Aduladores Yunquistas Cualquier motivo es bueno para el oportunismo de la ultraderecha mexicana. Fue el caso del besamanos en que Guillermo Velasco Arzac y José Antonio Ortega Sánchez convirtieron un acto al que asistió, en Bogotá, el presidente Álvaro Uribe, a quien tupieron de elogios. Las adulaciones al mandatario forman parte del empecinado plan de ambos mexicanos para perseguir a otros mexicanos que, según ellos, apoyan a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Álvaro Delgado: Proceso BOGOTÁ, 22 DE JUNIO /En el remate de un discurso de más de una hora, durante la que impartió lecciones para ejercer con firmeza el gobierno e hizo apología de su lucha contra el “terrorismo” de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el presidente Álvaro Uribe Vélez se permitió ofrecer el uso de la palabra a su cautivado auditorio. Desde hacía un buen rato, los mexicanos Guillermo Velasco Arzac y José Antonio Ortega Sánchez habían abandonado sus asientos y, con lentitud, se fueron aproximando al presidium, de manera que cuando Uribe formuló la invitación, aparentemente espontánea, uno de ellos literalmente brincó para apoderarse del micrófono. “A nombre del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y de Mejor Sociedad, Mejor Gobierno, organizaciones de la sociedad civil de México, representativas de diversos sectores y regiones, manifestamos nuestro reconocimiento público al presidente de Colombia, excelentísimo doctor Álvaro Uribe Vélez”, proclamó Ortega Sánchez en torno al único político del hemisferio con más de 80 por ciento de popularidad y quien se perfila ya para un tercer período presidencial. Y, extasiado, dijo por qué: “Por el firme y perseverante combate al narcotráfico, al secuestro y al terrorismo, lo cual ha contribuido cada vez más a la confianza, la libertad, los derechos humanos y la paz en Colombia, que es ya el nuevo paradigma para armonizar democracia y seguridad pública en América Latina. ¡Felicidades, señor presidente!” No fue ésta una incursión improvisada: Ortega Sánchez y Velasco Arzac son, en México, el brazo operativo del gobierno de Colombia para perseguir a quienes ellos suponen integran las FARC y a quienes los apoyan, como la senadora Rosario Ibarra de Piedra, a quien tildan de “cómplice del terrorismo”. Y ambos, que ya habían comparecido ante Uribe en su visita a Cancún –junto con el gobernador panista de Jalisco, Emilio González Márquez–, el 15 de abril, integraron el amplio elenco de mexicanos que asistieron al seminario Inseguridad, Dolor Evitable, el viernes 13, auspiciado por la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) y la Internacional Demócrata de Centro (IDC), que presiden, respectivamente, Manuel Espino y Vicente Fox. De hecho, Ortega Sánchez prolongó su estancia en Bogotá, hasta el jueves 19, para obtener del gobierno de Uribe la información que, por la vía diplomática, se le hizo llegar a las autoridades de México para robustecer las investigaciones sobre los mexicanos presuntamente vinculados a las FARC. Se trata de 47 “evidencias” contra Lucía Morett Álvarez, quien obtuvo asilo en Nicaragua, y su hermana Sonia, quien –asegura– se refugia en Venezuela junto con otros dos implicados: Mario Dagoberto Díaz Orgaz y Gabriela Mejía Leyva. Según Ortega, las evidencias encontradas en la ya mítica computadora del jefe guerrillero Raúl Reyes acreditan la operación de dos células secretas en México: La “Ricardo Flores Magón”, encabezada por Juan González del Castillo, cuyo seudónimo era Fermín, y la “Lucio Cabañas”, encabezada por Mariana López de Vega, alias Aleyda. Ortega está feliz porque el gobierno de Uribe le ha dado todas las facilidades para robustecer la denuncia que presentó ante la Procuraduría General de la República (PGR) contra sus compatriotas. “Hay una gran apertura. Ellos quieren evitar que el pueblo mexicano padezca y sufra la violencia que sufrieron ellos.” –¿Por eso dijo que Uribe es el nuevo paradigma? –Así es. El pueblo colombiano, con su líder Álvaro Uribe, es el nuevo paradigma para América Latina de lucha contra el secuestro, el terrorismo, el narco y las ejecuciones. Como Velasco y Ortega, prominentes miembros de la ultraderechista Organización Nacional del Yunque –los mismos que, en abril, difundieron la campaña televisiva para comparar a Andrés Manuel López Obrador con dictadores como Adolfo Hitler y Augusto