- Benito Nacif y Marco Antonio Baños fueron elegidos nuevos consejeros del instituto
- Inusual alianza de PAN y PRD lleva a Leonardo Valdés al IFE
- La corriente bejaranista Izquierda Democrática Nacional votó en contra
- El coordinador de la bancada priísta, Emilio Gamboa Patrón, debió ceder ante la unanimidad de las negociaciones
Leonardo Valdés ZuritaRoberto Garduño y Enrique Méndez
En un inusual acuerdo, los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) en la Cámara de Diputados marginaron al otrora desequilibrante Revolucionario Institucional (PRI), al imponer en la presidencia del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) a Leonardo Antonio Valdés Zurita. Esa alianza coyuntural fracturó el tradicional vínculo pragmático entre panistas y priístas y echó por la borda la amenaza del coordinador de los tricolores, Emilio Gamboa Patrón, de hacer a un lado al sol azteca si no aceptaba la designación de los nuevos funcionarios electorales avalados por su homólogo panista Héctor Larios y él mismo.
Ese pacto cupular, del que no estuvo ausente Alejandro Chanona, de Convergencia, consiguió sumar a los coordinadores de los partidos del Trabajo (PT), Verde Ecologista de México (PVEM), Alternativa y Nueva Alianza para lograr la elección por unanimidad de Valdés Zurita, así como de Benito Nacif y Marco Antonio Baños. Aún así, ese amplio consenso se enfrentó a una férrea oposición de la corriente bejaranista Izquierda Democrática Nacional (IDN), que desde la plenaria matutina del grupo parlamentario del PRD acusó al nuevo presidente del IFE de haber colaborado con el gobierno de Vicente Fox Quesada, y posteriormente haber asesorado a Felipe Calderón Hinojosa. Tal posición fue rebatida por el secretario general del sol azteca, Guadalupe Acosta Naranjo, presente en el cónclave: “Quien sí trabajó con Fox fue Porfirio Muñoz Ledo”, dijo.
La escasez de argumentos contra Valdés Zurita llevó a IDN a recordar que éste, como consejero del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), votó en contra de admitir la residencia de Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal, con objeto de contender por la jefatura de Gobierno. Juan Guerra Ochoa rebatió esa postura: “Eso manifiesta que el nuevo presidente consejero del IFE tiene independencia y es imparcial”, consideró. La unanimidad del dictamen que presentó la Junta de Coordinación Política al pleno se logró tras una larga y en ocasiones dura negociación en dos vías, entre PRI y PRD, pero también entre el PAN y el sol azteca. El miércoles, Emilio Gamboa convocó a la presidenta de su partido, Beatriz Paredes, acompañada de Jesús Murillo Karam, así como a Guadalupe Acosta Naranjo, al senador Carlos Navarrete y al diputado Javier González Garza, por el PRD, con objeto de negociar un acuerdo bilateral para que el PAN, como partido mayoritario en el Congreso y con el gobierno, se quedara con la presidencia del IFE.
Tajantemente, y en una posición que sorprendió a los perredistas, Paredes Rangel le replicó a Gamboa que ni en los tiempos de Ernesto Zedillo como presidente de la República se impuso al titular del instituto electoral. Esa actitud abrió la posibilidad al PRD de presentar la candidatura de Valdés Zurita, quien no era mal visto por los propios panistas. Y es que, ya entrada la madrugada de ayer jueves, tanto Javier González Garza como Héctor Larios, acompañados de Alejandro Chanona, convencieron a Emilio Gamboa de que Valdés sería un candidato idóneo a la presidencia del IFE, porque a pesar de su reticencia los priístas no tenían candidatos de peso, pues fueron eliminados Lorenzo Córdova, Fernando Serrano Migallón y hasta Carlos Alberto Sirvent Gutiérrez, a quien Emilio Ulloa como presidente de la Comisión de Cultura llamó “el afanador de las cloacas de Bucareli”.
Este momentáneo equilibrio de fuerzas entre PAN y PRD generó el enojo de Gamboa Patrón, pues ni su dirigente nacional lo respaldó en su estrategia por obtener la presidencia del Consejo General. Incluso, en el momento más cerrado de la negociación amenazó –como lo reveló en la plenaria posterior– con retirarse de la mesa. No lo hizo y al final se allanó a la terna cuando el PRD y el PAN aceptaron la designación de Marco Antonio Baños como candidato del PRI a consejero. Los coordinadores se retiraron cuatro horas del recinto y, en un hecho inédito en la actual legislatura, todos se reunieron por la mañana con la Junta de Coordinación Política.
