MÉXICO, D.F. (apro).- Ante experiencias perturbadoras de la vida –como la ruptura de un matrimonio, la pérdida de un trabajo o la muerte de un familiar– muchas personas se deprimen. Sin embargo, otras no. ¿Por qué ocurre esto? .Una persona que vive experiencias traumáticas y no se deprime posee una cualidad que en psiquiatría se conoce como “resiliencia”. (La academia de la lengua define el término como “la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”).
De acuerdo con la doctora Rebecca Elliott, psicóloga de la Universidad de Manchester, todas las personas están situadas en algún lugar de la escala: “En un extremo hay personas que son muy vulnerables. Enfrentadas a situaciones bajas de estrés, o ninguno en absoluto, van a desarrollar un problema de salud mental”. “En el otro extremo, hay personas que han tenido experiencias muy terribles, y sin embargo permanecen positivas y optimistas”.
De acuerdo con la doctora Rebecca Elliott, psicóloga de la Universidad de Manchester, todas las personas están situadas en algún lugar de la escala: “En un extremo hay personas que son muy vulnerables. Enfrentadas a situaciones bajas de estrés, o ninguno en absoluto, van a desarrollar un problema de salud mental”. “En el otro extremo, hay personas que han tenido experiencias muy terribles, y sin embargo permanecen positivas y optimistas”.
La mayoría de nosotros, indica la doctora de la universidad británica, está más o menos en el medio de la escala. Pero, ¿qué es la resiliencia? ¿Es algo que hemos heredado o que aprendemos? ¿Puede ser rastreada en la química del cerebro o en la actividad eléctrica? Y si nos falta, ¿la podemos adquirir? Son preguntas que aún no tienen una respuesta. Con el apoyo del Consejo británico de Investigación Médica, Bill Deakin, Rebecca Elliott y sus colegas están estudiando el cerebro y tratando de comprender los orígenes y la naturaleza de la resiliencia. Los expertos estudian intencionalmente a un grupo mixto: algunos integrantes han sufrido episodios de depresión, otros no. Algunos han experimentado eventos adversos en su vida, mientras que otros han vivido relativamente sin preocupaciones.
El equipo tiene la ventaja de poder aprovechar una investigación previa sobre la resistencia al trastorno de estrés post-traumático. Esto, dice Bill Deakin, les ha permitido rastrear rasgos relevantes de la función cerebral. Estos rasgos incluyen la flexibilidad cognitiva, que es la capacidad de adaptar el pensamiento a diferentes situaciones, y también el grado en que nuestros cerebros se concentran en el procesamiento de recuerdos felices o tristes.
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