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lunes, 31 de marzo de 2008

Miguel Angel Granados Chapa : Montiel protegido de Fox

Como miles de personas más, José Luis Cortés Trejo leyó La diferencia, el libro escrito al alimón por Jorge Castañeda y Rubén Aguilar, colaboradores que fueron del presidente Vicente Fox, a quien dieron a conocer el manuscrito para que formulara observaciones. No habiéndolas hecho a propósito del tema que ocupa desde hace tres años a ese lector atento, Cortés Trejo, éste ha hallado en un pasaje relatado con humor cínico, material nuevo para no cejar en su propósito de que el ex gobernador mexiquense Arturo Montiel sea condenado por enriquecimiento, y su ahijado y sucesor Enrique Peña Nieto por haberlo encubierto. Con base en la desenfadada información ofrecida por Castañeda y Aguilar, y otras evidencias, Cortés Trejo ha denunciado a Fox y a Daniel Cabeza de Vaca, quien fue su consejero jurídico y procurador general de la República y se halla ahora de nuevo en Los Pinos, por acciones y omisiones que beneficiaron a los gobernantes mexiquenses mencionados.

Cuando Reforma y otros medios informaron sobre el patrimonio inmobiliario de Montiel, a la sazón precandidato presidencial priista, las procuradurías local y federal se alzaron de hombros aduciendo que a falta de una denuncia formal no era posible iniciar averiguación alguna sobre los caudales atribuidos al entonces gobernador. Cortés Trejo, miembro del ayuntamiento de Tlalnepantla, decidió abatir ese pretexto y acudió al Ministerio Público a dar el impulso inicial a un procedimiento que no dañó a los señalados, Montiel y Peña, pero sí al denunciante. Por un lado, el secretario de Administración y Finanzas en el Gobierno de Montiel, Luis Enrique Miranda, lo denunció por difamación. Y, por otro lado, en un aspecto lateral de su cruzada contra la corrupción mexiquense, el decimoquinto regidor de Tlalnepantla fue suspendido en sus derechos de perredista por tres años, que están en curso. Es que había a su vez acusado a dos poderosos miembros de su partido, los entonces diputados Cipriano Gutiérrez y Mauricio Hernández, de connivencia con Montiel en torno a su cuenta pública de 2004. En un cambalache como el expuesto con crudeza por Enrique Santos Discépolo en su tango de ese título, los diputados cómplices de Montiel quedaron exonerados y en cambio su acusador resintió el daño causado por su arrojo y su convicción ética.

Con esas mismas virtudes cívicas Cortés Trejo pretendió sin éxito que la accidentada investigación realizada por una fiscalía especial respecto de Montiel concluyera en una acusación contra el ex gobernador, sobre todo cuando dejó el cargo y tras su vergonzosa renuncia a continuar la búsqueda de la candidatura presidencial, intimidado por la información sobre sus bienes, que Roberto Madrazo hubiera podido filtrar en su perjuicio. Lo animó a perseverar en su propósito que el procurador Cabeza de Vaca asegurara el 17 de enero de 2006 que la averiguación federal contra Montiel estaba abierta, en espera de informes de la secretaría de Hacienda sobre el patrimonio del ex gobernador. Pero, en sentido contrario a lo que esa declaración permitiría esperar, la PGR fue haciéndose a un lado en el caso, hasta de plano declararse incompetente, sin siquiera notificarlo al denunciante.

Éste ha venido a saber, mediante la lectura del libro de Castañeda y Aguilar, que en el Gobierno Federal se tenía divertida noticia de las peripecias conyugales de Montiel, que implicaban información sobre sus caudales, información a la que no eran ajenos Fox y Cabeza de Vaca, pues de ella se ocuparon el Cisen y la oficina mexicana de INTERPOL, de que uno y otro eran jefes. Con ese motivo, el perseverante Cortés Trejo presentó hace quince días, el 13 de marzo, denuncia contra Fox y su procurador, por delitos contra la administración de justicia, uso indebido de atribuciones y facultades, coalición de servidores públicos, entre otros.

La situación patrimonial de Montiel aparece en La diferencia a propósito de las fallidas negociaciones de Fox con Elba Ester Gordillo, dirigente de los diputados priistas en el otoño de 2003, para llevar adelante una reforma fiscal. Tratando de explicarse ese desastre político, que arrojó de la Cámara a la diputada Gordillo, los autores se divierten con el chismerío político de que estaba impregnada la situación. Una de las razones del fracaso de aquella reforma fue “la abdicación, traición o debilidad de Arturo Montiel, cuyos 21 diputados del Estado de México faltaron y fallaron en el último momento…Se cree que Montiel había sido ‘trabajado’ por Fox, Elba y los gobernadores del Norte (sus futuros colegas en el Tucom, Todos Unidos Contra Madrazo), y que estaba a bordo. Pero al final, según esta versión, debido a sus líos matrimoniales, patrimoniales y anímicos, se fue a refugiar a San Diego para reconquistar a su esposa francesa. Ella, de acuerdo con fuentes de Inteligencia y diplomáticas, había sido objeto de una golpiza mayúscula por parte de presuntos guardaespaldas de Montiel, como se denunció ante el Ministerio Público en Toluca, pero sobre todo ante el Consulado de Francia en México. El daño fue reparado, como debe ser en estos casos, mediante la compra de una fastuosa casa de playa en la isla francesa de Saint –Barthélemy, pagada con maletín en efectivo, por lo que se abrió una averiguación de las autoridades galas con el Cisen e INTERPOL México. Montiel estaba en eso, y se desentendió de lo otro, que al final importaba menos que el amor”.

Fox estaba en eso, que al final le importó menos que la ley.


Kikka Roja

jueves, 28 de febrero de 2008

Miguel Angel Granados Chapa : Reforma de justicia penal

Reforma de justicia penal
Plaza Pública

Quizá hoy mismo el Senado haga suya la enmienda practicada el martes por la Cámara de Diputados a la minuta que los senadores remitieron a San Lázaro el primero de febrero, que a su vez contenía modificaciones a las normas aprobadas por la Cámara en diciembre pasado. Se consumará así la porción que corresponde al Congreso federal en el proceso de reforma constitucional en materia de justicia penal, que implicó una reconstrucción vasta y en ocasiones profunda de los artículos 16 al 22 de la Constitución General de la República. Comenzará entonces la intervención de las legislaturas estatales, donde no habrá oposición al trabajo de los legisladores federales. Cuando ese tramo del proceso concluya y el Ejecutivo publique la reforma será necesario que examinemos con el mayor detenimiento posible el conjunto de enmiendas y adiciones a normas que están muy próximas a la vida de los mexicanos.

Hoy solamente me referiré a la sesión de la Cámara en que fue, inesperada y afortunadamente, suprimido el undécimo párrafo del nuevo Artículo 16, que autorizaba el ingreso policiaco a los domicilios, sin orden judicial, “cuando exista una amenaza actual o inminente a la vida o la integridad corporal de las personas”, eufemística manera de avalar la arbitrariedad policiaca, posible no sólo por ineptitud sino también por corrupción.

Desde que los diputados se ocuparon por primera vez del tema, en diciembre pasado, varios puntos fueron desaprobados por más de noventa legisladores, que votaron en contra. Su posición fue tenida en cuenta por senadores que modificaron la minuta enviada desde San Lázaro, aunque su respuesta no alcanzó a satisfacer a los diputados objetores, que demandaron introducir nuevos cambios, especialmente en cuanto al allanamiento policial y el arraigo. Pero había una suerte de compromiso de aprobar la minuta como llegó de Xicoténcatl, y así lo determinó el dictamen de las comisiones el 19 de febrero. Ni una coma sería alterada.

Pero al acercarse el día de la votación creció una preocupación en las bancadas del PAN y del PRI. Por tratarse de una reforma constitucional se requerían dos tercios de los miembros presentes, es decir 332 de los quinientos integrantes de la Cámara. Si bien dos meses atrás se habían reunido 366 votos, se habían multiplicado las voces, sobre todo en la fracción priista, que expresaban dudas sobre lo antes aprobado y aun la confesión de un error que podía ser enmendado. Los diputados que así se manifestaban eran sensibles no sólo a los alegatos de sus compañeros del PRD, el PT y Convergencia, sino a las objeciones que nacían desde la militancia política (el Frente Nacional contra la Represión) hasta la convicción académica. Un amplio número de expertos, en efecto, se había mostrado contrario a las modificaciones impugnadas en San Lázaro, sin que ello implicara identificación alguna con las posiciones del Frente Amplio Progresista.

Se generó el temor, por lo tanto, de que esta vez la votación no alcanzara el porcentaje constitucional y fracasara la reforma. Por ello los impulsores de la misma –señaladamente el priista mexiquense César Camacho Quiroz— practicaron una retirada parcial, para no perder lo más por lo menos. Sin dejar que trasluciera su aprehensión por el quórum presentaron su nueva posición bajo la forma de la prudencia política, la atención al reclamo de los ciudadanos (que ya se había manifestado antes de diciembre sin que entonces causara mella en su ánimo). Y de ese modo consiguieron el apoyo de los renuentes, en una especie de canje no pactado, en que se aprobaron las más de las enmiendas objetadas a cambio de cancelar una sola, la más llamativa, la que más directamente ponía en riesgo a la sociedad.

El panista zacatecano Felipe Borrego Estrada, que presidió en su tierra el Tribunal superior de justicia y goza de merecida reputación (al punto de ser considerado posible ministro de la Suprema Corte), fue el encargado de dar al pleno la buena noticia que significó eliminar las líneas que autorizaban el allanamiento. De paso ponderó las bondades de la reforma, que las contiene sin duda, como los juicios orales, a los que llamó “una nueva forma de hacer justicia”, en que los procesos tienen “publicidad, inmediatez, igualdad de las partes, presunción de inocencia, defensa profesional, reconocimiento a los derechos de las víctimas, concentración, medios alternativos de solución”.