Ahí, informaron que existía unanimidad en torno a las figuras de Valdés Zurita, Nacif y Baños. “Podemos anunciar con mucho orgullo que tenemos unanimidad de grupos parlamentarios para la elección del presidente y los nuevos consejeros del IFE”, expuso Héctor Larios, en su condición de presidente de la junta. Era mediodía y cada uno de los coordinadores llevó a sus plenarias el acuerdo para ser ratificado. En siete hubo aceptación, inclusive en el PRI, siempre institucional, pero no en el PRD. Los bejaranistas, fuerza que aún persiste en las filas de ese partido, rechazaron la terna y el acuerdo de su coordinador. Al final, para que quedara “en el registro del anecdotario”, la diputada Layda Sansores, de Convergencia, la emprendió contra el método de selección, los modos de los coordinadores y el resultado: “Somos el hazmerreír de los medios y de la opinión pública… hemos sido severamente cuestionados y si no actuamos con pulcritud, la sociedad nos va a rebasar por carriles que no son precisamente los del Congreso, y nos van a acusar de tomar decisiones preciosas, al más puro estilo de la Suprema Corte”.
Asimismo, la diputada perredista Valentina Batres Guadarrama descalificó a los tres consejeros, porque “queríamos a alguien incuestionable, precisamente para irnos en confianza en los próximos procesos electorales (de 2009). No lo logramos…” Pero en el pleno del Palacio Legislativo de San Lázaro la sensación era otra, de algarabía. Casi todos los diputados estaban dispuestos a levantar el dedo para votar en favor de los tres, pero todavía debían sufragar por cédula y cuando Ruth Zavaleta decretó la legalidad del acto, la mayoría externó su beneplácito con un prolongado aplauso.
- Los tres son la misma cosa: AMLO
Ciro PérezYecapixtla, Mor., 7 de febrero. Andrés Manuel López Obrador expresó su desconfianza en Leonardo Valdés Zurita, Benito Nacif y Marco Antonio Baños, quienes fueron designados sustitutos del presidente y dos integrantes del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE), ya que, dijo, están vinculados con el PRI y el PAN. “Ni los consejeros del IFE actuales ni los anteriores me dan confianza; todos tienen que ver con el PRI y con el PAN”, aseveró el ex candidato presidencial, luego de señalar que los consejeros electos este jueves “son la misma cosa, no hay cambio”.
- Rechaza ser un improvisado; hoy asume el cargo
- Se restituirá la confianza en el IFE: Valdés Zurita
- Niega que el proceso de elección se haya partidizado
Alonso UrrutiaEl consenso logrado entre los grupos parlamentarios de la Cámara de Diputados para la designación de los tres nuevos consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) permitirá restituir la credibilidad de los partidos en la institución y avanzar en la recuperación de la confianza ciudadana, consideró el nuevo presidente del organismo, Leonardo Valdés, quien hoy tomará posesión del cargo en sesión extraordinaria del Consejo General. Al término de una reunión con quien fungiera como consejero presidente provisional, Andrés Albo –para afinar los detalles del relevo que se efectuará este mediodía–, Valdés salió en defensa de su designación: “No soy un improvisado, llevo muchos años en esta materia y me preparé para ser candidato competitivo. Los frutos de este trabajo están a la vista”.
A pesar de las versiones sobre la repartición de cuotas que imperó en la designación, Valdés Zurita rechazó que el proceso se haya partidizado pues, juzgó, la ley establece que uno de los partidos tiene que postular al candidato. “A mí me dicen que fui propuesto por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), pero sucede que 43 diputados de ese grupo votan contra mí; ahí tienen el dato de cuál es mi vínculo con ese partido (…) Objetivamente es un Consejo General que no está partidizado, en el que los que hicimos la tarea al final logramos el consenso de los grupos parlamentarios”.
