Las falacias son argumentos cuyas razones carecen de validez en la argumentación, no obstante aparentan ser razonables y lógicas. Muchas falacias son utilizadas en los anuncios publicitarios y en la política. Su objetivo es tratar de convencernos (con argumentos falsos) de alguna posición en concreto. Las falacias suelen surtir un muy buen efecto, sobre todo cuando deseamos defender o argumentar a favor de posiciones poco defendibles. Así pues el objetivo final de utilizar las falacias no es convencer de la verdad o de la posición más correcta, sino convencer a toda costa.
A continuación conoceremos algunas de las falacias más comunes y las ejemplificaremos con algunos de los miles de ejemplos que la defensa de la estrategia de guerra contra el narcotráfico de Calderón ha generado; es decir notaremos como las razones con las que nos han intentado convencer de que la estrategia de guerra es correcta se sustentan en puros razonamientos incorrectos.
- “La razón principal, la causa principal de nuestro esfuerzo son los ciudadanos, son las familias mexicanas que demandan y con toda razón, un México seguro, un México de paz con justicia duradera” (16 de diciembre de 2011, primera sesión extraordinaria del consejo nacional de seguridad pública)
No hay discurso que verse sobre la seguridad en el que Calderón no repita que todos los mexicanos queremos más seguridad (como si no lo supiéramos), y aunque no lo diga así, lo que trata de decir con esas palabras es que la mayoría pide más seguridad. He ahí una falacia ad populum (apelación a la mayoría). Dicho tipo de falacias son incorrectas porque el hecho de que la mayoría afirme o pida algo no quiere decir que eso es correcto. La mayoría de las personas afirman que el aguacate es una verdura, pero eso no hace que dicho razonamiento sea cierto; el aguacate es una fruta. De hecho un buen maestro de lógica mostraba la insensatez de apelar a la mayoría con el siguiente razonamiento: A todas las moscas les gusta la caca, luego entonces la caca es sabrosa.
Pero, además debemos decir que Calderón ha agregado un uso muy particular de la falacia ad populum a sus discursos: cada que nos recuerda que las familias mexicanas, el pueblo o todos los ciudadanos demandamos más seguridad parece afirmar, entre líneas, que nos han dado justo lo que hemos pedido, otro razonamiento falso que apela a la demanda de la mayoría sin especificar cómo exigió la mayoría más seguridad o bajo que características. Es decir, Calderón tan sólo recupera la demanda, pero omite decir que todos demandamos más seguridad pero no demandamos militares y federales en las calles y en la vida social, ni operativos que violen los derechos humanos. Tampoco vayan a creer que es un uso muy original, porque la tradición popular se ha apropiado de este tipo de falacias por medio de los famosos chistes de un “mago gacho” que mal cumple los deseos de sus amos. Como chiste, causa gracia, pero que el político que es la máxima autoridad del país nos salga con eso… no da gracia.
2. “Creo que un primer paso es no perder las referencias de quienes son no sólo los malos, sino los sanguinarios de la película, y ellos son los criminales.” (5 de agosto de 2010, Dialogo por la seguridad, Evaluación y fortalecimiento)
“Digo esto, porque en el debate público sobre el tema de la inseguridad se han presentado, y en ocasiones con insistencia, diversas salidas falsas al problema” (26 de noviembre de 2009, XXVII Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública)
Tenemos con nosotros ejemplos de la falacia ad hominem (apelación al hombre). Este truco argumentativo consiste en descalificar a quien da un argumento contrario (a la persona o grupo) por características propias de su persona y no con razonamientos. Es decir en lugar de argumentar contra la posición que cierta persona defiende, atacamos a la persona misma. De seguro la han escuchado cuando el presentador del noticiero estelar de la noche trata de destruir la validez de los argumentos con los que los maestros piden aumento de salario, al afirmar que los maestros son flojos; que sean flojos no quita veracidad al hecho de que los salarios sean raquíticos, pero nos tratan de convencer de que sí, además distraen nuestra atención de la discusión y la centran en una crítica a una de las personas.
