Cómo ve China la perezagruska de Rusia y EU
Alfredo Jalife-Rahme
El presidente de Rusia, Dimitri Medvedev, y su homólogo estadunidense, Barack Obama, durante un encuentro que tuvieron en Londres el pasado primero de abrilFoto Reuters
En esta coyuntura, The People’s Daily (9/3/09), bajo el título Conseguir un nuevo equilibrio para el ajuste estratégico, comenta con escepticismo aséptico el visible acercamiento, todavía más coreográfico que sustancial, entre EU y Rusia (ver Bajo la Lupa 11/3/09).
El rotativo, portavoz oficioso del gobierno chino, considera “tres aspectos que pueden ayudar a mejorar las relaciones entre EU y Rusia:
1. “Ambos se han percatado de la importancia de cada uno y de que librar guerras va contra sus intereses, especialmente en la coyuntura de la recesión global y en los temas no tradicionales de seguridad.
2. Ambos desean mejorar las relaciones. EU desea abrir un nuevo prospecto diplomático con el poder-inteligente, encontrar soluciones al punto muerto entre EU y Rusia, y recibir ayuda de Rusia cuando lidia con asuntos espinosos; mientras Rusia desea encontrar oportunidades para facilitar las relaciones enfriadas por el conflicto de Rusia y Georgia.
3.Aún (sic) existen potenciales oportunidades para Moscú y Washington con el fin de mejorar las relaciones, siempre y cuando sean adecuadamente manejadas, y puedan abarcar una más amplia cooperación en temas de la desaceleración económica, el contencioso nuclear iraní, y la guerra contra el terror en Afganistán.
Hasta aquí concluyen las tres generalidades teóricas que no aportan mayor luz, pero que son mejor interpretadas mediante la antitesis dialéctica y realista que caracteriza la sapiencia milenaria de los chinos, que no se cuecen al primer hervor: detrás de las buenas intenciones existe margen para las maniobras secretas (¡súper sic!), ya que la señal de reconciliación que soltó EU es más bien complicada (¡súper sic!) cuando EU no ha variado su posición sobre el despliegue de su sistema misilístico y la expansión oriental de la OTAN.
Una cosa es practicar la retórica de la negociación en materia antimisilística, como nunca ha cesado de proclamar EU, y otra es variar sustancialmente su postura, lo cual todavía no sucede tangiblemente: se dice (sic) que EU ha realizado solamente cambios minúsculos (sic) en su plan de acción y en sus intereses nacionales, pero que su objetivo estratégico fundamental permanece invariable, advierte sabiamente el rotativo chino.
Esta advertencia es digna de tomar en consideración por nuestros amigos rusos, que ya padecieron las calamidades de la candidez de Gorbachov y Yeltsin, y que pagaron con sangre cuando Daddy Bush y Bill Clinton no se agotaron en tomarles el pelo. No faltarán críticos estadunidenses que aduzcan trivialmente que nuestros amigos chinos están celosos y que desean amarrar navajas por la perezagruska (reactivación) de las relaciones entre EU y Rusia. En política exterior solamente son contabilizados los actos tangibles y no las buenas intenciones, de las que no pocas veces está sembrada la ruta a los infiernos, como expresara el genial Dante.
A juicio del rotativo chino, que algo sabrá, Rusia ha recibido bien, con sus reservas, la decisión y exhibe su punto de vista optimista (sic) sobre el futuro de las relaciones bilaterales. Sin embargo, su pleito sobre la influencia en Asia central, Medio Oriente y Latinoamérica nunca ha cesado.
Bueno, una cosa es la sana competencia geopolítica y otra es la confrontación bélica que no cesaron de buscar y azuzar los neoconservadores straussianos (íntimos de Israel) durante los ochos años de la aciaga gestión de Baby Bush. Si de algo pecan los chinos es de milenaria precaución, que les faltó a los pasados estrategas rusos durante las calamitosas etapas de Gorbachov y Yeltsin, que colindaron con la frivolidad en sus relaciones con EU y cuya ilimitada irresponsabilidad permitió la aplicación unilateral de la desregulada globalización financiera del eje anglosajón que tiene secuestrado al planeta entero al borde del abismo económico.
A juicio del rotativo chino, tampoco se pueden soslayar otras razones que obstruyen el calentamiento de las relaciones bilaterales, entre las que resalta la mala asignación de los objetivos, ya que Washington pretende apaciguar (sic) a Moscú con un ajuste estratégico, que puede abrir el camino para promover sus objetivos planeados. ¿Caerá una vez más Moscú en la trampa de Washington?
Por el bienestar del equilibrio mundial se espera que Rusia no se conforme con las migajas de los trueques hasta ahora propuestos por EU. Sería una locura ceder a Irán en trueque por los cadáveres geoeconómicos de Europa del este, los Balcanes y el Cáucaso, que se están cayendo solos. No se debe mezclar en forma simplista, como pretende EU, la zona de influencia de la periferia inmediata de Rusia con la geopolítica medio oriental, de por sí sumamente compleja –lo cual entienden mucho mejor los europeos, por su convivencia y proximidad mayores.
A juicio del rotativo chino, el objetivo de Moscú es mantener su posición como un país poderoso y pacifista, lo que le cuesta trabajo aceptar a EU. Sustenta que ambos países sospechan uno del otro y vaticina que el juicio estratégico negativo de EU sobre Rusia no cambiará a corto plazo y, como resultado, la confianza de Rusia en EU permanecerá baja.
En síntesis, después de haber sopesado los factores positivos y negativos, el rotativo chino vaticina que “el futuro de las relaciones de EU y Rusia mantendrá una tendencia de ‘turbulencia y rebote’”, en la que la confesión franca será determinante cuando la negociación y la sapiencia política de sus líderes en temas específicos puedan marcar la diferencia.
Durante la guerra fría y después de la humillante derrota de EU en Vietnam, de la que no supieron sacar provecho los anquilosados estrategas rusos, Washington optó a principios de la década de los 70 por el acercamiento estratégico con China, en la etapa de Mao Zedong, para contrarrestar a Rusia.
En octubre de 1971, la China comunista ingresó como miembro permanente al Consejo de Seguridad de la ONU y cuatro meses más tarde se escenificó la visita histórica de Nixon y Kissinger a Pekín; seis años más tarde, en la etapa de Deng Xiaoping, China y Occidente iniciaron así su colaboración comercial que, 30 años más tarde, parece haber llegado a un impasse, cuando China se perfila como el gran triunfador geofinanciero y geoeconómico del planeta.
¿Intentan ahora Obama e Hillary aliarse con Rusia para contrarrestar a China?