En conferencia de prensa, el consejero presidente ratificó sus convicciones sobre los votos que una parte de los diputados del sol azteca le adjudicaron como expresión de su proclividad al PAN. Efectivamente, en el 2000 “yo no alcancé la convicción jurídica de que el candidato de ese partido (PRD) aprobara el requisito de residencia de cinco años cumplidos en la ciudad de México”, dijo. Pero sostiene que una vez que el Tribunal Electoral del Distrito Federal dictaminó y falló en su favor, “no tuve ninguna objeción de hacerme responsable de la Comisión de Organización Electoral”. Al referirse al caso del rebase de topes de campaña del panista Santiago Creel Miranda, explicó que en su consideración ya se había juzgado y sancionado, por lo que no había posibilidad de reabrir el expediente y en ese sentido votó en su momento. “Entiendo que no tengo un cheque en blanco ni del PRD ni de ninguno de los otros partidos, y que éste va a ser un Consejo General que va a ser muy vigilado por los partidos, por el Congreso y sobre todo por los medios de comunicación y la ciudadanía, pero no tengo ninguna duda de que vamos a rendir buenas cuentas”.
Por la tarde, Valdés Zurita subrayó –en entrevista telefónica– que de inmediato habrá de abocarse a la revisión de los expedientes de los partidos de la Revolución Democrática y Nueva Alianza, relacionados con los acatamientos de sentencia de los informes de campaña cuyo tema central son los espots no reportados. “Solamente tengo información de lo que se ha publicado del fallo de los magistrados del Tribunal Electoral, por lo que tendré que imponerme del expediente para con los otros consejeros resolver a la brevedad”. La intención es, dijo el doctor en ciencias sociales de El Colegio de México, que para la primera semana de octubre, cuando formalmente comienza el proceso electoral, quede saldado todo lo concerniente a los comicios de 2006.
–¿Esto incluye la destrucción de las boletas electorales? –se le preguntó.
–Hay que reflexionar sobre la situación jurídica con el objeto de resolver esta situación. Lo que está claro es que, incluso en términos logísticos, es de la mayor importancia tener una solución.
El nuevo consejero presidente habló de la necesidad de restructurar la institución para adecuarla a las nuevas atribuciones que tiene derivadas de las reformas al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe); hay que trabajar aceleradamente para conformar la Junta General Ejecutiva, designando a los funcionarios que deben ocupar las vacantes existentes, partiendo del perfil necesario para desempeñar esos cargos.
–¿Entre esos nombramientos cabría la designación de un nuevo responsable de la Unidad Técnica de Fiscalización?
–Es un asunto que hay que reflexionar con cuidado. Lo que pienso es que hay que definir un perfil adecuado para un funcionario que tendrá en sus manos una enorme responsabilidad, pues deberá crear una nueva estructura y tendrá que hacerlo otorgando confianza a todos los miembros del Consejo General de que sus actos serán apegados a la ley y con pleno desempeño profesional. Para Valdés, con la reforma legal el IFE tiene todos los elementos para conducir un proceso legal que permita revertir la caída en la imagen que ha tenido la institución entre la ciudadanía y lograr recuperar la confiabilidad en el instituto.
- Difícil, que el IFE recupere la credibilidad con los nuevos consejeros, advierte
- Ackerman: PRI y PAN mantuvieron su predominio en el instituto electoral
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Alonso UrrutiaLa opacidad en la fase definitiva de selección de consejeros electorales en la Cámara de Diputados y la preservación pura de las cuotas de PAN y PRI, tanto de los nuevos integrantes como de los que se mantendrán hasta 2010 serán factores que difícilmente permitirán la recuperación de la credibilidad del Instituto Federal Electoral (IFE) rumbo a los comicios del 2009, sostuvo John Ackerman, especialista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Manifestó que, en los hechos, el proceso de selección reprodujo el esquema del 2003, cuando PRI y PAN lograron incorporar consejeros afines a sus posturas, situación que se reproduce ahora y el PRD se queda sin nadie que tenga una cercanía ideológica. Lo paradójico, cuestionó, es que entonces el partido del sol azteca protestó por su exclusión y ahora celebra esa marginación.
