- Estaba capacitado por las “mejores agencias” a nivel internacional
- Era elemento clave en la lucha contra secuestradores y traficantes de drogas
Una de las últimas acciones policiacas y militares de las que dio cuenta Édgar Millán fue el pasado primero de mayo en Culiacán, Sinaloa, donde –junto con autoridades locales y militares– informó de la detención de 13 sicarios del cártel de Sinaloa después de un enfrentamiento entre delincuentes y autoridades que duró 45 minutos. En los últimos meses le correspondió participar en conferencias de prensa en las que se difundió información relacionada con el cártel de Sinaloa, particularmente con el grupo de los hermanos Beltrán Leyva. El pasado 21 de enero, por ejemplo, dio cuenta de la detención, en la ciudad de México, de este año, de varios integrantes de las llamadas fuerzas especiales de Arturo (Feda), es decir, el grupo de sicarios que dirige Arturo Beltrán Leyva, El Barbas.
Ese mismo mes, ofreció una conferencia de prensa para anunciar la detención de integrantes del cártel del Golfo en Tamaulipas. Edgar Eusebio Millán Gómez, originario del Distrito Federal, cursó la carrera de derecho en la Universidad del Valle de México. Contaba con una especialización como observador policial para misiones de paz por la Organización de las Naciones Unidas. El funcionario, según datos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, “estaba capacitado por las mejores agencias a nivel internacional”.
Millán Gómez comenzó su carrera policial en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), como agente investigador. Allí se ligó con Genaro García Luna, actual titular de la SSP federal. Esa relación permitió que en 2001 se integrara a la Agencia Federal de Investigación (AFI) como director del área de secuestros. Entre otros plagios que la SSP federal le atribuye haber resuelto está el de Rubén Omar Romano, ex entrenador del equipo de futbol Cruz Azul. En julio de 2005, cuando fue asesinado Enrique Salinas de Gortari en Huixquilucan, estado de México, Millán Gómez fungía como jefe del grupo antisecuestros de la AFI. La Procuraduría General de Justicia mexiquense sospechó que estaba relacionado con este caso, toda vez que, según el entonces titular de esta última dependencia, Alfonso Navarrete Prida, a pesar de que ya se había corroborado el homicidio del hermano el ex presidente Carlos Salinas, la AFI informó a Interpol que no tenía indicios de su paradero.
En 2006 Millán Gómez fue designado director general de Despliegue Regional Policial de la AFI, donde permaneció hasta 2007, aunque en realidad en ese último año comenzó a dirigir la Policía Federal Preventiva. De acuerdo con reportes oficiales, participó en la captura “del peligroso secuestrador Andrés Caletri y en la desarticulación de bandas de plagiarios como Los Montante y Los Colmenos”.
de Noticias de hoy de Notimex / La Jornada On Line
Informó que este sujeto ingresó al Reclusorio Sur en el 2005 por el delito de robo a vehículo y fue liberado por un juez a pesar de tener una condena de 8 años
Culiacán, Sin., 8 de mayo. Un comando de 15 sujetos atacó a un grupo de personas que se encontraban en un establecimiento comercial ubicado en el bulevar Universitarios. El saldo es de dos víctimas, que no han sido identificadas, y un herido.Testigos informaron a la policía que los homicidas viajaban en cinco vehículos; al menos 20 automóviles que estaban estacionados resultaron dañados por los impactos de bala.Versiones extraoficiales indican que una de las víctimas podría ser Édgar Guzmán, de alrededor de 20 años, uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, El chapo, jefe del cártel de Sinaloa; sin embargo esta versión no ha sido confirmada por las autoridades locales ni federales.Las víctimas se desplazaban por la zona en al menos dos camionetas, una de ellas blindada, marca Ford, tipo Lobo, color blanca, y otra modelo Toyota, ambas de modelo reciente.Al parecer, los sicarios usaron fusiles de alto poder y una bazuca, cuyos proyectiles perforaron parte de la fachada y un anuncio espectacular, afuera del establecimiento City Club. El asesinato del directivo policial Edgar Eusebio Millán Gómez, perpetrado en esta capital en los primeros minutos de ayer, es el más reciente de una cadena de homicidios de jefes de la Policía Federal Preventiva (PFP) en la ciudad de México: el primero de mayo fue muerto Roberto Velasco Bravo, director de Crimen Organizado de esa corporación, y tres días más tarde fue victimado, en Coyoacán, Aristeo Gómez Martínez, miembro de la Jefatura del Estado Mayor de la PFP, en lo que el titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), Genaro García Luna, llamó “un intento de robo”, a pesar de los testimonios en contrario. Unas horas antes del ataque contra Millán Gómez, el agente Martín Vázquez Zermeño, del grupo de inteligencia de la policía de Nezahualcóyotl y enlace con las procuradurías mexiquense y General de la República, sufrió la misma suerte. En lo que va del mes, sólo en Sinaloa han muerto en circunstancias violentas unos 15 agentes, siete de ellos federales.
