Carmen Aristegui F.
8 May. 09
Carlos Ahumada y editorial Grijalbo cortaron la dominancia informativa de los últimos días, a partir de la irrupción en nuestras vidas del nuevo virus de la influenza. Circula ya un libro sobre las entrañas de uno de los más graves escándalos de la vida pública mexicana de los últimos años.
Con la aparición del libro Derecho de réplica. Revelaciones de la más grande pantalla política en México, Ahumada reabre una historia, ni del todo vieja ni del todo contada. Vuelve al tema que lo llevó a la cárcel durante mil 131 días y coloca ante la mirada pública detalles sobre episodios ya sabidos, refresca la memoria y lanza tronantes revelaciones que merecerían alguna investigación ministerial. Por los personajes involucrados, porque no ofrece más que su dicho y porque somos el país que somos, es de esperarse que tal cosa no sucederá. Con preguntas formuladas por 18 periodistas que aceptaron colaborar para este libro, Ahumada va por su revancha y describe, con pelos y señales, el conjunto de intereses y personajes de poder que concurrieron para fraguar el "videoescándalo" que involucraba a funcionarios del gobierno capitalino y miembros del PRD. El propósito de la maniobra para sacar a López Obrador de circulación ya se sabía. La manera de lograrlo con la exhibición de los videos de Bejarano y Ponce, brazo político y brazo económico, también. La trama de corrupción y componendas entre perredistas y autoridades en sus alianzas con Ahumada quedó a la luz desde el principio. Ahora se conocen los detalles. Afirma que le debían, entre todos, unos 400 millones de pesos. Por negarse a darle garantías de que le pagarían, dice, decidió entonces videograbarlos. El libro confirma, en esencia, lo que no es el propósito del autor: la tesis que permitió a López Obrador no sólo sortear, sino revertir -en algo casi insólito- el daño causado a su imagen pública por la exhibición de colaboradores más cercanos en hechos de corrupción. Ahumada detalla la maquinación de alto nivel entre diversos personajes y autoridades que trabajaron juntos para dinamitar la carrera política del enemigo común. La teoría del "complot" termina por ser confirmada.
Ahumada cuenta la historia, a su manera, sin más elementos que su palabra y la amenaza velada de tener todavía algunos videos. Ahumada se centra en una serie de revelaciones que exhiben el grado de putrefacción al que habría llegado la vida política en México: asevera que Salinas compró los videos y negoció con Vicente Fox su divulgación. La moneda de cambio, afirma, era la libertad de Raúl y las cuentas congeladas por la Procuraduría; uno de los mejores negocios de su vida.
Ahumada detalla cómo habría sido la transacción: "Carlos Salinas me dio dinero a cambio de los videos. Antes de entregárselos, me hizo llegar aproximadamente 35 millones de pesos... Salinas me confió que una de las cuestiones que había negociado a cambio de los videos era la exoneración de todos los cargos que mantenían en ese momento a Raúl en la cárcel, además de la devolución de todos sus bienes incluyendo los millones de dólares congelados por la PGR. Y así sucedió finalmente... Raúl fue liberado y exonerado el 14 de junio de 2005".
Habría sido, en efecto, uno de los mejores negocios de la familia Salinas. A costa del desfondamiento moral del foxismo y la demostración clara de un poder transexenal ejercido entonces, y aún ahora, por el ex presidente de México. Según Ahumada, Salinas tomó el control y decidió todo sobre los videos. En qué momento, de qué manera y hasta la televisora en que se difundirían los videos. Es obvio que la credibilidad de un hombre con la historia de Carlos Ahumada no es precisamente su principal activo. Difícil saber, en realidad, qué tanto de lo ocurrido empata con lo que escribe. Supongamos que sólo la mitad de lo que escribe es totalmente verdadero, estaríamos ya ante el retrato crudo de la corrupción y la descomposición de la vida política mexicana. Ese lugar en donde nadie se salva. Donde no hay diferencia de colores o partidos. En donde el tufillo de lo descompuesto abarca a los principales partidos, a los principales personajes. A la cofradía que dirige al país. Al retrato del cinismo rampante.
