- Presentaron el catálogo de la exposición Memorial del 68, en el centro cultural Tlatelolco
- “El régimen autoritario es ya inaceptable”, dijo Poniatowska
- Persiste la exigencia de castigar a los autores de la represión estudiantil
- La periodista, Álvarez Garín, Rolando Cordera y Carlos Monsiváis hicieron los recuentos nuevos y los de siempre
Inquietante, la pregunta de Raúl Álvarez Garín recorrió el auditorio Alfonso García Robles del Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT): ¿puede repetirse una represión como la de octubre de 1968? Pero la respuesta inquietó aún más: sí. Aunque no tanto como su argumentación, en la que reiteró la crítica a la falta de voluntad de las autoridades para conocer la verdad, fincar responsabilidades penales, castigar a los culpables y acabar con la impunidad.
En ese sentido, y en otros, reflexionaron y criticaron y exigieron y recordaron e hicieron los recuentos nuevos y de siempre en torno a ese movimiento estudiantil: Elena Poniatowska, Rolando Cordera y Carlos Monsiváis –quien no pudo asistir a la presentación del catálogo de la amplia exposición Memorial del 68, pero mandó un texto–, moderados por Sealtiel Alatriste y con la presencia de Sergio Raúl Arroyo, director de ese centro cultural de la UNAM. Álvarez Garín, integrante del Comité del 68, ex líder estudiantil para quien los problemas de aquella época siguen presentes en México, advirtió que en el país aún predomina la visión de que la violencia es “consustancial” a la política y alguien “tiene” que encargarse de la represión. Y puso ejemplos diversos, como la forma en que detuvieron al dirigente Flavio Sosa, de la Asociación Popular de los Pueblos de Oaxaca, o la sensación de inseguridad y la posibilidad de traición que se infiere de la manera en que el gobierno federal pretende manejar el diálogo con el Ejército Popular Revolucionario.
Nuestra cultura política, dijo, está permeada por la inevitabilidad de la violencia, lo cual es un “problema cultural de fondo” y da la idea de que hay varios problemas pendientes, abiertos, como se plantea en algunos de los ensayos del catálogo, entre ellos el de Monsiváis y el de Roger Bartra. Entre otras, Álvarez Garín trajo a cuenta discusiones como la del concepto de la “justicia transicional”, a la que en otros países se ha recurrido cuando no se ha logrado llegar a procesos de responsabilidad penal, como una manera de resarcir en lo moral y lo económico a las víctimas de crímenes. Pero se preguntó: ¿eso es factible en México, con eso se sanarían las heridas? Y planteó si una opción así daría garantías suficientes de que una represión como la del 68 no volviera a repetirse. También cuestionó la falta de seriedad en los procesos contra presuntos criminales y el proceder de magistrados, quienes aseguran que no han encontrado pruebas contra, por ejemplo, el ex presidente Luis Echeverría, quien se encuentra bajo arresto domiciliario. De ahí, resumió Álvarez Garín, la importancia de la exposición y del catálogo Memorial del 68, pues ayudan mucho a la comprensión de todo esto.
¿Hoy como hace 40 años?
En ese sentido reflexionó Rolando Cordera, quien, avalado por aplausos, propuso continuar la confección del Memorial del 68 porque aún existía un “memorial de agravios”. Se han fijado varias cosas, pero la angustia no ha sido resuelta, dijo, y luego cuestionó que el problema de las libertades políticas, que fue la causa del movimiento estudiantil, se haya querido resolver con medidas de política económica y social. Y aunque ya se sabe que se trató de un “problema político y cultural de fondo” y algo se avanzó en 2000 con la alternancia, Cordera, como Álvarez Garín, también inquietó con una pregunta: ¿nos acercamos a momentos de decisión como hace 40 años? Por ello, agregó, los gobernantes y los gobernados en México tenemos que seguir hablando del 68 “como algo presente”.
En el texto enviado por Carlos Monsiváis, que fue leído por Sergio Raúl Arroyo, director del CCUT, el escritor plantea que el movimiento estudiantil ya debía haberse incorporado a los libros de texto gratuitos para no escamotear la búsqueda de la democracia, y advirtió: “No se olvida el 2 de octubre pero, casi naturalmente, se difuminan sus causas y consecuencias”. Y Monsiváis, quien considera que se han incumplido las esperanzas democráticas, hizo una crítica general a los partidos y, de algún modo, un recuento de los pendientes: “En las últimas décadas, el PAN se ha exceptuado del debate sobre los significados del 68, conformándose con repetir obituarios dulzones, y el PRI, como si no le bastara su presente, habla ¡en 2007! contra el linchamiento histórico, con lo que, justamente, el acontecimiento queda en manos de la izquierda, de intención conmemorativa pero escasamente interpretativa.”
Más centrada en el valor tanto de la exposición como del catálogo, Elena Poniatowska dijo que se recogen las voces de 57 integrantes del movimiento estudiantil y que se trata de un proyecto del CCUT, la UNAM, la Secretaría de Cultura del Gobierno de la ciudad y la Editorial Turner. Pero también sintetizó el pasado: “Memorial del 68 duele porque registra, evidencia, acusa y muestra la ingenuidad e indefensión de jóvenes idealistas”. Y el presente, en plena concordancia con el tono de los otros participantes: “Hoy los hijos y los nietos de quienes vivieron el 68 mantienen encendida la flama. No hay que olvidar para que no vuelva a suceder. Conocer nuestra historia nos ayuda a saber adónde ir. El régimen autoritario es ya inaceptable”. Y al final: “El 68 nos hizo creer que otro México era posible, el México por el que todos luchamos ahora”. Al término de la ceremonia varios adultos que hace 40 años eran jóvenes estudiantes, y que hoy todavía muchos participan en el Comité del 68, gritaron ¡goyas y huelums!
