Guadalupe Loaeza Visita su BLOG
17 Nov. 09
Se trate o no se trate de un problema político, qué bueno que Emelia Hernández confrontó el martes 10 de noviembre al ex delegado de la Magdalena Contreras y ahora diputado perredista, Héctor Guijosa. "Reconoce a tu hijo", le dijo en plena sesión de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. "Tienes un hijo conmigo y solamente vengo a exigir que respetes y cumplas las obligaciones con tu hijo, que le des educación, vivienda, salud y una vida digna. Lo único que quiero es eso", decía Emelia, con una canasta de huevos en el brazo. Por su parte, Héctor Guijosa, muy instalado en su curul, muy resguardadito detrás de su fuero, nada más murmuraba lo previsible, lo que siempre dicen los hombres cuando son confrontados, es decir, lo más fácil y lo más infantil: "¡Estás loca, estás loca!" Pero Emelia insistía y con una voz muy fuerte preguntaba: "¿Cuánto gana, diputado? ¿Qué no puede darle dinero a su hijo? Usted no ha pagado la pensión alimenticia de su hijo de dos años y medio".
¡Qué nervioso se veía el ex delegado con cara de yo no fui, cuando se vio rodeado por los reporteros y por las cámaras de televisión! Así, con la cabeza gacha, súbitamente se incorporó de su curul y se dirigió hacia algunos diputados del PRD. En seguida regresó a su lugar. Y en ese preciso momento, Emelia puso la canasta con los huevos sobre la mesa del legislador y con toda su indignación le dijo: "¡Te exijo que me des el dinero para mantener al hijo que tenemos, pues desde hace dos años no te haces responsable de eso!". Y él seguía murmurando lo obvio en casos como éstos: "¡Está enferma, está enferma!".
Todo lo anterior lo vimos millones de televidentes, entre los cuales no ha de haber faltado alguno que otro varón que tragara saliva como diciendo: "¡Híjole, qué bueno que yo no soy diputado y que a mí no me pueden reclamar frente a las cámaras de televisión!". Otros, quizá, se han de haber limitado a sonreír maliciosamente y hasta han de haber sentido cierta compasión por el diputado. ¿Qué han de haber pensado sus congéneres, y sus suegros y sus familiares y sus vecinos y sus votantes? Bueno, estos últimos dudamos que lo conocieran, aunque ahora probablemente ya lo identifican como el padre irresponsable.
Una de las características de la cultura mexicana era "la casa chica", es decir, el segundo frente, pero con hijos, de ahí que hace muchos años se les llamara "los hijos de la mano izquierda". En los cincuenta, prácticamente todos los políticos tenían su "casa chica". Pero entonces las mujeres no osaban reclamarle al varón; se aguantaban, y eran víctimas de todo tipo de humillaciones. Lo mismo sucedía con las esposas oficiales, aunque se imaginaban las infidelidades de su marido, optaban por callar y por aguantarse. "Ya sé que mi marido tiene muchas capillitas, pero yo soy y seguiré siendo la oficial", se ufanaban las más liberadas. En su ensayo La Revolución Sexual Mexicana (octubre 1990), Carlos Monsiváis escribe cómo se vivía esta revolución en 1958: "...el panorama es feudal en buena medida: nadie discrepa en público de la autoridad patriarcal, se da por sentada la sumisión femenina (y se respeta el símbolo chusco: la sufrida mujer mexicana), no se discute la noción de la honra como fundamento del prestigio familiar, la posesión de la casa chica (el rincón de La Querida) apuntala la vanidad de los machos...". En la década de los cincuenta la existencia de "la otra" era tan usual, que hasta se filmó la película con el título de La casa chica (1950) dirigida por Roberto Gavaldón e interpretada por Dolores del Río, Roberto Cañedo y Miroslava.
Entonces no se tenía ni idea de cuántas madres solteras había; ahora sí se sabe. Un estudio de la Cámara de Diputados, realizado en mayo del 2008, informó que en México existían 4.5 millones de madres solteras, separadas o viudas. Por otro lado, cifras del Consejo Nacional de Población (Conapo) apuntaban ese mismo año, que sólo 880 mil mujeres se consideraban madres solteras, de las cuales nueve de cada diez tenían hijos menores de 18 años. El 71.8 por ciento de ellas trabaja, mientras que la tercera parte vive en condiciones de pobreza.
"Se recurre al término de madre soltera de forma ofensiva, sobre todo contra aquellas mujeres, especialmente jóvenes, que sin el papel o acta del matrimonio ni el apoyo de un hombre entran al mundo de la maternidad", dijo entonces el legislador Trejo Pérez de la fracción del PRD.
Guijosa ha intentado defenderse, no obstante sí dice conocer a Emelia Hernández, no sin antes aclarar que: "Este es un golpe político, estamos hablando de que esta mujer es la hermana del Delegado. Hay que acreditar este señalamiento sobre lo del niño. Este asunto es un hecho político, y si ella tuviera ese problema, ya lo hubiera ejercido ante los tribunales y nosotros tenemos la obligación de cumplir".
