John Saxe-Fernández
http://jsaxef.blogspot.com
Los acoples financieros entre las principales economías del planeta, fuertemente impregnados de tendencias depresivas y de intensificada polarización y explosividad socio-económica, se encaminan hacia una modificación de la ecuación mundial de poder, signada por la incertidumbre, pero en la que hay certeza de que, como ha venido ocurriendo desde la década de 1970, la posición relativa de Estados Unidos seguirá disminuyendo. Ante ello se lanza con saña militar y para-militar sobre su periferia inmediata (Plan Colombia, Iniciativa Mérida). Es algo reconocido por académicos y presente en archivos desclasificados elaborados por el Sistema Nacional de Inteligencia, que Estados Unidos enfrenta amenazas a corto, mediano y largo plazos, incluyendo el estallamiento social en México.
El problema central es la incapacidad del aparato de seguridad de reconocer que los orígenes de la entropía estratégica, hacia Armagedón, están situados en la depredación clasista del capitalismo en general, y del de Estados Unidos en particular, y que los diseños sobre periferias como México, sometidas al Banco Mundial (BM), Interamericano de Desarrollo (BID) y Fondo Monetario Internacional (FMI), siguen la inercia de los últimos 40 años: orientan la riqueza hacia arriba y devastan los recursos humanos y naturales.
Todo ocurre en un medio más y más polarizado. Las conocidas cifras sobre el fenómeno global merecen atención: las 255 personas más ricas del mundo, entre quienes hay algunos conocidos mexicanos, controlan más riqueza que las 2 mil 500 millones más pobres y las tres más ricas del mundo controlan más riqueza que las 48 naciones más pobres.
Tampoco deja de ser significativo el hecho de que el sueldo y compensaciones promedio de los altos ejecutivos en Estados Unidos sea 344 por ciento más alto que el del trabajador promedio o que si en el primer informe de la revista Forbes (1982) sobre los 400 mayores ingresos se requería una base mínima de 100 millones de dólares para estar en la lista, en 2008 se debía contar con al menos un patrimonio equivalente a mil 300 millones de dólares. Esta riqueza se canalizó a las clases altas en los últimos 27 años por medio de lo que Jeff Faux describe como una implacable Guerra Global de Clases (UACM 2008).
En México aumenta la hiper concentración del ingreso, alentada por medio de una tenaz agresión a la economía popular, al aparato productivo, con altas tasas de desempleo a niveles de conflagración social (en la militarización antinarco y crimen de Calderón van 14 mil bajas) y en la privatización de Pemex por medio de una reforma que la abre al contratismo de las actividades sustantivas a favor de empresas tipo Oceanografía, Halliburton o Schlumberger. Todo ello con el insólito aplauso de ciertos sectores progresistas.
Con Pemex en el bolsillo los instrumentos empresariales tipo BM y BID prosiguen con el despojo, desde Hacienda y Los Pinos, utilizando líneas de crédito transexenales (2009-2014) que comportan arreglos comiciales (2012) para cambios de estafeta del PAN al PRI, ante un electorado brutalmente agredido en 2006. Todo con continuidad en política económica de atraco. Así lo dejó saber en medio de la carnicería cotidiana, Ellis Juan, del BID, ante el Foro Empresarial Hemisférico organizado por la Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de México.
¿Cuál es ahora el diseño oligárquico-imperial?: persistencia procíclica, más ofensiva antisindical y ampliación de la rapiña que va desde el sector energético, donde se colocan en la cúpula directiva de Pemex alfiles de grandes contratistas, hasta la privatización de la gestión del agua en curso en varias ciudades del país incluyendo el Distrito Federal.
Si los dejamos hacer, desmantelan lo que queda en los próximos cinco años. Ello, según el vocero del BID, por medio de tres reformas: 1) una ley de inversión privada en infraestructura; 2) una reforma laboral y 3) una reforma de bienes y servicios que elimine los monopolios públicos y privados en los sectores de energía, agua y saneamiento.
El problema central es la incapacidad del aparato de seguridad de reconocer que los orígenes de la entropía estratégica, hacia Armagedón, están situados en la depredación clasista del capitalismo en general, y del de Estados Unidos en particular, y que los diseños sobre periferias como México, sometidas al Banco Mundial (BM), Interamericano de Desarrollo (BID) y Fondo Monetario Internacional (FMI), siguen la inercia de los últimos 40 años: orientan la riqueza hacia arriba y devastan los recursos humanos y naturales.
Todo ocurre en un medio más y más polarizado. Las conocidas cifras sobre el fenómeno global merecen atención: las 255 personas más ricas del mundo, entre quienes hay algunos conocidos mexicanos, controlan más riqueza que las 2 mil 500 millones más pobres y las tres más ricas del mundo controlan más riqueza que las 48 naciones más pobres.
Tampoco deja de ser significativo el hecho de que el sueldo y compensaciones promedio de los altos ejecutivos en Estados Unidos sea 344 por ciento más alto que el del trabajador promedio o que si en el primer informe de la revista Forbes (1982) sobre los 400 mayores ingresos se requería una base mínima de 100 millones de dólares para estar en la lista, en 2008 se debía contar con al menos un patrimonio equivalente a mil 300 millones de dólares. Esta riqueza se canalizó a las clases altas en los últimos 27 años por medio de lo que Jeff Faux describe como una implacable Guerra Global de Clases (UACM 2008).
En México aumenta la hiper concentración del ingreso, alentada por medio de una tenaz agresión a la economía popular, al aparato productivo, con altas tasas de desempleo a niveles de conflagración social (en la militarización antinarco y crimen de Calderón van 14 mil bajas) y en la privatización de Pemex por medio de una reforma que la abre al contratismo de las actividades sustantivas a favor de empresas tipo Oceanografía, Halliburton o Schlumberger. Todo ello con el insólito aplauso de ciertos sectores progresistas.
Con Pemex en el bolsillo los instrumentos empresariales tipo BM y BID prosiguen con el despojo, desde Hacienda y Los Pinos, utilizando líneas de crédito transexenales (2009-2014) que comportan arreglos comiciales (2012) para cambios de estafeta del PAN al PRI, ante un electorado brutalmente agredido en 2006. Todo con continuidad en política económica de atraco. Así lo dejó saber en medio de la carnicería cotidiana, Ellis Juan, del BID, ante el Foro Empresarial Hemisférico organizado por la Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de México.
¿Cuál es ahora el diseño oligárquico-imperial?: persistencia procíclica, más ofensiva antisindical y ampliación de la rapiña que va desde el sector energético, donde se colocan en la cúpula directiva de Pemex alfiles de grandes contratistas, hasta la privatización de la gestión del agua en curso en varias ciudades del país incluyendo el Distrito Federal.
Si los dejamos hacer, desmantelan lo que queda en los próximos cinco años. Ello, según el vocero del BID, por medio de tres reformas: 1) una ley de inversión privada en infraestructura; 2) una reforma laboral y 3) una reforma de bienes y servicios que elimine los monopolios públicos y privados en los sectores de energía, agua y saneamiento.
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