Kikka Roja
En ese sentido, y en otros, reflexionaron y criticaron y exigieron y recordaron e hicieron los recuentos nuevos y de siempre en torno a ese movimiento estudiantil: Elena Poniatowska, Rolando Cordera y Carlos Monsiváis –quien no pudo asistir a la presentación del catálogo de la amplia exposición Memorial del 68, pero mandó un texto–, moderados por Sealtiel Alatriste y con la presencia de Sergio Raúl Arroyo, director de ese centro cultural de la UNAM. Álvarez Garín, integrante del Comité del 68, ex líder estudiantil para quien los problemas de aquella época siguen presentes en México, advirtió que en el país aún predomina la visión de que la violencia es “consustancial” a la política y alguien “tiene” que encargarse de la represión. Y puso ejemplos diversos, como la forma en que detuvieron al dirigente Flavio Sosa, de la Asociación Popular de los Pueblos de Oaxaca, o la sensación de inseguridad y la posibilidad de traición que se infiere de la manera en que el gobierno federal pretende manejar el diálogo con el Ejército Popular Revolucionario.
Nuestra cultura política, dijo, está permeada por la inevitabilidad de la violencia, lo cual es un “problema cultural de fondo” y da la idea de que hay varios problemas pendientes, abiertos, como se plantea en algunos de los ensayos del catálogo, entre ellos el de Monsiváis y el de Roger Bartra. Entre otras, Álvarez Garín trajo a cuenta discusiones como la del concepto de la “justicia transicional”, a la que en otros países se ha recurrido cuando no se ha logrado llegar a procesos de responsabilidad penal, como una manera de resarcir en lo moral y lo económico a las víctimas de crímenes. Pero se preguntó: ¿eso es factible en México, con eso se sanarían las heridas? Y planteó si una opción así daría garantías suficientes de que una represión como la del 68 no volviera a repetirse. También cuestionó la falta de seriedad en los procesos contra presuntos criminales y el proceder de magistrados, quienes aseguran que no han encontrado pruebas contra, por ejemplo, el ex presidente Luis Echeverría, quien se encuentra bajo arresto domiciliario. De ahí, resumió Álvarez Garín, la importancia de la exposición y del catálogo Memorial del 68, pues ayudan mucho a la comprensión de todo esto.
¿Hoy como hace 40 años?
En ese sentido reflexionó Rolando Cordera, quien, avalado por aplausos, propuso continuar la confección del Memorial del 68 porque aún existía un “memorial de agravios”. Se han fijado varias cosas, pero la angustia no ha sido resuelta, dijo, y luego cuestionó que el problema de las libertades políticas, que fue la causa del movimiento estudiantil, se haya querido resolver con medidas de política económica y social. Y aunque ya se sabe que se trató de un “problema político y cultural de fondo” y algo se avanzó en 2000 con la alternancia, Cordera, como Álvarez Garín, también inquietó con una pregunta: ¿nos acercamos a momentos de decisión como hace 40 años? Por ello, agregó, los gobernantes y los gobernados en México tenemos que seguir hablando del 68 “como algo presente”.
En el texto enviado por Carlos Monsiváis, que fue leído por Sergio Raúl Arroyo, director del CCUT, el escritor plantea que el movimiento estudiantil ya debía haberse incorporado a los libros de texto gratuitos para no escamotear la búsqueda de la democracia, y advirtió: “No se olvida el 2 de octubre pero, casi naturalmente, se difuminan sus causas y consecuencias”. Y Monsiváis, quien considera que se han incumplido las esperanzas democráticas, hizo una crítica general a los partidos y, de algún modo, un recuento de los pendientes: “En las últimas décadas, el PAN se ha exceptuado del debate sobre los significados del 68, conformándose con repetir obituarios dulzones, y el PRI, como si no le bastara su presente, habla ¡en 2007! contra el linchamiento histórico, con lo que, justamente, el acontecimiento queda en manos de la izquierda, de intención conmemorativa pero escasamente interpretativa.”
Más centrada en el valor tanto de la exposición como del catálogo, Elena Poniatowska dijo que se recogen las voces de 57 integrantes del movimiento estudiantil y que se trata de un proyecto del CCUT, la UNAM, la Secretaría de Cultura del Gobierno de la ciudad y la Editorial Turner. Pero también sintetizó el pasado: “Memorial del 68 duele porque registra, evidencia, acusa y muestra la ingenuidad e indefensión de jóvenes idealistas”. Y el presente, en plena concordancia con el tono de los otros participantes: “Hoy los hijos y los nietos de quienes vivieron el 68 mantienen encendida la flama. No hay que olvidar para que no vuelva a suceder. Conocer nuestra historia nos ayuda a saber adónde ir. El régimen autoritario es ya inaceptable”. Y al final: “El 68 nos hizo creer que otro México era posible, el México por el que todos luchamos ahora”. Al término de la ceremonia varios adultos que hace 40 años eran jóvenes estudiantes, y que hoy todavía muchos participan en el Comité del 68, gritaron ¡goyas y huelums!
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