Político o no político, lo que no podemos dejar de decir respecto a la valiente actuación de Emelia Hernández es que, ¡qué huevos!
gloaeza@yahoo.com
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Le aparece hijo a diputado
Le aparece hijo a diputado
RECLAMO. “Reconoce a tu hijo”, gritaba Emelia Hernández al diputado Héctor Guijosa, ex delegado en Magdalena Contreras (Foto: ESPECIAL )
Ella Grajeda
El Universal
Miércoles 11 de noviembre de 2009
ella.grajeda@eluniversal.com.mx
“Reconoce a tu hijo”, gritaba Emelia Hernández, en plena sesión de la Asamblea Legislativa, al diputado perredista Héctor Guijosa, ex delegado en Magdalena Contreras, quien le respondía sin miramientos “¡estás loca, estás loca!”.
“Tienes un hijo conmigo y solamente vengo a exigir aquí que respetes y cumplas las obligaciones con tu hijo, que le des educación, vivienda, salud y una vida digna. Lo único que quiero es eso”, le reclamaba la mujer delante de los diputados.
Héctor Guijosa, sentado en su curul, solamente se limitaba a decir: “estás enferma, estás enferma”, ante la mirada estupefacta de diputados y asesores, quienes detuvieron la sesión ante los gritos de la mujer.
De forma sorpresiva, Emelia Hernández, hermana del titular en Magdalena Contreras, Eduardo Hernández Rojas, entró al salón de sesiones de la ALDF con una canasta de huevos y se apostó al lado de la curul del también ex delegado en esa demarcación para recordarle sus obligaciones.
El ex delegado se levantó de su curul al verse rodeado de reporteros y cámaras de televisión. Habló con algunos diputados del PRD y después regresó a su lugar.
No era la primera vez que asistía Emelia Hernández a la ALDF. La semana pasada pegó varias cartulinas en la curul de su ex pareja para exigirle la pensión de su hijo. Ayer logró burlar la seguridad.
Desesperada, repetía una y otra vez que su hijo necesitaba a su padre, mientras los diputados reían las legisladoras movían la cabeza para manifestar su malestar.
Un grupo de elementos de seguridad trató de sacarla del salón de sesiones, pero la legisladora perredista Karen Quiroga pidió que la dejaran acompañarla a la salida.
Emelia Hernández insistía: “¿Cuánto gana diputado?, ¿Qué no puede darle dinero a su hijo? Usted no ha pagado la pensión alimenticia de su hijo de dos años y medio”.
En entrevista, el legislador Guijosa calificó el hecho como un ataque político.
—¿Usted tiene un hijo con ella?—, se le preguntó.
—¿Qué?, que cree. Eso lo tiene que acreditar ella—, respondió nervioso.
—¿Tuvo relaciones con ella?
—Me reservo eso. Son problemas post-electorales y si tuviera un problema así estaría en tribunales.
—¿Estaría dispuesto hacerse una prueba de ADN?—, le preguntó una reportera.
—Me acaba de dar la salida (para resolver el problema), la amiguita—, comentó con una risita nerviosa.
¡Qué nervioso se veía el ex delegado con cara de yo no fui, cuando se vio rodeado por los reporteros y por las cámaras de televisión! Así, con la cabeza gacha, súbitamente se incorporó de su curul y se dirigió hacia algunos diputados del PRD. En seguida regresó a su lugar. Y en ese preciso momento, Emelia puso la canasta con los huevos sobre la mesa del legislador y con toda su indignación le dijo: "¡Te exijo que me des el dinero para mantener al hijo que tenemos, pues desde hace dos años no te haces responsable de eso!". Y él seguía murmurando lo obvio en casos como éstos: "¡Está enferma, está enferma!".
Todo lo anterior lo vimos millones de televidentes, entre los cuales no ha de haber faltado alguno que otro varón que tragara saliva como diciendo: "¡Híjole, qué bueno que yo no soy diputado y que a mí no me pueden reclamar frente a las cámaras de televisión!". Otros, quizá, se han de haber limitado a sonreír maliciosamente y hasta han de haber sentido cierta compasión por el diputado. ¿Qué han de haber pensado sus congéneres, y sus suegros y sus familiares y sus vecinos y sus votantes? Bueno, estos últimos dudamos que lo conocieran, aunque ahora probablemente ya lo identifican como el padre irresponsable.
Una de las características de la cultura mexicana era "la casa chica", es decir, el segundo frente, pero con hijos, de ahí que hace muchos años se les llamara "los hijos de la mano izquierda". En los cincuenta, prácticamente todos los políticos tenían su "casa chica". Pero entonces las mujeres no osaban reclamarle al varón; se aguantaban, y eran víctimas de todo tipo de humillaciones. Lo mismo sucedía con las esposas oficiales, aunque se imaginaban las infidelidades de su marido, optaban por callar y por aguantarse. "Ya sé que mi marido tiene muchas capillitas, pero yo soy y seguiré siendo la oficial", se ufanaban las más liberadas. En su ensayo La Revolución Sexual Mexicana (octubre 1990), Carlos Monsiváis escribe cómo se vivía esta revolución en 1958: "...el panorama es feudal en buena medida: nadie discrepa en público de la autoridad patriarcal, se da por sentada la sumisión femenina (y se respeta el símbolo chusco: la sufrida mujer mexicana), no se discute la noción de la honra como fundamento del prestigio familiar, la posesión de la casa chica (el rincón de La Querida) apuntala la vanidad de los machos...". En la década de los cincuenta la existencia de "la otra" era tan usual, que hasta se filmó la película con el título de La casa chica (1950) dirigida por Roberto Gavaldón e interpretada por Dolores del Río, Roberto Cañedo y Miroslava.