Más allá de la condena que merecen tales asesinatos, resulta escandaloso, inadmisible y exasperante que a la delincuencia organizada le resulte tan fácil acabar con la vida de integrantes de las corporaciones encargadas de combatirla. A estas alturas, resulta inocultable que las mafias cuentan no sólo con el poder de fuego y el grado de organización necesarios para perpetrar tales crímenes, sino que disponen, además, de información confidencial y precisa sobre sus víctimas. Sería difícil explicar, de otro modo, la agresión contra Millán Gómez, quien fue emboscado en su propio domicilio. A su vez, ese manejo de datos da una idea del grado de infiltración que han logrado las organizaciones delictivas en las instituciones encargadas de preservar la seguridad y procurar justicia y, por extensión, del punto de descomposición al que ha llegado un sector esencial e imprescindible del Estado.
Ha de constatarse, a la luz de los terribles saldos de la “guerra contra la delincuencia” en curso, la improvisación y la falta de claridad con que se emprendió tal estrategia a principios de la presente administración. Es decir, se lanzó a las corporaciones policiales a un choque frontal contra el narcotráfico y otros estamentos de la delincuencia organizada sin haber emprendido en ellas la depuración y la moralización que se requerían, sin haber puesto en práctica planes de inteligencia y contrainteligencia, sin efectuar una ponderación de las dimensiones del fenómeno a erradicar ni del poderío del adversario a vencer. Desde el primer momento, numerosas voces de la escena pública advirtieron sobre los peligros de involucrar al aparato gubernamental en un alarde de fuerza como el emprendido a partir de diciembre de 2006 y el riesgo de que la medida terminara más bien por debilitar al poder público y por fortalecer a la delincuencia a la que se pretendía combatir. Pero tales voces no fueron escuchadas por un gobierno que parecía empecinado en resolver a corto plazo, con una visión simplista, y por medio de la violencia policial y militar, el clima de inseguridad y el quebrantamiento del estado de derecho en extensas regiones del país.
Los resultados de la aventura fortalecen, por desgracia, la idea de que el propósito real de las aparatosas movilizaciones policiaco-militares era marcadamente propagandístico y legitimador, y que el país estaba ante una redición, aumentada y empeorada, del operativo foxista “México seguro”: si éste fue una mera faramalla insustancial y sin grandes consecuencias, como tantas otras de la administración pasada, las acciones de la actual han agitado el avispero de la violencia delictiva y se han traducido en un país mucho más inseguro que el que recibió el gobierno encabezado por Felipe Calderón. Una de las expresiones más escalofriantes de tal violencia es la cacería de mandos policiales por parte de la delincuencia organizada y la incapacidad de las autoridades para proteger a sus propios cuadros, y no se diga para contrarrestar la desoladora desprotección en la que se encuentran los ciudadanos en general.
Ejecutan a comandante antisecuestros de la PGJDF
de Noticias de hoy de La Jornada On Line
El mando estuvo adscrito al Grupo Antisecuestros de la dependencia y actualmente era parte de la Comisión de Honor y Justicia, encargada de revisar las irregularidades en que incurren elementos de la corporación.
Kikka Roja
Ese mismo mes, ofreció una conferencia de prensa para anunciar la detención de integrantes del cártel del Golfo en Tamaulipas. Edgar Eusebio Millán Gómez, originario del Distrito Federal, cursó la carrera de derecho en la Universidad del Valle de México. Contaba con una especialización como observador policial para misiones de paz por la Organización de las Naciones Unidas. El funcionario, según datos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, “estaba capacitado por las mejores agencias a nivel internacional”.
Millán Gómez comenzó su carrera policial en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), como agente investigador. Allí se ligó con Genaro García Luna, actual titular de la SSP federal. Esa relación permitió que en 2001 se integrara a la Agencia Federal de Investigación (AFI) como director del área de secuestros. Entre otros plagios que la SSP federal le atribuye haber resuelto está el de Rubén Omar Romano, ex entrenador del equipo de futbol Cruz Azul. En julio de 2005, cuando fue asesinado Enrique Salinas de Gortari en Huixquilucan, estado de México, Millán Gómez fungía como jefe del grupo antisecuestros de la AFI. La Procuraduría General de Justicia mexiquense sospechó que estaba relacionado con este caso, toda vez que, según el entonces titular de esta última dependencia, Alfonso Navarrete Prida, a pesar de que ya se había corroborado el homicidio del hermano el ex presidente Carlos Salinas, la AFI informó a Interpol que no tenía indicios de su paradero.