(A ese propósito, deseoso de hacerse grato a los oídos de sus oyentes, los miembros de la Cámara americana de comercio en cuyo seno se hallaba cuando tuvo noticia de la aprobación de la reforma en San Lázaro, el presidente Felipe Calderón dijo que los juicios orales que hora se instauran serán como los norteamericanos. Lejos de ello, pues la característica definitoria del procedimiento penal en Estados Unidos no es su oralidad, sino la institución de los jurados, mientras que en México seguirán actuando jueces profesionales).

Sin dejar de señalar otras enmiendas que debieron hacerse, que condujeran por lo menos a la eliminación del arraigo (una nueva forma de prisión preventiva que puede privar de su libertad hasta por ochenta días a una persona a la que se quiere acusar, pero no se sabe si merece ser acusada), los impugnadores que ya daban por perdida su causa se dieron por bien servidos y lo mostraron al votar: 462, de todos los partidos, aprobaron la minuta senatorial enmendada, mientras que sólo seis diputados votaron en contra y dos se abstuvieron.



Kikka Roja

miércoles, 20 de febrero de 2008

Miguel Ángel Granados Chapa : Santiago, río de la muerte

Santiago, río de la muerte

Miguel Ángel Granados Chapa
PLAZA PÚBLICA

El 13 de febrero, apenas a los ocho años de edad, Miguel Ángel López Rocha falleció en el Hospital General de Occidente, en Guadalajara. Vecino del fraccionamiento La Azucena, en el municipio de El Salto, cayó el 26 de febrero al río Santiago. Fue sacado con vida de las aguas, e internado de inmediato en aquel hospital pues quedó en estado de coma que concluyó con su muerte 19 días después. Murió envenenado: oficialmente se admitió que la sangre del pequeño contenía niveles de arsénico cuatrocientas veces más altas que el máximo permisible.

La desgracia de la familia López Rocha podría ser anunciadora de la que pueden padecer cientos de miles de personas en la capital de Jalisco, porque el río Santiago, en cuyas aguas Miguel Ángel bebió la muerte, surtirá la presa Arcediano, un ya viejo y polémico proyecto del Gobierno de Jalisco, que está en construcción y servirá para llevar agua potable a Guadalajara. Se discute si es posible limpiar el líquido, aunque sea a un alto costo, o si la alta concentración de metales, producto de desechos industriales impide su adecuado tratamiento. De ser verdad esta última afirmación, servir esa agua a los tapatíos significaría someterlos a un proceso de muerte lenta, pero segura.

Ya ahora mismo, en los municipios ribereños de El Salto y Juanacatlán, los malos olores que esparce la corriente que los surca evidencian la causa de los padecimientos de salud que agobian a buena parte de la población.

Proyecto antiguo, cuya intención original data de la época de los últimos gobiernos priistas (los de Guillermo Cosío Vidaurri y Carlos Rivera Aceves), el de Arcediano se concretó durante la Administración de Alberto Cárdenas, y sólo pudo iniciarse en el siguiente periodo, el de Francisco Ramírez Acuña, tras vencer la resistencia de la oposición en el Congreso. El tema de su antagonismo no era tanto la suciedad de las aguas sino el financiamiento para la obra, de siete mil millones de pesos pagaderos en 25 años. De ellos sólo una porción se destinaba al saneamiento del río, y el resto a la construcción, en términos semejantes en que se distribuía la parte aportada por la Comisión Nacional del Agua. Todavía convencido de la bondad de su proyecto, se atribuye a Cárdenas, cuando ya era secretario del Medio Ambiente, haber calificado de “piojez mental y actitud méndiga” la que sustentan quienes objetan la construcción de la presa y el destino de su contenido.

Como primera providencia se procedió a desplazar a los habitantes del poblado Arcediano, principal núcleo afectado por la obra a realizar en la barranca Oblatos-Huextitán. Casi todos los interesados aceptaron la indemnización y el traslado, excepto tres familias que demandaron amparo, de las cuales sólo persiste en su defensa la de la señora María Guadalupe Lara Lara, a la que importa menos el dinero que el respeto al medio ambiente. Y es que, aparte el eventual daño que pueda causarse, llegado el caso, a los tapatíos consumidores de agua, la presa misma alterará el equilibrio ambiental en la zona, como ya empezó a dañar su patrimonio cultural. Ya fue destruido un puente colgante que databa de 1894.

Con motivo de la muerte del niño López Rocha, el licenciado Pedro León, abogado del Instituto de Derecho Ambiental y de la señora Lara Lara acudió a la Cámara de Diputados a solicitar que el Poder Legislativo actúe sobre la situación. Pidió a los legisladores que a su vez soliciten a la Presidencia de la República que a través del Consejo General de Salubridad se emitan “medidas urgentes para prevenir y combatir la contaminación ambiental y garantizar el derecho a la salud y al medio ambiente adecuado para el desarrollo y bienestar, toda vez que la grave contaminación del río Santiago y en general de la cuenca rebasan la capacidad del estado de Jalisco para su inmediata atención”. Igualmente pidió exhortar al gobernador de esa entidad para que en su carácter de presidente de la junta de Gobierno de la Comisión Estatal del Agua ordene la suspensión de las obras de la presa.

La solicitud a los legisladores cita la abundante evidencia documental que da base a su petición: En 2005, investigadores de la Universidad de Guadalajara estudiaron la calidad de agua y sedimentos de los ríos Verde y Santiago, y hallaron inadmisible la del segundo. En sentido semejante se manifestó en ese mismo año la Comisión de Cooperación Ambiental del Tratado de Libre Comercio. Hizo lo mismo el Tribunal latinoamericano del agua en marzo de 2006 y octubre de 2007. Y en febrero de ese último año la Organización Panamericana de la Salud realizó una “Evaluación de riesgos e impactos a la salud de la población en la zona conurbada de Guadalajara por la construcción de la presa Arcediano”. Basado en un estudio del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, el organismo internacional menciona las descargas que diversas actividades de 28 municipios lanzan sobre los ríos Zula, Santiago y Verde. Sobre el sector industrial, el Imta localizó 94 industrias en 12 municipios. Setenta y uno por ciento descarga sobre el río Santiago. De esa cifra, casi el 50 por ciento corresponde a plantas químicas y petroquímicas, 15 por ciento a la industria metalmecánica y metalúrgica. El resto lo aportan otros giros como textiles, automotriz y electrónico.

El Gobierno jalisciense y los sectores empresariales de la entidad no ignoran la gravedad del caso, pero privilegian el desarrollo sobre la calidad de la vida. Tienen razones, pero no razón.


Kikka Roja

martes, 19 de febrero de 2008

Miguel Angel Granados Chapa : En Pasta de Conchos, rescate

En Pasta de Conchos, rescate

A dos años de la tragedia de Pasta de Conchos, en que perdieron la vida 65 trabajadores, 650 miembros de las familias de 63 de ellos -pues fue posible recuperar los cadáveres de dos de las víctimas- insisten en su demanda de que los cuerpos sean rescatados. No se contentan con la decisión empresarial, avalada como si fuera propia por la Secretaría del Trabajo, de cancelar los trabajos de remoción de escombros para llegar a la zona donde yacen las víctimas, que lo fueron no del azar o el infortunio, sino de la negligencia criminal de todos los que debieron proveer a los mineros normas de seguridad e higiene industrial que no se cumplieron.

La exigencia de rescate ha buscado ser combatida por el Grupo México (propietario de Industrial Minera México, concesionaria de la mina siniestrada) a golpes de dinero, aunque no siempre ha accedido a cumplir los términos de ley en ese aspecto, que para algunas de las familias no es esencial. Lo que quieren son los cuerpos de las víctimas, para darles sepultura e impedir que simplemente queden en esa tumba colectiva en que se convirtió la mina en que muchos de ellos trabajaron durante largo tiempo.

Unilateralmente, el año pasado la empresa decidió dar por concluidas las labores de rescate, argumentando la existencia de gas y de agua contaminada, que pondrían en riesgo la vida de los rescatistas. Ante la indignación de los deudos por esa actitud desdeñosa, la Secretaría del Trabajo contrató al Foro Consultivo Científico y Tecnológico para que emitiera un dictamen imparcial susceptible de ser contrastado con el que pidió realizar la empresa. Ambos peritajes coincidieron en describir el cúmulo de los factores adversos al rescate, y también en sus conclusiones: no es posible continuar el rescate. Pero el dictamen de los expertos contratados por la Secretaría no se limitó a esa frase escueta, sino que la completó con una que no ha sido tenida en cuenta. El dictamen del Foro precisó que la imposibilidad del rescate se mantendrá mientras no cambien las circunstancias. La Secretaría del Trabajo, pasando por alto ese condicionamiento, no ha dado un solo paso, o demandado que la empresa lo haga, para que cambien las circunstancias. Con su omisión ha hecho que el dictamen tecnológico pase de provisional a definitivo, pues si nadie hace nada por cambiar las circunstancias seguirá siendo verdad que es imposible el rescate.

Pretendiendo que la codicia de los deudos es superior a su afán de recuperar los cuerpos de los suyos, las autoridades han buscado trocar por numerario aquella aspiración moral. Por un lado, la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo, que representa para ese efecto a 55 de las 65 familias afectadas, demandó que las pensiones de viudez, orfandad y ascendencia se pagaran con base en los 300 pesos diarios que ganaban en promedio los trabajadores fallecidos, y no con los 80 con que fueron registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social. El caso fue fallado a favor de los deudos en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, pero la empresa solicitó amparo y obtuvo la suspensión para no pagar ese monto, y espera que la sentencia definitiva la exima de ese deber, que parece oneroso a una empresa que obtiene millones de dólares de utilidad.