Calderón recurre a esta falacia cada vez que se critica o cuestiona su estrategia de seguridad. La primera cita del número 2 muestra cómo Calderón contesta ante las críticas a la forma en que han llevado a cabo su estrategia de seguridad descalificando a quienes lo hacen porque no tienen claro quién es el malo de la película, cómo si eso invalidara la reclamación por las violaciones a los derechos humanos. En el segundo caso trata de mostrar que el cuestionamiento a su estrategia carece de validez sólo porque las propuestas que dan quienes lo critican son “salidas falsas”. Vamos a suponer que realmente fueran salidas falsas, eso de ninguna manera quita el argumento con el que se cuestiona su estrategia, pero él trata de distraernos descalificando a quienes lo critican como grandes aportadores de salidas falsas.
3. Falacia ad verecundiam (apelación a un veredicto). Este tipo de falacias se utilizan cuando tratan de convencernos de un argumento poniendo a un ícono o símbolo social diciendo eso mismo, partiendo del hecho de que si él lo dice debe ser cierto. Tal es el caso de ciertos comerciales en los que aparece un artista reconocido diciéndonos qué desodorante usa, cómo si él fuera experto en desodorantes. Dicha falacia no opera si quien da su opinión es un experto en el tema (pero sigue siendo una falacia si sólo usa el producto o dice que lo usa porque le pagan por hacerlo). Si bien Calderón directamente no ha recurrido a esta falacia, se ha usado para defender su estrategia apuntalando en ciertos noticieros, comerciales y programas la opinión de ciertos famosos, de algunos expertos analistas (con los que pasa igual: si les pagan por decirlo, sigue siendo falacia) defendido la estrategia de seguridad de Calderón. Una de las más recurridas es la de citar al ex presidente o presidente de Colombia para afirmar que la estrategia de seguridad es correcta, argumentando que ellos llevan años de experiencia en la lucha contra el crimen (lo que han olvidado decirnos es que llevan años con un país violento que arroja miles de muertos, desplazados, ejecutados extrajudiciales, desaparecidos, etc. Lo que a mi juicio no es ser experto más que en fabricar más violencia).
Por hoy es suficiente (porque lo digo yo, que soy quien publica (falacia ad verecundiam)), ya en la siguiente entrega aprenderemos otras técnicas de convencer sin la verdad.
Continuemos revisando algunas de las falacias por medio de las cuales intentan convencernos de que la estrategia de lucha por la seguridad es adecuada.
4. “La responsabilidad de la violencia es de los violentos, la responsabilidad del crimen es de los criminales y no de las autoridades que nos decidimos a combatir a esos criminales”. (Centro de exposiciones Banamex, noviembre-diciembre de 2010).
A quien hubiera creído que decir que “la responsabilidad de la violencia es de los violentos” contiene información novedosa y relevante que no hubiéramos podido intuir, le aclaro que este enunciado más que aportar información es un buen ejemplo (pese a lo burdo) de falacia de petitio principii (petición de principio). Este tipo de falacia se caracteriza porque con anterioridad a la conclusión se ha dado la información que se desea concluir (las falacias de este tipo más elaboradas aparecen con otras palabras). Al decir “la responsabilidad de la violencia” ya estamos incluyendo a los violentos de manera que afirmar que es de los violentos es una obviedad que no aporta nada. Esta falacia, por lo tanto, finge ser un razonamiento aunque en el fondo es sólo un pseudorazonamiento. Es una participación que no dice nada, ni siquiera lo hace con estilo y sorna como cuando se cantinflea.
5 A) “mientras otros integrantes del gabinete les reiteraron que las violaciones a los derechos humanos existen en todas partes del mundo como una manera colateral al combate a la delincuencia.” (Vanguardia )
5 B) “Entiendo perfectamente y sé que es la percepción generalizada de que la guerra se va perdiendo. No comparto la afirmación, pero comprendo que es una percepción general que el estado debe combatir”, dijo. “Incluso, el propio término de guerra yo generalmente no lo utilizo, pero aún siendo así, si de guerra habláramos y fuera una guerra de estado con los criminales, la verdad es que, independientemente de que hay actos muy cobardes de ejecuciones y emboscadas a autoridades del Ejército y sobre todo policía Federal, la verdad es que la gran mayoría de los enfrentamientos entre las fuerzas federales y los criminales han sido ganados por elementos federales”
Calderón aseveró que el incremento de la violencia no es indicador para ver si la estrategia contra el crimen avanza o no. Incluso, aunque dijo que el número de homicidios, (28 mil, según el Cisen) es el dato más espectacular e hiriente, tampoco es un termómetro. (El universal, 10 de agosto de 2010)
Esta es una falacia de la relación espuria (nada que ver con el “peje”) o de non sequitur (no se sigue), pues consiste en adjudicar a una causa un fenómeno, pese a que no necesariamente el fenómeno se sigue de esa causa. Su modalidad clásica la podemos encontrar en una declaración reciente de integrantes del gabinete federal (ejemplo 5 a), que trata de presentar el siguiente razonamiento: donde hay combate al crimen organizado, como consecuencia, se presentan violaciones a los derechos humanos. Argumento falso, ya que en otros periodos y en otros países, donde no hubo lucha contra el crimen organizado, se presentaron violaciones a los derechos humanos, e incluso las violaciones a los derechos humanos no son consecuencia inherente e inevitable de la lucha contra el crimen, aunque eso es lo que nos quieren hacer creer.
