• Téllez, Larrea y Punta Colonet
• Refritos jurídicos…
Las leyes se hicieron para los hombres, mi estimado, y no los hombres para las leyes. La agitadita semana llega a su fin en el marco del segundo (des)informe del (des)gobierno de Felipe, y cuyos disfuncionales están pasando aceite en las diversas comparecencias ante el honorable (con minúsculas) congreso donde el epicentro sigue siendo el ilustrísimo desmadre en el interior del gabinete civil de seguridad, mientras el tsunami de violencia pinta de rojo varias de las entidades del país.
Y así, my friend, el régimen trastabilla en el delgado filo de la navaja con una serie de frentes abiertos y con algunos simpáticos cambios internos. Ahí está el ejemplo de Purificación Carpinteyro, quien próximamente se estrenará como subsecretaria de Comunicaciones, en la dependencia donde dar vueltas y vueltas es el deporte de moda encabezado por Luis Téllez quien, en tiempo récord, se ha quedado sin fichas, y ni hablar de sus emocionantes jaloneos hace unos meses con la cúpula de la Cofetel por la sencilla razón de que Calderón tiene la divertida intención de expedir un nuevo reglamento de la SCT para tener un manejo, digamos, más atractivo de los refrendos de las estupendas concesiones.
La llegada de Purificación es, no se me haga muchas bolas, un discreto zape a Téllez, quien en poco tiempo estará sitiado por maravillosos cuadros azules y donde su margen de maniobra será cada vez más estrecho.
Si le agrega la lindura de que Luis no le dio la pasada (léase la vetó) al inicio de este controvertido sexenio a la ex directora de Sepomex —quien en estos días está en su la entrega recepción—, siendo una persona cercana al inquilino de Los Pinos, la estupenda señal es para leerse con lupa. El desgaste en estos meses ha complicado esa importante Secretaría donde entre los líos jurídicos de Manuel Rodríguez, el original culebrón de los amparos y los conflictos de interés en casos como el escándalo en Unefon, han mermado el liderazgo de Téllez, que hace lunas busca una salida de emergencia para dar el salto… ¿mortal?
Como si faltaran ingredientes volátiles en la SCT, el mega proyecto anunciado hace unos días en Punta Colonet, coloca a Luis en un simpático embrollo de… conflicto de interés. Sobre todo porque uno de los grupos que quieren una deliciosa mordida del millonario pastel es, ni más ni menos que Grupo México, de Germán Larrea, y donde Téllez fue, oooppppssss, miembro de su Consejo de Administración. Y ya sabe cómo se las gasta el travieso de Germán, quien manda consecutivamente las instituciones al diablo ya que goza de simpáticos privilegios por parte de este (des)gobierno. ¿Listo para una tentadora historia?
Turns out que hace unos meses hubo una interesante propuesta por parte de un poderoso consorcio internacional para que Germán les vendiera las minas que están en huelga hace más de un año por parte del sindicato minero, encabezado por Napoleón Gómez Urrutia –a quien, nuevamente, le avientan el mismo refrito legaloide, con claros tintes mediáticos, de aquella insostenible acusación que sirvió como cortina de humo para tapar el homicidio industrial en Pasta de Conchos—, y donde previamente hubo intercambio de señales sindicales para saber las posibilidades de finalizar el delicado conflicto.
La respuesta de las huestes de Larrea en una fascinante oficina de Hermosillo, Sonora, donde se llevó a cabo la encerrona, mi estimado, fue una rotunda negativa. ¿La (sin)razón? Simple.
El pleito con el sindicato minero era, por mucho, ya de índole personal de Germán contra su líder y ninguna oferta cambiaría las cosas, sobre todo cuando ya se tenía la palabra del (des)gobierno de Felipe para borrar del mapa al incómodo de Napito. La oferta de la propuesta se incrementó entrando otro simpático grupo de inversionistas y así tratar de convencer al entercado empresario… que ni se inmutó.
Hoy, se sigue tensando esa cuerdita minera que, aunque no lo parezca, va a reventar. El uso faccioso del Estado en contra de Gómez Urrutia, a partir de ayer con el fallo de la juez Silvia Carrasco, en donde las anomalías, presiones y atropellos del consorcio y de la Secretaría del Trabajo (sucio) de Lozano Alarcón, constituyeron la norma, ha prendido las alertas de sus poderosos aliados internacionales que juegan importantes apuestas en el tablero electoral del proceso norteamericano.
