PLAZA PÚBLICA El maestro Garay Cadena y su jefe Miguel Ángel Granados Chapa 21 Dic. 08 Lo que se presentó como un operativo digno de presunción, en la zona del Desierto de los Leones, no fue más que la muestra del fracaso de la política de seguridad. Ahí se maltrató a los detenidos y se robó El maestro en derecho Víctor Gerardo Garay Cadena hizo una carrera de 16 años en actividades policiacas, al cabo de la cual llegó a ser jefe (comisionado es el título oficial) de la Policía Federal Preventiva. En su trayecto contó siempre con el apoyo y la confianza de Genaro García Luna, hoy secretario de Seguridad Pública. Garay Cadena no pertenece más a las corporaciones en que su amigo ha tenido mando. Ahora está preso en un penal federal, procesado por delincuencia organizada agravada, robo específico y abuso de autoridad. Se le reprochan penalmente sus vínculos con Arturo Beltrán Leyva, uno de los principales narcocapitanes. Nacido en 1970, Garay Cadena cursó una licenciatura en administración y a los 22 años se improvisó agente en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, al que García Luna había ingresado tres años atrás. Allí permanecieron hasta 1998, en que pasaron a la plantilla fundadora de la Policía Federal Preventiva, García Luna, como coordinador general de inteligencia, llegó a ser el segundo en la nueva corporación dirigida por Wilfrido Robledo. A su vez, Garay Cadena actuó como subdirector de operaciones especiales hasta 2002. En ese año, su amigo se había ya convertido en director general de la Agencia Federal de Investigación, cargo en que se mantuvo no obstante acusaciones formales en su contra, presentadas por los secretarios de la Contraloría y de Seguridad Pública del gabinete de Vicente Fox, pues contó con el apoyo del general procurador general Rafael Macedo de la Concha. Garay Cadena llegó a la AFI donde fue director general de intercepción. Y siempre en la cercanía de García Luna, retornó a la PFP cuando su amigo ascendió a secretario de Seguridad Pública. En esa corporación fue coordinador de la división antidrogas y en mayo pasado se le confió la jefatura de toda la corporación. Se le nombró comisionado interino en sustitución de Édgar Eusebio Millán, también amigo de García Luna, quien fue asesinado presumiblemente por miembros de la misma corporación que dirigía. Medio año ejerció Garay Cadena esa jefatura. A fines de octubre la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada lo llamó a declarar porque se le involucraba en acciones delictuosas que comenzaron a salir a la luz pública unos días atrás, a partir de sendas operaciones contra el narcotráfico que produjeron, una, la detención de Jesús Zambada, El Rey, que reveló la red de sus relaciones con la autoridad. La otra, en cambio, no pudo impedir la fuga de Harold Poveda, apodado El Conejo, un importante narcotraficante colombiano. Tras su comparecencia ante la SIEDO, Garay Cadena renunció a su puesto, el 31 octubre. Lo avisó en conferencia de prensa en que se mostró confiado y digno: "Durante el tiempo en que presté mis servicios a esta institución lo hice con profesionalismo, legalidad y eficacia", dijo. Añadió que "durante 15 años me he dedicado con profunda convicción al servicio de la seguridad del país, y con la misma convicción me separo del cargo para despejar cualquier duda sobre mi persona". Y concluyó: "Mi familia y yo estamos tranquilos, con la plena seguridad de que mi desempeño en la Policía Federal Preventiva fue el adecuado". No opinó lo mismo la PGR, sin embargo. Con base en testimonios de agentes subordinados del maestro Garay Cadena, solicitó una orden para arraigar al hasta entonces jefe de la PFP. Y después obtuvo una de aprehensión en su contra, en función de la cual está siendo procesado. A partir de las indagaciones ministeriales ha podido saberse (con la calidad de presunción que tienen las informaciones recabadas en las averiguaciones previas) que no sólo ha estado al servicio de Beltrán Leyva sino que protagonizó un episodio entre grotesco y terrible que explica en buena medida el fracaso de la política de seguridad pública y de la dependencia encargada de aplicarla. Tres veces por lo menos Garay Cadena impidió que Beltrán Leyva fuera detenido. En diciembre de 2007, como coordinador de la división antidrogas, evitó que culminara