Lorenzo Meyer
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Jueves, 18 de Marzo de 2010
LOS DATOS
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/11/index.php?section=economia&article=022n1eco
E l porcentaje que sirve de encabezado a esta columna representa la proporción del ingreso promedio anual de un mexicano -calculado en 13,200 dólares-, respecto del valor total de la fortuna actual de Carlos Slim Helú. En ese sentido, la distancia material entre el mexicano medio y el mexicano más rico es tan grande que puede resultar ya disfuncional para la operación del sistema político.
Con una riqueza calculada en 53 mil 500 millones de dólares, Carlos Slim, ingeniero civil de origen libanés y egresado de la UNAM, es el primer latinoamericano y el primer ciudadano de un país subdesarrollado que desbanca, al menos por ahora, a quienes tradicionalmente habían encabezado el selecto círculo de las grandes fortunas familiares del mundo: los multimillonarios norteamericanos, cuyas raíces se encuentran en una sociedad económica mucho más fuerte que la mexicana.
Su posición en la tabla de los multimillonarios es un hecho lleno de significados, pero en sí misma, la noticia no debería de sorprender. Hace tiempo que un observador atento podía suponer que él tenía la posibilidad de encabezar la famosa lista de los hombres más ricos del planeta publicada anualmente por la revista Forbes (edición especial) y que contiene los nombres y los datos de los 1,011 individuos poseedores de fortunas superiores a los mil millones de dólares. La simple proyección de las cifras de acumulación del ingeniero Slim en los últimos tiempos y en particular en el último año –mil 541 millones de dólares por mes, en promedio, según Forbes -, casi aseguraba que en algún momento podría llegar a ser "el número uno".
RAZONES
La explicación inmediata de que un mexicano ocupe el primer lugar en la lista de Forbes se debe al aumento en el valor de las acciones de sus alrededor de 200 empresas que constituyen su imperio económico, en particular de América Móvil y del banco Inbursa. Sin embargo, ese primer lugar también se explica por el desprendimiento de una parte sustantiva de sus fortunas de quienes antes habían estado sistemáticamente por encima de él: los norteamericanos Bill Gates y Warren Buffett. Ambos decidieron devolver en grande a la sociedad lo que esa sociedad les dio, y han donado parte sustantiva de sus fortunas a obras filantrópicas. Sin esa transferencia de recursos a fundaciones filantrópicas, Slim seguiría en el tercer lugar entre los acaudalados del mundo.
SIGNIFICADO
Por lo menos desde la época colonial, la mexicana ha sido una sociedad muy desigual, pero quizá hoy, justo cuando celebramos el bicentenario del inicio de la guerra de Independencia y el centenario de una Revolución social, lo sea aún más. En la segunda mitad del siglo XVIII, según cálculos aproximados, la fortuna personal más importante de la Nueva España era la de un minero español, Pedro Romero de Terreros –personaje al que sus trabajadores intentaron matar a pedradas en 1766-, y que gracias a ella consiguió el título de Conde de Regla. Esa fortuna producto de la explotación de la plata en Real del Monte, podría haber llegado a representar entre el 3% y el 5% del PIB de la época. Hoy la suma en que Forbes calculó la riqueza del ingeniero Slim equivale al 6.17% del PIB mexicano, (866.300 millones de dólares en 2009).
PROBLEMA
El asunto que debería debatirse en México no es la fortuna de Slim por sí misma, sino la naturaleza del entorno social de donde surgió; un entorno donde la mayor acumulación de riqueza personal del mundo coexiste en medio de una enorme masa de pobres –oficialmente, casi la mitad de los más de 105 millones de mexicanos caen dentro de alguna de las categorías de la pobreza. Pero no sólo eso, sino también que acumulación tan sorprendente ha tenido lugar en una economía que desde la gran crisis de 1982 perdió su vitalidad y no la ha vuelto a recuperar. Las cifras apuntan a que la riqueza de Slim está creciendo, como ya se señaló, a un ritmo mensual de más de mil 500 millones de dólares pese a que la economía mexicana decreció en 6.8% en el mismo período. Es verdad que parte de su capital se encuentra ya en el exterior, pero el grueso fue hecho aquí y sigue aquí.
