PRIMER PLANO DEBERÍA PASAR A LAS 9:00 DE LA NOCHE NIÑOS Y ADULTOS, HABLAN DE POLITICA.
EL CAMBIO EN ONCETVMEXICO, ES UN ATENTADO, REPUDIO A LA IGNORANCIA POLITICA DECRETADA POR EL GOBIERNO ESPURIO CALDERONISTA.
El absurdo giro del Canal Once
COLUMBA VéRTIZ DE LA FUENTELa comunidad cultural se sorprendió con los cambios operados en la programación de la estación del Instituto Politécnico Nacional, lo cual se ve reflejado en las opiniones de especialistas recogidas aquí, en las que tocan varias aristas: desde la asimilación del canal por el gobierno, hasta la tendencia comercial, el absurdo cambio de nombre a Once TV México y las bromas de Felipe Calderón para asignarle una señal nacional.
Corre peligro el Canal Once, hoy Once TV México, que el pasado 2 de marzo cumplió 50 años. Con esa preocupación, Virgilio Caballero, exdirector del Canal del Congreso, cofundador de Canal 40 (CNI), creador y director del noticiario Enlace de Canal Once y profesor en ciencias de la comunicación, afirma que la Presidencia de la República quiere quitarle la televisora al Instituto Politécnico Nacional (IPN): “Crear una figura supuestamente intermediaria, una especie de corporación que maneje o administre Once TV México de una manera dizque más abierta. Me parece que de llegar a cometerse ese gravísimo atropello, se ofendería no sólo al Politécnico, sino a la sociedad mexicana entera. Esa frecuencia le pertenece a la sociedad nacional.” Apunta que el riesgo, que ya está corriendo en el Once, se inició con el cambio de programación el pasado 30 de marzo con contenidos “de una dudosísima calidad”. –¿Por qué quitarle el canal al IPN? –Para utilizarlo como medio del gobierno, ni siquiera de gobierno. No es lo mismo del gobierno que de gobierno. Esa “ele” hace una diferencia total, porque del gobierno quiere decir que le pertenece a él para lo que sea, y será fundamentalmente la propaganda política, la grilla y el recurso de agresión y de defensa acrítica de sus propios programas y necesidades.
¡Ese es el riesgo! Aclara que aún no cuenta con los documentos en la mano como prueba para sostener la denuncia, “pero no nos espantemos si de pronto aparece en el Diario Oficial de la Federación una determinación para crear ese organismo intermediario del que estoy hablando”. Una estrategia desde Fox Caballero argumenta que es ilegal que la Presidencia le quite al IPN su canal, porque no se puede traspasar, de acuerdo con la Ley Federal de Radio y Televisión y su Ley Reglamentaria de 1973. La frecuencia de un permisionario no se puede transferir como si se tratara de un bien que no pertenece a la nación, y “estamos hablando del radioeléctrico, que es parte del territorio nacional”. Enseguida arguye que el Politécnico no puede dejarse arrebatar el canal que le pertenece, no sólo porque es ilegal, sino porque es una institución de las más respetadas del país.
Opina que quizá por eso Felipe Calderón puso en el Once a su amigo Fernando Sariñana, un cineasta comercial, “aunque probablemente el plan venga desde atrás, desde el gobierno anterior, pero ahora están orquestándolo”. Añade que por eso se proyectó en el canal una entrevista con el presidente de México el pasado 28 de marzo: “La entrevista fue un regalo para Calderón de parte del entrevistador y del canal. Se le dejó decir lo que fuera, sin la menor refutación o intento de plática, de debate o impugnación con el entrevistado.” Sariñana, quien tomó posesión como director de Once TV México el 21 de enero de 2008, aceptó en una entrevista con este semanario (Proceso 1631) que mantenía una relación muy cercana con Felipe Calderón: “Hay una amistad desde antes de que ocupara la Presidencia y una afinidad en términos del proyecto del país y la importancia que debe tener la televisión pública.
Hemos platicado mucho sobre los medios de comunicación.” Julio Di Bella, el anterior director de la televisora, se declaró “foxista de corazón” (Proceso 1416). En el 45 aniversario del Once, Vicente Fox y Marta Sahagún visitaron las instalaciones de la emisora. Era la primera vez que un presidente de México entraba a la sede del canal. Virgilio Caballero propone que si intentan arrebatar el canal, el IPN puede y debe recurrir al amparo, “y el director del Politécnico concretamente debe salir a defender el canal que le pertenece a esa instancia”. Sentencia: “Si Sariñana se presta a ese enjuague, porque sería literalmente un enjuague, estaría agrediendo a la sociedad mexicana como nunca antes ha ocurrido desde un medio. Y por tanto pasaría a la historia como el director que entregó al Canal Once.” Gran festejo oficial La conmemoración del medio siglo de la emisora ocurrió el 27 de marzo pasado, en el Museo Nacional de Antropología e Historia. Fue todo un acto oficial.
