Luis Javier Garrido
2. La estrategia política de la derecha en el poder, que ha tenido el mismo objetivo que en los años del foxismo, ha consistido en minar el poderío del PRI por una campaña sistemática, que ahora cobra aspectos críticos por la obsesión de Calderón y de sus amigos por desembarazarse de la tutela de Salinas y de los priístas, en lo que constituye una traición a su protector y guía. Tanto con la “guerra contra el narco”, que ha tenido objetivos políticos, como con la magnificación delirante del peligro de la influenza porcina, estas gentes fracasaron en su propósito de levantar la imagen de Calderón y aniquilar al PRI, como han fracasado ahora al irse directamente contra Salinas al utilizar el libelo de su aliado Carlos Ahumada, negociado con Los Pinos para ocultar las actividades delictivas de los panistas en 2004-2006 hasta donde fuese posible y cargarle la mayor responsabilidad a Salinas, como ahora al utilizar las declaraciones de De la Madrid sobre su sucesor.
3. Los últimos escándalos que han cimbrado a la clase política han tenido todos un común denominador, y es el hecho de que han sido generados o manipulados desde Los Pinos por los estrategas, no muy brillantes por cierto, alquilados por el PAN, entre los que destaca el hispano Antonio Solá, cuadro de la ultraderecha española del PP al que Calderón nacionalizó al vapor para que lo ayudara a encaramarse en la silla presidencial y que se hallan obsesionados por desplazar a lo que queda del PRI del poder, como se ve en el que no ha sido más que un vulgar episodio de traición política de Felipe Calderón hacia Carlos Salinas y los que han sido sus protectores y aliados para llegar al poder y mantenerse en él.
4. El fracaso de los panistas en generar los nuevos escándalos ha sido descomunal y ha terminado por revertirse contra ellos, y desde luego contra la economía mexicana. La derecha trasnacional le exigió, sin embargo, a Calderón en estos días lo que resultó imposible: que aprovechando el momentum se lanzara a fondo contra Salinas. El español Antonio Navalón (representante del Grupo Prisa en México) le decía en este sentido el 14 de mayo en una entrevista a Ramón Alberto Garza, del diario virtual Reporte Índigo, que tras el escándalo generado por De la Madrid, Calderón tenía la obligación de asumir un destino histórico y emerger de la crisis política como un verdadero líder, rompiendo la alianza con el PRI y encarcelando al principal responsable de tantos crímenes, es decir, a Salinas, para edificar otro sistema de poder, y que los priístas deberían colaborar a ello: esto es, a liquidar al PRI.
5. Los extremistas aprendices de brujo que manejan el gobierno y los analistas de la derecha que creyeron muy sencillo desembarazarse del PRI y remplazarlo por el PAN se equivocan, sin embargo, en tres cuestiones fundamentales. La primera es que Felipe Calderón tiene las manos tan sucias o más que los priístas, que la mafia en el poder es una y está integrada tanto por priístas como por panistas, y que todos son parte de un mismo proyecto histórico que tiende a entregar las riquezas estratégicas de México al capital trasnacional. La segunda es que Calderón es muy poca cosa para enfrentarse con Salinas, o con quien sea, por lo que se limita a alentar a sus cercanos a que le hagan la faena sucia, y a actuar él como Don Roque, el muñeco que hace años manejaba el ventrílocuo ecuatoriano Paco Miller, y que no sabía hacer otra cosa que rezongar contra quien lo manejaba. Y la tercera es que la nueva clase política que impulsan los panistas es más venal e inepta que la priísta.
6. La alianza PRI-PAN, forjada por Carlos Salinas de Gortari y Luis H. Álvarez en 1988 con la bendición de Washington, para garantizar la preminencia de una mafia de intereses económicos en el poder en el marco del proceso de imposición del modelo neoliberal en México, que fue presentada entonces al país como una transición democrática, cuando no era sino una reconversión del sistema de dominación que suponía la alternancia PRI-PAN, y en el que la izquierda antineoliberal quedaba excluida, ha entrado, en consecuencia de todo esto, en una severa crisis por la insistencia de fuerzas multinacionales y de la extrema derecha mexicana en que se integre un gobierno monocolor nada más del PAN.
7. Las consecuencias económicas de la incompetencia de la derecha en el poder al pretender gobernar con libelos, y escándalos periodísticos y televisivos, pero sin aplicar la ley, están a la vista, y obligan al gobierno a cambiar de estrategia: México se hunde en todos los indicadores internacionales, hay un hoyo fiscal de 500 mil millones de pesos y las relaciones internacionales se deterioran.
8. Los panistas se hallan a la deriva y evidencian que han perdido por completo los estribos al acercarse las elecciones intermedias de 2009, que van a saldarse por aquello que anuncian todas las previsiones y a lo que tanto le temían al fracasar sus campañas sucias, y es que hay un repudio muy amplio en el país al gobierno de Calderón, y que el PAN no va a lograr obtener la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, lo que significa que esto impactará lo que pudiera quedar del sexenio y desde luego el 2012, entrañando ello entre otras cosas como resultado que el papel de Calderón para tomar decisiones en el gobierno, o incluso para designar al candidato panista, será cuestionado cada vez más desde el interior de los grupos que gobiernan.
9. El reacomodo tras el fracaso de la ruptura es lo que queda, por lo mismo, a panistas y priístas, aunque la guerrita sucia del PAN contra el PRI amenace con seguir hasta julio. El panista Federico Ling, ratificado como embajador ante el Vaticano con el voto de muchos priístas que el día anterior amenazaban con vetarlo, sintetizaba lo que acontece de manera ladina, según reporta La Jornada de ayer: “No puedo decir –afirmaba– cuál es el origen y el motivo de algún pequeño malestar que se hizo patente ayer en la bancada del PRI”.
10. La derecha mexicana y trasnacional sale herida sin duda tras todos estos fracasos de la primavera de 2009, y emerge por lo mismo como una amenaza cada vez mayor para los mexicanos, abriéndose cada vez más la posibilidad de que a fin de retener el poder genere una mayor violencia desde la cúspide del propio poder político.