Pinochet–, Espino y Fox se le entregaron a Uribe, el único presidente de derecha en el Cono Sur y quien mantiene también, pese a diferencias de matiz, estrecha relación con Felipe Calderón. “Usted es, sin lugar a dudas, un ejemplo a seguir y un referente inequívoco de estadista que respeta y hace valer el estado de derecho y la libertad”, le dijo Espino a Uribe, de quien ignoró los escándalos por su vinculación con narcotraficantes y bandas paramilitares responsables de matanzas. Y añadió: “En su lucha a favor de la seguridad democrática, considérenos sus amigos y sus aliados.” Fox fue, como pocas veces, muy claro: Elogió a Uribe por la invasión del Ejército de Colombia a Ecuador, el 1 de marzo, cuyas tropas asesinaron a cuatro mexicanos e hirieron a Lucía Morett Álvarez, otra compatriota, a quienes identificó como parte de la “guerrilla terrorista violenta” de las FARC: “Yo no tengo ninguna duda en mi apoyo incondicional al presidente Uribe en este terreno y, a la vez, no tengo ninguna duda que esos mexicanos y mexicanas que estaban en ese campamento estaban para un propósito absolutamente cierto de preparación en la materia.” Nada es fortuito El respaldo de Fox a Uribe y su acusación de “terroristas” a los cuatro mexicanos asesinados por tropas de Colombia que invadieron Ecuador se produjo después de que, junto con Espino, almorzaron en privado, un ágape al que no fue convocado el embajador de México en este país, Florencio Salazar Adame. De por sí Salazar llegó tarde a la inauguración formal del seminario, justo cuando Fox terminaba de emitir un desabrido discurso, y se sentó junto a Marta Sahagún, que lo trató con una frialdad que contrastó con la que le dispensó a Velasco Arzac, cuyo hijo, Guillermo Velasco Barrera, fue su asesor en materia de relaciones públicas. Salazar, quien negó haber sido degradado por Calderón al pasar de subsecretario de Gobernación a embajador, fue ignorado por Uribe hasta cuando agradeció a Fox haber incorporado a Colombia al Plan Puebla-Panamá, precisamente cuando el expriista –cuyo origen detesta– era el responsable de la iniciativa. De hecho, salvo por aisladas menciones y la presencia de Salazar, el gobierno de México encabezado por Calderón fue en general ignorado en el seminario, a pesar de que enfrenta una inseguridad fuera de control. El único ponente mexicano fue Arturo Chávez Chávez, subsecretario de Gobernación con Carlos Abascal. Pretendiendo ser diplomático, y sólo para dejar constancia, Espino dijo a periodistas, al final del seminario: “En este evento pretendemos hacer un pronunciamiento de apoyo a quienes, desde la jefatura de Estado que encabezan, han emprendido una lucha frontal contra el crimen organizado, como es el caso del presidente Álvaro Uribe, en Colombia, y del presidente de México, Felipe Calderón. A ambos les hemos expresado de diversas maneras y de forma personal el apoyo.” En realidad, el seminario celebrado el viernes 13 en esta capital en el Metropolitan Club, fortificado por policías y militares debido a que en la víspera se produjeron tres detonaciones atribuidas a la guerrilla –y cuyo título alude al “dolor evitable” de Manuel Gómez Morín, fundador del PAN– pudo haberse celebrado en México, pero el gobierno de Calderón no quiso por las diferencias que mantiene con Espino. “Yo mismo le he ofrecido todo el apoyo de la ODCA, toda la coordinación con su equipo: He buscado a la canciller (Patricia Espinosa), he buscado al secretario de Gobernación (Juan Camilo Mouriño). No lo he logrado”, lamentó Espino, en charla con el reportero, casi al final del seminario que a él le pareció un éxito. Decidido a dar la batalla a los gobiernos “populistas” de América Latina, Espino no tiene tampoco duda de la colusión con las FARC de los cuatro mexicanos asesinados por tropas de Colombia en Ecuador. “Los cuatro estaban vinculados, no hay duda.” En esto es coincidente con Velasco Arzac y Ortega Sánchez, de quienes trata de poner distancia. “Ellos se autoinvitaron y pagaron su viaje”. –¿No son invitados de la ODCA? –No, no son invitados. Pero les abrimos un espacio. –¿Parece un “eje del mal”? –No, pinto mi raya. Pero aquí no hay casualidades: El encuentro, celebrado en esta capital, es una muestra de cómo se articula la derecha continental y mundial, cuyos organismos que aglutinan los partidos de esta tendencia están presididos por dos mexicanos patrocinados, a su vez, por