Canalseisdejulio y La Jornada presentaron el video Zapatistas, crónica de una rebelión en las instalaciones del Faro de Oriente, el 13 de septiembre de 2003 Foto Alfredo Domínguez Tania Molina Ramírez El Canal 6 de Julio cumple 20 años de documentar aspectos fundamentales de la vida social y política de México. Desde la campaña electoral de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, con los impresionantes mítines en la región de La Laguna, hasta el movimiento de resistencia contra un tiradero de residuos tóxicos en Zimapán, Hidalgo, incluyendo la producción de un filme histórico sobre la intervención, en 1968, de la CIA en México. Esta productora posee, quizá, el archivo más rico de imágenes de las pasadas dos décadas, con entrevistas y fotos exclusivas. Su acervo ayuda a formar la memoria colectiva de este país, resumió el camarógrafo, editor y realizador Mario Viveros, integrante del equipo del canal. La urgencia por informar, por darle herramientas a la gente para que esté enterada y luego pase a la acción, ha llevado al equipo a realizar 62 documentales, un promedio de tres por año. Se trata de informar, analizar, investigar y dar un punto de vista que se contrapone a las versiones oficiales, explicó Nancy Ventura, productora del canal. El trabajo del canal es necesario, aunque muy marginal, opinó por su lado Viveros. Tenemos una posición clara, no jugamos a la objetividad. El abanico es amplio, aunque se enfatizan ciertos temas: los procesos electorales, el papel de los medios de comunicación electrónicos, los derechos humanos, los movimientos sociales y la guerrilla. Recientemente tocaron el tema del medio ambiente. Con sus cintas se puede hacer una especie de radiografía del país. Basta echarle un vistazo a algunos títulos del catálogo: Zapatistas, Teletiranía, Fobaproa, Aventuras en Foxilandia, Habla el ERPI y Tlatelolco, las claves de la masacre. Este último filme es probablemente el más conocido del canal. Reúne la más completa recopilación de imágenes del 2 de octubre de 1968. Algunos documentales han nacido por la urgencia de informar algo, como Romper el cerco (sobre Atenco). Antes funcionábamos mucho al calor de los hechos, tratábamos de ser los primeros en acercarnos al acontecimiento, como ocurrió en Chiapas, dijo Nancy Ventura. Otros son temas que el canal cree importante poner sobre la mesa, como ¿Adiós a la izquierda?, que ofrece material para un debate de qué ha hecho la izquierda en estas décadas recientes. Ahora hacemos documental con investigación más profunda, siguió Ventura. En conjunto, se trata de un archivo riquísimo que incluye no sólo lo incorporado a los documentales, sino también lo que quedó fuera. Hoy, uno de los mayores apremios del canal es hacer un respaldo digital de todo ese material. Para empezar, sólo 12 de 62 documentales están en dvd, pero también tenemos muchísimas horas en formatos ya descontinuados, además hay archivos que no tiene nadie: el plebiscito del 93 (sobre la elección de gobernantes en la ciudad de México), imágenes de la campaña del 88, un acervo importante sobre grupos armados, registros parciales de luchas obreras y entrevistas, explicó Carlos Mendoza, fundador del canal. La Filmoteca de la UNAM tiene interés en hacer un respaldo que quede bajo su custodia, siguió Mendoza. Pero hacen falta recursos para llevarlo a cabo. El respaldo digital sería de gran utilidad para la gente que llega a consultar los archivos. A veces simplemente necesita revisar el material, y en otras requiere usarlo para alguna cosa. Nos lo piden muchísimo y lo cedemos, dependiendo del proyecto, porque hay un compromiso con el material, hay esa confianza con el canal de que vas a usar el material correctamente, explicó la productora. Por su parte, el camarógrafo Pablo Ramos, quien apenas iba a entrar a la primaria cuando inició la productora, dijo que los documentales deberían ser un medio para preservar la historia, un poco como las primeras planas que se imprimieron de las gacetas que ahora nos sirven para hacer una investigación. El documental tiene que hacerse con esa visión hacia el futuro, de que sean para consulta posterior. La principal función del documental sería servir como consulta, para conocer la historia. Además, más allá del documental, el archivo es importante para futuras consultas. Romper el cerco Respecto del peso que un documental pueda tener para que las cosas cambien, Mario Viveros opinó que depende de qué tanto la gente se apropie de él y lo utilice; no