- Fuentes de la Ssa lo consideran un tímido esfuerzo ante el avasallamiento de la tv
- Entra en vigor reglamento contra publicidad alimentaria engañosa
- Uno de los principales retos es frenar la obesidad, que perjudica a 30% de los niños en México
Ángeles Cruz Martínez
Publicidad engañosa causa obesidad en niños mexicanos
Ampliar la imagen Publicidad relativa a alimentos en Paseo de la Reforma. Imagen de archivo Foto: María Luisa Severiano
Más de mil empresas han sido sancionadas en los pasados ocho años por violar el Reglamento de Publicidad, entre las que se incluyen fabricantes de alimentos y bebidas no alcohólicas, cuyos productos se anuncian, por ejemplo, exagerando sus características o sugiriendo que su consumo determina las características físicas o intelectuales de las personas. Con el Código de Autorregulación suscrito por la industria y la Secretaría de Salud (Ssa), a partir del 1º de enero, la publicidad dirigida a la población infantil tendrá que modificarse.
Aunque para funcionarios de la Ssa el código tiene sus limitaciones, entre otras que su cumplimiento será vigilado por la misma industria, el objetivo es contribuir a la reducción del sobrepeso y la obesidad que afecta a 30 por ciento de los niños en México. Comentaron que varios productos les ofrecen que serán fuertes, que serán los más altos de su clase, o no se enfermarán si los consumen, lo cual carece de evidencia científica.
De hecho, información oficial asegura que 40 por ciento de los anuncios transmitidos por televisión fomentan el consumo de productos que propician la obesidad y más de la mitad no serían recomendables como parte de una dieta saludable.
Las fuentes consultadas resaltaron que, a pesar de la existencia del Reglamento de Publicidad, los comerciales engañosos se transmiten en parte debido a las limitaciones de la autoridad sanitaria para retirarlos del aire y sancionar a las empresas. Aun así, entre 2000 y 2008 se han aplicado más de mil sanciones, entre ellas al sector de alimentos y bebidas no alcohólicas.
Se supone que con la entrada en vigor del Código de Autorregulación de Publicidad de Alimentos y Bebidas no Alcohólicas dirigida al Público Infantil (PABI), los industriales también se comprometen a cumplir con el reglamento de publicidad, lo que, a decir de las fuentes consultadas, debería ocurrir sin necesidad de ningún acuerdo de por medio.
No obstante, el código PABI tiene algunas precisiones en cuanto a las restricciones de los mensajes que se dirijan a los niños, y señala que la publicidad “no debe crear una sensación de urgencia por adquirir el alimento o bebida no alcohólica, ni crear un sentimiento de inmediatez o exclusividad. Tampoco debe estimular directamente al menor de 12 años o incitarlo a que pida a sus padres o adultos adquirir dicho alimento o bebida”, ni sugerir que un padre o adulto es mejor, más inteligente o más generoso si lo adquiere, en comparación con quien decide no hacerlo.
En cuanto a los precios, dice que no se podrán utilizar referencias como “sólo” o “nada más”. Los funcionarios señalaron que frases como “corre a la tienda” deberán desaparecer de los anuncios comerciales.
Información de la Ssa señala que el problema del sobrepeso y la obesidad en el sector infantil alcanza dimensiones alarmantes, pues en siete años aumentó hasta 40 por ciento. Entre los niños menores de cinco años el aumento fue de 23 por ciento, pero entre los que tienen de cinco a 11 fue de 40 por ciento; es decir, 4.2 millones (26 por ciento) de individuos de este nivel de edad tienen exceso de peso.
Entre los adolescentes, el problema afecta a 5.9 millones de personas, 31.5 por ciento del total de esa población. Los datos indican que durante los últimos siete años se ha registrado un aumento anual de 4 por ciento en el número de niños y adolescentes con sobrepeso y obesidad.
Parte de la problemática tiene origen en la cantidad de horas que pasan los niños frente al televisor. De acuerdo con la Ssa, este sector ve televisión una media semanal de 12.5 horas y puede llegar a ver 61 anuncios diarios. De los que son alimentos 40 por ciento son de golosinas, 12 por ciento frituras, 9 por ciento bebidas azucaradas, 8 por ciento galletas y 7 por ciento pastelitos.
