Origen del maíz
Cristina Barros y Marco Buenrostro
Recientemente se decretó que ya es posible la siembra experimental de maíz transgénico en México. Esto va en contra de la Ley de Bioseguridad, de los acuerdos firmados por el gobierno mexicano en el Protocolo de Cartagena y de las recomendaciones de la Comisión para la Cooperación Ambiental integrada por Canadá, Estados Unidos y México.
Entre los múltiples esfuerzos de científicos honestos por difundir la necesidad de preservar el maíz, Antonio Serratos, investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, editó con Greenpeace El origen y la diversidad del maíz en el continente americano.
Se trata de poner al alcance de un público, no necesariamente especializado, una síntesis de las investigaciones que se han realizado sobre todo de 1940 a la fecha, para determinar el origen del maíz, así como sus razas y distribución en América.
Precisar el origen del maíz actual no ha sido fácil, porque el salto evolutivo que supone pasar de su ancestro, el teocintle, a este maíz, es tan inusual, que ha significado un reto para los científicos. Ni el trigo ni el arroz arqueológicos muestran diferencias tan marcadas como las que hay entre el maíz y su antepasado.
Esta evolución no puede entenderse, afirman los científicos que han tratado el tema, sin la intervención humana, lo que significa que el maíz es una creación cultural de nuestros antepasados indígenas americanos. Son ellos quienes han creado y cuidado cientos de razas de maíz para la humanidad.
En la época contemporánea han convivido, explica Serratos, dos visiones respecto del maíz: la que busca preservarlo en bancos de germoplasma, esto es, ex situ, y la que pretende conservarlo in situ, lo que significa ubicarlo en su contexto natural y cultural.
La primera postura vincula al maíz con sus usos industriales (no hay cereal con tanta presencia en la industria como el maíz); además se conserva a través de la enajenación de los recursos genéticos de los campesinos, generados durante siglos de trabajo comunitario.
La segunda posición defiende a este cereal como alimento y símbolo cultural. Se trata, sostiene Serratos, de recuperar la historia de la investigación científica y aspectos socio-culturales del origen y la diversidad del maíz nativo para que los pueblos de América rescaten a la planta emblemática del continente americano y su cultura.
Este jueves 19, a las 5 de la tarde, se inaugura en la Plaza Juárez (frente a la Alameda) la exposición El maíz es la raíz, de David Lauer, autor de algunas de las fotografías del libro aquí citado, con el respaldo de la Secretaría de Cultura del GDF.
Entre los múltiples esfuerzos de científicos honestos por difundir la necesidad de preservar el maíz, Antonio Serratos, investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, editó con Greenpeace El origen y la diversidad del maíz en el continente americano.
Se trata de poner al alcance de un público, no necesariamente especializado, una síntesis de las investigaciones que se han realizado sobre todo de 1940 a la fecha, para determinar el origen del maíz, así como sus razas y distribución en América.
Precisar el origen del maíz actual no ha sido fácil, porque el salto evolutivo que supone pasar de su ancestro, el teocintle, a este maíz, es tan inusual, que ha significado un reto para los científicos. Ni el trigo ni el arroz arqueológicos muestran diferencias tan marcadas como las que hay entre el maíz y su antepasado.
Esta evolución no puede entenderse, afirman los científicos que han tratado el tema, sin la intervención humana, lo que significa que el maíz es una creación cultural de nuestros antepasados indígenas americanos. Son ellos quienes han creado y cuidado cientos de razas de maíz para la humanidad.
En la época contemporánea han convivido, explica Serratos, dos visiones respecto del maíz: la que busca preservarlo en bancos de germoplasma, esto es, ex situ, y la que pretende conservarlo in situ, lo que significa ubicarlo en su contexto natural y cultural.
La primera postura vincula al maíz con sus usos industriales (no hay cereal con tanta presencia en la industria como el maíz); además se conserva a través de la enajenación de los recursos genéticos de los campesinos, generados durante siglos de trabajo comunitario.
La segunda posición defiende a este cereal como alimento y símbolo cultural. Se trata, sostiene Serratos, de recuperar la historia de la investigación científica y aspectos socio-culturales del origen y la diversidad del maíz nativo para que los pueblos de América rescaten a la planta emblemática del continente americano y su cultura.
Este jueves 19, a las 5 de la tarde, se inaugura en la Plaza Juárez (frente a la Alameda) la exposición El maíz es la raíz, de David Lauer, autor de algunas de las fotografías del libro aquí citado, con el respaldo de la Secretaría de Cultura del GDF.
marcri44@yahoo.com.mx
kikka-roja.blogspot.com/
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