Ante la previsible intensificación del reclamo por el cumplimiento del segundo aniversario, la Secretaría del Trabajo, cuyo titular no oculta su inclinación ante la empresa y supone que todo es comprable, arregló que las empresas Industrial Minera México y General de Hulla -que realizaba trabajos en el interior de la mina empleando trabajadores no sindicalizados, pero aceptados por el Sindicato Nacional Minero mediante una compensación económica- aceptaran pagar poco más de 5 millones a los familiares. Obrando de manera oficiosa, la STPS actuó sin consultar, sin detenerse a conocer el punto de vista de las familias, algunas de las cuales no han recibido de la empresa un solo centavo de los que ha regateado o cacareado desde hace dos años. Con el ánimo de que afloje la demanda de rescate de los cuerpos, amén de una primera “ayuda humanitaria” al margen de los procedimientos laborales, de 750 mil pesos, la empresa pagó a un cierto número de viudas salarios como si continuaran trabajando para ella sus maridos, y lo hicieran en tres turnos, pero se cansó de hacerlo en mayo pasado.

La injusticia que comenzó con la muerte evitable de 65 personas -que no habrían perecido de observarse las medidas previstas en la ley- ha continuado en todos los frentes. Sentenciados por homicidio culposo, cinco ejecutivos de la empresa en Pasta de Conchos -el gerente Rubén Escudero, y los superintendentes e ingenieros Sergio Rico Pérez, Fermín González Bermea, Antonio Campos González y Emiliano Rodríguez Díaz- no pisaron jamás la cárcel porque sus abogados (es decir, los del Grupo México) pusieron a disposición de los deudos sumas que contaran para la indemnización. Con sólo hacer disponible el dinero quedaron absueltos.

La Procuraduría de Coahuila remitió a la General de la República el expediente en que señalaba la responsabilidad de los miembros de la delegación de la Secretaría del Trabajo en aquel estado. La PGR no emprendió su propia averiguación, aunque ahora está obligada a hacerlo porque esos funcionarios fueron inhabilitados y/o cesados por la Secretaría de la Función Pública , que se ocupó del caso a instancias de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Kikka Roja

lunes, 18 de febrero de 2008

Miguel Angel Granados Chapa : Confusión tras el estallido : Bombazos

Confusión tras el estallido
Plaza Pública

El pasmo oficial ante el estallido muestra el alto grado de vulnerabilidad de México ante ataques de ese género.

Cuarenta y ocho horas después del estallido a las puertas de la Zona Rosa de la Ciudad de México -es decir, al comenzar la tarde dominical, momento en que se escriben estas líneas- sólo hay un resultado evidente: la confusión. No se ha podido establecer la identidad del presunto portador del artefacto que hizo explosión. No se conocía el blanco del probable atentado. Ni siquiera había claridad respecto de la participación de Tania Vázquez Muñoz, la joven gravemente lesionada que acaso era parte de una conjura cuyos contornos no han podido ser establecidos a pesar, o por ello mismo, la participación conjunta de autoridades federales y locales, civiles y militares, en las averiguaciones del presumible atentado frustrado.

El pasmo oficial ante el estallido muestra el alto grado de vulnerabilidad de México ante ataques de ese género. En los años recientes, en el DF se produjeron estallidos en agosto del 2001 y en noviembre del 2006. En el primer caso se detuvo a presuntos autores del atentado -el estallido de petardos en sucursales bancarias-, pero ha sido imposible, pese al atroz maltrato de que han sido víctimas los acusados, comprobar su participación, al punto de que algunos de ellos han quedado en libertad. De los bombazos posteriores al proceso electoral no se ha sabido nada, como tampoco hubiera sido posible, salvo porque el Ejército Popular Revolucionario se los atribuyó, determinar el origen de los ataques a ductos de Pemex, el año pasado, en Guanajuato, Querétaro y Veracruz. Sobra añadir que ninguno de los responsables de estos estallidos ha sido identificado, y que tampoco ha podido la autoridad federal establecer el paradero de dos militantes del EPR cuya desaparición en mayo pasado alega esa organización guerrillera como causa de sus acciones violentas.

Se descartó que el estallido del viernes tuviera relación con ese grupo insurgente. El modo de operar que puede adivinarse en el frustrado ataque no corresponde a las acciones consumadas y reivindicadas por el EPR, que se realizan a deshoras y con el ánimo expreso de no causar víctimas. Notoriamente han causado alta en sus filas expertos en explosivos de alto poder destructivo que causaron graves daños materiales, directamente a las instalaciones del organismo público y de modo indirecto en la operación de cientos de empresas que padecieron pérdidas por la suspensión de los suministros de combustibles. En cambio, la maniobra en la colonia Juárez fue realizada por personas inexpertas, una de las cuales pagó con su vida su impericia o la de sus cómplices. El imprevisto estallido pudo haberse producido, según indicios obtenidos por las autoridades, porque lo provocó una inoportuna señal en un teléfono móvil o porque la alta inestabilidad del explosivo usado era ignorada por el portador. De haberse consumado, por lo demás, el ataque habría sido letal, pues habría ocurrido en una zona densamente poblada y transitada, a una hora de gran movimiento y en viernes de quincena.

Se conjeturó que el atentado se dirigía a la sede de la Secretaría de Seguridad Pública del DF, situada en la calle de Liverpool, a cientos de metros de donde se produjo el estallido. La hipótesis probablemente no resista el análisis, sobre todo si se insiste en ligar el suceso del viernes con la detención de un grupo, 48 horas antes, que conducía un arsenal, y del que formaba parte Rogelio Mena, apodado “El Chilango”, presumible vecino de la joven herida que quizá a la postre se compruebe que no vivía en Tepito sino en la no distante colonia 20 de Noviembre. La fallida agresión contra la sede policial habría intentado ser una venganza ante la eficacia de los servicios de seguridad que realmente derivó de una casualidad, pues los captores de “El Chilango” y su banda no sabían la clase de carga que el grupo transportaba.

No es lógico desestimar -y sería antiético desecharlas prejuiciosamente- las amenazas o señales claras de que una importante sede policiaca, o un alto jefe en el combate a la violencia organizada hayan estado en la mira de sus enemigos. Cuando la Policía capitalina descubrió una casa de seguridad en el Pedregal de San Ángel, el 24 de enero pasado y detuvo allí a presuntos miembros del cártel de Sinaloa o del Golfo -como después admitieron ser-, supieron también que por azar habían impedido un ataque a José Luis Santiago Vasconcelos, subprocurador que en el sexenio pasado dirigió la oficina destinada a reprimir a la delincuencia organizada y ahora se ocupa de los asuntos internacionales, que incluyen las extradiciones de decenas de procesados a Estados Unidos.

No siendo lógico ni ético desechar sin más la conjetura de venganzas contra funcionarios policiacos, que está lejos de ser fantasiosa como lo prueba el número de cerca de 300 jefes y agentes de corporaciones de seguridad asesinados el año pasado, o el crimen que en agosto del 2006 -para sólo citar fechas cercanas- privó de la vida al juez federal René Hilario Nieto Contreras, tampoco es lógico ni ético aferrarnos a ella. Salvo que hayan mudado por entero su estrategia, nada desfavorece más al crimen organizado que atacar a las policías y al Ejército, que sólo son sus enemigos en cuanto estorban sus operaciones, lo que puede evitarse por otros medios. Si, por otra parte, los funcionarios encargados de perseguirlos han de adquirir protagonismo, que sea por su eficacia y no porque se subrayen los riesgos de una tarea que por definición los conlleva.

Kikka Roja

martes, 12 de febrero de 2008

Miguel Angel Granados Chapa : TV: monopolio y competencia

TV: monopolio y competencia
PLAZA PÚBLICA
Dueño de una de las empresas más beneficiadas por la política gubernamental de todos los tiempos, Emilio Azcárraga Jean se dolió la semana pasada de que en México el gobierno no defiende a sus empresas como lo hace el de Estados Unidos. Contradictoriamente, lo dijo respecto de Telemundo, la cadena norteamericana que transmite en español que, según sus propias palabras “ha querido entrar a México” y no ha podido hacerlo precisamente por obstáculos gubernamentales que favorecen el duopolio de la televisión en que a Televisa le corresponde la mayor parte.

Azcárraga Jean, a quien Dios no llamó por el camino de la elocuencia, ofreció una conferencia el viernes pasado en el Global Alumni Forum, organizado en la Ciudad de México por el Instituto de Empresa (IE) de Madrid. Sucedió en la tribuna a Roberto Hernández que después de vender Banamex cuenta entre sus nuevos intereses su creciente inversión en Televisa, donde es hoy el segundo mayor tenedor de acciones. Los socios coincidieron y discreparon, seguramente sin proponérselo y tal vez sin saberlo. Azcárraga Jean y Hernández se manifestaron desdeñosos de la clase política de la que ambos han obtenido pingüe provecho. Pero discreparon en sus concepciones sobre el funcionamiento de la economía. Hernández se mostró contrario a los monopolios (de seguro pensando en el de la telefonía contra el que combatió sin éxito cuando tuvo Avantel, y contra el que lucha su amigo y antiguo empleado Francisco Gil, cabeza mexicana de Telefónica) mientras que el presidente de Televisa se defendió de las acusaciones que lo ubican como oferente dominante de un servicio: “¿Me van a castigar porque se ha competido y porque gano?”, preguntó retóricamente al explicar la concentración de medios en su empresa: “Si tenemos el Canal 9 es porque el canal 8 no pudo, y si Sky está solo es porque DirectTV no pudo”.

