El gran elector en el PAN ALVARO DELGADO MÉXICO, D.F., 12 de enero (apro).- Si en lo económico está acreditada la ineptitud de Felipe Calderón y la tecnocracia que en un cuarto de siglo ha condenado al país al nulo crecimiento --como el cero en todo lo redondo que vaticina Agustín Carstens para 2009 y que avisa un derrumbe peor--, en lo político se observa una grave involución autoritaria que urde quien se ostenta como titular del Ejecutivo. ApuntesPara vergüenza de quienes, sin ser obtusos, militan en el Partido Acción Nacional (PAN) es evidente que, al mismo tiempo que el país se deteriora en todos los órdenes -y que se enfila hacia un Estado fallido ante el crimen--, está en marcha el retroceso que significa reactivar en Calderón la deleznable figura del Gran Elector, cuyo episodio vigente es la imposición del candidato panista a gobernador de Nuevo León. En lo económico, los datos del desplome, y en particular del empleo, son rotundos, peores de los que Calderón y sus patrocinadores alertaban con histeria si Andrés Manuel López Obrador asumía la presidencia de la República, en una alerta igual a la emitida entre otros por el banquero Roberto Hernández en 1994 que justificó, como en el 2006, la campaña del miedo orquestada desde el poder. Cobra actualidad como metáfora cruel para la sociedad ese episodio del que se ocupó un prominente panista, Carlos Castillo Peraza, quien, en abril de 1997 --justo cuando Calderón como presidente del PAN planeaba sustituirlo como candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal--, escribió en el semanario Proceso un alegato contra el miedo, sobre todo porque lo augurado se cumplió con el triunfo del priato. "Apostar al miedo es el único argumento que le queda a quienes no pueden resistir la memoria del pasado ni son creíbles cuando hablan de futuro. Es el recurso del que se sabe derrotado", sentenció Castillo, de quien Calderón y su facción en el PAN se dicen discípulos, pero que en los hechos lo desprecian. En realidad, Calderón y quienes se autodenominan tradicionalistas --que a menudo sus amanuenses en los medios los llaman chocantemente panistas "de cepa"-- ejercen prácticas que, ciertamente, son tradicionales, pero del priismo, entre ellas la del dedazo, que ha cobrado vigencia con Calderón, aun antes de ser investido jefe del Ejecutivo por los magistrados del Tribunal Electoral. Si aun antes de tomar posesión intervino para garantizarle a Alonso Lujambio la presidencia del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), como lo acreditó el reportero, Calderón no vaciló en imponer en el PAN a uno de sus personeros, Germán Martínez, después de haberlo puesto a cobrar como secretario de la Función Pública durante diez meses. Calderón intervino directamente en el pacto con el PRI para cederle Yucatán, con el sacrificio de Xavier Abreu Sierra, y con el PRD en Michoacán, en un arreglijo que Leonel Godoy exhibe cada que se inclina ante él, episodios ambos que, según panistas, eran obligados para lanzar el gobierno con déficit de legitimidad. Abreu Sierra, quien tras la derrota en mayo del 2007 alegó que se había operado un fraude en su contra, aceptó de manera pusilánime una chamba como ayudante de Luis Héctor Álvarez, y Salvador López Orduña, el otro candidato sacrificado por Calderón, fue nombrado director del Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo). Ahora Calderón ha dispuesto que Fernando Elizondo, su antecesor en la Secretaría de Energía durante el foxiato, sea no sólo el candidato del PAN, sino el gobernador de Nuevo León, una decisión que concierne a los mexicanos, porque, como en este caso, el Gran Elector decide quién es el ungido, pero también ejerce su poder de veto. Es preciso recordar lo que el propio Germán Martínez decía, a mediados de 2007, cuando esperaba la señal desde la cúspide para lanzarse a la búsqueda de la presidencia del PAN, derecho que dos años antes el propio Calderón le negó ante Espino. Le pregunté si se inscribiría para ser presidente del PAN. "Si el presidente lo ordena, sí", respondió. --¿Estás consciente de lo que dices? --Sí, te lo digo abiertamente. --Es lo que decían los presidentes priistas y que ustedes, en el PAN, tanto criticaron -repuse. --Se equivocó el panismo -respondió, tal cual. La sentencia de Martínez Cázares, dicha con la parsimonia de quien ve llover, no es menor. El PAN deberá lanzar a la hoguera documentos y discursos en los que, desde hace 69 años, censuró la subordinación y la manipulación del presidente en turno al partido que lo llevó al poder. (El engaño. Prédica y práctica del PAN, editorial Grijalbo). Conviene, por ello, recordar también el párrafo completo del artículo de Castillo Peraza cuando hablaba del miedo, porque la conducta de Calderón está vinculada también al respeto a las leyes: "Apostar al miedo es el único argumento que le queda a quienes no pueden resistir la memoria del pasado ni son creíbles cuando hablan de futuro. Es el recurso del que se sabe derrotado. Además, es el proceder de quien desprecia el derecho que, desde los romanos, enseña como principio que 'el terror aplasta las leyes', es decir, popprimit leges timor." ¿Qué sigue? Calderón, con todo el aparato gubernamental, en campaña a favor del PAN... Tiene razón el extraordinario monero Hernández en su evaluación rotunda sobre Calderón y el PAN: "Cero a la derecha"... Comentarios: delgado@proceso.com.mx |
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