una operación montada por Roberto Velasco, director de combate a las drogas de la propia PFP, quien se contrarió porque su superior ordenó desmontar el mecanismo que hubiera permitido detener al narcotraficante en una casa del Pedregal de San Ángel, en el Distrito Federal. Meses después Velasco fue asesinado. Antes, con la certidumbre de que no se encontraría allí a su protegido, Garay Cadena encabezó una incursión a aquel domicilio, en el que se habría apoderado de una importante cantidad de dinero, joyas y hasta un lingote de oro con las iniciales de Beltrán Leyva. De seguro creyente de la definición presidencial sobre el combate a la delincuencia organizada, Garay Cadena calificó de "botín de guerra" los bienes de que ilegalmente se hizo entonces. En mayo siguiente, también ordenó frenar una operación que en el estado de Morelos hubiera conducido a aprehender al narcotraficante. Y repetiría la faena, ya en su papel de comisionado interino de la PFP, en septiembre pasado, cuando se abstuvo de activar el dispositivo preparado para apresar a Beltrán Leyva, invitado a una fiesta de bautizo en Huixquilucan. Quizá para desvanecer las sospechas de sus subordinados, algunos de los cuales se extrañaban del proceder del maestro, su jefe, ante las andanzas del delincuente sinaloense, o tal vez porque había ya mutado sus lealtades, Garay Cadena encabezó una operación que fue presentada así por la SSP el 19 de octubre, hace dos meses. "En el marco de las acciones realizadas por el gobierno federal en contra de la delincuencia organizada, la Policía Federal en colaboración con la PGR, detuvo a 24 personas, en su mayoría de origen colombiano, integrantes de una organización dedicada al tráfico de drogas y lavado de dinero, vinculada con la organización de Arturo Beltrán Leyva, alias 'El Barbas', en la Ciudad de México, el pasado 18 de octubre". Tras subrayar la importancia de algunos de los detenidos, el boletín concluía con un párrafo digno de ser leído acompañado de fanfarrias: "Con estas acciones, el gobierno federal refrenda su compromiso de combatir el delito en todas sus manifestaciones, para proteger y servir a la comunidad". La realidad era muy otra, según testimonios de algunos de los detenidos entonces y de agentes que participaron en la operación. El 16 de octubre, y no el 18 como se dijo para disfrazar lo ocurrido, al frente de su gente Garay Cadena ingresó con violencia a una estrambótica residencia en el Desierto de los Leones, que incluía finos animales en cautiverio. Se efectuaba allí la fiesta de cumpleaños de Harold Poveda, El Conejo, al que deliberadamente se permitió escapar. En su lugar, como protagonista del convivio quedó el propio jefe policiaco. El diario Reforma, que a partir de constancias ministeriales reconstruyó los hechos, los sintetizó de este modo en su información principal del 13 de diciembre: "Víctor Gerardo Garay, entonces comisionado de la Policía Federal Preventiva (PFP), pasó a la sala de cine de la mansión del Desierto de los Leones. Junto con su subordinado Francisco Navarro alineó a 30 mujeres y seleccionó a cuatro. Ordenó prender la caldera del jacuzzi, pidió cocaína para las muchachas y cerró la puerta de la sala. Comenzó su fiesta". El festejo del maestro Garay Cadena, además de su propio placer, incluyó maltrato a los detenidos, el robo de medio millón de dólares, reunidos en visitas realizadas a siete domicilios de los circunstantes (mientras duraba la operación, todo el jueves 16), realizadas por los comandantes Francisco Navarro y Édgar Bayardo (que después depusieron contra su jefe), y hasta el apoderamiento de un bulldog, que Garay Cadena ordenó poner en su camioneta blindada envuelto en una sábana. Tan cercano, personal y funcionalmente al secretario García Luna, es difícil que Garay Cadena ocultara esa fase de su personalidad a su jefe y amigo quien, sin embargo, no ha externado su parecer sobre esos hechos. Se muestra frente a ellos como si le fueran ajenos, salvo porque ha designado a un nuevo comisionado de la PFP, en cuya hoja de servicios hay una tachadura por un delito que presuntamente cometió siendo delegado de la PGR en Sinaloa. Impasible, García Luna sigue gozando de la confianza presidencial. Correo electrónico: miguelangel@granadoschapa.com |
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