Las cosechas marinas no requieren fertilizantes, ni agua dulce para el riego, ni terreno cultivable
No compiten con la producción de alimentos básicos
Archivado en: Biología molecular Biocombustibles Biología Ciencias naturales Ciencia
Las algas pardas contienen azúcares que pueden ser convertidos en biocombustible. / BIO
Sin necesidad de terreno cultivable, ni fertilizantes, ni agua dulce para regar, sin suponer competencia con las cosechas de alimentos básicos, las algas pardas podrían ser una materia prima muy atractiva para producir biocombustibles. Pero hay un problema: la ausencia de microrganismos idóneos que se encarguen de la fermentación de los azúcares de las algas. La solución que han encontrado unos investigadores en EE UU para solventar esta pega reside en la ingeniería genética: si no hay microrganismos naturales que hagan bien ese trabajo se generan a medida, en laboratorio. Ellos explican en la revista Science cómo han modificado unas bacterias (Escherichia coli) para que sean capaces de metabolizar el laginato, azúcar esencial de las algas, y producir directamente bioetanol.
“El volátil coste de la energía y la presión para conservar los recursos de combustibles fósiles han disparado los esfuerzos para producir biocombustibles y compuestos químicos vía la fermentación microbiana de biomasa”, recuerdan Adam J.Wargacki (Laboratorio de Bioarquitectura, en Berkeley, California) y sus colegas en Science. “Actualmente, el maíz y la caña de azúcar son las cosechas industriales fundamentales, pero el dilema alimento frente a combustible puede acabar excluyendo su utilización a largo plazo”.
No compiten con la producción de alimentos básicos
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Las algas pardas contienen azúcares que pueden ser convertidos en biocombustible. / BIO
Sin necesidad de terreno cultivable, ni fertilizantes, ni agua dulce para regar, sin suponer competencia con las cosechas de alimentos básicos, las algas pardas podrían ser una materia prima muy atractiva para producir biocombustibles. Pero hay un problema: la ausencia de microrganismos idóneos que se encarguen de la fermentación de los azúcares de las algas. La solución que han encontrado unos investigadores en EE UU para solventar esta pega reside en la ingeniería genética: si no hay microrganismos naturales que hagan bien ese trabajo se generan a medida, en laboratorio. Ellos explican en la revista Science cómo han modificado unas bacterias (Escherichia coli) para que sean capaces de metabolizar el laginato, azúcar esencial de las algas, y producir directamente bioetanol.
“El volátil coste de la energía y la presión para conservar los recursos de combustibles fósiles han disparado los esfuerzos para producir biocombustibles y compuestos químicos vía la fermentación microbiana de biomasa”, recuerdan Adam J.Wargacki (Laboratorio de Bioarquitectura, en Berkeley, California) y sus colegas en Science. “Actualmente, el maíz y la caña de azúcar son las cosechas industriales fundamentales, pero el dilema alimento frente a combustible puede acabar excluyendo su utilización a largo plazo”.