Raymundo Riva Palacio
Pies de barro
Domingo, 05 de Abril de 2009
Por qué Beatriz Paredes proyecta una imagen pública de política poderosa, combativa, de vanguardia y gran negociadora? Debe ser, no por poderosa, ni vanguardista, ni conciliadora, sino porque es tan prudente que parece pusilánime, es tan medrosa que nunca se equivoca, y es tan buena en la bohemia que cultiva permanentemente a intelectuales y periodistas, con lo que se blinda de que la desnuden políticamente.
CALCULADORA
Beatriz Paredes, dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Foto: Cuartoscuro
Le encanta cantar y tener reuniones sociales. Le gusta cautivar con su cultura. Le gusta impresionar a sus correligionarios cuando los acarreados del partido la vitorean. Le gusta presumir que es ella quien tiene los puentes del PRI con el poder.
Se decía amiga del presidente Vicente Fox, lo que le permitió poner a un gobernador en Tlaxcala, aunque bajo los colores del PAN. Se dice amiga del presidente Felipe Calderón, pero no pudo impedir que el líder nacional del PAN, Germán Martínez, utilizara a los priistas de pera con la cara de narcotraficantes.
Beatriz Paredes exaspera e indigna a sus correligionarios.
En el caso de Martínez, no le perdonan el error de cálculo político de no haberle respondido tan pronto como lanzó la primera acusación contra los priistas de haber apoyado a narcotraficantes, y que se convirtió en un maremoto contra el PRI.
No fue prudente; fue pusilánime con Martínez para no enemistarse con Calderón. Para salvar su relación con el presidente, permitió el naufragio de su partido. Su abandono del partido, por sus fines personales o cuidado político, ha sido una constante de los últimos años.
Cuando la elección para la gubernatura de Yucatán, la señora Paredes enterró a Ivonne Ortega cuando apenas comenzaba la campaña. No va a ganar el PRI en Yucatán, sentenció, y por tanto, no iba a esforzarse en sacar esa elección. Ortega sorprendía conforme avanzaba la campaña, pero Paredes nunca la respaldó. "Venía, le tenían que pagar todos sus gastos y no hacía nada", dijo una persona que conoció de cerca lo poco que hizo la líder del PRI en Yucatán.
Paredes no quería que una derrota en Yucatán le empañara su presidencia. Pero cuando el PRI recuperó fuerza con victorias locales en Chihuahua, Oaxaca, Veracruz, Tamaulipas y Puebla, rápidamente se los acreditó.
Sin embargo, esos triunfos son acreditados dentro del PRI a los propios gobernadores que trabajaron para evitar más caídas como en el 2006, y no a ningún esfuerzo de Paredes quien, dijo hace tiempo un mandatario estatal, sólo fue a levantar la mano y tomarse la fotografía.
Doña Beatriz no es un fraude, por supuesto, pero sí es una política inflada con aire que se mueve con la marea y es incapaz de tomar la iniciativa para comprometerse con algo.
"Siempre espera para ver hacia dónde van las cosas antes de definir su posición", dice un priista que la conoce hace muchos años. "Siempre se suma a la mayoría y tiene el talento de hacer ver que los resultados son gracias a ella".
CALCULADORA
Beatriz Paredes, dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Foto: Cuartoscuro
Le encanta cantar y tener reuniones sociales. Le gusta cautivar con su cultura. Le gusta impresionar a sus correligionarios cuando los acarreados del partido la vitorean. Le gusta presumir que es ella quien tiene los puentes del PRI con el poder.
Se decía amiga del presidente Vicente Fox, lo que le permitió poner a un gobernador en Tlaxcala, aunque bajo los colores del PAN. Se dice amiga del presidente Felipe Calderón, pero no pudo impedir que el líder nacional del PAN, Germán Martínez, utilizara a los priistas de pera con la cara de narcotraficantes.
Beatriz Paredes exaspera e indigna a sus correligionarios.
En el caso de Martínez, no le perdonan el error de cálculo político de no haberle respondido tan pronto como lanzó la primera acusación contra los priistas de haber apoyado a narcotraficantes, y que se convirtió en un maremoto contra el PRI.
No fue prudente; fue pusilánime con Martínez para no enemistarse con Calderón. Para salvar su relación con el presidente, permitió el naufragio de su partido. Su abandono del partido, por sus fines personales o cuidado político, ha sido una constante de los últimos años.
Cuando la elección para la gubernatura de Yucatán, la señora Paredes enterró a Ivonne Ortega cuando apenas comenzaba la campaña. No va a ganar el PRI en Yucatán, sentenció, y por tanto, no iba a esforzarse en sacar esa elección. Ortega sorprendía conforme avanzaba la campaña, pero Paredes nunca la respaldó. "Venía, le tenían que pagar todos sus gastos y no hacía nada", dijo una persona que conoció de cerca lo poco que hizo la líder del PRI en Yucatán.
Paredes no quería que una derrota en Yucatán le empañara su presidencia. Pero cuando el PRI recuperó fuerza con victorias locales en Chihuahua, Oaxaca, Veracruz, Tamaulipas y Puebla, rápidamente se los acreditó.
Sin embargo, esos triunfos son acreditados dentro del PRI a los propios gobernadores que trabajaron para evitar más caídas como en el 2006, y no a ningún esfuerzo de Paredes quien, dijo hace tiempo un mandatario estatal, sólo fue a levantar la mano y tomarse la fotografía.