A su juicio, los tres nuevos consejeros –Leonardo Valdés, Marco Antonio Baños y Benito Nacif– apuntan a mantener el estatus quo en el IFE, a dar por finiquitado –sin profundizar más en las investigaciones– el tema de los espots, o bien a proceder a la destrucción de las boletas electorales dando así por cancelado el proceso para acceder a ellas que se ha promovido entre ciudadanos. Aseveró que todo apunta a que el nuevo discurso institucional será dejar pasar ya lo sucedido en 2006 y construir hacia el futuro sin mirar atrás. Sin embargo, alertó que sobre la mesa están, en la agenda inmediata, las indagatorias relacionadas con el mercado negro de promocionales que hicieron los partidos, tema que el anterior Consejo General parece haber optado por minimizar.
Ackerman recordó que el nuevo presidente, Leonardo Valdés, tuvo en su desempeño como consejero del Instituto Electoral del Distrito Federal dos posiciones clave: votar en contra de aceptar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador como candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal en 2000, y avalar que el entonces candidato panista al mismo cargo, Santiago Creel Miranda, haya rebasado los topes de campaña. Con esos antecedentes, dijo en entrevista con este diario, cuesta trabajo pensar que Valdés pueda ser considerado como una cuota perredista, cuando su actuación fue favorable al PAN.
Sin embargo, acotó, habrá que esperar su desempeño como consejero presidente para determinar si puede iniciarse la recuperación de la credibilidad del organismo, pero de entrada “parece difícil pensar en un principio de recuperación de la legitimidad del IFE con la designación de estos nuevos consejeros”. Subrayó que en la reciente reunión de diputados perredistas efectuada en Los Cabos, éstos le plantearon a Javier González Garza cinco nombres para darle mayor flexibilidad en las negociaciones. Sin embargo, entre los nominados no estaba Leonardo Valdés, e incluso, enfatizó, ni en una lista de diez personajes que circuló días después. El especialista definió a Benito Nacif, postulado por el PAN, como un hombre “extremadamente conservador, muy cercano a Felipe Calderón, que en su momento promovió un desplegado, junto con Héctor Aguilar Camín y otros intelectuales, en contra de la remoción de los consejeros”. Es un “amigo íntimo de Luis Carlos Ugalde” y su llegada sólo puede entenderse como una asignación “pura y fiel” del panismo en el Consejo General.
Para el investigador, Marco Antonio Baños es un personaje de la vieja guardia priísta que dominaba el IFE en los primeros años de su creación: “Es el brazo derecho de Felipe Solís Acero y la mano izquierda de Manlio Fabio Beltrones”. Se trata, resumió, de un cuadro absolutamente priísta que en su momento fue muy cercano a la entonces secretaria general ejecutiva y actual presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, María del Carmen Alanís, pues ambos “fundaron la empresa de asesoría a partidos Demos, y de hecho, cuando Alanís la dejó, Baños quedó al frente”. Ackerman reprochó la opacidad final que tuvo la Cámara de Diputados para decidir. “Tendría que hacer públicas las razones por las cuales Genaro Góngora o Mauricio Merino no pudieron quedar en el nuevo Consejo General del IFE”, concluyó.
- Perfil del nuevo consejero presidente
(Roberto Garduño y Enrique Méndez)Leonardo Antonio Valdés, ayer Leonardo Antonio Valdés, ayer Foto: IFE
En el ensayo que presentó para registrarse en el proceso de renovación del Instituto Federal Electoral (IFE), el presidente electo del Consejo General, Leonardo Antonio Valdés Zurita, ponderó que la renovación de consejeros forma parte del ajuste institucional “para volver a sincronizar el marco normativo” del sistema electoral con la competitividad en los comicios. Y alertaba: “No hacerlo podría poner en riesgo la estabilidad de nuestra convivencia social y eso, ninguno de los participantes en este proceso, estoy seguro, lo deseamos”.
Valdés Zurita, quien ayer fue designado presidente del IFE, es doctor en ciencia social con especialidad en sociología por El Colegio de México, y licenciado en economía por la Universidad Anáhuac. Es profesor titular de tiempo completo en la Universidad de Guanajuato, y como parte de su experiencia en comicios fue director ejecutivo de Organización Electoral en el IFE, así como consejero del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF). Además, entre 1985 y 1988 fue representante de los desaparecidos Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) y Partido Mexicano Socialista (PMS) en los comicios de 1985 y de 1988, ante la Comisión Federal Electoral. Como parte de su ensayo, Valdés Zurita hizo referencia a la incertidumbre sobre el resultado de la elección presidencial de 2006. Dijo: “La disminución de la diferencia de votos entre los ganadores y sus adversarios más cercanos terminó por poner en duda, para un segmento significativo de la sociedad, la certeza y legalidad de los resultados electorales”.
