Viernes, 06 de Enero de 2012
Quienes aprecian a esta columna insisten en nuestra buena memoria, elemento fundamental para no perder el hilo de los acontecimientos; y quienes nos aborrecen subrayan, ignorando hechos incontrovertibles, que cuanto exponemos es fruto del rencor y acaso de las frustraciones personales por no haber alcanzado cargos públicos y enriquecernos a la sombra del poder. Acaso éste sea, para mí, el más trascendente legado de mi padre, quien fuera gobernador de Yucatán, obligado a volver a su profesión periodística para ganarse el sustento dejada su responsabilidad ejecutiva. No hay nada de lo que me sienta más orgulloso, en cuanto a mi estirpe, que esta magnífica lección de honestidad pública. Pero la herencia, en mi caso, fue tremenda: intentar mantener el buen nombre de los míos contra el viento y marea de los detractores incómodos ante la crítica.
No olvido. Allá por 1999 -han pasado, como un suspiro, doce años-, reuní en casa a varios distinguidos colegas, entre quienes recuerdo a Eduardo Huchim, Manú Dornbierer y Carlos Ramírez, para charlar con el entonces presidente nacional del PRD, Andrés Manuel López Obrador. Comimos bien -unos espléndidos lomitos de Valladolid y la infaltable cochinita-, y charlamos mejor. Recuerdo que, entre los comensales, surgió una interrogante en la que coincidimos pero incomodando al político invitado:
- ¿Cómo es que el PRD postula, como candidato a gobernador de Quintana Roo, nada menos que a Gastón Alegre, representante y socio de los De la Madrid y los Salinas? ¿Acaso no cuentan estos contactos que ponen en entredicho las verdaderas intenciones de tu partido?
López Obrador escuchó, muy atento, y pausadamente respondió:
- Esta es la hora de crecer y de hacerlo con rapidez para aspirar a algo más el próximo año y en los comicios federales subsecuentes. En Quintana Roo nos tardaríamos varios años en construir un liderazgo regional: en cambio con Gastón tenemos el terreno abonado y vamos a aprovecharlo.
- ¿Aunque ello signifique ponerse en manos de los dos grupos antagónicos que más rechaza el PRD?
- Cuando cumplamos el objetivo de ampliar nuestras coberturas para estar en capacidad de competir en igualdad de circunstancias, limpiaremos la casa.
No estuvimos de acuerdo al considerar, durante largos minutos, que tal restaría congruencia y autoridad moral a una izquierda que comenzaba a dejarse sentir en el país. Y López Obrador mantuvo su punto de vista y, por consiguiente, la defensa del hotelero y empresario quien, en no pocos casos, sirvió de prestanombres a las dos poderosas familias ex presidenciales. Es interesente recordarlo ahora cuando el propio López Obrador, rodeado de antiguos salinistas, insiste en guerrear con Salinas considerándolo el eje de todos los males aun cuando, en buena medida, sus estrategias de cooptación resultan similares como suele ocurrir, entre mexicanos, con los mayores adversarios; a la larga unos acaban por parecerse a los otros.
A doce años de distancia, el PRD sigue "creciendo" a costa de su propia autoridad moral y con la amnesia como guía. Lo digo porque no es sencillo de explicar la presencia de un personaje caduco, además de abyecto, en las listas de postulantes perredistas a la próxima Legislatura federal. Me refiero a Manuel Bartlett Díaz quien, como secretario de Gobernación durante el periodo de Miguel de la Madrid protagonizó algunos de los hechos más vergonzosos de la historia:
1.- Fue autor intelectual -como lo ha denunciado José Antonio Zorrilla, quien fuera director de la Federal de Seguridad en ese tiempo y permanece en prisión luego de una breve excarcelación simuladora, ministerialmente-, de varios de los atentados contra periodistas y líderes de opinión, sobre todo neocardenistas -antes de la fundación del PRD-, al considerarlos incómodos para asegurar lo que él definía como "presidencia fuerte", necesaria para mantener, de acuerdo a su teoría, la cohesión nacional.
