A 40 años de la matanza de Tlatelolco, “el Legislativo no ha emitido una condena pública”
Luis Reyes
Cultura La jornanda 25 de sept 2008
“La mayor parte de los mexicanos hoy sabemos que al Congreso de la Unión se le conoce como El asesino de estudiantes. Han pasado 40 años de la matanza de Tlatelolco y el Legislativo no ha hecho ninguna condena pública por aquella represión”, expresó Juan Bañuelos, poeta representativo del movimiento del 68. Durante la conferencia El 68 y las letras mexicanas contemporáneas, el escritor chiapaneco recordó que aquel 2 de octubre al llegar al edificio Hidalgo de Tlatelolco, donde vivía, se encontró con un estudiante herido, además de policías vestidos de civil que lo detuvieron culpándolo de las heridas del muchacho, a lo que Bañuelos respondió: “Yo vengo de mi trabajo, no sé de qué me están hablando”.
En la mesa-debate en la que también participaron Gonzalo Martré y Marco Antonio Campos, Bañuelos narró que observó una camioneta con varios de sus amigos estudiantes, como la escritora Thelma Nava, quienes gritaban que estaban recogiendo heridos y portaban una bandera blanca, símbolo de neutralidad. “Los policías se asustaron y decidieron dejarme libre. La camioneta se fue por la vías del ferrocarril, corriendo el riesgo de que pasara uno, y con las llantas destrozadas llegaron hasta Nonoalco, sólo así nos pudimos salvar”, rememoró. “Fue impresionante llegar a la parte donde aún había bastantes heridos, y luego ver lo que siguió los demás días. Por ser testigo, escribí un libro, porque los periódicos no decían mayor cosa”, señaló Bañuelos. En la sala 1 del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, el poeta citó a Enrique Semo, quien dijo que “antes como ahora, el Congreso se identifica con el poder presidencial en turno”.
Vicisitudes de una novela
Por su parte, Gonzalo Martré rememoró que aquella fecha se encontraba en la Plaza de las Tres Culturas, “y aunque salí bien librado, alcancé a ver gran parte de la matanza”. Dijo que debido a la represión decidió escribir una novela que apareció en 1978. “Me tomó cuatro años tratar de publicarla. La causa fue que según la óptica gubernamental, denigraba al sacrosanto Ejército nacional”, aseveró. Comentó que un amigo librero le platicó que la novela tuvo gran éxito, entre algunos personajes con corte tipo militar pero vestidos de civil, quienes compraban hasta cuatro libros por persona, “cosa que benefició a la editorial, ya que fue una disputa de ver quién se cansaba primero: la editorial de publicarlos o los soldados de comprarlos”. En su testimonio, Marco Antonio Campos recordó que tenía 19 años e ingresaba a la Facultad de Derecho, señaló que el 68 los tomó de sorpresa, esto lo expresa en su novela Que la carne es yerba, donde revisa cuatro momentos del movimiento estudiantil y la represión gubernamental. Explicó que los lemas en las pancartas de ese entonces reclamaban al gobierno: “No queremos olimpiada, queremos Revolución”, “Sal al balcón pinche hocicón”. Incluso, mencionó, hubo un cartel que apareció luego de que Díaz Ordaz supuestamente tendiera la mano después del 29 de agosto, que decía: “Esa mano tendida necesita la prueba de la parafina”.
En la mesa-debate en la que también participaron Gonzalo Martré y Marco Antonio Campos, Bañuelos narró que observó una camioneta con varios de sus amigos estudiantes, como la escritora Thelma Nava, quienes gritaban que estaban recogiendo heridos y portaban una bandera blanca, símbolo de neutralidad. “Los policías se asustaron y decidieron dejarme libre. La camioneta se fue por la vías del ferrocarril, corriendo el riesgo de que pasara uno, y con las llantas destrozadas llegaron hasta Nonoalco, sólo así nos pudimos salvar”, rememoró. “Fue impresionante llegar a la parte donde aún había bastantes heridos, y luego ver lo que siguió los demás días. Por ser testigo, escribí un libro, porque los periódicos no decían mayor cosa”, señaló Bañuelos. En la sala 1 del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, el poeta citó a Enrique Semo, quien dijo que “antes como ahora, el Congreso se identifica con el poder presidencial en turno”.
Vicisitudes de una novela
Por su parte, Gonzalo Martré rememoró que aquella fecha se encontraba en la Plaza de las Tres Culturas, “y aunque salí bien librado, alcancé a ver gran parte de la matanza”. Dijo que debido a la represión decidió escribir una novela que apareció en 1978. “Me tomó cuatro años tratar de publicarla. La causa fue que según la óptica gubernamental, denigraba al sacrosanto Ejército nacional”, aseveró. Comentó que un amigo librero le platicó que la novela tuvo gran éxito, entre algunos personajes con corte tipo militar pero vestidos de civil, quienes compraban hasta cuatro libros por persona, “cosa que benefició a la editorial, ya que fue una disputa de ver quién se cansaba primero: la editorial de publicarlos o los soldados de comprarlos”. En su testimonio, Marco Antonio Campos recordó que tenía 19 años e ingresaba a la Facultad de Derecho, señaló que el 68 los tomó de sorpresa, esto lo expresa en su novela Que la carne es yerba, donde revisa cuatro momentos del movimiento estudiantil y la represión gubernamental. Explicó que los lemas en las pancartas de ese entonces reclamaban al gobierno: “No queremos olimpiada, queremos Revolución”, “Sal al balcón pinche hocicón”. Incluso, mencionó, hubo un cartel que apareció luego de que Díaz Ordaz supuestamente tendiera la mano después del 29 de agosto, que decía: “Esa mano tendida necesita la prueba de la parafina”.
Kikka Roja
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