- El filósofo y académico dio a conocer su libro Política de la liberación II: arquitectura
- Cambiar las instituciones que se corrompen ya es una revolución: Enrique Dussel
- Bolivia representa una de las experiencias más novedosas y relevantes en América Latina, dice
Para el filósofo Enrique Dussel, en varios países de Latinoamérica se dan importantes y novedosas experiencias políticas, y una de las más relevantes es la que encabeza Evo Morales en Bolivia, una verdadera revolución, que para cierta izquierda es simple reformismo, pero que a partir de nuevas o renovadas categorías políticas está llevando a cabo profundos cambios en la sociedad boliviana.
Se piensa que Morales está fallando porque no ha criticado abiertamente el capitalismo, que tendría que estar haciendo activismo social y nada que ver con las instituciones. Los que lo critican ni se enteran del tipo de revolución que está haciendo, quizá sea más que socialista.
Morales es un tipo que tiene una conciencia crítica y es realista; es un presidente que cambia las instituciones y desde ahí dirige un proceso político que no es todavía la revolución socialista moderna y con bases teóricas europea que pregonan algunos, pero lo que están haciendo los quechuas y los aymaras, sin haber leído a Lenin, va más allá.
Después de 500 años de colonización y dominación, Bolivia tiene como presidente a un indígena, no sólo por sus rasgos, sino culturalmente: por su lengua, por su actitud, por su vestimenta, por su conciencia de las cosas: es un logro fenomenal; pero por el hecho de ser presidente no lo aclaman como un gran ejemplo; tampoco lo niegan, pero tendrían que considerarlo el mejor ejemplo.
El filósofo y catedrático universitario sostuvo lo anterior hace unos días, durante la presentación en el Centro Vlady de su libro Política de la liberación II: arquitectónica (Editorial Trotta y Colofón), segundo volumen de una serie que se desarrolla en tres momentos: una historia mundial y crítica (abordada en el primer volumen); una descripción y, en su caso, la refutación de las categorías políticas elaboradas por los filósofos europeos (en el segundo) y, en un tercer volumen, la confrontación de la filosofía política con las experiencias concretas que ocurren en Latinoamérica, y una argumentación sobre lo que éstas significan.
El poder obedencial zapatista
Durante su exposición, Dussel fue insistente al referirse a la importancia de las instituciones –tema que aborda con amplitud en Política de la liberación–, algo que una parte de la izquierda más radical no comparte.
Las instituciones, indicó, son necesarias; pueden estar al servicio del pueblo o servirse del pueblo. Cuando esto último sucede, cuando se fetichizan como algo ajeno o superior a los ciudadanos o se corrompen, hay que cambiarlas y, si se las cambia, ya es una revolución.
Ejemplo de eso es Venezuela, donde gobiernan cinco poderes: el Legislativo, el Ejecutivo, el Judicial, el electoral y el ciudadano:
Al poder electoral no lo elige el Ejecutivo, ni los partidos; lo elige un poder ciudadano que surge de la sociedad y de ciertos grupos representativos que también fiscalizan al Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Ese poder ciudadano es una nueva institución.
Es una situación contraria a la que se da en México, donde el poder Judicial es propuesto por el Ejecutivo y aceptado por el Legislativo: si ellos lo eligen no los va a poder juzgar.
Enrique Dussel –también doctor en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en historia en La Sorbona de París– reconoció la práctica del poder obedencial por las comunidades zapatistas en Chiapas, un poder que obedece a quien le dio su representación (el mandar obedeciendo), pero cuestionó su rechazo a las instituciones.
Dussel criticó la corrupción de los partidos políticos de izquierda, y no obstante consideró que son importantes –renovados– para promover o acompañar la toma de conciencia y posterior emancipación popular.
Se piensa que Morales está fallando porque no ha criticado abiertamente el capitalismo, que tendría que estar haciendo activismo social y nada que ver con las instituciones. Los que lo critican ni se enteran del tipo de revolución que está haciendo, quizá sea más que socialista.
Morales es un tipo que tiene una conciencia crítica y es realista; es un presidente que cambia las instituciones y desde ahí dirige un proceso político que no es todavía la revolución socialista moderna y con bases teóricas europea que pregonan algunos, pero lo que están haciendo los quechuas y los aymaras, sin haber leído a Lenin, va más allá.
Después de 500 años de colonización y dominación, Bolivia tiene como presidente a un indígena, no sólo por sus rasgos, sino culturalmente: por su lengua, por su actitud, por su vestimenta, por su conciencia de las cosas: es un logro fenomenal; pero por el hecho de ser presidente no lo aclaman como un gran ejemplo; tampoco lo niegan, pero tendrían que considerarlo el mejor ejemplo.
El filósofo y catedrático universitario sostuvo lo anterior hace unos días, durante la presentación en el Centro Vlady de su libro Política de la liberación II: arquitectónica (Editorial Trotta y Colofón), segundo volumen de una serie que se desarrolla en tres momentos: una historia mundial y crítica (abordada en el primer volumen); una descripción y, en su caso, la refutación de las categorías políticas elaboradas por los filósofos europeos (en el segundo) y, en un tercer volumen, la confrontación de la filosofía política con las experiencias concretas que ocurren en Latinoamérica, y una argumentación sobre lo que éstas significan.
El poder obedencial zapatista
Durante su exposición, Dussel fue insistente al referirse a la importancia de las instituciones –tema que aborda con amplitud en Política de la liberación–, algo que una parte de la izquierda más radical no comparte.
Las instituciones, indicó, son necesarias; pueden estar al servicio del pueblo o servirse del pueblo. Cuando esto último sucede, cuando se fetichizan como algo ajeno o superior a los ciudadanos o se corrompen, hay que cambiarlas y, si se las cambia, ya es una revolución.
Ejemplo de eso es Venezuela, donde gobiernan cinco poderes: el Legislativo, el Ejecutivo, el Judicial, el electoral y el ciudadano:
Al poder electoral no lo elige el Ejecutivo, ni los partidos; lo elige un poder ciudadano que surge de la sociedad y de ciertos grupos representativos que también fiscalizan al Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Ese poder ciudadano es una nueva institución.
Es una situación contraria a la que se da en México, donde el poder Judicial es propuesto por el Ejecutivo y aceptado por el Legislativo: si ellos lo eligen no los va a poder juzgar.
Enrique Dussel –también doctor en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en historia en La Sorbona de París– reconoció la práctica del poder obedencial por las comunidades zapatistas en Chiapas, un poder que obedece a quien le dio su representación (el mandar obedeciendo), pero cuestionó su rechazo a las instituciones.
Dussel criticó la corrupción de los partidos políticos de izquierda, y no obstante consideró que son importantes –renovados– para promover o acompañar la toma de conciencia y posterior emancipación popular.
kikka-roja.blogspot.com/
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