Mientras que Hernández criticó la “mediocridad política” prevaleciente y que impide el combate a los monopolios, Azcárraga lanzó ante un vasto auditorio empresarial un comentario que por su carácter general es frecuente en charlas de café o desahogos familiares sin consecuencias, pero que no se esperaría fuera repetido por un miembro relevante del sistema, así lo hiciera para justificar el papel preponderante del consorcio que encabeza:

“En Televisa a nosotros no nos regalaron nada, nosotros hemos pasado por varias crisis, varios presidentes y varios políticos que sí han robado muchísimo dinero”. ¿En cuáles presidentes pensaba Azcárraga al decirlo? Quizá no en Antonio López de Santa Anna, convertido en terrateniente local e internacional, ni en Plutarco Elías Calles que forjó su fortuna con préstamos del Banco de México cuyo consejo de administración presidía cuando se concedió cuantiosos créditos para sus ingenios. Quizá pensaba sólo en los más recientes, los que le ha tocado conocer y tratar en su breve existencia y en su aún más corta experiencia al frente del mayor negocio mediático en nuestro país. Pero si se le pidiera particularizar, dar nombres (como tendría que hacer, responsablemente, dado su auditorio y dado el papel que desempeña en la economía privada) de seguro excluiría a Carlos Salinas, pues de lo contrario no lo invitaría a actos relevantes de Televisa y de su vida privada, como ha hecho. Y a Ernesto Zedillo, que al visitarlo en su oficina de Televisa San Ángel consagró su liderazgo dentro del consorcio, puesto en cuestión por conflictos familiares poco después de que en marzo de 1997 recibió su agobiante herencia. Y a Vicente Fox, que con la intercesión de su esposa Marta Sahagún refrendó y reforzó los privilegios de Televisa en su negocio principal, y los expandió al muy productivo campo de los juegos de azar. Y a Felipe Calderón, que a favor de ese consorcio no saca las consecuencias de la decisión judicial que abatió las columnas torales de la Ley Televisa y deja funcionar a una Comisión federal de telecomunicaciones disminuida y sin prestigio.

Además de mentir al afirmar que a su empresa no le han regalado nada (a menos que informe cuánto tuvo que pagar por las concesiones de radio y televisión que posee y administra) miente al comparar la situación de Telemundo, impedida de entrar en México, con la suya propia al otro lado de la frontera: “A mí me corrieron de Estados Unidos. Ahí vemos cómo los americanos y su gobierno defienden a las empresas americanas”. No, nadie “lo corrió” de Estados Unidos. En junio del 2006 no presentó la mejor oferta para ganar el control de Univisión y esta cadena fue vendida al consorcio que presentó mejor oferta, en una típica operación de mercado, y porque existía el riesgo de que la autoridad echara atrás una operación que dejara en manos de un extranjero más del 25% de las acciones de una empresa de televisión, como antes había ocurrido a su padre en sucesivos intentos de expandirse a territorio norteamericano.

Es que allí se toma en serio esa prohibición, a diferencia de lo que ocurre en México con una norma semejante y aun más restrictiva: el propio Azcárraga Jean, usando a Vicente Fox como testigo, pasó por alto que la ley mexicana excluye rigurosamente a los extranjeros de la radio y la televisión, y cedió al consorcio español Prisa el 50% de las acciones de su división de radio. Y le cedió asimismo, contra lo dispuesto por la Ley de Inversión Extranjera, el control de las operaciones, como ha tenido que reconocer Televisa hace apenas tres semanas.


Kikka Roja

lunes, 4 de febrero de 2008

Miguel Angel Granados Chapa : Inacabable violencia oaxaqueña

Inacabable violencia oaxaqueña

Con menos precisión, activistas de la APPO señalaron a Barrita Ortiz como responsable o participante de un mecanismo letal conocido como Caravana de la Muerte.

No es el primer jefe policial asesinado en los meses recientes. Han proliferado los atentados que tienen como blanco a secretarios estatales de seguridad, directores de Policía Municipal, responsables de cuerpos enteros o secciones de la Policía Ministerial o jefes de menor rango y agentes rasos de esas corporaciones (sin contar las bajas inferidas a fuerzas federales). Difícil establecer un registro de los efectivos caídos no en enfrentamientos con la delincuencia (que eso es fenómeno aparte) sino ejecutados por quién sabe quién. Porque ese es otro rasgo en común de esos asesinatos: casi nunca, nunca en realidad, prosperan las averiguaciones destinadas a localizar a quienes disparan y a quienes les ordenan hacerlo.

Pero el caso de Alejandro Barrita Ortiz, ultimado el miércoles 30 de enero del modo en que lo fueron policías en otras ciudades, podría no ser semejante a los asesinatos a que me refiero. Por lo menos lo diferencia de ellos el contexto político y social en que ocurrió. La víctima era director de una Policía local de Oaxaca, la Auxiliar , Bancaria, Industrial y Comercial (PABIC), que actuó en distintos momentos sabidos (y otros supuestos) de la violencia que enfrentó en esa entidad, durante poco más de la mitad del 2006 a ciudadanos en rebeldía con las autoridades, que contaron con diversas corporaciones de seguridad en su intento fallido de imponer orden y consiguieron en cambio generar miedo.

Nacido el 18 de julio de 1964, Barrita Ortiz cursó estudios en la Escuela Militar de Educación Física y Deportes y, después de una época en que enseñó karate, defensa personal y gimnasia, fue jefe de la mesa de educación física y deportes de la 25ª. Zona Militar con sede en Puebla y luego ingresó a la Policía Preventiva estatal de Oaxaca, donde ejerció diversos cargos. Hace años fue designado director de la PABIC , en cuyo desempeño fue denunciado penalmente y ante organismos de derechos humanos por detenciones arbitrarias y hasta por homicidio.

Pero Barrita Ortiz no era sólo un jefe policial. Era un activista agrario, líder de la Confederación Nacional Campesina en su natal Ejutla de Crespo, donde pertenecía a la Unión de Productores Agropecuarios. De creer una denuncia reciente en su contra, solía combinar los dos aspectos de su personalidad, poniendo agentes a sus órdenes al servicio de intereses particulares, para invadir predios en disputa. De una conducta así lo acusó Francisco Belmont que entró en litigio con Faustino García por la posesión de tierras propiedad del primero, y de las que habría sido despojado por una brigada policíaca (ocho gendarmes camuflados y otros tantos vestidos de civil) desplegadas por Barrita a favor de García.

El director ahora muerto fue acusado de diversas actuaciones arbitrarias durante el conflicto del 2006. Por ejemplo, el 16 de diciembre de ese año tres miembros de la APPO (Florentino López, que suele ser su vocero; Macario Otalo Padilla, dirigente magisterial y Pedro García García, estudiante de derecho) fueron secuestrados más que detenidos. Denunciaron que sin causa ni orden judicial fueron llevados, golpizas y amenazas mediante, a una oficina donde se les interrogó salvajemente. Los llevaron después a la base militar número 15 y tras una nuevo interrogatorio fueron dejados en manos de la Policía Federal Preventiva, que los puso en libertad. Otalo Padilla pudo identificar entre sus captores a Barrita, a quien conoce bien pues su padre es compadre del líder magisterial.

Un año más tarde, en diciembre pasado, Barrita Ortiz figuró entre los jefes policiacos a quienes la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Oaxaca recomendó sancionar por la represión contra ciudadanos -miembros o no de la APPO- ocurrida el 16 de julio pasado, durante la disputa por la celebración de la Guelaguetza. Cuarenta miembros de la asamblea popular fueron detenidos y objeto de tratos crueles, inhumanos y degradantes, según certificó la Comisión de Derechos Humanos, que también documentó lesiones, robo, aseguramiento indebido de bienes, y empleo arbitrario de la fuerza pública.

Con menos precisión que en los casos anteriores, activistas de la APPO señalaron a Barrita Ortiz como responsable o participante de un mecanismo letal conocido como Caravana de la Muerte. Se le acusó de ordenar ataques en que murieron José Jiménez Colmenares, Lorenzo San Pablo Cervantes, Alejandro García Hernández, Ermilo Alonso Fabián, Esteban Zurita López y el periodista norteamericano Brad Hill.

Se equivocaría por entero quien supusiera que miembros de la APPO cobraron venganza de este modo. Desdicen esa conjetura no sólo el talante político de los apistas, militantes de la resistencia pacífica sino, en términos más concretos, el armamento y el parque utilizados en el crimen, que no está al alcance de aficionados sino de matarifes profesionales. Podría haberse atribuido el crimen a una acción del Ejército Popular Revolucionario, pero nadie podría sostener tal acusación después del obvio truco en que presuntamente ese grupo guerrillero se adjudicó el atentado, en una pinta callejera. No es ese el modo usual de comunicación eperreista, sino la emisión de comunicados, de suerte que entre el momento de la escritura de estas líneas y su publicación podría haberse conocido la posición del EPR, negando haber cometido el homicidio. Aceptar que lo hicieron indicaría una mudanza en la estrategia terrorista, pues sus atentados contra Pemex deliberadamente evitaron causar muertes.

Kikka Roja

martes, 8 de enero de 2008

Miguel Ángel Granados Chapa : ¿Por qué echan a Carmen Aristegui?

¿Por qué echan a Carmen Aristegui?

Miguel Ángel Granados Chapa

Nadie puede objetar el derecho de una empresa de radiodifusión a confeccionar su programación conforme a sus intereses que, sin embargo, deberían tener presentes los de sus usuarios, pues en último término el negocio de un concesionario consiste en conseguir el mayor público para vender la mayor cantidad posible de anuncios a la mejor tarifa. Porque no procedió conforme a esa lógica, sino ateniéndose a otros criterios ajenos a la operación comercial, es necesario buscar la causa verdadera del virtual despido de Carmen Aristegui, pues a eso equivale la decisión de W Radio de no renovar el contrato de una periodista que la prestigiaba y le daba a ganar dinero.

En la página del propio consorcio que prescindió de sus servicios constaban, todavía la mañana del viernes 4 de enero, las razones para contarla entre su personal: Carmen Aristegui, a decir de sus empleadores, es “una de las periodistas más reconocidas y respetadas de México, quien presenta de manera ágil y precisa el acontecer nacional e internacional”. Esa opinión coincidía con la que suscitaba casi universalmente el desempeño profesional de Carmen Aristegui. José Antonio Fernández, un periodista especializado en medios de comunicación, la sintetizaba señalando que ella es “la conductora de noticias de mayor prestigio en la radio y la televisión mexicana. Su estilo serio, analítico, de muy buen trato y valiente, se impuso (…) Sus niveles de credibilidad son muy altos. Es muy respetada en los círculos intelectuales y políticos”.

