- Disparejos sueldos entre servidores públicos
- En Los Pinos 27 personas acaparan 10% del presupuesto
Serenos, mexicanos furibundos y pagadores, que ya lo clarificaron los brillantes tecnócratas de la Secretaría de Hacienda: el alud de impuestos que para 2010 promueven el inquilino de Los Pinos y el espléndido doctor catarrito por medio de su paquetazo no sólo permitirá retomar el camino del crecimiento sin impacto inflacionario, sino que la nueva carga fiscal no le pega a la clase media, ni a los pobres y mucho menos a los ricos. Qué bueno saberlo, sobre todo si la noticia, con toda la credibilidad del caso, proviene del mismo equipo gubernamental que no ha dado una en materia de pronósticos económicos, detección oportuna de crisis y promoción del crecimiento en el país.
Qué bueno, pues, pero surge la pregunta: si la avalancha fiscal no impactará el bolsillo de ningún sector de la población, entonces ¿quién pagará los impuestos? (los nuevos, los disfrazados y los viejos, éstos con tasas mayores, estimados en un billón 328 mil millones de pesos). Se supone que alguien deberá hacerlo en 2010 en el contexto del cambio que retóricamente promueve el inquilino de Los Pinos. Si se atiende la festiva versión de los ágiles muchachos que rodean al doctor Carstens, nadie lo hará, aunque en el citado paquetazo se especifica que, de autorizar el Congreso los nuevos gravámenes y el aumento de los existentes, los pobres pagarán impuestos para salir de pobres, según promesa oficial; los desvalijados clasemedieros harán lo propio, y los ricos.... ¡Ya está! Aquí es donde cabe perfectamente el comentario de los tecnócratas de Hacienda: los ricos no pagarán prácticamente nada –salvo por consumo, y eso habrá que verlo–, porque el alud fiscal no roza su chalet.
Algo similar sucede con el cambio desde el micrófono oficial pregonado en materia de gasto corriente y dentro de éste, especialmente, en servicios personales, o lo que es lo mismo, en nómina burocrática. El recorte, dicen, será sin distingos y parejo en el abismalmente disparejo universo de sueldos, salarios, prestaciones y conexos de los autodenominados servidores públicos, caso concreto el catálogo de emolumentos en la Presidencia de la República, en el que el salario bruto mensual más reducido (2009) es de 3 mil 625.66 pesos (7 mil 839.75 con prestaciones), y el mayor de 208 mil 570.91 (277 mil 429.17), según la Secretaría de Hacienda.
Así, de acuerdo con la misma fuente, el inquilino de Los Pinos y 26 personas más (el 1.65 por ciento del personal que oficialmente labora en la Presidencia de la República) se engullen casi 10 por ciento del presupuesto destinado a servicios personales. Si el círculo se amplía para incorporar de directores de área hacia arriba (Calderón incluido), entonces 111 personas (6.8 por ciento del referido personal) se comen 35 por ciento de tal presupuesto, mientras de arriba hacia abajo mil 526 trabajadores (93.2 por ciento del personal) se distribuyen (de forma igualmente inequitativa) el 65 por ciento restante, lo que demuestra lo profundamente disparejo de lo parejo. Lo anterior no considera gastos de representación.
Esa realidad se repite en todas las dependencias públicas, en las que un selecto grupo obtiene sueldos y prestaciones de primer mundo –con resultados de cuarto–, mientras el voluminoso resto se hace bolas con lo que le dejan. Por ejemplo, en el sector central de la Secretaría de Hacienda (Carstens, genios y conexos), 4.8 por ciento de las plazas oficialmente reconocidas (la del secretario en primer lugar) se engulle no menos de 21 por ciento del presupuesto destinado a servicios personales. El ejercicio se puede repetir en cualquier oficina de gobierno (inclúyanse los estatales y municipales), más los poderes Legislativo y Judicial –donde la cuchara más grande les queda muy chica para servirse en sueldos, salarios y prestaciones– y el marcador será igualmente disparejo y desolador.