Ahí, el presidente Felipe Calderón habló del inicio de la primera estación cultural de América Latina, con la cual nació la televisión pública en el país. La sorpresa surgió cuando, al mencionar que Once TV México –nuevo nombre de la estación– llega a 25% de la República Mexicana, ordenó como en broma, aunque no supo a quién dirigirse: “Voy a aprovechar que están aquí algunos de mis colaboradores, el secretario de Gobernación, que es el dueño de las señales, ah no, el de Comunicaciones y Transportes, ya no sé cual, pero alguno de los dos o la Secretaría de Educación Pública; les voy a pedir, les voy a instruir que se pongan de acuerdo y a ver a qué piedra se suben, pero que, ojalá, Canal Once pueda verse en todo el territorio nacional con una señal abierta.”
El panista Javier Corral escribió en su columna de El Universal del 31 de marzo que como Felipe Calderón enredó en bromas y sorna “uno de los más importantes anuncios que su gobierno ha hecho” en relación con los medios de comunicación, en particular con el de la televisión pública, no tuvo trascendencia. Precisó que en realidad el presidente instruyó a instalar una tercera cadena nacional de televisión. En la misma ceremonia, Calderón dio a conocer el timbre postal de los primeros 50 años del Canal Once y su nueva programación e imagen. Al otro día se proyectó en la televisora una entrevista que Adriana Pérez Cañedo realizó a Felipe Calderón, quien habló de la crisis financiera global, la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, la relación bilateral México-Estados Unidos y el trato del Ejecutivo con los poderes Legislativo y Judicial.
La charla, sin ningún cuestionamiento, fue repetida el 29 de marzo. Para el 30 de marzo se estrenó la nueva programación con el título Once TV México. Se lanzó un total de 43 nuevos programas y cinco nuevas barras: Central once, Opinión, Zona índice, Comedia y Ficción. El programa de análisis Primer plano se trasladó los lunes a las 23 horas (ver recuadro) y se quitó Conversando, con Cristina Pacheco. Además, el noticiario con Adriana Pérez Cañedo se redujo a media hora. Inicia a las 21:30 horas. Sin retorno La misma Cristina Pacheco menciona que Conversando... le fracturaba su esquema de programación a Fernando Sariñana, director de la televisora. Para ella era emocionante realizar ese espacio de entrevistas: “Fue un trabajo hecho a lo largo de 11 años ininterrumpidamente. Lo que más lamento es que me falten esas conversaciones y la posibilidad, para eso las hacía, de compartirlas con otras personas que seguramente estaban tan interesadas como yo en conocer cómo se hace el trabajo de un creador, cómo lo realiza, cómo lo lleva a cabo, cómo le surgen las ideas, cómo las plasma. Es como acercarnos a la mesa de trabajo de un creador.
Aprendí muchas cosas.” Sariñana le proponía que el programa se transmitiera los domingos de seis a siete de la noche, pero a la escritora le era imposible realizarlo ese día. Se le ofreció que fuera grabado, pero Pacheco rechazó la oferta: “Si le daba otro perfil al programa o era grabado, no me interesaba. Lo interesante de esa serie es que eran conversaciones como las que podemos tener entre nosotros, totalmente espontáneas, naturales. Bueno, por mi parte investigaba todo sobre el personaje. Y participaba el público en vivo.” –¿No hubo voluntad del director para conservar el programa? –No lo sé realmente. Él tenía su punto de vista, ideó una programación en barras dentro de la cual consideró que no cabía el programa, ese es su idea, así me lo planteó, y no tengo que pensar que pudiera haber otros motivos. Informa que no peligra Aquí nos tocó vivir. Permanecerá en el mismo horario y día tradicional, “lo cual agradezco mucho”. –¿Le agradó que se haya cambiado Canal Once por Once TV México? –Para mí el sello es Canal Once.
Es como si al Nacional Monte de Piedad se le cambiara el nombre para modernizarlo, en fin. No sé con qué criterios se hizo esa transformación, son asuntos de los que nos enteramos hasta hace muy poco tiempo. Opina que al cambiar Primer plano (“otro programa institucional”), se corre el riesgo de que pierda su público. Aclara que no está contra los cambios ni de la modernización, “pero hay cosas que forman el tronco de un árbol y las ramas van cambiando, mas el tronco y la raíz tienen que estar en su lugar para que florezca y le salgan nuevas ramas”. No ha visto la nueva programación, debido a que se ha enfocado en dos libros que debe entregar. Por ello no quiere juzgar “en un estado alterado”; desea serenarse “porque no dejé algo que sea insignificante”. –Hay preocupación de que con el actual director, Fernando Sariñana, el canal se está alejando de su finalidad: ofrecer contenidos culturales y educativos, ¿qué opina? –Si hubiera esa desviación sería una lástima porque Canal Once tiene un prestigio muy grande como emisora cultural. En Once TV México también comenzaron a proyectarse spots que avisan que es “Una tele más atractiva”, “Una tele más intensa” y “Una tele más plural”. Y extrañamente en la XEW, de Televisa, se anuncian los cambios del Once.