Apenas un mes atrás, el programa conducido por Carmen había obtenido una vez más el premio del Club de Periodistas, que se agregaba a los muchos otros reconocimientos que se le han prodigado, entre los cuales sobresale el haber ganado en dos ocasiones el Premio Nacional de Periodismo, una vez cuando el certamen respectivo era organizado por el gobierno federal y otra vez cuando ese galardón se ciudadanizó, al ser otorgado por un jurado profesional escogido por un consejo en el que participan universidades públicas y agrupaciones de concesionarios, editores y académicos dedicados a la comunicación. En España la periodista mexicana había recibido el premio Ondas Iberoamericanas de la cadena Ser.

Pero Carmen Aristegui, si bien significaba uno de sus activos más importantes, era también pluma de vomitar para la división de radio de Televisa y en general para esa empresa, que es remilgosa en cuanto concierne a la autonomía de sus comunicadores. Quizá ya no se les trata a puntapiés, o por mejor decir a patadas, como lo hacía Emilio Azcárraga Milmo –o con simple autoritarismo, como en el tiempo de Emilio Azcárraga Vidaurreta–, pero no son admitidas las expresiones sistemáticas de independencia profesional. Esa política de personal, uno de los pilares del funcionamiento del monopolio, se radicalizó en los últimos dos años, cuando durante el proceso electoral, y sobre todo en su secuela, fue creciendo la crispación social y se demandó de los conductores de radio y televisión una conducta militante a favor de los propios concesionarios y en contra de quienes presuntamente podrían dañarlos, como Andrés Manuel López Obrador.

Carmen Aristegui acrecentó su conciencia y márgenes de acción profesional, haciéndolos más anchos de los que esa política y esa radicalización podían admitir. Por eso paulatinamente el beneficio corporativo que la empresa recibió con la presencia de la periodista se trocó en molestia y aun irritación crecientes para Televisa, que comenzó a hostigarla en un territorio en que no tenía que contar con el asentimiento de su contraparte española, el Grupo Prisa de la familia Polanco: unilateralmente suspendió la emisión de Hoy por hoy a través del canal 629 de Sky, pretextando un problema técnico que, de haber existido, hubiera sido resuelto en minutos, pero que perduró hasta el último minuto de la presencia de Carmen porque surgió de un impedimento político.

Durante meses, los intereses comerciales de Prisa neutralizaron los políticos de Televisa, y de esa oposición derivó una suerte de escudo protector para la mejor periodista en ejercicio en nuestro país. Pero cuando aquellos intereses del grupo español se convirtieron también en intereses políticos –en virtud de los cuales Juan Ignacio Zavala, cuñado del presidente Calderón, fue contratado por el consorcio de los Polanco–, Carmen Aristegui quedó a la intemperie y nada pudo impedir que, contrariando la lógica comercial del mayor beneficio en el menor tiempo, se resolviera no renovar su contrato, máscara de un despido que a nadie engaña, entre otras razones porque allí donde sí funciona la relación profesional entre el difusor y la periodista, su programa cotidiano de entrevistas en CNN, la relación contractual ha venido mejorando. Es que el consorcio de Ted Turner tiene claro cuán provechosa le resulta la aparición de la periodista en su pantalla.

Quizá la decisión de echarla de Televisa se engendró en junio de 2006, cuando en las vísperas de la jornada electoral Carmen Aristegui probó que la relación entre Hildebrando, una empresa informática propiedad de otro cuñado de Calderón, y el Instituto Federal Electoral hacía posible que en la página web del entonces candidato presidencial del PAN estuviera disponible información a la que sólo puede accederse a través del padrón electoral y que podía ser manipulada con fines aviesos. A partir de entonces se reputó a la periodista como contraria a las posiciones panistas en general y de Calderón en particular. Al paso de los meses, sobre todo después del 2 de julio, esa gratuita clasificación evolucionó hasta considerar a Carmen como una traidora que no hace honor a la amistad que en algún momento la vinculó con la familia que ahora radica en Los Pinos.

No sólo eso: también contó la constancia y la penetración con que la periodista se ocupó del caso de la señora Ernestina Ascencio, en que Calderón intervino de modo aberrante si bien eficaz (se consiguió impedir la indagación sobre la presencia militar en el ataque mortal a aquella mujer anciana en la sierra de Zongolica). Y si a eso se añade la persistencia de Carmen en ofrecer información sobre acusaciones al cardenal Norberto Rivera por su eventual protección a un cura pederasta; y si se agrega que la conversación entre el gobernador de Puebla Mario Marín y su amigo Kamel Nacif sobre la trama para vulnerar los derechos de Lydia Cacho por su denuncia de poderosas mafias dedicadas la pornografía infantil, fue conocida a través de su programa… se comprende la dimensión de los intereses a los que Televisa sabía conveniente servir defenestrando a Carmen.

A todo ello se unió el agravio que, según Televisa, le infirió la periodista al informar sobre el verdadero carácter de la reforma a las leyes de Telecomunicaciones y de Radio y Televisión, y su festejo ante la decisión de la Suprema Corte de declarar inconstitucionales sus principales artículos. Y por si algo faltara, la colmó su posición ante la reforma constitucional en materia electoral: no sólo se opuso a considerar que hay en ella ataque a la libertad de expresión, sino que, ejerciendo su propia autonomía, se abstuvo de figurar en el enfrentamiento de los concesionarios y sus comunicadores con el Senado de la República en septiembre pasado.

Su acusado sentido de la propia dignidad y su profesionalismo, acendrado desde entonces, permitió a Carmen Aristegui superar la crisis de noviembre de 2003. Entonces se produjo la ruptura del Grupo Imagen en que participaba y fue impedida de cumplir sus obligaciones profesionales por Pedro Ferriz, cuya vulgaridad tradujo a empellones físicos el choque de concepciones éticas que lo distanciaron de Carmen y de Javier Solórzano. Es seguro que las acrecidas virtudes personales y profesionales de la periodista le deparen el espacio que la sociedad reclama y que concesionarios duchos en identificar oportunidades para sus negocios pueden ofrecerle.


Kikka Roja

martes, 18 de diciembre de 2007

Miguel Angel Granados Chapa : El engaño

‘El engaño’

‘El PAN se mueve cada vez menos por motivos ligados a sus principios y discurso -principios altruistas- y cada vez más por razones descarnadamente materiales’. Muy a tiempo, oportuno para comprender la sucesión en la dirección panista ocurrida hace 10 días, aparece el libro de Álvaro Delgado, “El engaño. Prédica y práctica del PAN”. Reportero formado en la UNAM y, desde 1994 en el semanario Proceso, Delgado había seguido el método de aproximaciones sucesivas y escribió “El Yunque. La ultraderecha en el poder”, y “El ejército de Dios”, nuevas revelaciones sobre la extrema derecha en México. En el prólogo, Lorenzo Meyer subraya el contraste en que descansa la investigación de Delgado, la contradicción de que “el PAN se mueva cada vez menos por motivos ligados a sus principios y discurso -principios altruistas- y cada vez más por razones descarnadamente materiales”. De allí que el subtítulo oponga la prédica y la práctica del partido que llegó a Los Pinos en el 2000 mediante el financiamiento paralelo que condenaron las autoridades electorales y refrendó su estancia en ese lugar mediante procedimientos que en el 2006 autoridades electorales no se atrevieron a sancionar.

Delgado ofrece datos precisos a cada línea de su obra. La ha construido pacientemente, a lo largo de los años. Algunos de sus materiales han aparecido en Proceso, otros han sido trabajados ex profeso para el libro. No hay sólo aportaciones suyas en estas páginas. Consciente de que “todo lo sabemos entre todos”, el reportero recoge informaciones de otros periodistas, siempre con el rigor de la comprobación. Aunque no carece de antecedentes históricos, “El engaño” es un libro de la más estricta actualidad. Se refiere profusamente a la vida interna de ese partido, con frecuencia alterada por disputas interiores, fruto de la ambición por llegar a cargos que son como minas rentables, pues la austeridad cristiana que emanaba de los principios y las conductas de los panistas apostólicos no encuentra ya lugar en el esfuerzo de los gobernadores o alcaldes que se fijan elevadísimos, ofensivos estipendios. Eso sin contar los negocios que a la sombra del poder realizan los gobernantes panistas, que en ese punto reproducen puntualmente los vicios del pasado autoritario. (Sobre el tema de la corrupción blanquiazul es inevitable recordar otro libro, “Las manos sucias del PAN”, del también reportero José Reveles, que revela el enriquecimiento ilícito, y el financiamiento ilegal derivado de maniobras de legisladores panistas que encontraron vías idóneas para esquilmar el presupuesto federal.

Pugnaban por introducir partidas destinadas a propósitos específicos y luego se convertían en gestores y beneficiarios del ejercicio de las propias partidas, a veces en efecto canalizadas a agrupaciones civiles o sociales, a veces quedadas en las carteras y las cuentas de los diputados a través de membretes sin existencia real, o derivadas hacia campañas locales en los territorios de los implicados). La relación de Acción Nacional con la Iglesia Católica y con empresarios y dirigentes empresariales ocupa buena parte del libro. Un ejemplo de esto último sirve también para mostrar el estilo periodístico que hace tan legible la obra: “María Asunción Aramburuzabala Larregui -vicepresidenta del Grupo Modelo- posee una de las fortunas más grandes de México y de América Latina. Es, también, esposa de Antonio Óscar Garza Quintana, embajador de Estados Unidos en México, político republicano y amigo íntimo de George Bush. “Pero Marisún, como le llaman sus allegados, es también militante formal del PAN y cumple con sus obligaciones partidarias, sobre todo en el pago de cuotas y financiamiento de las campañas internas. “Así lo hizo en el proceso interno del 2005: se desprendió de casi un millón de pesos -960 mil exactos- para financiar las campañas de Felipe Calderón, Santiago Creel y Alberto Cárdenas.