2.- Él fue el responsable de la célebre "caída del sistema" cuando los escrutinios dejaron de fluir hacia la computadora central del entonces Consejo General Electoral, por él encabezado, hasta que cuadraron los números concediéndole, fraudulentamente, la mayoría absoluta de los votos al priista Carlos Salinas, el primer gran usurpador de la historia moderna, con un 50.1 por ciento de los votos escrutados, a costa de reventar el proceso que evidentemente favorecía al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas quien, valerosamente como siempre ha sido su proceder, optó por fundar al PRD antes de encabezar una revuelta civil que hubiera comenzado, como sugerían otros, entre ellos Porfirio Muñoz Ledo, con la toma del Palacio Nacional con un millón de militantes rebosando el zócalo capitalino. Con la prudencia se atajó la provocación infame y la simulación política en su más alto nivel.
De acuerdo a las estadísticas, el PRD ha documentado, nada menos, doscientos setenta asesinatos contra algunos de sus militantes como consecuencia de aquel fraude escandaloso, entre el final del régimen delamadridiano y el inicio del salinato trágico. Y ello sin contar a los 78 periodistas asesinados en ese tiempo por la misma causa aun cuando se haya intentado difamar a las víctimas de la manera más soez. Y todo ello recala en Bartlett, una de las figuras más oscuras del México actual, quien debe reírse de sus muertos y creer que ha vencido a la historia por haber cooptado a quienes antes mancilló.
Si López Obrador o cualquiera de sus incondicionales tienen arrestos para responderme, estoy a sus órdenes. No digo lo mismo de Bartlett porque éste suele esconderse y correr en cuanto me ve.
DEBATE
La amnesia entre los mexicanos suele ser un arma invaluable en manos de los grandes manipuladores. Recuerdo, por ejemplo, el caso del neoleonés Alfonso Martínez Domínguez, quien cesó como regente de la Ciudad de México -luego de mentarle a la madre al presidente Echeverría- y luego fue "perdonado" por José López Portillo quien le hizo gobernador, por sus propios arrestos, de Nuevo León; Martínez, en correspondencia, mandó a esculpir una inmensa estatua ecuestre del mandatario que le rescató del oprobio histórico como responsable directo de la matanza del 10 de junio de 1971 con "Los halcones" como ejecutantes del plan represivo de mayor perversidad de nuestra historia.
Por amnesia también, de vez en cuando, aparecen, reaparecen o se van quedando en las funciones públicas algunos de los peores detractores del país. Y luego, cuando ya no hay manera de aplicarles la justicia, se confirman atrocidades vindicando las acusaciones pero soslayando a quienes, en su momento, divulgamos las afrentas mayores. Suele ocurrirme, cada seis años en concreto, que pasado el temporal del mandatario en curso, se demuestran los asertos vertidos contra ellos, pero sigue ignorándose el origen de las críticas. De esta manera, los señalamientos siempre llegan de modo inoportuno y el gran público ni siquiera puede enterarse porque los canales masivos de comunicación están penosamente cerrados.
Tal es, claro, lo que faculta a personajes como los citados, a competir en distintos espacios, del PRI o el PRD en este caso, o del PAN en otros, sin sentirse siquiera obligados a responder las interrogantes claves sobre su pasado. Van de aquí para allá, negociando su permanencia o simulando ser e3xpertos en algún tema -por ejemplo, el petróleo- para subirse a los podios de quienes fueron sus peores antagonistas y asegurar que siempre fueron de izquierda aunque lo disimularan muy bien. Como en el caso de Bartlett, naturalmente, que desprende un tufo de indignante corrupción por donde camina. Ya llevo un cuarto de siglo denunciándolo y el sujeto negocia con otros a quienes también persiguió y afrentó.
LA ANÉCDOTA
Me invitaron a disertar en el Consejo Fiscal, no hace mucho, en el Centro Banamex, sobre mi obra "Nuestro Inframundo" y de paso respecto a la sucesión presidencial. Cuando llegué, el anfitrión, amigo mío., esperaba al pie de la escalerilla eléctrica y delante de un pilar que me impedía observar a quienes conversaban con él. Cuando le saludé, pretendió presentarme:
- Seguramente conoces -me dijo- a Manuel Bartlett.
Lo vi, de frente, y le respondí a mi amigo:
- Yo a este hijo de p..., no lo saludo ni le concedo el menor respeto.
Me alejé ante el azoro de los organizadores. Bartlett pidió protección y se encerró en un cubículo en tanto terminaba mi conferencia en otro salón. Así de valiente es el execrable sujeto que pretende sentarse en la Cámara bajo un signo y un partido al que pisoteó cuando fue secretario de Gobernación. Pero, para mi mala fortuna, este columnista no olvida ni negocia.
kikka-roja.blogspot.com/
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