En 2006 Millán Gómez fue designado director general de Despliegue Regional Policial de la AFI, donde permaneció hasta 2007, aunque en realidad en ese último año comenzó a dirigir la Policía Federal Preventiva. De acuerdo con reportes oficiales, participó en la captura “del peligroso secuestrador Andrés Caletri y en la desarticulación de bandas de plagiarios como Los Montante y Los Colmenos”.
de Noticias de hoy de Notimex / La Jornada On Line
Informó que este sujeto ingresó al Reclusorio Sur en el 2005 por el delito de robo a vehículo y fue liberado por un juez a pesar de tener una condena de 8 años
- Comando habría matado a hijo de El Chapo
Culiacán, Sin., 8 de mayo. Un comando de 15 sujetos atacó a un grupo de personas que se encontraban en un establecimiento comercial ubicado en el bulevar Universitarios. El saldo es de dos víctimas, que no han sido identificadas, y un herido.Testigos informaron a la policía que los homicidas viajaban en cinco vehículos; al menos 20 automóviles que estaban estacionados resultaron dañados por los impactos de bala.Versiones extraoficiales indican que una de las víctimas podría ser Édgar Guzmán, de alrededor de 20 años, uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, El chapo, jefe del cártel de Sinaloa; sin embargo esta versión no ha sido confirmada por las autoridades locales ni federales.Las víctimas se desplazaban por la zona en al menos dos camionetas, una de ellas blindada, marca Ford, tipo Lobo, color blanca, y otra modelo Toyota, ambas de modelo reciente.Al parecer, los sicarios usaron fusiles de alto poder y una bazuca, cuyos proyectiles perforaron parte de la fachada y un anuncio espectacular, afuera del establecimiento City Club. El asesinato del directivo policial Edgar Eusebio Millán Gómez, perpetrado en esta capital en los primeros minutos de ayer, es el más reciente de una cadena de homicidios de jefes de la Policía Federal Preventiva (PFP) en la ciudad de México: el primero de mayo fue muerto Roberto Velasco Bravo, director de Crimen Organizado de esa corporación, y tres días más tarde fue victimado, en Coyoacán, Aristeo Gómez Martínez, miembro de la Jefatura del Estado Mayor de la PFP, en lo que el titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), Genaro García Luna, llamó “un intento de robo”, a pesar de los testimonios en contrario. Unas horas antes del ataque contra Millán Gómez, el agente Martín Vázquez Zermeño, del grupo de inteligencia de la policía de Nezahualcóyotl y enlace con las procuradurías mexiquense y General de la República, sufrió la misma suerte. En lo que va del mes, sólo en Sinaloa han muerto en circunstancias violentas unos 15 agentes, siete de ellos federales.
Más allá de la condena que merecen tales asesinatos, resulta escandaloso, inadmisible y exasperante que a la delincuencia organizada le resulte tan fácil acabar con la vida de integrantes de las corporaciones encargadas de combatirla. A estas alturas, resulta inocultable que las mafias cuentan no sólo con el poder de fuego y el grado de organización necesarios para perpetrar tales crímenes, sino que disponen, además, de información confidencial y precisa sobre sus víctimas. Sería difícil explicar, de otro modo, la agresión contra Millán Gómez, quien fue emboscado en su propio domicilio. A su vez, ese manejo de datos da una idea del grado de infiltración que han logrado las organizaciones delictivas en las instituciones encargadas de preservar la seguridad y procurar justicia y, por extensión, del punto de descomposición al que ha llegado un sector esencial e imprescindible del Estado.
Ha de constatarse, a la luz de los terribles saldos de la “guerra contra la delincuencia” en curso, la improvisación y la falta de claridad con que se emprendió tal estrategia a principios de la presente administración. Es decir, se lanzó a las corporaciones policiales a un choque frontal contra el narcotráfico y otros estamentos de la delincuencia organizada sin haber emprendido en ellas la depuración y la moralización que se requerían, sin haber puesto en práctica planes de inteligencia y contrainteligencia, sin efectuar una ponderación de las dimensiones del fenómeno a erradicar ni del poderío del adversario a vencer. Desde el primer momento, numerosas voces de la escena pública advirtieron sobre los peligros de involucrar al aparato gubernamental en un alarde de fuerza como el emprendido a partir de diciembre de 2006 y el riesgo de que la medida terminara más bien por debilitar al poder público y por fortalecer a la delincuencia a la que se pretendía combatir. Pero tales voces no fueron escuchadas por un gobierno que parecía empecinado en resolver a corto plazo, con una visión simplista, y por medio de la violencia policial y militar, el clima de inseguridad y el quebrantamiento del estado de derecho en extensas regiones del país.
Los resultados de la aventura fortalecen, por desgracia, la idea de que el propósito real de las aparatosas movilizaciones policiaco-militares era marcadamente propagandístico y legitimador, y que el país estaba ante una redición, aumentada y empeorada, del operativo foxista “México seguro”: si éste fue una mera faramalla insustancial y sin grandes consecuencias, como tantas otras de la administración pasada, las acciones de la actual han agitado el avispero de la violencia delictiva y se han traducido en un país mucho más inseguro que el que recibió el gobierno encabezado por Felipe Calderón. Una de las expresiones más escalofriantes de tal violencia es la cacería de mandos policiales por parte de la delincuencia organizada y la incapacidad de las autoridades para proteger a sus propios cuadros, y no se diga para contrarrestar la desoladora desprotección en la que se encuentran los ciudadanos en general.
de Noticias de hoy de La Jornada On Line
El mando estuvo adscrito al Grupo Antisecuestros de la dependencia y actualmente era parte de la Comisión de Honor y Justicia, encargada de revisar las irregularidades en que incurren elementos de la corporación.