José Luis Reyna
2009-10-05•Acentos
Hace unos días uno de los subgobernadores del Banco de México, de apellido Güémez, declaró que “todo país exitoso grava el consumo”. Sirve para “nivelar las finanzas públicas de un país” (MILENIO Diario, 25/IX/09). Sin duda tiene razón y su argumento es aplicable a muchos países: Finlandia o Noruega tal vez. México, sin embargo, no encaja en esta proposición porque es un país carente de éxito. No importa el rasero que se utilice para medirlo: el dato será siempre el mismo; un país que se hunde paulatina, pero sistemáticamente en la mediocridad y, en consecuencia, en la falta de éxito. El gobierno pierde eficacia, por donde se le vea, mientras que los problemas engordan a un ritmo sinfín: combinación explosiva.
Por tanto, de acuerdo con la misma premisa, México no puede gravar el consumo porque saldría más caro el beneficio que se obtendría que el costo que se pagaría. Es difícil saber qué indicador utilizó el señor Güémez para insinuar que México es un país que merece ese calificativo. Su propuesta responde más bien a una teoría general y no a la circunstancia actual de nuestro país. Sus palabras, sin embargo, le permiten aspirar a la candidatura para suceder al actual gobernador del Banco de México, decisión que ocurrirá hacia finales de este año. No es de extrañarse pues, que el subgobernador aludido pretenda ser candidato para suceder a Guillermo Ortiz, pues sus palabras suenan más a apoyo incondicional a la iniciativa fiscal del gobierno de Calderón que a razón fundada para sostenerla.
El agua está llegando al cuello del gobierno federal. Se dice en las altas esferas federales que no existe un plan B para la contingencia fiscal por la que atravesamos. Sin embargo, un plan X ya empezó a tomar forma en tanto se consideren dos propuestas recientes que emanan del propio gobierno federal: las mismas tienen como objetivo compensar la nada improbable negativa del Congreso a la iniciativa calderonista de incrementar los impuestos: una de ellas es echar mano de los fondos de reserva del IMSS. Puede ser una fórmula que mitigue el problema de la coyuntura, pero, a mediano plazo, puede ser lo que ya se ve venir; la bancarrota de una de las pocas instituciones que ofrecen un mínimo de seguridad. De suceder, la catástrofe.
La otra, en boca de Calderón, es usar los fondos para el retiro (Afore) con el fin de invertirlos en proyectos de infraestructura. De acuerdo con el encargado de la administración pública federal, su uso se haría “bajo los más estrictos términos de transparencia” y, sobre todo, garantizando una ganancia para el ahorro que miles de trabajadores han hecho en aras de asegurar una jubilación mínimamente decorosa. El patrimonio de los trabajadores “se multiplicaría por tres” de acuerdo con Calderón. Una fórmula mágica como la de Carstens que promete 10 pesos a los pobres por uno recaudado.
Estas iniciativas, de ser aprobadas por el Congreso, implican un alto riesgo que podría llevar al país a la ruina. Lo anterior refleja una desesperación gubernamental por conseguir recursos sin importar los medios. ¿Es México exitoso? Lo que se quiere hacer para disponer de recursos frescos es fiel reflejo del poco éxito que se ha tenido en el manejo de la economía. Tan sólo para poner un ejemplo: México ha dejado de ser un imán para la inversión extranjera. Ésta tiene la mira en los países sudamericanos, en especial Brasil, que pese a su crisis ha incrementado de manera significativa la inversión externa recibida. Hay que reconocer, no sin preocupación, que México dejó de ser un país atractivo para hacer negocios. De acuerdo con estudios recientes se puede concluir que “hay una crisis de inversiones en México”. Las inversiones extranjeras se contrajeron en casi 20 por ciento entre 2007 y 2008 (S. García, MILENIO Diario, 1/X/09). Para este año. De acuerdo con la misma fuente, la contracción inversionista alcanzará un 50 por ciento. ¿Economía exitosa?
El desplome de los ingresos por concepto de la exportación de energéticos no puede ser un indicador de éxito de la economía nacional. Las finanzas públicas se encuentran en una zona de fragilidad, la que, día a día, se vuelve más pronunciada. La exportación de petróleo crudo decreció y, en consecuencia, el ingreso por ese concepto cayó, aunado a la baja de los precios de los hidrocarburos. El monto por concepto de remesas también disminuyó en los primeros ochos meses de este año. Nuestra segunda fuente de ingresos, después del petróleo, se tambalea. ¿Economía exitosa?