Marisún, además de su fortuna, comparte su pasión por el PAN con su familia: su hermana Lucrecia es militante adherente, como la madre de ambas la pintora Lucrecia Larregui González, viuda de Pablo Aramburuzabala Ocaranza, fundador del emporio cervecero. Las tres forman parte del consejo de administración de Grupo Modelo, cuyo presidente es Carlos Fernández González, esposo de Lucrecia Aramburuzabala Larregui”. Otro aspecto de la vida actual del partido fundado por Manuel Gómez Morín se expresa en este pasaje, a su vez muestra de las confidencias que todo buen reportero debe poder conseguir. Es el diálogo sostenido el martes 29 de agosto del 2006 en la residencia de Juan Carlos del Río, ex candidato del PAN al gobierno de Campeche, en Ciudad del Carmen. Los interlocutores son Jorge Nordhausen, líder panista en esa entidad y Carlos Mouriño Terrazo, hermano del jefe de la Oficina de la Presidencia (en aquel momento coordinador operativo del equipo de Felipe Calderón) y gestor de los intereses familiares en Campeche. Por su conducto, dijo Carlos, Juan Camilo le pedía separarse de la presidencia estatal del partido:

- Mi periodo termina el próximo año -argumentó Nordhausen.

- Pero queremos que ya te vayas -atajó, imperativo, el español.

- Déjame terminar el año y en enero me voy -intentó negociar Nordhausen.

- No, no, no. Ya tienes que irte -insistió Mouriño.

- Bueno, ¿entonces qué te parece si me voy en diciembre? -ofreció el tamaulipeco…

- No, no, no.

Nordhausen, que había sido senador, concluyó el encuentro con un ex abrupto: “¡Todavía no toman el poder y ya quieren ejercerlo!... ¡Ahora sí que está tan jodida la cosa que un cabrón que ni siquiera es miembro activo viene a pedir a mí, el presidente del partido, que renuncie! ¡Pues no!”.

Kikka Roja

martes, 4 de diciembre de 2007

Un año después | Granados Chapa


Calderón no se mueve con entera libertad como lo hicieron todos los presidentes que lo antecedieron.
Son muy diversos, y hasta encontrados, los pareceres sobre el primer año de la administración encabezada por Felipe Calderón. Aun los datos resultantes de la indagación de la opinión pública difieren. Mientras que Reforma halló que el nivel de aprobación se mantiene por encima del 60%, y que el 64% registrado en el cuarto trimestre de su gobierno está sólo un punto por debajo de su nivel máximo, alcanzado a mediados del 2007, Roy Campos encuentra que bajó de ese nivel de 65% (casi 66 en junio-agosto) a 58.9%. Como inevitable dato complementario, en la investigación de Reforma se mantiene uniforme el nivel de desaprobación, en torno a 23%, mientras que para Consulta el desacuerdo ha crecido desde 31.5% hasta 38.5%, lo que deja un promedio de 33.8% para todo el año.

La evaluación del tramo inicial de este gobierno tiene que partir, y eso sugieren las cifras anteriores, del estado de ánimo de la sociedad en relación al modo en que concluyó el proceso electoral del 2006. Es decir, el transcurso de un año no ha bastado para que se borre y quizá ni siquiera para que se atenúe el profundo resquemor de alrededor de un tercio de la población sobre el modo en que se manejó la elección presidencial y su resultado, el ungimiento de Calderón como Presidente.

Por más que de modo formal se le asignó la titularidad del Poder Ejecutivo, una importante porción del público lo ha cuestionado como ilegítimo, tal como con menos vigor y menores consecuencias hizo el PAN en 1958 con Adolfo López Mateos y en 1988 con Carlos Salinas de Gortari. A diferencia de entonces, la posición panista careció de trascendencia respecto del ejercicio gubernamental, y ni siquiera fue necesaria una declaración explícita del partido blanquiazul en que reconociera que la ilegitimidad de origen de Salinas se había curado con su desempeño.

En cambio, Calderón boga en cierto modo contra la corriente. Es fácil, pero sería en cierto modo erróneo, reconocer que su administración utiliza los instrumentos de que lo provee la ley para gobernar y que por ello integra un gobierno en plena normalidad. Razonar así supondría dejar de lado un trozo importante de la realidad, donde se expresa el malestar de un segmento de la sociedad ante el cual hay una temerosa respuesta del entorno presidencial. Calderón no se mueve con entera libertad como lo hicieron todos los presidentes que lo antecedieron. No ha cesado ni disminuido la adopción de precauciones para impedir que padezca un mal rato. Mantener cerradas las puertas de la Feria Internacional del Libro el día de su inauguración, para que el Presidente se desplazara sin contratiempos (aun que no pudieron ser evitados del todo los gritos en su contra) es indicativo de que aun los espacios físicos en que transita el Poder Ejecutivo han sido acotados.

La Presidencia misma se mostró envarada a la hora de marcar y festejar su primer aniversario. En las vísperas del 1 de diciembre practicó la más eficaz autocrítica sobre el contenido de su primer año, pues si presentó apenas los programas sectoriales, ello significa que se perdió el año en acciones desconectadas o que francamente ese periodo se caracterizó por las omisiones o por una dificultad de tomar el paso, causada por la inexperiencia o por la desidia. La celebración en Palacio Nacional, el día 1 por la mañana prolongó o enseñó esa suerte de desgano inicial. A Germán Dehesa le dio flojera “madrugar en sábado y surcar las heladas calles a las 8:00 de la mañana” y se abstuvo de aceptar la invitación para el desayuno conmemorativo. Quizá la misma reacción provocó otras ausencias. Los gobernadores prefirieron quedarse en sus estados (y no porque tengan urgencias que atender, ya que de lo contrario el tabasqueño Andrés Granier no habría viajado a la Ciudad de México) y de los 32 sólo estuvieron presentes ocho, la cuarta parte: cuatro priistas, tres panistas y sólo uno de entre quienes fueron postulados por el PRD: se trata del previsible, por zalamero Juan Sabines. Aparte Manuel Espino, de los líderes partidarios sólo se presentó el de menor tamaño, Alberto Begne. Sólo estuvo uno de los cuatro líderes parlamentarios, Santiago Creel. Fueron tantos los invitados que tuvieron algo mejor qué hacer, que 10 de las 130 mesas dispuestas en el patio central del Palacio Nacional fueron ocupadas de última hora por empleados y por miembros del Estado Mayor Presidencial. No cabía siquiera la posibilidad de que, para paliar las expresiones del ausentismo se hiciera lo que en la desairada boda narrada en el Evangelio, salir a invitar a todo transeúnte, porque los que estaban en el Zócalo no entrarían a Palacio a festejar.

Pocos motivos de júbilo tenían aún los invitados que se afanaron por asistir a la celebración. Aunque tuvo efectos propagandísticos indiscutibles, el combate a las mafias de la delincuencia organizada es tan ineficaz como generador de buena imagen. Las balaceras contra ciudadanos inermes (Alberto Capella en Tijuana, José Antonio Guajardo en Río Bravo) dan cuenta de la imposibilidad de contener la violencia. Y es también pobrísimo el desempeño de la economía (acaso porque los programas sectoriales demoraron un poco en ser organizados). El consumo familiar mantiene los niveles de vida a costa de un endeudamiento creciente, que se paga con intereses usurarios. El fantasma de la insolvencia nos asusta con su sombría presencia.

Kikka Roja

sábado, 24 de noviembre de 2007

AUDIO : AMLO con Granados Chapa : Entrega de PEMEX y Tabasco

  • LA GENTE DE IZQUIERDA TIENE CONVICCIONES
  • LISTOS ANTE EL INTENTO DE ENTREGAR A PEMEX A EXTRANJEROS
  • EN TABASCO SIN ESCRUPULOS LAS EMPRESAS GENERADORAS DE ENERGIA, FUE A PROPOSITO
  • LAS CAMPANADAS EN LA CND ACTO DE PROVOCACION Y CORTINA DE HUMO PARA QUE LA GENTE SE DISTRAIGA ANTE LOS ATROPELLOS DEL GOBIERNO
  • LOS MEDIOS DE COMUNICACION RESPONDEN SOLO A INTERESES DE LA OLIGARQUIA, NO AL DESARROLLO SOCIAL NI A LA SOCIEDAD CIVIL
  • LA PELICULA DE LUIS MANDOKI, FRAUDE MEXICO 2006


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PLAZA PUBLICA, RADIO UNAM CON MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA

Kikka Roja

jueves, 22 de noviembre de 2007

Catedral cerrada, doble provocación : Miguel Angel Granados Chapa

Catedral cerrada, doble provocación
Plaza Pública

Más aún que el Cardenal, los fieles que acuden a la liturgia dominical deben ser respetados porque ejercen una libertad conectada a lo elevado de su espíritu.
Al cerrar la Catedral Metropolitana , la Arquidiócesis de México afectó antes que nadie a su propia feligresía. Así se infiere de la definición de iglesia contenida en el canon 1214 del Código respectivo, que además de su apreciación material señala su razón de ser: “Por iglesia se entiende un edificio sagrado destinado al culto divino al que los fieles tienen derecho a entrar para la celebración, sobre todo pública, del culto divino”. Y el canon 1221 refuerza esta idea al establecer que “la entrada a la iglesia debe ser libre y gratuita”. Durante esta semana la Iglesia infringió esas normas.

