jairo.calixto@milenio.com
Mientras me regodeo con las palabras calderónicas de “a veces gastamos en cosas que no son importantes” que nos hacen comprenderlo todo, pienso que en un país donde no te dejan fumar ni darte besos olímpicos en las calles ni beber cervezas frías (sé que ya están cabildeando de que los condones sea de cartón corrugado), es casi asombroso que se le haya modificado el blindaje a las leyes electorales para que lo que los corazones tibios y dotados de un alto índice de mamonería denominan “calumnias” no sean objeto de censura por parte del FelIFE.
Digo, que el Tribunal Electoral, que tiene un sentido justiciero sólo comparable con el de los árbitros de la Femexfut, haya impedido que los profesionales de la calumnia no fueran condenados al cadalso, es admirable. Y es que cuando en unas elecciones los partidos y candidatos en pugna no puedan calumniar a sus contrincantes como dictan los cánones, es una clara señal del fin del mundo. O sea, a nadie le importan ni las propuestas ni los ejes ni las promesas de los partidos, sino la manera en que se hacen pedazos aunque nunca se hagan daño. Lo bonito de las votaciones no radica en la posibilidad de cambiar un sistema, de encumbrar a unos y abandonar a otros; lo que nos importa a las masas es deleitarnos con el intercambios de insultos, vejaciones, mentadas, señalamientos, acusaciones y revelación de misterios vergonzosos que le dan sabor al caldo en la cocina de sufragios.
Sin la sensible dotación de calumnias, los procesos electorales serían tan aburridos como la Selección Mexicana desprovista de nacionalizados. Oiga usted, no entiendo por qué tanto drama por este tema cuando lo que se debería de hacer es echar a patadas a un montón de compatriotas francamente inútiles y contratar más y mejores jugadores extranjeros. Como está la cosa, quizá la única manera de llegar al Mundial de Sudáfrica 2010 sería nacionalizando a Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, John Terry, Steven Gerard, Kaká y, para no discriminar, a Federico Vilar del Atlante. Y ya entrados en gastos, pues hay que reclutar a Pierluigi Collina para que les de unas clases de arbitraje a los nazarenos mexicanos que parecen educados en el Partido del Trabajo.
En lo personal, ya que está tan generoso como se vio con su apoyo millonario al New York Times, le pediría a Slim que nos nacionalice al Barcelona en pleno.
Como quiera que sea, los del TEPJF sabían que dejar que el FelIFE se dedicara a perseguir a los calumniadores sería como dejar a los chuchos a cargo del FAP.
kikka-roja.blogspot.com/
Digo, que el Tribunal Electoral, que tiene un sentido justiciero sólo comparable con el de los árbitros de la Femexfut, haya impedido que los profesionales de la calumnia no fueran condenados al cadalso, es admirable. Y es que cuando en unas elecciones los partidos y candidatos en pugna no puedan calumniar a sus contrincantes como dictan los cánones, es una clara señal del fin del mundo. O sea, a nadie le importan ni las propuestas ni los ejes ni las promesas de los partidos, sino la manera en que se hacen pedazos aunque nunca se hagan daño. Lo bonito de las votaciones no radica en la posibilidad de cambiar un sistema, de encumbrar a unos y abandonar a otros; lo que nos importa a las masas es deleitarnos con el intercambios de insultos, vejaciones, mentadas, señalamientos, acusaciones y revelación de misterios vergonzosos que le dan sabor al caldo en la cocina de sufragios.
Sin la sensible dotación de calumnias, los procesos electorales serían tan aburridos como la Selección Mexicana desprovista de nacionalizados. Oiga usted, no entiendo por qué tanto drama por este tema cuando lo que se debería de hacer es echar a patadas a un montón de compatriotas francamente inútiles y contratar más y mejores jugadores extranjeros. Como está la cosa, quizá la única manera de llegar al Mundial de Sudáfrica 2010 sería nacionalizando a Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, John Terry, Steven Gerard, Kaká y, para no discriminar, a Federico Vilar del Atlante. Y ya entrados en gastos, pues hay que reclutar a Pierluigi Collina para que les de unas clases de arbitraje a los nazarenos mexicanos que parecen educados en el Partido del Trabajo.
En lo personal, ya que está tan generoso como se vio con su apoyo millonario al New York Times, le pediría a Slim que nos nacionalice al Barcelona en pleno.
Como quiera que sea, los del TEPJF sabían que dejar que el FelIFE se dedicara a perseguir a los calumniadores sería como dejar a los chuchos a cargo del FAP.
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