Doña Beatriz no es un fraude, por supuesto, pero sí es una política inflada con aire que se mueve con la marea y es incapaz de tomar la iniciativa para comprometerse con algo.
"Siempre espera para ver hacia dónde van las cosas antes de definir su posición", dice un priista que la conoce hace muchos años. "Siempre se suma a la mayoría y tiene el talento de hacer ver que los resultados son gracias a ella".
La elaboración de las listas para plurinominales, es un ejemplo.
A lo largo de la semana le adjudicaron el haber logrado aniquilar a sus adversarios al haber integrado un cuerpo de potenciales diputados fieles a ella. La realidad es otra.
Tuvo que ceder poder a personajes como a la dupla del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, y el ex presidente Carlos Salinas, que conformaron una bancada mexiquense a imagen y semejanza de sus deseos, y de los gobernadores, que le tumbaron aspirantes al cargo.
Tuvo que aceptar el veto del gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández, contra dos ex gobernadores, Manuel Cavazos y Tomás Yarrington, siendo el de este último más doloroso, pues le había ofrecido coordinar la bancada en la próxima Legislatura.
No pudo negociar con el gobernador de Hidalgo Miguel Osorio Chong para que le permitiera incorporar al ex gobernador Manuel Ángel Núñez Soto, ni logró que el de Sinaloa, Jesús Aguilar, aceptara la inclusión de Enrique Jackson, a quien se daba por seguro entre los plurinominales. Humberto Moreira, de Coahuila, también dijo que no podía entrar su antecesor Enrique Martínez.
Tuvo que ceder posiciones a madracistas históricos –no únicamente al hijo de Roberto Madrazo, que también entró en la lista-, sino fieles escuderos que han manejado la estructura del aparato, en lo político, lo electoral y las finanzas, y obtener posiciones para sus incondicionales que, en su mayoría, quedarán relegados a la segunda división del PRI en la próxima cámara.
No le fue bien a Beatriz Paredes esta semana, y la perspectiva hacia delante, donde el horizonte dibuja el 2012, está sembrado de dificultades.
Hasta hace unos meses negoció con los gobernadores que pudiera ir al Congreso, y coordinar a la bancada sin dejar la presidencia del PRI, pero los malos recuerdos de Madrazo, quien nunca dejó la dirigencia nacional mientras realizaba precampaña para la candidatura presidencial, taponaron todas sus intenciones.
Beatriz Paredes se cree con los tamaños para contender por la candidatura presidencial en 2012. O al menos, eso es lo que las noches de bohemia y culto a quienes tienen tribunas para la opinión pública han logrado conformar como mensaje.
Pero es una broma, hoy y en 2011, cuando se definan las candidaturas. No tiene las agallas, ni la fuerza, ni el consenso interno. No tiene la presencia externa, ni el carisma, ni el arrojo, ni la creatividad ni la capacidad para sorprender. Es una líder que se muestra siempre reluciente, como política de oro, pero que en realidad, tiene los pies de barro.
Tuvo que ceder poder a personajes como a la dupla del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, y el ex presidente Carlos Salinas, que conformaron una bancada mexiquense a imagen y semejanza de sus deseos, y de los gobernadores, que le tumbaron aspirantes al cargo.
Tuvo que aceptar el veto del gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández, contra dos ex gobernadores, Manuel Cavazos y Tomás Yarrington, siendo el de este último más doloroso, pues le había ofrecido coordinar la bancada en la próxima Legislatura.
No pudo negociar con el gobernador de Hidalgo Miguel Osorio Chong para que le permitiera incorporar al ex gobernador Manuel Ángel Núñez Soto, ni logró que el de Sinaloa, Jesús Aguilar, aceptara la inclusión de Enrique Jackson, a quien se daba por seguro entre los plurinominales. Humberto Moreira, de Coahuila, también dijo que no podía entrar su antecesor Enrique Martínez.
Tuvo que ceder posiciones a madracistas históricos –no únicamente al hijo de Roberto Madrazo, que también entró en la lista-, sino fieles escuderos que han manejado la estructura del aparato, en lo político, lo electoral y las finanzas, y obtener posiciones para sus incondicionales que, en su mayoría, quedarán relegados a la segunda división del PRI en la próxima cámara.
No le fue bien a Beatriz Paredes esta semana, y la perspectiva hacia delante, donde el horizonte dibuja el 2012, está sembrado de dificultades.
Hasta hace unos meses negoció con los gobernadores que pudiera ir al Congreso, y coordinar a la bancada sin dejar la presidencia del PRI, pero los malos recuerdos de Madrazo, quien nunca dejó la dirigencia nacional mientras realizaba precampaña para la candidatura presidencial, taponaron todas sus intenciones.
Beatriz Paredes se cree con los tamaños para contender por la candidatura presidencial en 2012. O al menos, eso es lo que las noches de bohemia y culto a quienes tienen tribunas para la opinión pública han logrado conformar como mensaje.
Pero es una broma, hoy y en 2011, cuando se definan las candidaturas. No tiene las agallas, ni la fuerza, ni el consenso interno. No tiene la presencia externa, ni el carisma, ni el arrojo, ni la creatividad ni la capacidad para sorprender. Es una líder que se muestra siempre reluciente, como política de oro, pero que en realidad, tiene los pies de barro.
kikka-roja.blogspot.com/
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