Tercera cadena A Pablo Marentes, quien fue director de Canal Once de 1978 a 1982, no le sorprende que la Presidencia intente quedarse con el canal del IPN porque “es una proposición que ha sido eterna, bastante recurrente, a mí me tocó sortearla”. Argumenta que eso es una tontería. Y la nueva programación lo ha descorazonado mucho. En cuanto a que Once TV México se convierta en la tercera cadena nacional, sólo dice: “Están loquitos. Quién sabe quién les enseña a hacer tele o a tener nociones de transmisión.” La analista de medios de comunicación Fátima Fernández Christlieb aclara que el Canal Once por sí solo no podría convertirse en una tercera cadena. “Formaría parte de ella”, no tendría que salir del IPN, como tampoco las televisoras de los estados abandonarían el régimen jurídico que actualmente tienen. Es, sin embargo, optimista. Según ella, el Once no puede convertirse en un medio al servicio del gobierno en turno, “esos afanes ya no tienen cabida”. Cree que el Once no puede marchar totalmente divorciado del Canal 22: “Comparten población-objetivo y podrían tenderse mejores puentes. Algo que urge es de una vez por todas dejar de medir a los televidentes de este tipo de canales con los parámetros de los medios comerciales.
En el mundo hay emisoras públicas que hace años se percataron del error de utilizar el rating para hablar de sus televidentes.” Opina que el Canal Once debería de explicar los criterios con los cuales ajustó la programación: “eso es importante para los televidentes”. Según Javier Esteinou Madrid, investigador de educación y comunicación de la UAM-Xochimilco, la intención de la Presidencia de la República de formar la Tercera Cadena de Televisión Nacional, mediante la expansión de la actual red audiovisual del Canal Once, es un proyecto muy trascendente por tres razones: “Primero, porque hasta el momento el duopolio de televisión privado en México ha abortado con sus influencias de poder la formación de otra cadena que compita con su proyecto mercantil, y será solamente con el apoyo de la Presidencia que se podrá lograr el surgimiento de otro distinto, particularmente cultural. “Segundo, porque dicha cadena no surge del sector comercial, sino del ámbito de medios de difusión de servicio público que plantearan la irradiación de este modelo en el país. Y tercero, porque si algo le falta a la actual política cultural del país, es la presencia de otro proyecto de nuevos valores mentales que contribuyan a la sobrevivencia social y que se impulse desde una infraestructura audiovisual.”
Por ello, cree que es relevante revisar la nueva programación que ofrece Canal Once: “Si no es una propuesta sustantivamente cultural de servicio público, nos preguntamos: ¿Para qué queremos una cadena de televisión de Estado que sea una mala copia del modelo comercial privado? El mayor sentido que podrá sostener una tercera cadena de servicio público será consolidar el modelo de comunicación de esta naturaleza que básicamente se resume en vincular los contenidos educativos y culturales con la atención a las grandes necesidades de desarrollo que enfrenta la sociedad mexicana. De lo contrario, ¿por qué la sociedad mexicana deberá pagar a través de sus impuestos el funcionamiento de este modelo si no se vincula con sus necesidades de crecimiento?” Explica que ello evidencia la urgencia de realizar por todas las vías una amplia discusión nacional abierta en el seno de la sociedad civil y del Estado sobre lo que debe ser la función del servicio público de comunicación en el marco de nuestra sociedad recesiva de principios del siglo XXI.
Y detalla: “Con ello se colaborará a evitar que sólo sean la burocracia gubernamental o política los únicos sectores que se apropien de la tarea de definir la misión de la comunicación de servicio público en México, pues quizás por sus intereses de poder desvirtuado la reduzcan a una simple transmisión de información legitimadora del poder en turno.” Luces y sombras La investigadora y especialista en medios de comunicación Beatriz Solís resalta que los 50 años de Canal Once han sido de luces y sombras. A decir suyo, es de celebrarse que un medio de comunicación público y que depende de una institución educativa llegue a estos años, pero aclara que tampoco se debe ser tan condescendiente. Lamenta además que los temas sociales y políticos son los que están desapareciendo de la pantalla chica del IPN, y enfatiza que no era necesario cambiar el nombre de la emisora a Once TV México: “Generalmente esos cambios de los nombres los entiendo en una sociedad de mercado o en una empresa que está en el mercado y busca ponerse un empaque más atractivo por sus productos.
El cambio de nombre, además de que no me dice nada, no me explica por qué se realiza. Hay que cambiarlo cuando es una evaluación seria y sustentada de que el nombre le hace daño al canal.” A su vez, Jorge Meléndez Preciado resume que Sariñana es un “lacayo” de Felipe Calderón: “Yo nunca había visto a nadie del Canal Once que tratara de ser un sirviente del presidente de la República, al contrario.” Este reportaje se publica en la edición 1692 de la revista Proceso que empezó a circular este domingo 5 de abril.
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