Otra modalidad de esta falacia non sequitur se puede apreciar en el ejemplo 5b. Desde mi punto de vista, a primera instancia se ve la incongruencia: Luego de insistir en que el Gobierno Federal atacaba a los violentos que causan violencia y a los criminales que cometen crímenes, Calderón afirma que ni la violencia ni los crímenes son indicadores de que su ataque, guerra o lucha funciona (yo ya no entendí). En este caso no tratan de convencernos de que de una causa se desprende un efecto, sino de que no podemos juzgar un fenómeno de acuerdo a los criterios que se siguen de él; he ahí el elemento que no se sigue.
6. “En un extremo, están quienes han sugerido que la autoridad tendría que recurrir a métodos al filo de la ley e incluso abiertamente ilegales para combatir a la delincuencia; por otra parte, están quienes abogan porque la autoridad se haga de la vista gorda ante ella o, incluso, en el otro extremo quienes de plano proponen establecer un pacto explícito con la delincuencia y convivir con ella.
Ninguna de estas falsas alternativas es éticamente aceptable, ninguna de ellas es legal y ninguna es viable, tampoco, en términos prácticos. Tanto pactar con la delincuencia, como evadirla o combatirla por medios ilegales significaría erosionar los cimientos que nos dan sustento como sociedad, como Estado fundado en el Derecho” (26 de noviembre de 2009, XXVII Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública)”
Finalmente aparece una de las más utilizadas: la falacia de hombre de paja. Esta falacia se construye citando un argumento en contra de la posición que defendemos, el truco reside en el hecho de que el argumento que citamos es tan absurdo o insensato, que luego es muy fácil atacarlo y mostrar que sólo por eso nuestra posición es la correcta. En el ejemplo 6 podemos apreciar los argumentos contrarios a su estrategia de seguridad que Calderón decide citar tres: el de usar métodos ilegales (¡eso es trampa! Es justo lo que el Gobierno Federal hace), que el Gobierno se haga de la vista gorda (otra vez, es trampa) o que pacten con el narco (¡otra vez… ! la segunda trampa de Calderón es citar alternativas que, según ,rechaza aunque en realidad usan esas tres, pero esa no es falacia, es mentira). ¿Quién en su sano juicio (no vale pensar en el Estado) diría que cualquiera de esas opciones son reales y adecuadas? Nadie, pero eso no hace que la propuesta de Calderón sea la más adecuada, que es lo que trata de mostrar con esta falacia.
Aún quedan algunas de las más tramposas, pero guardémoslas como el postre de estas breves entregas.
Finalmente, revisaremos las tres falacias a las que más se recurre para defender la estrategia de guerra contra el narcotráfico, mismas que suelen ser las más tramposas de la gama de falacias que hemos visto.
7. “Alerta que no todos los partidos ni los presidenciables tienen el mismo nivel de compromiso en materia de lucha contra el crimen organizado, por lo que a los votantes les corresponde determinar a quién apoyarán.” (El universal, 22 de febrero de 2011).
He ahí la falacia Tu quoque (tu tampoco). Esta falacia trata de argumentar que lo que alega un contrincante es falso tan sólo por el hecho de que él no lo practique o lo haya experimentado. En repetidas ocasiones ante la crítica o de diputados o senadores de otros partidos hacia la estrategia de Calderón, éste ha tratado de invalidar esa crítica al afirmar que ellos no combatieron al crimen organizado o que no hacen nada por combatirlo. Si bien es cierto que las críticas a la estrategia de Calderón se utilizan como campaña propagandística para otros partidos, esto no hace que los argumentos de crítica sean falsos.