José María Aznar, exjefe del gobierno español. De hecho, la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que preside Aznar –quien envió un videomensaje para elogiar a Uribe–, financió el seminario, conjuntamente con la fundación Konrad Adenauer, de la democracia cristiana alemana, y el Partido Conservador de Colombia, que congregó un vasto universo de derechistas de América Latina y el Caribe. Nuevo paradigma Las encuestas que registran la popularidad de Uribe hacen levantar las cejas a los mexicanos: El presidente de Colombia supera los 80 puntos de respaldo popular, a pesar de los continuos escándalos por el involucramiento de familiares, colaboradores y aliados políticos con bandas paramilitares implicadas en matanzas, así como con el narcotráfico. Como alcalde de Medellín, en 1982, Uribe inauguró viviendas financiadas por Pablo Escobar Gaviria, jefe de uno de los principales cárteles de Colombia, a quien le facilitó el tráfico de droga cuando fue director de Aeronáutica Civil. Inclusive, en 2004, la revista Newsweek dio a conocer un informe de inteligencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos que ubicaba a Uribe en el lugar 82 de una lista de los 104 personajes vinculados con el negocio de la cocaína en Colombia. Según el documento, el hoy mandatario trabajaba para el cártel de Medellín y era amigo de Pablo Escobar. La derecha mexicana no escatima elogios a Uribe por su bandera de gobierno, la “seguridad democrática”, que congregó aquí a personajes cercanos a Espino, como Rubén Mendoza Ayala, el frustrado candidato a gobernador del Estado de México, cuya marginación del PAN lo hizo reactivar el Frente Cívico de Tlalnepantla, y Ana Rosa Payán, la política yucateca que renunció a ese partido después de haber padecido un fraude interno. Parte del elenco espinista lo integraron los diputados federales Gerardo Aranda Orozco, expresidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y hermano de Ana Teresa, subsecretaria de Población y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, y Juan Manuel Sandoval, dirigente obrero. Llamó la atención la presencia del empresario Luis Carlos Urzúa por lo ostentoso de sus joyas y su guardaespaldas. Amigo de Espino, fue candidato priista a diputado federal en las elecciones del 2000 y ahora pagó los boletos de avión de Fox y Marta Sahagún, según ella misma lo confesó en una plática de grupo. Precisamente uno de los personajes más cercanos a Uribe, señalado de haber encubierto a los paramilitares, es el embajador de Colombia en México, Luis Camilo Osorio, exfiscal general, quien ahora es, junto con Ortega Sánchez y Velasco Arzac, el responsable de acreditar los nexos de mexicanos con las FARC. “Parte de mi presencia aquí en Colombia es poder validar las evidencias y los elementos materiales probatorios que se tienen ya bajo la cadena de custodia y la verificación que hizo Interpol para la investigación que se adelanta ya sobre los muchachos mexicanos que estaban en el lugar de los hechos el 1 de marzo del 2008.” –¿Hay muchas evidencias? –Se trata de situaciones que corresponden a investigaciones y, desde luego, debemos respetar la reserva del sumario y por lo tanto se entrega a las autoridades mediante una carta rogativa y por el procedimiento normal de colaboración entre los dos países. Ortega Sánchez se resiste a una entrevista sobre El Yunque –“si vamos a hablar de grupos secretos, hablemos de los narcos”–, pero accede a hablar de lo que ha sido su empeño en los más recientes meses: Los presuntos nexos de las FARC con mexicanos. Dice que, una vez que concluya la investigación de la PGR, con pruebas aportadas por Colombia y por él mismo, deberá procederse a la captura de mexicanos, como Lucía Morett. “Si a Medina Mora no le tiemblan las piernas, como le tiembla en todo, yo creo que sí.” –Pero no es una decisión de Medina Mora, es de Calderón. –Es una decisión de Calderón, aunque debería ser de Medina Mora, porque se supone que hay autonomía, no dependencia del Ejecutivo; por lo menos eso es lo que estamos peleando. Ortega Sánchez ampliará la denuncia que presentó ante la PGR y le pedirá que, por conducto diplomático, se interrogue en Venezuela a Sonia Morett, hermana de Lucía, a Díaz Orgaz y a Mejía Leyva, cuya vinculación con las FARC, asegura, está acreditada en las 43 evidencias que Colombia hizo llegar al gobierno de México. |
Kikka Roja