- Disertación del caricaturista sobre la muestra-homenaje a Gabriel Vargas y Rius
- El cómic está en declive y se le menosprecia como fenómeno cultural y artístico: El Fisgón
La historieta es un género todavía menospreciado en México como fenómeno cultural y artístico, no obstante que fue uno de los negocios editoriales más relevantes del siglo XX. Además, produjo una serie de personajes que se volvieron arquetípicos, y muchos giros de lenguaje de la vida cotidiana surgieron de sus tiras, expresó Rafael Barajas, El Fisgón.
El caricaturista habló la noche del miércoles sobre la historia de ese género en México, con motivo de la exposición De San Garabato al Callejón del Cuajo, con la que se rinde homenaje a los ilustradores Gabriel Vargas y Eduardo del Río, Rius, que El Fisgón curó para el Museo del Estanquillo/ Colecciones Carlos Monsiváis (Isabel la Católica 26, Centro Histórico).
Visto como “un objeto folclórico, de pueblo inculto, cuando mucho un tema de estudio para intelectuales excéntricos”, la historieta aun hoy día es “una de las lecturas más importantes de los mexicanos”, a pesar de que señaló que la industria mexicana del cómic va en picada.
En su mejor momento, “las reglas del mercado eran tan estrictas que acabaron convirtiéndolo en una camisa de fuerza para los verdaderos creadores, quienes se alejaron. Esta situación redundó en que la industria repitiera la misma fórmula”.
Además, hace unas décadas el espectro televisivo no cubría toda la República, lo que sí sucedió a partir de los años 90.
Género difícil, completo y complejo
El Fisgón, “como muchos mexicanos”, se inició en la lectura leyendo historietas –no había cuentos para niños–, y “esto me marcó para el resto de mi vida y, sin duda, para mi profesión”.
Rafael Barajas aseguró que las mejores historietas del México actual se hacen fuera de la gran industria editorial.
Para el especialista, se trata de un género muy difícil, muy completo y muy complejo. Por un lado, exige una gran solvencia narrativa y, por el otro, una gran solvencia gráfica, combinación difícil de encontrar. México ha tenido notables historietistas y uno de los grandes narradores del cómic a escala mundial.
“Estoy convencido de que en un futuro no muy lejano los libros de texto que hablan de lo que ha sido la literatura mexicana en el siglo XX, tendrán que incluir algunos pasajes de La familia Burrón, de Vargas, así como capítulos de El señor Pestaña, de Andrés Audiffred e Hipólito Zendejas, y algún capítulo de Los Supermachos, de Rius, porque muchas de las grandes historias que se contaron en este país, se narraron precisamente en estos títulos y por estos autores.”
Anotó que la exposición De San Garabato al Callejón del Cuajo trata de dos microcosmos nacionales que “estaban perfectamente unidos y se complementaban”. Mientras Vargas retrata el universo de la familia clase media baja de la ciudad, Rius crea un microcosmos del pueblo mexicano. No sólo las historietas están en declive, sino “las vecindades están en vías de desaparición y los pequeños pueblos se convierten en fantasmas por el deterioro de la actividad agrícola, por la quiebra del campo por las políticas neoliberales y por la migración”.
El caricaturista habló la noche del miércoles sobre la historia de ese género en México, con motivo de la exposición De San Garabato al Callejón del Cuajo, con la que se rinde homenaje a los ilustradores Gabriel Vargas y Eduardo del Río, Rius, que El Fisgón curó para el Museo del Estanquillo/ Colecciones Carlos Monsiváis (Isabel la Católica 26, Centro Histórico).
Visto como “un objeto folclórico, de pueblo inculto, cuando mucho un tema de estudio para intelectuales excéntricos”, la historieta aun hoy día es “una de las lecturas más importantes de los mexicanos”, a pesar de que señaló que la industria mexicana del cómic va en picada.
En su mejor momento, “las reglas del mercado eran tan estrictas que acabaron convirtiéndolo en una camisa de fuerza para los verdaderos creadores, quienes se alejaron. Esta situación redundó en que la industria repitiera la misma fórmula”.
Además, hace unas décadas el espectro televisivo no cubría toda la República, lo que sí sucedió a partir de los años 90.
Género difícil, completo y complejo
El Fisgón, “como muchos mexicanos”, se inició en la lectura leyendo historietas –no había cuentos para niños–, y “esto me marcó para el resto de mi vida y, sin duda, para mi profesión”.
Rafael Barajas aseguró que las mejores historietas del México actual se hacen fuera de la gran industria editorial.
Para el especialista, se trata de un género muy difícil, muy completo y muy complejo. Por un lado, exige una gran solvencia narrativa y, por el otro, una gran solvencia gráfica, combinación difícil de encontrar. México ha tenido notables historietistas y uno de los grandes narradores del cómic a escala mundial.
“Estoy convencido de que en un futuro no muy lejano los libros de texto que hablan de lo que ha sido la literatura mexicana en el siglo XX, tendrán que incluir algunos pasajes de La familia Burrón, de Vargas, así como capítulos de El señor Pestaña, de Andrés Audiffred e Hipólito Zendejas, y algún capítulo de Los Supermachos, de Rius, porque muchas de las grandes historias que se contaron en este país, se narraron precisamente en estos títulos y por estos autores.”
Anotó que la exposición De San Garabato al Callejón del Cuajo trata de dos microcosmos nacionales que “estaban perfectamente unidos y se complementaban”. Mientras Vargas retrata el universo de la familia clase media baja de la ciudad, Rius crea un microcosmos del pueblo mexicano. No sólo las historietas están en declive, sino “las vecindades están en vías de desaparición y los pequeños pueblos se convierten en fantasmas por el deterioro de la actividad agrícola, por la quiebra del campo por las políticas neoliberales y por la migración”.
Kikka Roja
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Comentarios. HOLA! deja tu mensaje ...