También abordó la injerencia “de otros actores” distintos a los partidos en el proceso de ese año, y aseguró que al modificarse la norma electoral para prohibir la participación de terceros en la contratación de espacios publicitarios, los partidos serán los únicos obligados a convencer a los ciudadanos de otorgarles su voto. Otro tipo de intervención “no sólo no fortalece al sistema de partidos, sino que tiende a debilitarlo”, aseguró.
IFE: arreglo turbio
EDITORIALTras meses de jaloneos, en los que se vulneró el decoro institucional, las fracciones partidistas de San Lázaro designaron a un nuevo presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) y a dos consejeros de recambio. El hecho, que a primera vista podría parecer un primer paso para remontar el descrédito de ese organismo, en realidad lo ahonda, habida cuenta de la manera tan poco transparente –es decir, turbia– en que se alcanzó el acuerdo correspondiente: en negociaciones nocturnas, a espaldas de la sociedad y sin tomar en cuenta las trayectorias de los candidatos.
Habría sido deseable, y hasta exigible, que el proceso de renovación del instituto electoral y la selección de sus nuevos funcionarios hubiese pasado por una discusión, de cara a la ciudadanía, de los perfiles idóneos para los cargos a ocupar y de los lineamientos que deben regir a esa institución en los próximos años a fin de restituirle su credibilidad y su autoridad moral, demolidas por el mal desempeño del Consejo General pasado durante las campañas y las elecciones presidenciales de julio de 2006. En cambio, la selección de los nuevos funcionarios electorales se caracterizó por las exclusiones sin argumentación, las postulaciones arbitrarias y los vetos inexplicados.
Debe recordarse que el Consejo General que operó el IFE hasta el año pasado fue integrado en el marco de una componenda entre los partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI), de la que se excluyó al Partido de la Revolución Democrática (PRD). Unos años más tarde, en las campañas y en las elecciones presidenciales de 2006, el IFE toleró la descarada intromisión presidencial para favorecer a su candidato y perjudicar al opositor; consintió la ilegal incursión propagandística de las cúpulas empresariales en contra del aspirante de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador; sesgó la difusión de los resultados de la jornada del 2 de julio; se negó en redondo a esclarecer las fundadas sospechas en torno a tales resultados y a permitir un recuento de los sufragios y, para colmo, el entonces presidente del Consejo General, Luis Carlos Ugalde, se excedió en sus facultades legales al proclamar a un vencedor de los comicios, con lo que dejó al descubierto su parcialidad y su supeditación al Poder Ejecutivo.
De noviembre del año pasado a ayer se llevó a cabo una redición de la componenda, con la única diferencia de que en esta ocasión se permitió participar en ella a los legisladores perredistas y hasta se terminó por aceptar a la persona propuesta por ellos para la presidencia del IFE. Los excluidos, en esta ocasión, fueron los ciudadanos en su conjunto. Sin dar oportunidad al debate y a la exposición de programas por parte de los posibles, y sin recabar el sentir de la sociedad sobre las trayectorias que mejor podrían garantizar el regreso de la independencia y la imparcialidad al organismo electoral, los partidos políticos se dieron a sí mismos un arbitraje tan dudoso como el anterior.
En suma: si la designación de los tres nuevos funcionarios electorales, incluido el consejero presidente, no se decidió con base en las capacidades personales y en el debate público, cabe sospechar que se haya fundado en el cálculo de lealtades de los postulados a los postulantes, en intercambios de posiciones de poder por apoyos parlamentarios y en concesiones en materia de programa político. Es real e inevitable, por ello, el riesgo de que los funcionarios recién designados no se conduzcan con la imparcialidad necesaria y que actúen no con el propósito de cumplir la ley sino para pagar favores. Más allá del organismo electoral, cabe preguntarse qué habrá comprometido la bancada del sol azteca a cambio de que los diputados panistas y priístas aceptaran entregar la presidencia del organismo electoral a una persona propuesta por el PRD. Más aún, hay margen para dudar de que este “nuevo IFE” sea capaz de remontar la sima de desprestigio a la que lo condujo el anterior Consejo General, encabezado por Luis Carlos Ugalde.