En cambio, los comerciales sobre agua, frutas y verduras se transmiten rara vez y sólo como leyendas instantáneas que dicen “aliméntate bien, come frutas y verduras”.
El código PABI entrará en operación el próximo jueves; será supervisado y vigilado por el Consejo de Autorregulación y Ética Publicitaria (Conar) de la industria de alimentos y bebidas no alcohólicas, y a los seis meses la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios evaluará sus resultados.
Aunque para funcionarios de la Ssa el código tiene sus limitaciones, entre otras que su cumplimiento será vigilado por la misma industria, el objetivo es contribuir a la reducción del sobrepeso y la obesidad que afecta a 30 por ciento de los niños en México. Comentaron que varios productos les ofrecen que serán fuertes, que serán los más altos de su clase, o no se enfermarán si los consumen, lo cual carece de evidencia científica.
De hecho, información oficial asegura que 40 por ciento de los anuncios transmitidos por televisión fomentan el consumo de productos que propician la obesidad y más de la mitad no serían recomendables como parte de una dieta saludable.
Las fuentes consultadas resaltaron que, a pesar de la existencia del Reglamento de Publicidad, los comerciales engañosos se transmiten en parte debido a las limitaciones de la autoridad sanitaria para retirarlos del aire y sancionar a las empresas. Aun así, entre 2000 y 2008 se han aplicado más de mil sanciones, entre ellas al sector de alimentos y bebidas no alcohólicas.
Se supone que con la entrada en vigor del Código de Autorregulación de Publicidad de Alimentos y Bebidas no Alcohólicas dirigida al Público Infantil (PABI), los industriales también se comprometen a cumplir con el reglamento de publicidad, lo que, a decir de las fuentes consultadas, debería ocurrir sin necesidad de ningún acuerdo de por medio.
No obstante, el código PABI tiene algunas precisiones en cuanto a las restricciones de los mensajes que se dirijan a los niños, y señala que la publicidad “no debe crear una sensación de urgencia por adquirir el alimento o bebida no alcohólica, ni crear un sentimiento de inmediatez o exclusividad. Tampoco debe estimular directamente al menor de 12 años o incitarlo a que pida a sus padres o adultos adquirir dicho alimento o bebida”, ni sugerir que un padre o adulto es mejor, más inteligente o más generoso si lo adquiere, en comparación con quien decide no hacerlo.
En cuanto a los precios, dice que no se podrán utilizar referencias como “sólo” o “nada más”. Los funcionarios señalaron que frases como “corre a la tienda” deberán desaparecer de los anuncios comerciales.
Información de la Ssa señala que el problema del sobrepeso y la obesidad en el sector infantil alcanza dimensiones alarmantes, pues en siete años aumentó hasta 40 por ciento. Entre los niños menores de cinco años el aumento fue de 23 por ciento, pero entre los que tienen de cinco a 11 fue de 40 por ciento; es decir, 4.2 millones (26 por ciento) de individuos de este nivel de edad tienen exceso de peso.
Entre los adolescentes, el problema afecta a 5.9 millones de personas, 31.5 por ciento del total de esa población. Los datos indican que durante los últimos siete años se ha registrado un aumento anual de 4 por ciento en el número de niños y adolescentes con sobrepeso y obesidad.
Parte de la problemática tiene origen en la cantidad de horas que pasan los niños frente al televisor. De acuerdo con la Ssa, este sector ve televisión una media semanal de 12.5 horas y puede llegar a ver 61 anuncios diarios. De los que son alimentos 40 por ciento son de golosinas, 12 por ciento frituras, 9 por ciento bebidas azucaradas, 8 por ciento galletas y 7 por ciento pastelitos.
En cambio, los comerciales sobre agua, frutas y verduras se transmiten rara vez y sólo como leyendas instantáneas que dicen “aliméntate bien, come frutas y verduras”.
El código PABI entrará en operación el próximo jueves; será supervisado y vigilado por el Consejo de Autorregulación y Ética Publicitaria (Conar) de la industria de alimentos y bebidas no alcohólicas, y a los seis meses la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios evaluará sus resultados.
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