El procurador de Justicia del Estado de México, Alfredo del Castillo.
JENARO VILLAMIL
17 DE JULIO DE 2012 ·
ANÁLISISMÉXICO D.F. (apro).- “No se trató de un ataque del crimen organizado… es sólo una pandilla. Tenemos nombres, apellidos, fotografías, retratos hablados y hasta direcciones de los responsables”, afirmó, enfático, el procurador mexiquense Alfredo del Castillo, en una ronda de entrevistas que realizó en los últimos días frente a la conmoción en la opinión pública por la violación y los abusos sexuales contra 7 jóvenes, la mayoría menores de edad, en el paraje El Colibrí, en la frontera entre Chalco e Ixtapaluca.
Del Castillo, famoso por litigar mediáticamente los casos más polémicos en el Estado de México, como el de la niña Paulette, soltó también en entrevista con Milenio TV que éste no era el primer ataque de la “pandilla”. Incluso, mencionó que ya habían atacado antes a un grupo de alpinistas y violado a dos mujeres. Afirmó que cuatro de los integrantes de este grupo delictivo se encuentran detenidos.
La pregunta lógica surge después de esta “revelación” del procurador mexiquense, designado por Enrique Peña Nieto en 2010: si ya sabían las autoridades ministeriales la actividad de esta “pandilla” ¿por qué no la desarticularon?, ¿por qué permitieron que siguieran actuando?, ¿por qué la administración mexiquense en la procuración de justicia, sobre todo, en relación con los delitos sexuales contra mujeres, se caracteriza por la indolencia y la negligencia?