8. Las falacias por generalización son también las más usadas por Felipe Calderón. Este tipo de falacias tiene varios subtipos, pero su esencia radica en que a partir de un hecho particular queremos comprobar que ese hecho particular hace la regla. Las falacias por generalización son las más utilizadas para estigmatizar a ciertos grupos o sectores y, con mucha facilidad, logran instaurarse como lugares comunes del pensamiento social. Tal es el caso de generalizaciones falsas como: todos los defensores de derechos humanos defienden criminales, todos los luchadores sociales son criminales o todos los pobres son rateros. A continuación presento algunos ejemplos de falacias por generalización:
Por muestra sesgada: Calderón, en sus informes de gobierno suele dar todas las cifras de los delincuentes detenidos, pero nunca ha aclarado qué porcentaje de ese número de detenidos permanecen en calidad de presuntos culpables (lo que quiere decir que aún no se demuestra su culpabilidad). Con este tipo de muestra sesgada de resultados infla los logros de su estrategia. Algo similar ocurre cuando nos presenta cuántos operativos se han realizado o cuántas armas y drogas se han incautado, pero jamás dice cuántas violaciones a los derechos humanos se han cometido en esos operativos. La muestra sesgada privilegia los resultados que le convienen al argumentante y oculta aquellos que no le convienen.
Por centro de atención: “El tema del secuestro en el país. Este es, quizá, el delito que más agravia, que más ofende, y que, desde luego, más daña a nuestra sociedad y a los mexicanos” (Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, 26 de noviembre de 2009).
En este caso se supone que la opinión de un grupo o un sector representa el de la mayoría. Así Calderón presenta el tema del secuestro como uno de los que más agravia a la sociedad, aunque bien podríamos afirmar que el que más agravia a la sociedad es la ineficacia y colusión de las autoridades ante los casos de secuestro. Al afirmar que la mayoría de los mexicanos quieren más seguridad y quieren al ejército en las calles, se comete una falacia de este tipo.
Por generalización apresurada o juego de cifras: “Si reuniéramos la droga que hemos decomisado, nos alcanzaría a darle casi 100 dosis a cada joven mexicano entre los 15 y los 30 años [sin decir cuánta droga circula realmente]” (Tercer informe de gobierno). “Los delitos que más agravias que son: secuestro y extorsión, independientemente de que el robo sigue siendo el 85% de los delitos en nuestro país [donde se muestra la incongruencia entre el delito más perseguido y el que más ocurre, y se muestra un juego de cifras]” (Tercer informe de gobierno).
El juego de cifras es uno de los recursos más efectistas y alarmistas que se ha utilizado en el discurso. Consiste en decir o hacer gala de cifras que causan cierto impacto, pero que no son puestas en relación con la realidad nacional, de manera que crean la ilusión de mucho avance, sin que necesariamente sea así.
9. “En el marco del anuncio de su quinto y penúltimo informe de gobierno, el presidente ofreció un discurso en el que admitió que varios lugares del país viven una “dramática situación de inseguridad” y afirmó que de no haber emprendido un combate frontal, se corría el riesgo de que el crimen organizado se apoderara del Estado e incluso lo suplantara.” (adnmundo.com, 2 de septiembre de 2011).
“Poiré puntualizó que de no haber actuado contra la delincuencia, se habría dejado a las familias mexicanas a merced del crimen organizado” (uno noticias, 12 de enero de 2012)
Y…. ¡¡¡ta tan!!! La falacia más usada es la falacia ad baculum o ad consequentiam (apelación al bastón o a la consecuencia). La falacia ad baculum trata de convencernos de que un argumento es válido por medio del miedo que podemos experimentar de las consecuencias de que no sea así. Ésta, como decía, es la favorita de Calderón, quien no se cansa de recordarnos que si no seguimos su estrategia debemos ponernos a temblar por que el caos y la violencia se apoderarán del país (como si no lo hiciera ya, y eso que ha aplicado su estrategia). Puesto que apela directamente al miedo es esta una de las falacias más efectivas del discurso y, dicho sea de paso, ha sido una de las más utilizadas por los dictadores de todo el mundo.
Así que, no se deje engañar ni aterrorizar: lo que buscan con estos recursos amañados es inmovilizarnos y que nos resignemos a este país violento, saqueado y de miseria que quieren imponernos.
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