kikka-roja.blogspot.com/
Con la aparición del libro Derecho de réplica. Revelaciones de la más grande pantalla política en México, Ahumada reabre una historia, ni del todo vieja ni del todo contada. Vuelve al tema que lo llevó a la cárcel durante mil 131 días y coloca ante la mirada pública detalles sobre episodios ya sabidos, refresca la memoria y lanza tronantes revelaciones que merecerían alguna investigación ministerial. Por los personajes involucrados, porque no ofrece más que su dicho y porque somos el país que somos, es de esperarse que tal cosa no sucederá. Con preguntas formuladas por 18 periodistas que aceptaron colaborar para este libro, Ahumada va por su revancha y describe, con pelos y señales, el conjunto de intereses y personajes de poder que concurrieron para fraguar el "videoescándalo" que involucraba a funcionarios del gobierno capitalino y miembros del PRD. El propósito de la maniobra para sacar a López Obrador de circulación ya se sabía. La manera de lograrlo con la exhibición de los videos de Bejarano y Ponce, brazo político y brazo económico, también. La trama de corrupción y componendas entre perredistas y autoridades en sus alianzas con Ahumada quedó a la luz desde el principio. Ahora se conocen los detalles. Afirma que le debían, entre todos, unos 400 millones de pesos. Por negarse a darle garantías de que le pagarían, dice, decidió entonces videograbarlos. El libro confirma, en esencia, lo que no es el propósito del autor: la tesis que permitió a López Obrador no sólo sortear, sino revertir -en algo casi insólito- el daño causado a su imagen pública por la exhibición de colaboradores más cercanos en hechos de corrupción. Ahumada detalla la maquinación de alto nivel entre diversos personajes y autoridades que trabajaron juntos para dinamitar la carrera política del enemigo común. La teoría del "complot" termina por ser confirmada.
Ahumada cuenta la historia, a su manera, sin más elementos que su palabra y la amenaza velada de tener todavía algunos videos. Ahumada se centra en una serie de revelaciones que exhiben el grado de putrefacción al que habría llegado la vida política en México: asevera que Salinas compró los videos y negoció con Vicente Fox su divulgación. La moneda de cambio, afirma, era la libertad de Raúl y las cuentas congeladas por la Procuraduría; uno de los mejores negocios de su vida.
Ahumada detalla cómo habría sido la transacción: "Carlos Salinas me dio dinero a cambio de los videos. Antes de entregárselos, me hizo llegar aproximadamente 35 millones de pesos... Salinas me confió que una de las cuestiones que había negociado a cambio de los videos era la exoneración de todos los cargos que mantenían en ese momento a Raúl en la cárcel, además de la devolución de todos sus bienes incluyendo los millones de dólares congelados por la PGR. Y así sucedió finalmente... Raúl fue liberado y exonerado el 14 de junio de 2005".
Habría sido, en efecto, uno de los mejores negocios de la familia Salinas. A costa del desfondamiento moral del foxismo y la demostración clara de un poder transexenal ejercido entonces, y aún ahora, por el ex presidente de México. Según Ahumada, Salinas tomó el control y decidió todo sobre los videos. En qué momento, de qué manera y hasta la televisora en que se difundirían los videos. Es obvio que la credibilidad de un hombre con la historia de Carlos Ahumada no es precisamente su principal activo. Difícil saber, en realidad, qué tanto de lo ocurrido empata con lo que escribe. Supongamos que sólo la mitad de lo que escribe es totalmente verdadero, estaríamos ya ante el retrato crudo de la corrupción y la descomposición de la vida política mexicana. Ese lugar en donde nadie se salva. Donde no hay diferencia de colores o partidos. En donde el tufillo de lo descompuesto abarca a los principales partidos, a los principales personajes. A la cofradía que dirige al país. Al retrato del cinismo rampante.