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- Rapiña del gobierno sobre Pemex
- Regímenes especiales protegen a corporativos
Una desesperada defensa de la privatización petrolera es la que ayer intentaron hacer los enviados calderonistas, oficiales y oficiosos, en su afán de defender lo indefendible o, lo que es lo mismo, la “reforma” que sobre la materia envió el inquilino de Los Pinos al Congreso. Tales heraldos, al abordar uno de los temas torales del debate que se desarrolla en el Senado de la República (el régimen fiscal de Pemex), se animaron a decir que a la paraestatal no le han faltado recursos para invertir y que el problema de dicha empresa no es la asfixiante carga tributaria, sino su ineficiencia.
Sólo la intervención de otro de los ponentes en el referido debate enfocó el tema hacia donde necesariamente debe moverse la atención del Legislativo para entender de qué trata el asunto y dónde está el nudo: sin una reforma fiscal real y a fondo, que involucre a los grandes corporativos que en el país se mueven como pez en el agua (nacionales y extranjeros), que combata efectivamente evasión y elusión fiscales, que acabe con los regímenes especiales y que reconstruya el poco eficiente sistema tributario nacional, nada de lo que fiscalmente hagan con Pemex será efectivo.
Año tras año, parche tras parche, las decisiones fiscales se orientan a exprimir cada vez más a los causantes cautivos y, en contraparte, a facilitar nuevas rutas de salidas para el incumplimiento tributario del gran capital. Resultado concreto: un vergonzoso cuan ínfimo nivel de captación, el menor entre los países de la OCDE. Lo peor del caso es que no sólo insisten en esa desvencijada fórmula, sino que ahora aseguran que es por el bien de la nación.
Ninguna empresa en el mundo, por sólida y eficiente que sea, puede soportar una carga tributaria equivalente a 105 por ciento de sus utilidades anuales, contra 4 u 8 por ciento que, cuando bien va, cubren los grandes corporativos privados. Ni la más plantada y eficiente, pero a juicio de los referidos heraldos con el espeluznante régimen fiscal que somete a Pemex, sobran recursos para invertir en tecnología de punta. No se trata de exentar a la paraestatal, que la empresa más importante de México y América Latina deje de pagar impuestos, sino de que cumpla con su parte, pero que se quede con un remanente para invertir (de verdad) y evite su permanente cuan indiscriminado endeudamiento.
Para refrescar la memoria de los optimistas heraldos, vale la pena recordar lo que en este espacio hemos documentado: al cierre de 2007, por ejemplo, los rendimientos petroleros antes de impuestos sumaron más de 660 mil millones de pesos. Pero llegó la depredadora Secretaría de Hacienda y se quedó con todo ese dinero, más 16 mil 127 millones que la paraestatal sin más remedio obtuvo por medio de endeudamiento, según las cifras definitivas de la empresa. El saqueo es indiscutible, pero a pesar de lo anterior Pemex asegura que tuvo “pérdidas” por 16 mil 127 millones de pesos en el ejercicio (2007) que “se explican principalmente por mayores compras de productos de importación”, y no como resultado de la rapiña del gobierno federal.
De 1998 a 2007 el gobierno federal, por medio de Hacienda, ordeñó hasta el último centavo de rendimientos petroleros (alrededor de 3.7 billones de pesos en el periodo), más una “sobre cuota”, por darle nombre, no menor a 100 mil millones (que Pemex cubrió con endeudamiento), hasta totalizar poco más de 3.8 billones de pesos. En esos diez años se obtuvieron 3.7 billones de pesos en rendimientos petroleros (más los mencionados 100 mil millones), de los que poco más de 80 por ciento (3.1 billones) se registraron en el sexenio foxista y en el primer año del calderonista. La diferencia se cubrió con endeudamiento de la paraestatal, y su impacto en el desarrollo nacional brilla por su ausencia.
A pesar de ello, hay quien asegura que alcanza para invertir.
