Colima: comedias de enredos
Miguel Ángel Granados Chapa
3 Jun. 09
El incidente del chismoso Mendoza Amezcua, cuyas vulgaridades fueron dadas a conocer por el Reporte Índigo, la revista electrónica que dirige Ramón Alberto Garza, es el enredo más reciente de la comedia cuyos personajes son los miembros de la clase política de Colima. La mencionada diputada Cárdenas iba a ser candidata a la alcaldía de la capital de ese estado, pero la información de que hermanos suyos han sido sentenciados por delitos contra la salud condujo al pudibundo (en ciertos casos) comité nacional panista a retirarla de la contienda. Más que cumplir con un deber ético, a la cúpula panista le pareció pertinente castigar de ese modo a la legisladora -que no puede ser responsabilizada de la conducta de su familia- para establecer un contraste con la decisión priista de hacer candidato a la gubernatura a Mario Anguiano, que también tiene hermanos inmiscuidos con la delincuencia organizada, lo que tampoco en su caso debiera estorbarle, pues en un régimen penal que respeta a las personas, las sanciones no son trascendentes ni vertical ni horizontalmente; es decir, no se puede imputar a nadie la conducta ilícita de los ascendientes y descendientes ni de los hermanos.
Sí es punible en cambio lo que hizo Dania Ibett Puga Corona, candidata panista a una diputación local, que apenas el 18 de mayo pretendió salir de una tienda de autoservicio sin pagar cosméticos y otros artículos de belleza. Su latrocinio dista de tener las disculpas del robo de indigente (el que por una vez y sin violencia se apodera de los bienes necesarios para su subsistencia o la de su familia), puesto que era delegada del Fondo Nacional para el Consumo de los Trabajadores (Fonacot).
El sainete de Mendoza Amezcua es probablemente fruto del resentimiento. Él comenzó su carrera como priista y se convirtió al panismo, que lo hizo alcalde de Manzanillo, donde su gestión no estuvo exenta de complicaciones legales, pues el Congreso local dominado por priistas buscó inhabilitarlo por mal uso de recursos públicos. Desde esa posición pretendió ser candidato a gobernador, pero Germán Martínez lo disuadió ofreciéndole a cambio su actual posición de aspirante a diputado federal. Cuando el jefe nacional panista informó que la candidata sería la senadora Martha Leticia Sosa Govea agradeció a los precandidatos que declinaron seguir adelante, Mendoza Amezcua entre ellos, "la generosidad, el desprendimiento, la entrega y la cooperación" que mostraron al retirarse. Quizá después de su ex abrupto, que incluyó una imitación no mal hecha del propio Germán Martínez, éste ya no podría reconocer esos atributos en el notoriamente despechado panista de ocasión, apoyado por ese partido con el puro afán pragmático de ganar votos, sin reparar en la catadura moral de quien puede concitarlos.
Entidad abrumadoramente priista hasta el comienzo del siglo, Colima vio crecer a la oposición en términos tales que no es remoto que la senadora Sosa sea la primera panista en gobernar un estado. Ya se impuso al PRI hace tres años, en la disputa por la senaduría, con casi 10 mil votos de diferencia (105 mil 368 contra 96 mil 629) sobre Rogelio Rueda, que es por eso senador de minoría y uno de los aspirantes del tricolor que fue postergado por la decisión de hacer candidato a Anguiano. La senadora, que no brilló especialmente en el Senado, fue antes diputada local y presidenta municipal de Manzanillo. Además del impulso de su propia candidatura, la senadora Sosa puede contar en su provecho con la discordia priista que en el mejor de los casos se expresaría como dejadez respecto de la candidatura de Anguiano.
Éste salió avante por el empuje recibido del gobernador Silverio Cavazos, que porfió hasta hacerlo candidato no obstante la posición contraria de la presidenta nacional priista, Beatriz Paredes, que prefería a Arnoldo Ochoa González, quien fue ya gobernador interino a la muerte de Gustavo Vázquez Montes, muerto en un accidente de aviación después de ganar la gubernatura en elecciones extraordinarias, que resultaron de la anulación de los comicios de 2003, determinada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Mientras la comedia de enredos entre priistas y panistas por un lado y la delincuencia por otro domina la escena pública colimense, los habitantes de esa entidad, que todavía hasta 2007 tenían la sensación de vivir con plena tranquilidad, han comenzado a perderla por la creciente violencia criminal que no es practicada sólo por delincuentes sino también por los encargados de perseguirlos. El procurador de justicia estatal dijo a diputados locales que los "levantados de Tecomán" un grupo de seis personas que a fines de noviembre desaparecieron en esa entidad, fueron privados de la libertad por agentes federales, de la PGR.
Cajón de Sastre
Me parece que en su ensayo sobre 1915, don Manuel Gómez Morin escribió -cito de memoria- que "las palabras, como las monedas, se desgastan por el uso, y más aún por el uso fraudulento". Conforme a esa sabia metáfora, debemos insistir en dar a las palabras públicas, las del gobierno, las de la democracia, un sentido auténtico, que no encubra sino aclare. Pienso en eso ante la expresión presidencial de ayer ante el Consejo Nacional de Seguridad Pública. Insistió en la acusación a gobiernos pasados, habló del "arreglo tácito o en algunas ocasiones explícito entre instituciones de seguridad y delincuentes". Si habla de acuerdos explícitos, es porque los conoce. Y si los conoce debe hacerlos conocer a la sociedad, ansiosa de saber. De lo contrario su expresión será pura retórica. O, peor aún, complicidad.
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