La Derrota josé gil olmos MÉXICO, D.F., 17 de septiembre (apro).- El presupuesto federal para seguridad pública que el gobierno de Felipe Calderón piensa dedicar en 2009 es cercano a 100 mil millones de pesos, una cantidad inmensa si se toma en cuenta que la suma total del gasto en los últimos diez años ha sido de 300 mil millones. A pesar de tanto dinero, lo ocurrido en los últimos días demuestra que la política de los gobiernos panistas para detener al crimen organizado ha fracasado y las consecuencias ya no son sólo para el gobierno, sino para la población civil que se ha convertido en el blanco. La derrota de Felipe Calderón, que no es otra más que la extensión del fracaso de Vicente Fox, en la lucha contra el crimen organizado se ha evidenciado en estos días con el descubrimiento de 24 personas ejecutadas en un paraje de La Marquesa, en el Estado de México, y el atentado con granadas en Morelia, por el cual murieron 7 y resultaron heridas más de cien. Ni todo el dinero gastado ni la intervención del Ejército, ordenada por Calderón, han logrado abatir al crimen organizado. Al contrario, las diferentes bandas han estado jugando con la estrategia del gobierno federal y ahora podrían estarla utilizando para combatir a sus propios enemigos “calentando” plazas como la de Michoacán para que las fuerzas federales ataquen a La Familia o Joaquín, El Chapo, Guzmán y, de esa manera, les dejen el camino libre. La noche del 15 de septiembre ya no pasará como un aniversario más del “Grito de Independencia”, sino que será recordado por el primer atentado terrorista que realiza el narcotráfico como parte de una estrategia de guerra para enfrentar al gobierno de Felipe Calderón, quien desde el primer día que llegó a la Presidencia de la República, declaró la guerra a los cárteles, sin tener conciencia de lo que estaba haciendo. A los pocos minutos de que Calderón dio el famoso “Grito” desde el balcón de Palacio Nacional, supo de la tragedia ocurrida en Morelia, donde explotaron dos granadas en la plaza Melchor Ocampo, en medio de centenas de michoacanos y turistas que asistieron a festejar el Día de la Independencia. La principales televisoras –Televisa, TV Azteca, Canal 11– que tienen corresponsales en Michoacán y se enteraron a tiempo del acto terrorista, no quisieron interrumpir la transmisión oficial con imágenes del Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales (Cepropie) de la Presidencia de la República. Sus conductores vestidos de charros y charras, mantuvieron su actitud festiva por toda la noche, sin dar atención a lo ocurrido en Morelia. ¿Para qué empañar la fiesta de la unidad? En Palacio Nacional, Calderón mostraba ya un gesto agrio al ver las luces pirotécnicas. Horas después, al encabezar el desfile militar, condenó el acto; pero sin atreverse a llamarlo como ya lo hacía para entonces la prensa de todo el mundo: un acto terrorista perpetrado por el narcotráfico. El gobierno federal y su partido, el PAN, se han tardado en reconocer que con el atentado en Morelia el narcotráfico ha entrado en una nueva etapa en su estrategia de enfrentar al gobierno, una fase que estará marcada con altos grados de violencia encaminada a meter el miedo entre la sociedad. Pasmado, Felipe Calderón ha llamado a la unidad a todos los partidos y a la sociedad para combatir al narcotráfico, llamado que llega demasiado tarde porque él nunca consultó a la ciudadanía cuando decidió usar al Ejército, ignorando las voces de organizaciones nacionales e internacionales, como la ONU, que a tiempo le advirtieron el riesgo de que fracasara y que sólo diera lugar a mayores grados de violencia por parte de los diferentes cárteles que operan en el país. Hoy esas advertencias se han hecho realidad y la violencia generada por el narcoterrorismo apenas empieza e irá creciendo en espiral, según advierten especialistas que siguieron el proceso de Colombia en la década pasada. Frente al fracaso de la estrategia basada en la intervención del Ejército y de la Policía Federal, pocos caminos tiene Calderón. Quizá empiece a mirar hacia la ayuda internacional, a la intervención de Estados Unidos o a la denuncia en los foros internacionales para congelar las cuentas que tienen las bandas mexicanas en bancos de otros países y que, seguramente, ya se tienen detectadas. Pero para iniciar una nueva estrategia hace falta que se piensen las estrategias y en el gabinete de Calderón o entre su equipo más cercano no se ve gente que tenga claridad de qué hacer, al menos no se han visto hasta ahora. La derrota de la política de seguridad impuesta por Calderón preocupa a todos y tal vez sea hora de que, en beneficio de todo el país se den, los primeros consensos políticos para establecer una estrategia que funcione, porque, lamentablemente en un sistema presidencialista como el mexicano, si le va mal al presidente nos va mal a todos. |
Kikka Roja
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