Las rebanadas del pastel
Otra raya al tigre: “resulta que ahora los banqueros están tan, pero tan preocupados por el bienestar de mi economía familiar que hasta realizan los pagos de mis tarjetas de crédito, sin mi autorización, para que no me cobren (ellos mismos) interés moratorios. Tuve la osadía de no pagar a tiempo (viernes pasado) mi tarjeta de crédito Bancomer, por los motivos que gusten, pero el caso es que el lunes a primera hora realicé un depósito de 3 mil pesos, superior al pago mínimo requerido, y para mi mala suerte en el lugar donde trabajo me depositan mi salario en una tarjeta de débito del mismo Bancomer, y de la manera más arbitraria tomaron sin mi consentimiento el dinero que tenía en mi tarjeta de nómina para cubrir el mínimo en la de crédito. Al percatarme que los recursos que yo supuestamente tenía habían desaparecido, me di a la tarea de hablar en primera instancia a la línea Bancomer, donde después de unos 10 minutos me pudieron decir que habían ‘domicializado’ mi dinero a la tarjeta de crédito. Les subrayé que yo no había autorizado tal cosa, y que quería mi dinero de vuelta, a lo que se limitaron a indicarme que en la sucursal 23, en la calle de Florencia, me podrían dar una explicación. Allí el funcionario que me atendió me dijo que el asalto a mi nómina fue para que no me cobraran intereses (¡qué considerados!), que si quería recuperar mi dinero lo sacara de la tarjeta de crédito, obviamente con lo que implicaría esto. Es realmente indignante que estos barones del dinero cometan atracos con total impunidad ante los ojos de las autoridades sin ninguna sanción. Eso sí: cuando se trata de ‘salvar’ a los banqueros (Fobaproa) son las primeras en saltar” (Alejandra Mendieta, alexmendieta@hotmail.com)... Por cierto, en amena reunión con directivos de Bancomer un egresado de la Universidad Cantinflas dejó en claro lo siguiente: “tengo un gran afecto por esta institución, no por otra cosa, sino que, por muchas cosas, pero por una” (súper sic coleccionable de Felipe Calderón en la comida con los consejeros regionales de BBVA, 25 de junio)… Hoy en el Club de Periodistas de México se llevará a cabo el décimo Foro Pemex: Privatizaciones, derechos humanos y sociales, con Celeste Sáenz de Miera y José Manuel Orozco como moderadores. La cita es a las 18 horas.
Sólo la intervención de otro de los ponentes en el referido debate enfocó el tema hacia donde necesariamente debe moverse la atención del Legislativo para entender de qué trata el asunto y dónde está el nudo: sin una reforma fiscal real y a fondo, que involucre a los grandes corporativos que en el país se mueven como pez en el agua (nacionales y extranjeros), que combata efectivamente evasión y elusión fiscales, que acabe con los regímenes especiales y que reconstruya el poco eficiente sistema tributario nacional, nada de lo que fiscalmente hagan con Pemex será efectivo.
Año tras año, parche tras parche, las decisiones fiscales se orientan a exprimir cada vez más a los causantes cautivos y, en contraparte, a facilitar nuevas rutas de salidas para el incumplimiento tributario del gran capital. Resultado concreto: un vergonzoso cuan ínfimo nivel de captación, el menor entre los países de la OCDE. Lo peor del caso es que no sólo insisten en esa desvencijada fórmula, sino que ahora aseguran que es por el bien de la nación.
Ninguna empresa en el mundo, por sólida y eficiente que sea, puede soportar una carga tributaria equivalente a 105 por ciento de sus utilidades anuales, contra 4 u 8 por ciento que, cuando bien va, cubren los grandes corporativos privados. Ni la más plantada y eficiente, pero a juicio de los referidos heraldos con el espeluznante régimen fiscal que somete a Pemex, sobran recursos para invertir en tecnología de punta. No se trata de exentar a la paraestatal, que la empresa más importante de México y América Latina deje de pagar impuestos, sino de que cumpla con su parte, pero que se quede con un remanente para invertir (de verdad) y evite su permanente cuan indiscriminado endeudamiento.