El turismo, otra de las fuentes tradicionales de ingreso para sostener esta economía que está “prendida de alfileres”, también tendrá un decremento durante este año y muy probablemente seguirá igual el año próximo. Son muchos los indicadores que pueden ofrecerse para decir que México no es un país exitoso, y por tanto, inviable para establecer más y nuevos impuestos. Somos un país con una economía desastrosa, sin liderazgo político. Por el otro lado, somos una sociedad que demanda más porque la ineficacia gubernamental hace que cada día tengamos menos. En pocas palabras: un país sin éxito.
jreyna@colmex.mxPor tanto, de acuerdo con la misma premisa, México no puede gravar el consumo porque saldría más caro el beneficio que se obtendría que el costo que se pagaría. Es difícil saber qué indicador utilizó el señor Güémez para insinuar que México es un país que merece ese calificativo. Su propuesta responde más bien a una teoría general y no a la circunstancia actual de nuestro país. Sus palabras, sin embargo, le permiten aspirar a la candidatura para suceder al actual gobernador del Banco de México, decisión que ocurrirá hacia finales de este año. No es de extrañarse pues, que el subgobernador aludido pretenda ser candidato para suceder a Guillermo Ortiz, pues sus palabras suenan más a apoyo incondicional a la iniciativa fiscal del gobierno de Calderón que a razón fundada para sostenerla.
El agua está llegando al cuello del gobierno federal. Se dice en las altas esferas federales que no existe un plan B para la contingencia fiscal por la que atravesamos. Sin embargo, un plan X ya empezó a tomar forma en tanto se consideren dos propuestas recientes que emanan del propio gobierno federal: las mismas tienen como objetivo compensar la nada improbable negativa del Congreso a la iniciativa calderonista de incrementar los impuestos: una de ellas es echar mano de los fondos de reserva del IMSS. Puede ser una fórmula que mitigue el problema de la coyuntura, pero, a mediano plazo, puede ser lo que ya se ve venir; la bancarrota de una de las pocas instituciones que ofrecen un mínimo de seguridad. De suceder, la catástrofe.
La otra, en boca de Calderón, es usar los fondos para el retiro (Afore) con el fin de invertirlos en proyectos de infraestructura. De acuerdo con el encargado de la administración pública federal, su uso se haría “bajo los más estrictos términos de transparencia” y, sobre todo, garantizando una ganancia para el ahorro que miles de trabajadores han hecho en aras de asegurar una jubilación mínimamente decorosa. El patrimonio de los trabajadores “se multiplicaría por tres” de acuerdo con Calderón. Una fórmula mágica como la de Carstens que promete 10 pesos a los pobres por uno recaudado.
Estas iniciativas, de ser aprobadas por el Congreso, implican un alto riesgo que podría llevar al país a la ruina. Lo anterior refleja una desesperación gubernamental por conseguir recursos sin importar los medios. ¿Es México exitoso? Lo que se quiere hacer para disponer de recursos frescos es fiel reflejo del poco éxito que se ha tenido en el manejo de la economía. Tan sólo para poner un ejemplo: México ha dejado de ser un imán para la inversión extranjera. Ésta tiene la mira en los países sudamericanos, en especial Brasil, que pese a su crisis ha incrementado de manera significativa la inversión externa recibida. Hay que reconocer, no sin preocupación, que México dejó de ser un país atractivo para hacer negocios. De acuerdo con estudios recientes se puede concluir que “hay una crisis de inversiones en México”. Las inversiones extranjeras se contrajeron en casi 20 por ciento entre 2007 y 2008 (S. García, MILENIO Diario, 1/X/09). Para este año. De acuerdo con la misma fuente, la contracción inversionista alcanzará un 50 por ciento. ¿Economía exitosa?
El desplome de los ingresos por concepto de la exportación de energéticos no puede ser un indicador de éxito de la economía nacional. Las finanzas públicas se encuentran en una zona de fragilidad, la que, día a día, se vuelve más pronunciada. La exportación de petróleo crudo decreció y, en consecuencia, el ingreso por ese concepto cayó, aunado a la baja de los precios de los hidrocarburos. El monto por concepto de remesas también disminuyó en los primeros ochos meses de este año. Nuestra segunda fuente de ingresos, después del petróleo, se tambalea. ¿Economía exitosa?
El turismo, otra de las fuentes tradicionales de ingreso para sostener esta economía que está “prendida de alfileres”, también tendrá un decremento durante este año y muy probablemente seguirá igual el año próximo. Son muchos los indicadores que pueden ofrecerse para decir que México no es un país exitoso, y por tanto, inviable para establecer más y nuevos impuestos. Somos un país con una economía desastrosa, sin liderazgo político. Por el otro lado, somos una sociedad que demanda más porque la ineficacia gubernamental hace que cada día tengamos menos. En pocas palabras: un país sin éxito.
kikka-roja.blogspot.com/