Un final que se escribió al inicio
"Las evaluaciones sobre Felipe Calderón y su sexenio son muchas y contradictorias, pero el juicio de todas depende de cuales sean los valores que se elijan para hacerlo"— Lorenzo Meyer
“Haiga sido Como Haiga Sido". El final del sexenio de Felipe Calderón se escribió desde 2006. Al decidir él y el PAN alcanzar el triunfo en la elección presidencial de ese año a como diera lugar, también y a querer que no, optaron por imponer la naturaleza de los medios sobre la de sus supuestos fines. El resultado es lo que hoy tenemos: el retorno del PRI, una guerra inconclusa contra un narcotráfico fortalecido en la lógica de que si el Estado no gana, pierde, y una gran duda ciudadana sobre la naturaleza misma del sistema político.
Puntada Final. La decisión de Calderón de concluir su sexenio mandando al congreso una iniciativa sin futuro: cambiar el nombre oficial de nuestro país -ya no más Estados Unidos Mexicanos, simplemente México- puede interpretarse como una admisión implícita de derrota: como tras seis años de ejercicio del poder la realidad del país no cambió para bien, entonces, al menos, habría que terminar cambiándole de nombre al país. ¡Vaya final!
"Las evaluaciones sobre Felipe Calderón y su sexenio son muchas y contradictorias, pero el juicio de todas depende de cuales sean los valores que se elijan para hacerlo"— Lorenzo Meyer
“Haiga sido Como Haiga Sido". El final del sexenio de Felipe Calderón se escribió desde 2006. Al decidir él y el PAN alcanzar el triunfo en la elección presidencial de ese año a como diera lugar, también y a querer que no, optaron por imponer la naturaleza de los medios sobre la de sus supuestos fines. El resultado es lo que hoy tenemos: el retorno del PRI, una guerra inconclusa contra un narcotráfico fortalecido en la lógica de que si el Estado no gana, pierde, y una gran duda ciudadana sobre la naturaleza misma del sistema político.
Puntada Final. La decisión de Calderón de concluir su sexenio mandando al congreso una iniciativa sin futuro: cambiar el nombre oficial de nuestro país -ya no más Estados Unidos Mexicanos, simplemente México- puede interpretarse como una admisión implícita de derrota: como tras seis años de ejercicio del poder la realidad del país no cambió para bien, entonces, al menos, habría que terminar cambiándole de nombre al país. ¡Vaya final!