Para refrescar la memoria de los optimistas heraldos, vale la pena recordar lo que en este espacio hemos documentado: al cierre de 2007, por ejemplo, los rendimientos petroleros antes de impuestos sumaron más de 660 mil millones de pesos. Pero llegó la depredadora Secretaría de Hacienda y se quedó con todo ese dinero, más 16 mil 127 millones que la paraestatal sin más remedio obtuvo por medio de endeudamiento, según las cifras definitivas de la empresa. El saqueo es indiscutible, pero a pesar de lo anterior Pemex asegura que tuvo “pérdidas” por 16 mil 127 millones de pesos en el ejercicio (2007) que “se explican principalmente por mayores compras de productos de importación”, y no como resultado de la rapiña del gobierno federal.
De 1998 a 2007 el gobierno federal, por medio de Hacienda, ordeñó hasta el último centavo de rendimientos petroleros (alrededor de 3.7 billones de pesos en el periodo), más una “sobre cuota”, por darle nombre, no menor a 100 mil millones (que Pemex cubrió con endeudamiento), hasta totalizar poco más de 3.8 billones de pesos. En esos diez años se obtuvieron 3.7 billones de pesos en rendimientos petroleros (más los mencionados 100 mil millones), de los que poco más de 80 por ciento (3.1 billones) se registraron en el sexenio foxista y en el primer año del calderonista. La diferencia se cubrió con endeudamiento de la paraestatal, y su impacto en el desarrollo nacional brilla por su ausencia.
A pesar de ello, hay quien asegura que alcanza para invertir.
Las rebanadas del pastel
Otra raya al tigre: “resulta que ahora los banqueros están tan, pero tan preocupados por el bienestar de mi economía familiar que hasta realizan los pagos de mis tarjetas de crédito, sin mi autorización, para que no me cobren (ellos mismos) interés moratorios. Tuve la osadía de no pagar a tiempo (viernes pasado) mi tarjeta de crédito Bancomer, por los motivos que gusten, pero el caso es que el lunes a primera hora realicé un depósito de 3 mil pesos, superior al pago mínimo requerido, y para mi mala suerte en el lugar donde trabajo me depositan mi salario en una tarjeta de débito del mismo Bancomer, y de la manera más arbitraria tomaron sin mi consentimiento el dinero que tenía en mi tarjeta de nómina para cubrir el mínimo en la de crédito. Al percatarme que los recursos que yo supuestamente tenía habían desaparecido, me di a la tarea de hablar en primera instancia a la línea Bancomer, donde después de unos 10 minutos me pudieron decir que habían ‘domicializado’ mi dinero a la tarjeta de crédito. Les subrayé que yo no había autorizado tal cosa, y que quería mi dinero de vuelta, a lo que se limitaron a indicarme que en la sucursal 23, en la calle de Florencia, me podrían dar una explicación. Allí el funcionario que me atendió me dijo que el asalto a mi nómina fue para que no me cobraran intereses (¡qué considerados!), que si quería recuperar mi dinero lo sacara de la tarjeta de crédito, obviamente con lo que implicaría esto. Es realmente indignante que estos barones del dinero cometan atracos con total impunidad ante los ojos de las autoridades sin ninguna sanción. Eso sí: cuando se trata de ‘salvar’ a los banqueros (Fobaproa) son las primeras en saltar” (Alejandra Mendieta, alexmendieta@hotmail.com)... Por cierto, en amena reunión con directivos de Bancomer un egresado de la Universidad Cantinflas dejó en claro lo siguiente: “tengo un gran afecto por esta institución, no por otra cosa, sino que, por muchas cosas, pero por una” (súper sic coleccionable de Felipe Calderón en la comida con los consejeros regionales de BBVA, 25 de junio)… Hoy en el Club de Periodistas de México se llevará a cabo el décimo Foro Pemex: Privatizaciones, derechos humanos y sociales, con Celeste Sáenz de Miera y José Manuel Orozco como moderadores. La cita es a las 18 horas.
Kikka Roja