- Presentaron Memorial de agravios, en el Centro Cultural Casa Lamm
- Documentan en un libro la “epopeya” de la insurrección popular en Oaxaca
- Frente a un poder injusto, se construyó una experiencia social inédita, expresó Luis Hernández Navarro
- Es un homenaje a los fotógrafos que cubrieron el conflicto: Germaine Gómez Haro
Arturo García Hernández
Ampliar la imagen Fernando Solana Olivares, Germaine Gómez Haro, Luis Hernández Navarro y Jorge Pech, anteanoche, en Casa Lamm Foto: Jesús Villaseca
La insurrección popular que tuvo lugar en Oaxaca entre mayo y noviembre de 2006, ha quedado registrada en un libro de reciente aparición: Memorial de agravios: Oaxaca, México, 2006, surgido de la necesidad de varios de los protagonistas y testigos de dar cuenta del conflicto, como una forma de lucha de la memoria contra el olvido, como el clamor de justicia ante la intransigencia y la impunidad del sistema político.
Coordinado, editado y financiado por el pintor Rubén Leyva, el volumen reúne 200 fotografías tomadas durante esos días por 25 fotógrafos, además de los textos de cinco escritores (Luis Hernández Navarro, Fernando Matamoros Ponce, Fernando Solana Olivares, Abraham Nahón y Jorge Pech Casanova) que reflexionan sobre los hechos desde distintas perspectivas. Cada texto a su vez está traducido al inglés, francés e italiano.
Para Hernández Navarro, el libro –presentado la noche del miércoles en Casa Lamm– es de suma importancia para mantener viva la memoria de hechos dramáticos y significativos en las luchas sociales y populares, pero que en la opinión pública son rápidamente desplazados por la noticias de los crímenes que cada día salpican de sangre el país.
En El libro de la risa y el olvido –añadió el coordinador de Opinión de La Jornada– Milan Kundera “decía que la lucha del individuo contra el poder, es la lucha de la memoria contra el olvido; creo que esto es lo que da sentido al libro, como parte de la lucha ya no de un individuo, sino de un pueblo entero, o de una sociedad entera”.
Luego de hacer un resumen de la génesis y desarrollo del levantamiento aglutinado en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), Hernández Navarro sostuvo que el libro recoge esa “epopeya” del pueblo oaxaqueño, “la hazaña de insubordinarse frente a un poder injusto y de construir una experiencia social inédita”.
Además de su valor testimonial –expuso el periodista– el libro también “puede ser catalogado como una verdadera obra de arte”, algo “sorprendente, porque en la tradición de los movimientos populares en nuestro país no está elaborar obras de arte con esta calidad y esta riqueza artística.
“Se trata, entonces, de una apuesta audaz para conservar la memoria, para hacerla valer, en este maremágnum de violencia que vive nuestro país.”
Memoria compartida
El escritor Jorge Pech Casanova, autor de uno de los textos incluidos en el libro y parte del equipo editorial de Rubén Leyva, se refirió al objetivo de “documentar con rigor analítico y un enfoque creativo la complejidad de la vida social en Oaxaca, es un referente obligado por su aportación analítica y por su propuesta estética; es una memoria compartida en busca de un arte que refleje la epopeya trágica de una comunidad que, a pesar de todo, se yergue ante el desastre causado por sus gobiernos”.
Pech Casanova admitió que en apariencia resulta contradictorio haber hecho una edición de lujo, pero explicó que no tiene fines de lucro y que las ganancias por su venta se destinarán para ayudar a los hijos de las víctimas fatales del conflicto.
La historiadora y crítica de arte Germaine Gómez Haro dijo en su turno que Memorial de agravios es un homenaje “a los fotógrafos profesionales y aficionados, mexicanos y extranjeros, que recorrieron las calles de Oaxaca durante cinco meses que duró el conflicto social para recoger cientos de imágenes que son el testimonio gráfico de la lucha de un pueblo que sigue clamando por la justicia ante la intransigencia y cerrazón de los gobernantes, que han querido hacernos creer que el asunto está resuelto y la pelea finiquitada”.
A pesar del tiempo pasado “desde que el conflicto fue extinto por la vía de la represión” y de una pretendida normalidad, en la ciudad persiste el rumor “de una ola de tristeza, desencanto, rabia e impotencia; la memoria de los muertos (22) y desaparecidos está latente”.
Además de “la belleza estética de esta imágenes”, su valor está “en la belleza que las generó a partir del compromiso y la solidaridad de los fotógrafos con la lucha por el cambio y en la esperanza de humanizar este mundo materialista y mecanizado”.
Canto gráfico y escrito
Fernando Solana Olivares comenzó su intervención señalando la importancia de hacer “una valoración crítica y autocrítica de este corto verano de la anarquía y de ciertas desviaciones de carácter antidemocrático que se dan en los movimientos de izquierda. No es el caso hacerlo ahora”, dijo, pero hace falta.
Más adelante, señaló que “el sistema ideológico predominante” se funda en la destrucción del recuerdo y la abolición de la memoria; “el capitalismo terminal requiere formar o deformar conciencias evanescentes, superficiales, desatentas y, sobre todo, desmemoriadas”, por lo que la memoria, el registro, el recuerdo, equivalen “a la honda fulminante que blande el pequeño David contra el supuestamente invencible Goliat: los pueblos recuerdan, los opresores olvidan”.
En ese sentido, continuó el también periodista, “este libro es un canto gráfico y escrito a esa acción: yo, tú, él, nosotros recordamos”.
¿Qué recordamos? “Recordamos que desde junio hasta noviembre de 2006 hubo una insurrección popular casi espontánea en la ciudad de Oaxaca contra uno de los peores gobiernos hasta hoy padecidos en un lugar donde sistemáticamente sólo ha habido malos gobiernos.
“La memoria –concluyó Fernando Solana– siempre es un desagravio y la munificencia de Rubén Leyva nos ha permitido desagraviar el futuro, porque este libro nos permite conocer el pasado.”
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