Aunque se anunció ya la reapertura del principal templo de la Ciudad de México, quizá para hoy jueves y con seguridad para ofrecer a tiempo los servicios dominicales, eso no priva a la decisión del Consejo Episcopal de la Arquidiócesis de México del carácter de una segunda provocación, luego de la inicial tomada por quien ordenó el repique de las campanas catedralicias fuera de toda norma mientras una multitud se reunía en el Zócalo. El padre José de Jesús Aguilar explicó anteanoche a Joaquín López Dóriga que las campanas doblan durante tres periodos de 10 minutos cada uno, a las 11:30, 11:45 y 12:00. Pero no explicó que eso es propio de los días de fiesta y el 18 de noviembre no lo es en el ritual católico. Debió aclararlo porque esa especificación consta en el Manual de Procedimientos para Campanario del propio Aguilar. Por lo demás, no es verdad que a las 11:30 hubiera comenzado un repique de tal naturaleza.

Nadie en su sano juicio puede cohonestar la reacción de quienes, asistentes o no a la tercera asamblea de la Convención Nacional Democrática, entraron por la fuerza a la Catedral y causaron temor y molestia a quienes se hallaban en su interior. Ya antes, con motivo de reiteradas agresiones de este género, me he permitido señalar que más aún que el cardenal Norberto Rivera Carrera, o tanto como él, los fieles que acuden a la liturgia dominical deben ser respetados porque ejercen una libertad conectada a lo más profundo y elevado de su espíritu. De modo que no ha de disminuirse la gravedad del asalto ni dejar de exigirse a los responsables de la organización, partidaria o civil, del mitin del domingo, no sólo un deslinde sino una condena a prácticas que redondean la provocación sonora que partió del campanario.

Es más grave, sin embargo, que en una evidente desproporción la autoridad arzobispal dispusiera cerrar la Catedral como si un ataque aun de mayores dimensiones fuera esperable durante el asueto del lunes o en los siguientes días de la semana. El que se recordara que en 1926 se ordenó una clausura semejante permite medir a cabalidad la exageración de la medida. El 25 de julio de aquel año el Episcopado Mexicano emitió una carta pastoral en que se anunció la suspensión del culto público a partir del 31 siguiente, en que los templos quedarían al cuidado de los vecinos para que el público pudiera acudir a ellos sin la presencia sacerdotal. La decisión de los obispos se inscribía en un clima de tensión creciente, suscitado por la emisión de leyes y disposiciones reglamentarias del artículo 130 de la Constitución que constreñían la libertad religiosa.

La Secretaría de Gobernación dispuso que los ayuntamientos y no los vecinos recibieran los templos y, en la Catedral y el templo del Sagrario se procedió así el 31 de julio. No se realizó el inventario ordenado por la circular oficial, pero fueron selladas las puertas y el mobiliario para evitar un uso impropio de bienes nacionales afectos a una instalación religiosa. Entonces la Iglesia Católica tenía que vérselas con un gobierno hostil. Ni pensar en que, como ocurrió en los días siguientes, se buscara desde la administración capitalina un arreglo basado en seguridades a que tiene derecho la feligresía y todos cuantos busquen entrar en ese templo magno.

El uso propagandístico del inadmisible episodio dominical, en el que se irresponsablemente se solaza la arquidiócesis, recuerda la legendaria Batalla del Jueves Santo del 9 de abril de 1856 en cuyo centro se colocó al gobernador del DF, Juan José Baz. Para afirmar el patronato que el Estado tenía sobre la Iglesia , el jacobino tapatío acudió a la Catedral a recibir la llave del sagrario que él debía conservar hasta el Sábado de Gloria. Pero un canónigo anunció al gobernador que por orden del arzobispo Lázaro de la Garza no sería recibido. Era una insolente respuesta a la emisión de las primeras leyes de reforma, cuyo desacato fue castigado en esa oportunidad con el arresto de varios sacerdotes. Ignacio Aguilar y Marocho, un periodista y poeta conservador imaginó al gobernador jinete dentro del templo y le dedicó estas décimas satíricas:

“En este sistema ruin/ en que no impera la ley/ ¿qué es Comonfort? Es el rey./ ¿Y Juan Baz? Es el delfín”, a quien el decimista llama Duque del Jueves Santo y al que se dirige sarcástico:

“De tu casa en el blasón/ es bueno que se registre/ con escudo, lanza en ristre/ manopla y yelmo un campeón/ que al correr de su trotón/ entre aplauso general/ lleno de furia infernal/ se vea con estudio y arte/ pasando de parte a parte/ a la iglesia Catedral./ Moribundas dos navetas,/desangrándose un telliz,/ manca una sobrepelliz,/ una estola con muletas,/ un alba huyendo en chancletas,/ prisioneros dos manteos,/ dispersos seis solideos,/ contuso un bonete adulto/ y un misal pidiendo indulto:/ esos serán tus trofeos”.

Kikka Roja

miércoles, 14 de noviembre de 2007

AGENDA : Resistencia civil : Programas de Radio


DE LUNES A VIERNES
06:00 Javier Solórzano - Radio 13
06:00 Carmen Aristegui - W Radio
07:30 Granados Chapa - Radio UNAM
09:00 Jorge Saldaña - ABC Radio
13:00 Francisco Rodríguez - Radio Capital
17:00 Ricardo Rocha - Radio Fórmula
18:00 Abraham Zabludovsky Radio 13


Kikka Roja

martes, 6 de noviembre de 2007

Tabasco: el capitalismo salvaje en vivo : Miguel Angel Granados Chapa

Interés Publico. Proceso
MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA
  • Tabasco: el capitalismo salvaje en vivo
Raúl Muñoz Leos y Patricio Alvarez Morphy de antiguo han sido miembros, como corresponde a personas de su clase, del consejo de administración del Club Campestre de la Ciudad de México. Quizá no era necesario que en las sesiones correspondientes hablaran de sus intereses en común, pero los tenían. Muñoz Leos era director general de Pemex y Alvarez Morphy presidente de Perforadora Central, uno de los principales proveedores de aquella empresa pública en materia de perforación y mantenimiento de pozos. En el sexenio de Fox, durante la mayor parte del cual Muñoz Leos encabezó la petrolera nacional, a la empresa de Alvarez Morphy le fue muy bien: por licitaciones recibió 12 contratos con un importe de mil 274 millones de pesos y nueve contratos más por adjudicación directa, que montaron 349 millones de pesos mas.

Como en general ocurre con los contratistas de Pemex, la tasa de ganancia de Perforadora Central se acrecienta manteniendo bajos costos de personal, no obstante que algunas de sus operaciones se practican en zonas y actividades de alto riesgo. Sus trabajadores, aun los de nivel profesional y técnico, carecen de estabilidad en el empleo, no generan antigüedad, no reciben prestaciones adicionales a su salario (ni siquiera inscripción en el Seguro Social) y laboran en condiciones de precaria seguridad, 10 cual es posible por la lenidad con que inspeccionan la operación de empresas como la de Alvarez Morphy el propio Pemex y las secretarias del Trabajo y de Comunicaciones y Transportes, esta Ultima en 10 que concierne a la actividad marina de aquella empresa.

Ese irresponsable modo de actuar, denunciado repetidamente por miembros del personal afectado desde mucho tiempo atrás, se condensó el 23 de octubre pasado cuando la plataforma Usumacinta, que realizaba operaciones de mantenimiento del pozo Kab 101 se inclinó sobre el árbol de válvulas de esa instalación, 10 degolló y provocó una fuga de crudo y gas. Desde la víspera imperaban condiciones climatológicas que, de atender a las normas de seguridad, hubieran obligado a interrumpir las labores en el mar y a desalojar al personal para ponerlo a salvo. Pero como el tiempo es oro, la operación continuó el martes 23, cuando se produjo el desaguisado técnico, que no un accidente propiamente dicho, un suceso incontrolable fruto del azar: sus causas pudieron anticiparse, presumirse pues el lecho marino se aflojó debido a las marejadas intensas, hizo precario el sustento de la plataforma y la alta velocidad de los vientos la empujó contra el pozo petrolero. Se intentó continuar la operación cerrando las válvulas dañadas y sólo cuando el mismo mal tiempo lo impidió se ordenó partir a bordo de las lanchas de salvamento, llamadas mandarinas por su color y porque herméticas, se asemejan a la fruta. Para su bien, más de 60 trabajadores lograron llegar a la costa a bordo de ellas, pero 22 personas no lo consiguieron debido al mal estado de otro de esos vehículos, cuya revisión fue omitida por las autoridades y murieron ahogadas.

Algo de Tabasco había en esa operación y en esa tragedia. El punto terrestre más cercano es el puerto de Dos Bocas, en esa entidad. Tres plataformas de la empresa denotan su vinculo con ese estado, pues se llaman Usumacinta, Grijalva y Tonala, los caudalosos ríos procedentes de Chiapas los primeros y el ultimo útil para formar la frontera con Veracruz. Buena parte del personal afectado por la tragedia es oriundo de Tabasco o radica en su tierra. Y a sus costas, por el rumbo de Frontera, llegó la huella del derrame provocado: una mancha de crudo de diez kilómetros de largo por diez metros de ancho, que amenazaba las pesquerías de que viven 5 mil personas, que acaso resultarían afectadas como muchas otras mas que han pagado en Tabasco el costo de una modernidad ajena o, por decirlo con mayor precisión, del capitalismo salvaje en vivo.

El siniestro en la Sonda de Campeche y sus efectos tabasqueños ocurrieron poco antes de que se abatiera sobre la entidad donde nacieron los poetas Jose Gorostiza, Carlos Pellicer y José Carlos Becerra el mayor infortunio de que se tenga memoria. Lluvias abundantes e insistentes hicieron insuficientes los cauces de los ríos principales, que se desbordaron e inundaron casi todo el estado: 80 por ciento de su territorio, decía el viernes 2 la información oficial. El Grijalva creció con desmesura porque fue abierta la compuerta de la presa Peñitas, para soltar dos mil metros cúbicos por segundo, que corrieron furiosos e incontrolados río abajo.

