Manuel J. Jáuregui
9 Oct. 09
De ser los autores de la "reforma" fiscal 2010 estaríamos, en este momento, encerrados a piedra y lodo en nuestra habitación, tapados hasta la cabeza y en posición fetal chupándonos el dedo.
¡Qué madrina les acaban de poner!
Ni las que propinaba en su mejor época el "Mantequilla" Nápoles asemejan la desconocida que han sufrido nuestros genios hacendarios a manos de varias fuentes del todo respetables, reconocidas y no fácilmente descartables: el total de la cúpula empresarial, con pelos y señales, representada en el CCE.
Gurús empresariales de renombre global y un prestigiado centro de estudios han coincidido en que es un error elevar los impuestos en México si primero no realizamos dos cambios fundamentales:
El segundo punto lo manifestó el tremendamente sólido desplegado del Consejo Coordinador Empresarial, en el que con firmes argumentos y cifras pide, primero, que se reduzca el gasto corriente antes de que se contemple alzar impuestos.
Nuestros legisladores no son tontos, por un lado tienen el pesadísimo (para el causante) paquete fiscal que les mandaron los genios de Hacienda y, por el otro, el cristalino REPUDIO de la sociedad hacia estas pretensiones, primero que nada; segundo, del sector empresarial mexicano entero, y, tercero, de las mentes más brillantes y doctas en estos temas.
Esta coincidencia no es coincidencia, valga la paradoja: es la voz de la razón más pura expresada desde diversos puntos de vista.
Nuestro Gobierno anda mal, muy mal, tanto en su enfoque como en esquivar lo difícil. En lugar de reducir el gasto y realizar una verdadera reforma fiscal, prefiere irse por el camino sencillo que es cargarle la mano a la sociedad, expropiándole más de sus recursos para satisfacer el apetito material de líderes sindicales como los que ahora desconoce, o para pagar incrementos de sueldos (21 por ciento en bonos) a los 140 mil empleados sindicalizados de Pemex (Zedillo dejó 90 mil trabajadores, así que Fox y Calderón han apapachado a 50 mil pránganas más en esta paraestatal improductiva).
No dudamos que con base en aventarle carne al lobo (ahora le dicen "acuerdos") el régimen logre que la Oposición le apruebe algunas alzas en impuestos.
No obstante, está claro que, como se aclaró en el Foro del ITESM, ello generará inflación y un disparo en las tasas de interés, lo cual es totalmente contraindicado a lo que requiere una economía urgida de reactivación.
El Gobierno de Calderón, de insistir en esta alza de impuestos sin atender el reclamo social de reducir el gasto corriente, navegará contra corriente y se ganará el repudio de una población que SUFRIRÁ las consecuencias de este antídoto contra la expansión, que es el alza indiscriminada de impuestos y tarifas.
También se merecerá esta Administración el rechazo del liderazgo empresarial e intelectual nacional y extranjero y cobrará fama mundial de retrógrada.
No descartemos la posibilidad de que el peso de la razón pueda más que el interés político y que, finalmente, los legisladores antepongan el interés nacional al partidista y reprueben el paquete fiscal 2010. Total, cosas más extrañas que ésta han sucedido.
kikka-roja.blogspot.com/
Gurús empresariales de renombre global y un prestigiado centro de estudios han coincidido en que es un error elevar los impuestos en México si primero no realizamos dos cambios fundamentales:
1. Reformar el sistema hacendario mexicano para ampliar la base gravable a más del 20 por ciento de la población activa eficientizando la recolección de impuestos y distribuyendo equitativamente la carga.El primer punto surge en el Foro Mundial de Negocios 2009, que organizó el Tec de Monterrey en Cintermex esta semana, en el que gurús como Michael Porter, de Harvard -especialista en negocios y competitividad-, así como Jaime Serra Puche -experto en comercio internacional- y Everardo Elizondo Almaguer -economista de altos vuelos y ex vicegobernador del Banco de México- contradicen del todo la versión oficial de que "es necesario" elevar los impuestos.
2. REDUCIR en forma significativa el gasto corriente del Gobierno federal, el cual no sólo no disminuye en el presupuesto 2010, sino que pretenden subirlo en un 5.3 por ciento.
El segundo punto lo manifestó el tremendamente sólido desplegado del Consejo Coordinador Empresarial, en el que con firmes argumentos y cifras pide, primero, que se reduzca el gasto corriente antes de que se contemple alzar impuestos.
Nuestros legisladores no son tontos, por un lado tienen el pesadísimo (para el causante) paquete fiscal que les mandaron los genios de Hacienda y, por el otro, el cristalino REPUDIO de la sociedad hacia estas pretensiones, primero que nada; segundo, del sector empresarial mexicano entero, y, tercero, de las mentes más brillantes y doctas en estos temas.
Esta coincidencia no es coincidencia, valga la paradoja: es la voz de la razón más pura expresada desde diversos puntos de vista.
Nuestro Gobierno anda mal, muy mal, tanto en su enfoque como en esquivar lo difícil. En lugar de reducir el gasto y realizar una verdadera reforma fiscal, prefiere irse por el camino sencillo que es cargarle la mano a la sociedad, expropiándole más de sus recursos para satisfacer el apetito material de líderes sindicales como los que ahora desconoce, o para pagar incrementos de sueldos (21 por ciento en bonos) a los 140 mil empleados sindicalizados de Pemex (Zedillo dejó 90 mil trabajadores, así que Fox y Calderón han apapachado a 50 mil pránganas más en esta paraestatal improductiva).
No dudamos que con base en aventarle carne al lobo (ahora le dicen "acuerdos") el régimen logre que la Oposición le apruebe algunas alzas en impuestos.
No obstante, está claro que, como se aclaró en el Foro del ITESM, ello generará inflación y un disparo en las tasas de interés, lo cual es totalmente contraindicado a lo que requiere una economía urgida de reactivación.
El Gobierno de Calderón, de insistir en esta alza de impuestos sin atender el reclamo social de reducir el gasto corriente, navegará contra corriente y se ganará el repudio de una población que SUFRIRÁ las consecuencias de este antídoto contra la expansión, que es el alza indiscriminada de impuestos y tarifas.
También se merecerá esta Administración el rechazo del liderazgo empresarial e intelectual nacional y extranjero y cobrará fama mundial de retrógrada.
No descartemos la posibilidad de que el peso de la razón pueda más que el interés político y que, finalmente, los legisladores antepongan el interés nacional al partidista y reprueben el paquete fiscal 2010. Total, cosas más extrañas que ésta han sucedido.
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