En un estudio ya clásico, "Precios del maíz y crisis agrícolas en México", (1969) el historiador Enrique Florescano mostró que justamente en períodos de depresión económica, cuando por malas cosechas el grueso de la sociedad novohispana la pasaba muy mal, quienes tenían el capital para monopolizar el grano y controlar sus precios, prosperaban aunque causando problemas a la paz social. Es incluso posible afirmar que esa combinación de mala fortuna para los muchos en períodos de depresión pero buena fortuna para los muy pocos en la misma coyuntura, fue una de las causas del resentimiento social que finalmente estalló en 1810.
Por otra parte, hay que reconocer que, a diferencia de muchos casos de acumulación extraordinaria de capital en el pasado o en el presente de nuestro país, la del ingeniero Slim ha mostrado ser resultado de acciones dentro de la legalidad vigente. Aquellos que han abordado "el fenómeno Slim", toman como variable explicativa principal su gran capacidad para seguir puntualmente las reglas del sistema y encontrar como hacerlas trabajar al máximo en su favor. A partir de la crisis del antiguo modelo económico centrado en el mercado protegido, el ingeniero Slim, en vez de sacar su capital de México, como si lo hicieron muchos otros empresarios, lo mantuvo en el país y lo dedicó a tomar el control de algunas de las empresas quebradas, las volvió rentables y luego las vendió con una gran ganancia. Se trató de una vía tan arriesgada como apegada a las reglas del sistema. Sin embargo, el gran momento y salto cualitativo del empresario y su método ocurrió cuando el gobierno de Carlos Salinas decidió, como parte de su "gran diseño", privatizar a Teléfonos de México en diciembre de 1990. Slim y sus socios extranjeros hicieron una oferta pública, Salinas la aceptó y Telmex pasó de monopolio estatal a privado, pues su marco legal le permitió fijar por un tiempo las tarifas sin tener que enfrentar competencia. Ahora bien, el que Telmex posiblemente haya sido adquirido a una fracción de su valor -1,757.6 millones por algo que se dice, valía alrededor de 8,500 millones (Milenio, 12 de febrero, 2009)- es algo que, finalmente, debe justificar el vendedor, no el comprador. En principio el monopolio ya se acabó, pero es un hecho que hoy las empresas de comunicación de Slim mantienen un cuasi monopolio que no tiene contraparte en otros países.
LA FALLA ESTÁ EN EL SISTEMA
La política, señaló Harold Lasswell en 1935, se puede definir de una manera muy simple: "Quién consigue qué, cómo y cuándo". Las condiciones de la venta de Telmex por el Estado mexicano es un caso de libro de texto sobre el significado profundo de la política. Por tanto, a quien habría que pedirle la explicación sobre ese hecho y lo que ha significado para nuestra economía en los últimos veinte años, no es al ingeniero Slim que simplemente siguió los lineamientos, sino a quien diseñó el esquema: a Salinas.
La racionalidad de Salinas y sus tecnócratas para entregar Telmex y otras grandes empresas, como los bancos, a empresarios privados, incluía, entre otros, los siguientes elementos. Primero, darle a su gobierno recursos para poner en marcha el programa de Solidaridad, un esquema de naturaleza populista que debía servir para crear o reforzar las bases sociales de la Perestroica sin Glaznost mexicana, es decir, para transformar la economía según los principios neoliberales, pero sin democratizar la política. También buscaba crear un poderoso grupo empresarial que arropara al salinismo en el futuro. Por otro lado, la legitimidad de esta política requería hacer evidente que la empresa privada era mucho más eficiente que la estatal. Por ello, con su posición privilegiada, Telmex expandió y modernizó sus servicios de manera notable, lo que justificó su privatización. Finalmente, se dijo, era necesario favorecer desde el gobierno la creación de empresas privadas mexicanas de grandes dimensiones pues sólo así podrían competir con éxito en el brutal mundo del TLCAN y de la globalización.
CONSECUENCIA
La principal, y que tiene múltiples efectos fiscales y económicos, es la existencia de un grupo económico de interés y de presión desproporcionadamente fuerte, por lo que difícilmente puede ya ser controlado por un Estado –supuesto representante del interés general- cada vez más débil. Ese problema está o es hoy, el corazón de la política mexicana: quién consigue qué, cómo y cuándo. Así de simple y así de complejo.
RESUMEN
"El problema no son las grandes fortunas privadas sino el entorno de donde surgen y operan".
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