El horno no está para más bollos y Larrea & associates siguen tercos jugando su resto y atropellando la ley. La cuestión, my friend, es por demás explosiva y peligrosa… muuuy peligrosa.
Y así, my friend, el régimen trastabilla en el delgado filo de la navaja con una serie de frentes abiertos y con algunos simpáticos cambios internos. Ahí está el ejemplo de Purificación Carpinteyro, quien próximamente se estrenará como subsecretaria de Comunicaciones, en la dependencia donde dar vueltas y vueltas es el deporte de moda encabezado por Luis Téllez quien, en tiempo récord, se ha quedado sin fichas, y ni hablar de sus emocionantes jaloneos hace unos meses con la cúpula de la Cofetel por la sencilla razón de que Calderón tiene la divertida intención de expedir un nuevo reglamento de la SCT para tener un manejo, digamos, más atractivo de los refrendos de las estupendas concesiones.
La llegada de Purificación es, no se me haga muchas bolas, un discreto zape a Téllez, quien en poco tiempo estará sitiado por maravillosos cuadros azules y donde su margen de maniobra será cada vez más estrecho.
Si le agrega la lindura de que Luis no le dio la pasada (léase la vetó) al inicio de este controvertido sexenio a la ex directora de Sepomex —quien en estos días está en su la entrega recepción—, siendo una persona cercana al inquilino de Los Pinos, la estupenda señal es para leerse con lupa. El desgaste en estos meses ha complicado esa importante Secretaría donde entre los líos jurídicos de Manuel Rodríguez, el original culebrón de los amparos y los conflictos de interés en casos como el escándalo en Unefon, han mermado el liderazgo de Téllez, que hace lunas busca una salida de emergencia para dar el salto… ¿mortal?
Como si faltaran ingredientes volátiles en la SCT, el mega proyecto anunciado hace unos días en Punta Colonet, coloca a Luis en un simpático embrollo de… conflicto de interés. Sobre todo porque uno de los grupos que quieren una deliciosa mordida del millonario pastel es, ni más ni menos que Grupo México, de Germán Larrea, y donde Téllez fue, oooppppssss, miembro de su Consejo de Administración. Y ya sabe cómo se las gasta el travieso de Germán, quien manda consecutivamente las instituciones al diablo ya que goza de simpáticos privilegios por parte de este (des)gobierno. ¿Listo para una tentadora historia?
Turns out que hace unos meses hubo una interesante propuesta por parte de un poderoso consorcio internacional para que Germán les vendiera las minas que están en huelga hace más de un año por parte del sindicato minero, encabezado por Napoleón Gómez Urrutia –a quien, nuevamente, le avientan el mismo refrito legaloide, con claros tintes mediáticos, de aquella insostenible acusación que sirvió como cortina de humo para tapar el homicidio industrial en Pasta de Conchos—, y donde previamente hubo intercambio de señales sindicales para saber las posibilidades de finalizar el delicado conflicto.
La respuesta de las huestes de Larrea en una fascinante oficina de Hermosillo, Sonora, donde se llevó a cabo la encerrona, mi estimado, fue una rotunda negativa. ¿La (sin)razón? Simple.
El pleito con el sindicato minero era, por mucho, ya de índole personal de Germán contra su líder y ninguna oferta cambiaría las cosas, sobre todo cuando ya se tenía la palabra del (des)gobierno de Felipe para borrar del mapa al incómodo de Napito. La oferta de la propuesta se incrementó entrando otro simpático grupo de inversionistas y así tratar de convencer al entercado empresario… que ni se inmutó.
Hoy, se sigue tensando esa cuerdita minera que, aunque no lo parezca, va a reventar. El uso faccioso del Estado en contra de Gómez Urrutia, a partir de ayer con el fallo de la juez Silvia Carrasco, en donde las anomalías, presiones y atropellos del consorcio y de la Secretaría del Trabajo (sucio) de Lozano Alarcón, constituyeron la norma, ha prendido las alertas de sus poderosos aliados internacionales que juegan importantes apuestas en el tablero electoral del proceso norteamericano.
El horno no está para más bollos y Larrea & associates siguen tercos jugando su resto y atropellando la ley. La cuestión, my friend, es por demás explosiva y peligrosa… muuuy peligrosa.
¡Adiós!
gomezalce@aol.com
Kikka Roja
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