Internet, vía para que creaciones indígenas lleguen a todo el mundo
Veinte niños y 18 niñas trabajan en el proyecto de un diccionario multimedia español-tzotzil
Emir Olivares Alonso
Que los niños aprendan alguna disciplina mediante el uso de la computadora, realicen proyectos informáticos o naveguen en Internet parecen acciones comunes en escuelas y ámbitos urbanos; sin embargo, hacerlo en una comunidad indígena, con sólo cinco computadoras y en idioma tzotzil no es una tarea sencilla, pero sí enriquecedora. La Academia Mexicana de Ciencias (AMC) introdujo desde el año 2000, con el apoyo del ayuntamiento, en la comunidad de Zinacantán, Chiapas, el taller Micromundos en el que se imparten cursos gratuitos de computación en tzotzil a menores de entre 8 y 13 años, la mayoría estudiantes de primaria.
Juana Bernarda Hernández Gómez, coordinadora del taller –que se imparte a 38 menores–, aseguró que pese a todas las dificultades los niños están dispuestos a aprender, a tal grado que ya trabajan en varios proyectos como un diccionario multimedia español-tzotzil y un programa informático que explique las leyendas locales, entre otros. Entre las muchas dificultades a las que Juana y sus alumnos se enfrentan menciona que no existen palabras en su lengua originaria –hablada por más de 90 por ciento de los habitantes de la comunidad– relacionadas con el ámbito de la computación y que por la falta de equipos –sólo tienen cinco–, en ocasiones los niños se pelean por mayor tiempo frente a las pantallas
Es sensacional cómo ellos encuentran herramientas para aprender, han mejorado mucho en su educación, escriben en español y hablan en tzotzil, por ejemplo. Refirió que si bien los adultos no se oponen a que los infantes asistan al curso, para las niñas es mucho más complicado debido a que no se les deja salir porque tienen que ayudar en las labores del hogar. Las costumbres obligan a las menores a ir por la leña o cuidar a sus hermanos pequeños, lo que reduce el tiempo que pueden dedicar al estudio.
Pese a esta situación, Juana no se desilusiona, pues de los 38 alumnos que participan en el taller 20 son hombres y 18 mujeres. Un aliciente extra es que en cada clase los menores no dejan de sorprenderse. Se divierten mucho, les gusta trabajar con el programa, le dan importancia y practican constantemente. La computación es algo nuevo para ellos, se emocionan y preguntan todo. Además del incentivo que significa el aprendizaje de los infantes, la capacitadora tiene más motivos para disfrutar su actividad. Llegar a ese puesto no fue sencillo: paga mil 100 pesos de mensualidad para cubrir sus estudios universitarios, además de que compitió con 14 profesionistas para poder ser la coordinadora del taller. La casa de cultura del municipio emitió una convocatoria y yo fui la que pasó el examen.
Juana Bernarda Hernández Gómez, coordinadora del taller –que se imparte a 38 menores–, aseguró que pese a todas las dificultades los niños están dispuestos a aprender, a tal grado que ya trabajan en varios proyectos como un diccionario multimedia español-tzotzil y un programa informático que explique las leyendas locales, entre otros. Entre las muchas dificultades a las que Juana y sus alumnos se enfrentan menciona que no existen palabras en su lengua originaria –hablada por más de 90 por ciento de los habitantes de la comunidad– relacionadas con el ámbito de la computación y que por la falta de equipos –sólo tienen cinco–, en ocasiones los niños se pelean por mayor tiempo frente a las pantallas
Es sensacional cómo ellos encuentran herramientas para aprender, han mejorado mucho en su educación, escriben en español y hablan en tzotzil, por ejemplo. Refirió que si bien los adultos no se oponen a que los infantes asistan al curso, para las niñas es mucho más complicado debido a que no se les deja salir porque tienen que ayudar en las labores del hogar. Las costumbres obligan a las menores a ir por la leña o cuidar a sus hermanos pequeños, lo que reduce el tiempo que pueden dedicar al estudio.
Pese a esta situación, Juana no se desilusiona, pues de los 38 alumnos que participan en el taller 20 son hombres y 18 mujeres. Un aliciente extra es que en cada clase los menores no dejan de sorprenderse. Se divierten mucho, les gusta trabajar con el programa, le dan importancia y practican constantemente. La computación es algo nuevo para ellos, se emocionan y preguntan todo. Además del incentivo que significa el aprendizaje de los infantes, la capacitadora tiene más motivos para disfrutar su actividad. Llegar a ese puesto no fue sencillo: paga mil 100 pesos de mensualidad para cubrir sus estudios universitarios, además de que compitió con 14 profesionistas para poder ser la coordinadora del taller. La casa de cultura del municipio emitió una convocatoria y yo fui la que pasó el examen.
Estimular la imaginación
Hernández Gómez, de 27 años, pobladora de esa comunidad, se incorporó al proyecto hace más de un año. Cursa el tercer semestre de la licenciatura de informática en la Universidad Mesoamericana de San Cristóbal de las Casas y es colaboradora de una organización civil que defiende los derechos de las mujeres en la región. Constantemente asiste a cursos de capacitación con especialistas de la AMC a fin de poder ayudar aún más a los niños.
Explicó que en Micromundos los menores hacen operaciones matemáticas, como sumar, restar, trabajar con ángulos; pueden crear y animar imágenes; elaborar su propia música y, en general, realizan actividades que estimulan su imaginación y capacidad para resolver problemas. Agregó que en el taller se busca generar proyectos en los que participen los infantes con temas de su experiencia o de la cultura indígena. Uno de éstos es el diccionario multimedia español–tzotzil en el que graban sus voces y escriben en ambas lenguas. Otro de los propósitos es que por medio de la tecnología se dé mayor información sobre los trajes típicos de la región, las artesanías y las acti- vidades económicas.
Sería sensacional que vía Internet estas creaciones lleguen a todo México y el mundo. Resaltó, además, la importancia de que el gobierno del municipio incorpore a más capacitadores y adquiera equipos y tecnología, pues así se podría atender a muchos más alumnos de la comunidad.
Explicó que en Micromundos los menores hacen operaciones matemáticas, como sumar, restar, trabajar con ángulos; pueden crear y animar imágenes; elaborar su propia música y, en general, realizan actividades que estimulan su imaginación y capacidad para resolver problemas. Agregó que en el taller se busca generar proyectos en los que participen los infantes con temas de su experiencia o de la cultura indígena. Uno de éstos es el diccionario multimedia español–tzotzil en el que graban sus voces y escriben en ambas lenguas. Otro de los propósitos es que por medio de la tecnología se dé mayor información sobre los trajes típicos de la región, las artesanías y las acti- vidades económicas.
Sería sensacional que vía Internet estas creaciones lleguen a todo México y el mundo. Resaltó, además, la importancia de que el gobierno del municipio incorpore a más capacitadores y adquiera equipos y tecnología, pues así se podría atender a muchos más alumnos de la comunidad.
kikka-roja.blogspot.com/