Como parte del cambio, micrófono en mano, para 2010 el inquilino de Los Pinos prometió una sacudida en cuanto a gasto corriente (especialmente nómina burocrática). Sin embargo, en una primera revisión el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados encontró lo siguiente:
En relación a la dinámica específica del gasto corriente, éste presenta un incremento absoluto de 49 mil 578.1 millones de pesos, al pasar la asignación presupuestal de un billón 811 mil 588.8 millones de pesos en 2009 a 1 billón 861 mil 166.9 millones en 2010. Ello implica un crecimiento en la asignación de 2.7 por ciento, en términos reales; en lo relativo al gasto corriente, tres de sus cuatro componentes principales presentan incrementos, tanto en términos absolutos como relativos. Los servicios personales se incrementan en 6 mil 796.2 millones de pesos, al pasar su asignación de 822 mil 329 millones de pesos en 2009 a 829 mil 125.2 millones en 2010, significando un incremento relativo real de 0.8 por ciento; el rubro de pensiones y jubilaciones es el que presenta el mayor crecimiento en términos reales, siendo este del orden de 16.1 por ciento, al incrementarse el monto asignado de 263 mil 932.2 millones en 2009 a 306 mil 502.8 millones de pesos en 2010, una variación absoluta de 42 mil 570.6 millones de pesos; en relación con los subsidios, crecen en términos absolutos y relativos, pero en menor magnitud que las pensiones. Concretamente, la asignación presupuestal se incrementa de 280 mil 188.2 millones de pesos en 2009 a 291 mil 557.8 en 2010; una diferencia absoluta de 11 mil 369.6 millones de pesos y relativa de 4.1 por ciento; el último de los renglones principales del gasto corriente, otros gastos corrientes, presenta una variación real negativa de 2.5 por ciento, y una caída absoluta de la asignación presupuestal de 11 mil 158.3 millones de pesos. Este comportamiento refleja las disminuciones relativas, en términos reales, de algunos de sus componentes, entre ellos los ramos administrativos, los poderes, entes autónomos y ramos generales. En riguroso sentido contrario, el gasto de inversión –generador de riqueza y empleo– reporta una caída cercana a 10 por ciento.
Las rebanadas del pastel
Oportuno como siempre, el inquilino de Los Pinos dice que los costos por la inmovilidad son mucho más altos que los costos por actuar ahora. Qué bueno que tres años después se dio cuenta de lo obvio, justo cuando el horno no está para bollos... El Club de Periodistas de México invita a su 58 foro Las reversas del… ¿cambio? Participan el colega Enrique Pastor Cruz Carranza, José Alfonso Suárez del Real y Aguilera, José Antonio Vital Galicia, Fernando Celis Callejas y Edgar Cortés Morales. Moderan Celeste Sáenz de Miera y José Manuel Orozco Garibay. La cita es hoy a las 18 horas en Filomeno Mata 8, Centro Histórico. Se pone bueno.
Qué bueno, pues, pero surge la pregunta: si la avalancha fiscal no impactará el bolsillo de ningún sector de la población, entonces ¿quién pagará los impuestos? (los nuevos, los disfrazados y los viejos, éstos con tasas mayores, estimados en un billón 328 mil millones de pesos). Se supone que alguien deberá hacerlo en 2010 en el contexto del cambio que retóricamente promueve el inquilino de Los Pinos. Si se atiende la festiva versión de los ágiles muchachos que rodean al doctor Carstens, nadie lo hará, aunque en el citado paquetazo se especifica que, de autorizar el Congreso los nuevos gravámenes y el aumento de los existentes, los pobres pagarán impuestos para salir de pobres, según promesa oficial; los desvalijados clasemedieros harán lo propio, y los ricos.... ¡Ya está! Aquí es donde cabe perfectamente el comentario de los tecnócratas de Hacienda: los ricos no pagarán prácticamente nada –salvo por consumo, y eso habrá que verlo–, porque el alud fiscal no roza su chalet.
Algo similar sucede con el cambio desde el micrófono oficial pregonado en materia de gasto corriente y dentro de éste, especialmente, en servicios personales, o lo que es lo mismo, en nómina burocrática. El recorte, dicen, será sin distingos y parejo en el abismalmente disparejo universo de sueldos, salarios, prestaciones y conexos de los autodenominados servidores públicos, caso concreto el catálogo de emolumentos en la Presidencia de la República, en el que el salario bruto mensual más reducido (2009) es de 3 mil 625.66 pesos (7 mil 839.75 con prestaciones), y el mayor de 208 mil 570.91 (277 mil 429.17), según la Secretaría de Hacienda.
