El 3 de noviembre del 2003, ese comensal tímido, nervioso, medio inseguro, quien capacitara a los cuadros del Frente Juvenil priista y ex secretario técnico de la Comisión Nacional de Ideología, fue nombrado, gracias a la maestra Elba Esther Gordillo, consejero presidente del IFE. No hay duda que la forma en que se había renovado el Consejo General del Instituto Federal Electoral resultó profundamente antidemocrática, excluyendo a la izquierda política y social. Como bien dijera entonces Carlos Fuentes respecto a ese extraño consenso entre el PRI y el PAN: "un animal bicéfalo, PRI-PAN o PAN-PRI, ha robado la imparcialidad y calidad que habían distinguido al instituto". Y todo para evitar el triunfo del PRD en el 2006. ¿Por qué habrán desaprovechado, entonces, los partidos para hacer una profunda renovación? ¿Por qué permitieron que el proceso para elegir al consejero presidente no fuera transparente? ¿Por qué darle una vez más la espalda a la voz ciudadana que clamaba por un procedimiento democrático? Ya desde ese proceso tan manipulado intuíamos que la elección presidencial del 2006 resultaría totalmente contaminada. En otras palabras, se buscó todo para legitimar institucionalmente el fraude del 2 de julio del 2006.
Ya lo decía, hace tres años, el ex consejero Zebadúa: "Si empezamos a ver que el nuevo Consejo Electoral empieza a desandar ese camino y se empieza a transformar, entonces veremos que en efecto la decisión de cómo se conformó fue el 'Termidor' de la historia del IFE; que va a haber un retroceso en su independencia, en su autonomía y que eso pondrá en riesgo su imparcialidad para las elecciones presidenciales". ¿Por qué creo que es importante decirle bye bye a Ugalde? Porque lleva consigo el pecado original de haber sido elegido como consejero presidente de una manera más que cuestionable. Porque su presencia hace todavía más patentes todas las irregularidades que acontecieron durante la pasada elección. Porque parece más que evidente su cercanía a ciertos grupos de poder. Porque violó la confianza de los mexicanos. Porque habiendo tenido la oportunidad histórica y única en una elección tan reñida y en la que sólo la institución que preside nos pudo haber dado certeza, actuó de una manera totalmente irresponsable. Antes, durante y después de la jornada electoral, el señor Ugalde no se condujo con dignidad, con claridad, con imparcialidad, pero sobre todo, con independencia. Porque permitió y continúa permitiendo la constante intervención de la maestra Elba Esther Gordillo, su verdadera jefa, en todos los niveles del IFE. Porque sus argumentos para defender exclusivamente su silla, en todos los medios electrónicos, resultan demasiado endebles y no se le creen por más vehemencia que le ponga a su discurso. Porque el señor Ugalde viene siendo un elemento que enturbia la actuación de los otros consejeros. Resulta clarísimo que al defenderse como gato boca arriba no está defendiendo a los nueve consejeros, se está defendiendo a sí mismo y a los intereses que lo manejan. ¿Cómo podría comunicarse claramente con el electorado, cómo cree que lo hace gracias a su labia tan barroca, si la propia elección no fue clara?
Por último queremos suscribir lo que escribiera Denise Dresser con toda razón: "El debate sobre la permanencia o salida de los consejeros ha permitido que las televisoras desvíen la atención del asunto medular para la reforma electoral: el fin de la contratación de 'spots' en los medios, la reducción del tiempo y los costos de campaña partidistas. Esta propuesta debe ser celebrada y defendida incluso con más ahínco que la permanencia de los consejeros". No hay que olvidar que ahora se está pidiendo, dentro de la reforma electoral, que se reduzcan en 70 por ciento los recursos que los partidos recibirán para 2009, y 50 por ciento para el 2012. Si pasa la reforma bajarían el tope de gastos para las campañas y claro, esta iniciativa no les gusta para nada a las televisoras. Defender a Ugalde es defender a los poderosos, es defender al miserable statu quo en que vivimos y defender a la "maestra" y todo lo que ella representa.
Así es que bye bye, Luis Carlos...