Entonces no se tenía ni idea de cuántas madres solteras había; ahora sí se sabe. Un estudio de la Cámara de Diputados, realizado en mayo del 2008, informó que en México existían 4.5 millones de madres solteras, separadas o viudas. Por otro lado, cifras del Consejo Nacional de Población (Conapo) apuntaban ese mismo año, que sólo 880 mil mujeres se consideraban madres solteras, de las cuales nueve de cada diez tenían hijos menores de 18 años. El 71.8 por ciento de ellas trabaja, mientras que la tercera parte vive en condiciones de pobreza.
"Se recurre al término de madre soltera de forma ofensiva, sobre todo contra aquellas mujeres, especialmente jóvenes, que sin el papel o acta del matrimonio ni el apoyo de un hombre entran al mundo de la maternidad", dijo entonces el legislador Trejo Pérez de la fracción del PRD.
Guijosa ha intentado defenderse, no obstante sí dice conocer a Emelia Hernández, no sin antes aclarar que: "Este es un golpe político, estamos hablando de que esta mujer es la hermana del Delegado. Hay que acreditar este señalamiento sobre lo del niño. Este asunto es un hecho político, y si ella tuviera ese problema, ya lo hubiera ejercido ante los tribunales y nosotros tenemos la obligación de cumplir".
Político o no político, lo que no podemos dejar de decir respecto a la valiente actuación de Emelia Hernández es que, ¡qué huevos!
gloaeza@yahoo.com
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Le aparece hijo a diputado
Le aparece hijo a diputado
RECLAMO. “Reconoce a tu hijo”, gritaba Emelia Hernández al diputado Héctor Guijosa, ex delegado en Magdalena Contreras (Foto: ESPECIAL )
Ella Grajeda
El Universal
Miércoles 11 de noviembre de 2009
ella.grajeda@eluniversal.com.mx
“Reconoce a tu hijo”, gritaba Emelia Hernández, en plena sesión de la Asamblea Legislativa, al diputado perredista Héctor Guijosa, ex delegado en Magdalena Contreras, quien le respondía sin miramientos “¡estás loca, estás loca!”.
“Tienes un hijo conmigo y solamente vengo a exigir aquí que respetes y cumplas las obligaciones con tu hijo, que le des educación, vivienda, salud y una vida digna. Lo único que quiero es eso”, le reclamaba la mujer delante de los diputados.
Héctor Guijosa, sentado en su curul, solamente se limitaba a decir: “estás enferma, estás enferma”, ante la mirada estupefacta de diputados y asesores, quienes detuvieron la sesión ante los gritos de la mujer.
De forma sorpresiva, Emelia Hernández, hermana del titular en Magdalena Contreras, Eduardo Hernández Rojas, entró al salón de sesiones de la ALDF con una canasta de huevos y se apostó al lado de la curul del también ex delegado en esa demarcación para recordarle sus obligaciones.
El ex delegado se levantó de su curul al verse rodeado de reporteros y cámaras de televisión. Habló con algunos diputados del PRD y después regresó a su lugar.
No era la primera vez que asistía Emelia Hernández a la ALDF. La semana pasada pegó varias cartulinas en la curul de su ex pareja para exigirle la pensión de su hijo. Ayer logró burlar la seguridad.
Desesperada, repetía una y otra vez que su hijo necesitaba a su padre, mientras los diputados reían las legisladoras movían la cabeza para manifestar su malestar.
Un grupo de elementos de seguridad trató de sacarla del salón de sesiones, pero la legisladora perredista Karen Quiroga pidió que la dejaran acompañarla a la salida.
Emelia Hernández insistía: “¿Cuánto gana diputado?, ¿Qué no puede darle dinero a su hijo? Usted no ha pagado la pensión alimenticia de su hijo de dos años y medio”.
En entrevista, el legislador Guijosa calificó el hecho como un ataque político.
—¿Usted tiene un hijo con ella?—, se le preguntó.
—¿Qué?, que cree. Eso lo tiene que acreditar ella—, respondió nervioso.
—¿Tuvo relaciones con ella?
—Me reservo eso. Son problemas post-electorales y si tuviera un problema así estaría en tribunales.
—¿Estaría dispuesto hacerse una prueba de ADN?—, le preguntó una reportera.
—Me acaba de dar la salida (para resolver el problema), la amiguita—, comentó con una risita nerviosa.
kikka-roja.blogspot.com/
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