Así, de acuerdo con la misma fuente, el inquilino de Los Pinos y 26 personas más (el 1.65 por ciento del personal que oficialmente labora en la Presidencia de la República) se engullen casi 10 por ciento del presupuesto destinado a servicios personales. Si el círculo se amplía para incorporar de directores de área hacia arriba (Calderón incluido), entonces 111 personas (6.8 por ciento del referido personal) se comen 35 por ciento de tal presupuesto, mientras de arriba hacia abajo mil 526 trabajadores (93.2 por ciento del personal) se distribuyen (de forma igualmente inequitativa) el 65 por ciento restante, lo que demuestra lo profundamente disparejo de lo parejo. Lo anterior no considera gastos de representación.
Esa realidad se repite en todas las dependencias públicas, en las que un selecto grupo obtiene sueldos y prestaciones de primer mundo –con resultados de cuarto–, mientras el voluminoso resto se hace bolas con lo que le dejan. Por ejemplo, en el sector central de la Secretaría de Hacienda (Carstens, genios y conexos), 4.8 por ciento de las plazas oficialmente reconocidas (la del secretario en primer lugar) se engulle no menos de 21 por ciento del presupuesto destinado a servicios personales. El ejercicio se puede repetir en cualquier oficina de gobierno (inclúyanse los estatales y municipales), más los poderes Legislativo y Judicial –donde la cuchara más grande les queda muy chica para servirse en sueldos, salarios y prestaciones– y el marcador será igualmente disparejo y desolador.
Como parte del cambio, micrófono en mano, para 2010 el inquilino de Los Pinos prometió una sacudida en cuanto a gasto corriente (especialmente nómina burocrática). Sin embargo, en una primera revisión el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados encontró lo siguiente:
En relación a la dinámica específica del gasto corriente, éste presenta un incremento absoluto de 49 mil 578.1 millones de pesos, al pasar la asignación presupuestal de un billón 811 mil 588.8 millones de pesos en 2009 a 1 billón 861 mil 166.9 millones en 2010. Ello implica un crecimiento en la asignación de 2.7 por ciento, en términos reales; en lo relativo al gasto corriente, tres de sus cuatro componentes principales presentan incrementos, tanto en términos absolutos como relativos. Los servicios personales se incrementan en 6 mil 796.2 millones de pesos, al pasar su asignación de 822 mil 329 millones de pesos en 2009 a 829 mil 125.2 millones en 2010, significando un incremento relativo real de 0.8 por ciento; el rubro de pensiones y jubilaciones es el que presenta el mayor crecimiento en términos reales, siendo este del orden de 16.1 por ciento, al incrementarse el monto asignado de 263 mil 932.2 millones en 2009 a 306 mil 502.8 millones de pesos en 2010, una variación absoluta de 42 mil 570.6 millones de pesos; en relación con los subsidios, crecen en términos absolutos y relativos, pero en menor magnitud que las pensiones. Concretamente, la asignación presupuestal se incrementa de 280 mil 188.2 millones de pesos en 2009 a 291 mil 557.8 en 2010; una diferencia absoluta de 11 mil 369.6 millones de pesos y relativa de 4.1 por ciento; el último de los renglones principales del gasto corriente, otros gastos corrientes, presenta una variación real negativa de 2.5 por ciento, y una caída absoluta de la asignación presupuestal de 11 mil 158.3 millones de pesos. Este comportamiento refleja las disminuciones relativas, en términos reales, de algunos de sus componentes, entre ellos los ramos administrativos, los poderes, entes autónomos y ramos generales. En riguroso sentido contrario, el gasto de inversión –generador de riqueza y empleo– reporta una caída cercana a 10 por ciento.
Las rebanadas del pastel
Oportuno como siempre, el inquilino de Los Pinos dice que los costos por la inmovilidad son mucho más altos que los costos por actuar ahora. Qué bueno que tres años después se dio cuenta de lo obvio, justo cuando el horno no está para bollos... El Club de Periodistas de México invita a su 58 foro Las reversas del… ¿cambio? Participan el colega Enrique Pastor Cruz Carranza, José Alfonso Suárez del Real y Aguilera, José Antonio Vital Galicia, Fernando Celis Callejas y Edgar Cortés Morales. Moderan Celeste Sáenz de Miera y José Manuel Orozco Garibay. La cita es hoy a las 18 horas en Filomeno Mata 8, Centro Histórico. Se pone bueno.
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