía política” y éxitos para un México que ha tenido muchos fracasos. Carlos Elizondo (CIDE), aguijoneó con su lectura al revés de Ortiz Pinchetti, David Ibarra y Cárdenas:
“No es privatizar, es abrir...”, les decía. Y sacudió el orden de ideas ajeno.Germán Martínez, presidente del PAN, abrió con fuego el debate sobre el destino de Pemex, y puso en alerta a los legisladores del FAP, que interpretaron su dureza: “Está desesperado”. Dejó perplejo por largo rato al senador Francisco Labastida Ochoa, mientras Beatriz Paredes, presidenta del PRI, inexpresiva vio pasar los golpes. Carlos Navarrete (PRD) tomó nota de los primeros daños. La pasión que auguró Santiago Creel al inaugurar el foro dominó a Germán Martínez de principio a fin. Pero la valentía con la que arremetió contra los enemigos del proyecto de Felipe Calderón se convirtió en graciosa huida en el receso.
Don Germán se fue.
Dejó la silla. Abandonó la plaza, la dejó a merced de personajes como Cuauhtémoc Cárdenas, quien abarcó el patio del Senado con su fama, trayectoria y peso político, rodeado por Navarrete, Jesús Ortega y Guadalupe Acosta. Cómo han pasado los años, que en este 2008 los priístas de diverso troquel lo saludaron y le expresaron sus respetos, en esa media hora de receso, de intensa relación política de todos con todos, que se perdió el alfil del Presidente. Sólo él se había ido. El debate, que significó toma de tribunas, una crisis política sin precedente, una bandera para Andrés Manuel López Obrador, no mereció tiempo extra de don Germán Martínez. Al reanudarse la reunión en el patio de Xicoténcatl, volvieron a sus lugares de oyentes los Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Bartlett, Manuel Camacho. Ya habían hablado tres presidentes de partidos: Germán Martínez (PAN), Beatriz Paredes (PRI), Jorge Emilio González (PVEM); Cárdenas dinamitó el proyecto de Calderón sin investidura alguna, como “destacado dirigente político”, y motivó una inmersión del público en sus ideas. Silencio, reflexión, toma de notas, espera de diversos horizontes, cruce de comentarios, reflejó el interés de la minoría política y de legisladores, Tocó hablar a los expertos, sin cachucha de filiación o simpatía, con excepción de José Agustín Ortiz Pinchetti, que orgulloso dijo: “Vengo en representación del gobierno legítimo”. Dirigió un primer contragolpe a un Germán ausente, al llamar a Calderón usurpador.
No hubo eco.
Lorenzo Meyer, historiador de El Colegio de México, llevó la discusión a las ideas profundas y complejas; narró el origen del nacionalismo mexicano y hasta explicó por qué en pleno siglo 21 la derecha se abochorna de decir que lo es. Encendió una lámpara: que el petróleo sea “fuente de energía política” y éxitos para un México que ha tenido muchos fracasos. Carlos Elizondo (CIDE), aguijoneó con su lectura al revés de Ortiz Pinchetti, David Ibarra y Cárdenas:
Kikka Roja
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