depende de ti, sino de los movimientos sociales y los ciudadanos. Viveros mencionó el caso de Romper el cerco, que fue ampliamente distribuido por organizaciones y activistas vía Internet y ayudó a difundir, en México y afuera, lo que estaba ocurriendo en Atenco. Al canal llegaron colaboraciones de gente que había hecho “subtítulos en alemán, portugués, italiano…” Romper el cerco fue un caso especial en varios sentidos: se hi-zo rápido (en tres semanas) por la urgencia de informar, se realizó en colectivo (con ProMedios, Indymedia y otros) y se subió a Internet con copyleft (por oposición a copyright), explicó Viveros. Debido a que toca temas políticos delicados, la productora ha sufrido allanamientos y llamadas telefónicas y correos electrónicos intimidatorios. El colchón El Canal 6 de Julio se mantiene al margen de apoyos gubernamentales o de empresas privadas y casi no participa en festivales. La mayor parte del financiamiento viene de encargos que nos piden, explicó Ventura. La venta de los videos y los trabajos externos nos permiten seguir produciendo. Filmaron campañas políticas para Cuauhtémoc Cárdenas, Lázaro Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador; lo ganado sirve de colchón, explicó Ventura. Altas y bajas Carlos Mendoza comenzó a trabajar en documentales a mediados de los años 70. Su primera aproximación fue un proyecto que nunca cuajó sobre la Tendencia Democrática de los trabajadores electricistas, con una entrevista al dirigente Rafael Galván. Luego Mendoza estudió en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. Entre 1979 y 1983 él y Carlos Cruz realizaron tres documentales premiados: Chapopote, Chahuistle y Los encontraremos. Tiempo después hizo un documental acerca del movimiento universitario en 1986. El resultado fue UNAM: la fuerza de la razón. Luego fue invitado a filmar la campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. En mayo de ese año sacaron Tiempo de esperanza, un registro de todos los días con el candidato. Tratábamos de vender copias y la gente decía, ¿para qué lo quiero? No había la costumbre del video, recordó Mendoza. En septiembre sacaron Crónica de un fraude, acerca de lo ocurrido en el proceso electoral del 88: “Fue un asunto sorprendente: las copias volaron, hicimos una exhibición concurridísima en un cine al sur de la ciudad, la gente dio portazo. Se hicieron más proyecciones. Y, sobre todo, se difundió de mano en mano. Como anécdota te cuento de gente que subía televisor y videocasetera a su coche y se iba a recorrer las comunidades para exhibir la cinta. Creo que es la primera vez (en México) que un documental independiente llena una sala, recupera económicamente, brinda ganancias a la productora y tiene una difusión tan amplia”. Fue en este contexto que se fundó el Canal 6 de Julio, en enero de 1989. Nunca creimos que duraría más de un año, pensamos que el canal acompañaría lo que quedaba del movimiento y que se harían dos o tres trabajos y ya. Han sido 20 años de altibajos. Los integrantes del canal opinan que está vinculado con la efervescencia social. En 1991 estrenaron el documental San Luis: lección de dignidad, acerca del movimiento cívico encabezado por Salvador Nava, el cual tuvo gran éxito. En 1994, como para confirmar el estrecho vínculo entre los tiempos sociales y los del canal, cuando hizo su aparición pública el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), otra vez el trabajo del canal repuntó. El primer documental, bastante malo, pero muy inmediato, se vendió de manera impresionante. Siguieron varias producciones sobre este tema, hasta llegar al recuento más completo, Zapatistas, crónica de una rebelión. En el caso del EZLN, así como de otros movimientos armados y sociales, el canal podía entrar donde otras no. Y a la inversa: a los actos oficiales teníamos que ir a escondidas. A lo largo de 20 años han hecho coproducciones con organizaciones no gubernamentales, sindicatos y medios de comunicación (con La Jornada coprodujeron Tlatelolco y Zapatistas). Actualmente, entre otros proyectos, trabajan en actualizar La guerra oculta, sobre la militarización de la vida civil, y en una producción que por ahora se llama Protestar es un derecho (coproducción con la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todos y Todas), una reflexión de cómo el gobierno actual ha criminalizado la protesta social, anunció Mario Viveros, quien dirige estos dos documentales. |
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