Se atribuyó la causa primera y mas importante de la precipitación pluvial al cambio climático, alteración radical del equilibrio ecológico. Como ha mostrado la plana mayor de los expertos en el asunto, convocados por la GNU, esa mutación no es natural, sino provocada por la mano del hombre. Una mano codiciosa, que ha generado un desarrollo pródigo en utilidades inmediatas sin parar mientes en los costos ambientales, sin cuidar la sustentabilidad, sin siquiera tratar de impedir 0 paliar la depredación. Ese fenómeno mundial ha tenido en Tabasco un escenario inequívoco, Como lo resumió Ivan Restrepo, quizá el mayor experto en el tema y en la región, cuando esa entidad fue modernizada "can base en una estructura faraónica y destrucción de recursos naturales, ningún ecosistema quedó a salvo de alteraciones y contaminación. A cambio implantaron una ganadería y una agricultura comercial ineficientes, luego les cayó el petróleo y las cosas fueron peores para el ambiente y la calidad de vida de la población".

Restrepo escribió su texto en La Jornada poco después de las inundaciones de octubre de 1999, las peores en la historia tabasqueña hasta las de esta semana. Enumeró entonces la causas inmediatas del anegamiento que por primera vez tocó las zonas donde vive clase adinerada, cuyos efectos incrementados causaron -y causan todavía este domingo- padecimientos a uno de cada dos tabasqueños, muchos de los cuales lo han perdido todo, incluida su capacidad de trabajo para reponerse de su desventura: "En Villahermosa, por ejemplo, el moderno desarrollo urbano Tabasco 2000 (orgullo de los gobiernos locales), los grandes centros comerciales, los hoteles de lujo, se fincaron en áreas que servían como vasos reguladores en tiempo de lluvia. Igual sucedió con la colonia petrolera, la Valle Marino, erigida sobre una antigua laguna. Al llegar las lluvias y no encontrar los cauces naturales de siempre para fluir hasta el mar, el agua inundó todo; también cubrió los asentamientos irregulares, los de los pobres, que tradicionalmente sufren porque están ubicados donde no deben, en las orillas de los ríos Grijalva y Carrizal" (La Jornada, 28 de febrero de 2000).

La depredación continuada desde entonces acendró las causas de la desgracia. Este año, por añadidura, el manejo del caudal liberado desde la presa Peñitas por la Comisión Nacional del Agua y la Federal de Electricidad fue uno de los factores determinantes de la descomunal tragedia. El Comité Nacional de Estudios de la Energía, integrado por expertos que antes o ahora trabajaron o lo hacen aún en las empresas públicas de petróleo y electricidad, denunció que la regulación del nivel en ese embalse y su desfogue periódico hubieran sido posibles si la CFE "incrementara la generación hidroeléctrica en forma permanente", pero eso atentaría contra el interés de los generadores privados. Conforme a la Constitución, tales generadores no podrían operar, pero una maniobra de Carlos Salinas abrió las puertas al capital privado en un área reservada al Estado, Sin embargo, los generadores privados se quejan de que su margen de utilidad es menor que el anunciado y por lo tanto se cuidó de no afectarlos mas manteniendo el nivel de generación publica. Se trocó as1 el interés particular por el intenso e inmenso daño colectivo.

No sólo la codicia, sino su hermana la corrupción anegaron a Tabasco, Y eso no lo dicen los enfermizos descontentos, ni lo afirma sólo uno de los mas ilustres tabasqueños de esta hora, Andrés Manuel López Obrador, que hace mas de 15 años ha denunciado el proceso predatorio que mata a los suyos, sino el gobernador priista Andrés Granier y lo corrobora el secretario panista de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña Agobiado por las dimensiones de la catástrofe y necesitado de una explicación, Granier demandó investigar el estado de los programas de obras para encauzar y desazolvar los ríos, En los últimos tres años se dijo que se habían invertido mas de mil millones de pesos en esas tareas y en la construcción de diques, pero Ramirez Acuña admitió que se tiene "la certeza de que no se hicieron las obras"

Kikka Roja

miércoles, 24 de octubre de 2007

Miguel Ángel Granados Chapa : Junta De Gobierno UNAM

Plaza Pública

A la mitad del proceso de exploración que la ley orgánica de la UNAM le ordena realizar antes de elegir rector, la Junta de Gobierno ha visto colmada su agenda para recibir opiniones sobre quién debe gobernar a la Universidad nacional en los próximos cuatro años. Tan sólo en las primeras doce horas, después de publicada la convocatoria respectiva el 7 de octubre se formalizaron 240 citas. Para cumplir ésas y los cientos que siguieron, el órgano elector de la UNAM formó cinco comisiones que ha recibido a grupos y personas portadoras de propuestas y apoyos a aspirantes, y también de proyectos de universidad sin postulación de nadie.

Esta es la vigésima ocasión en que una junta de Gobierno elige a un rector. Promulgada la ley que le dio origen en enero de 1945, su autor Alfonso Caso instaló la junta ese mismo año, que al siguiente eligió al primer gobernante universitario conforme al nuevo régimen, el abogado Genaro Fernández McGregor. No permaneció en su cargo más que dos años, al cabo de los cuales lo sustituyó el doctor Salvador Zubirán, médico eminente que como su antecesor no llegó siquiera a la mitad de su mandato, interrumpido por una sucia revuelta. Tan inestable era la situación universitaria que el tercer rector elegido por la Junta fundadora, Andrés Serra Rojas, abogado también, apenas ostentó el nombramiento unos días de mayo de 1948, y luego declinó. Mientras que grupos conservadores pretendían hacer rector, por plebiscito, a Antonio Díaz Soto y Gama, la Junta eligió cuarto rector al también abogado Luis Garrido, que permaneció en su cargo hasta poco antes de concluir su cuatrienio, en 1953. Lo reemplazó el doctor Nabor Carrillo Flores, ingeniero, primero en ser elegido sin tormenta en torno, primero también en ser reelegido, por lo que permaneció ocho años en la flamante Torre de la rectoría, de que fue primer ocupante.

El doctor Ignacio Chávez, médico de la talla del depuesto Zubirán, fue elegido dos veces por la Junta, en 1961 y 1965, pero al año siguiente renunció en medio de presiones ruines. Lo reemplazó en mayo de 1966 el ingeniero Javier Barros Sierra, que cuatro años más tarde hubiera podido ser reelegido, pero declinó esa posibilidad en vista de su precaria salud. Fue elegido entonces el doctor Pablo González Casanova, historiador y sociólogo, que renunció en medio de un conflicto compuesto de ingredientes diversos, por lo que en 1972 la Junta eligió al doctor Guillermo Soberón, médico de origen, bioquímico después, reelegido en 1977. Otro médico, Octavio Rivero, lo sustituyó en 1981 y cuatro años más tarde la Junta escogió al abogado Jorge Carpizo, que optó por no presentarse a la reelección en 1989. Fue escogido entonces el doctor José Sarukhán, biólogo, botánico y ecólogo, que cumplió dos periodos, pues fue reelegido en 1993. Lo sucedió en 1997 el ingeniero químico Francisco Barnés que no pudo concluir su mandato pues renunció durante la terrible huelga de 1999. La Junta, en fin, eligió dos veces al médico Juan Ramón de la Fuente, en 1999 y en 2003.

En los ocho años del rectorado de De la Fuente, la Junta fue renovada casi en su totalidad, salvo el caso de Julio Labastida, sociólogo y Álvaro Matute, historiador, que ingresaron durante el periodo de Barnés. Luego fueron nombrados por el Consejo universitario, a propuesta del rector, Francisco Bolívar Zapata, bioquímico; Manuel Peimbert Sierra, físico y astrónomo; Rolando Cordera Campos, economista; María Elena Medina-Mora, psicóloga, Carlos Larralde, biólogo; Olga Elizabeth Hansberg Torres, filósofa, David Kershenovich, médico; Francisco Casanova, sociólogo; Alonso Gómez-Robledo, abogado; Elizabeth Guadalupe Luna Trail, filóloga; Octavio Paredes López, ingeniero bioquímico, primer miembro de la Junta no formado en la Universidad; Luis Alberto Zarco, médico veterinario: y Jorge Borja Navarrete, ingeniero. Señalo las disciplinas en que se formaron para mostrar uno de los ángulos de la diversidad presente en la Junta. Sus miembros tienen, al mismo tiempo, notas en común. La mayor parte de ellos ha dirigido facultades e institutos, lo que quiere decir que ahora electores antes fueron elegidos, algunos más de una vez. Casi todos han sido distinguidos con reconocimientos como el Premio nacional o incluso con galardones internacionales, como el Príncipe de Asturias recibido por Bolívar Zapata.

Casi sin excepción, realizan sus labores de investigación y docencia en la propia Universidad nacional. Integran, ciertamente, un cuerpo de notables, sin el dejo sarcástico con que buscan descalificarlos quienes resienten el carácter elitista del mecanismo de elección vigente durante más de seis décadas. Es quizá un modelo anacrónico, pero sin duda mejor que el de antes de 1945, que perturbaba a veces hondamente a la comunidad universitaria. Hoy esta no permanece al margen, aunque sus expresiones no sean determinantes sino que son matizadas por el criterio y los intereses de los quince electores, cuya carrera académica, en términos generales, además de haberlos prestigiado los dota de credibilidad. Y de perspicacia para distinguir el grano de la paja. Los electores disfrutan además, en esta ocasión, del privilegio de la mayor libertad posible para su decisión. Nunca fue cierto que la Junta actuara como mera correa de transmisión de instrucciones venidas de fuera. Pero el sistema presidencial autoritario era capaz de inducir el nombramiento. Hoy ya no lo es. Creo. Así lo espera, así lo necesita la Universidad.


Kikka Roja

martes, 16 de octubre de 2007

Miguel Ángel Granados Chapa : La Revolución de la Esperanza

Miguel Ángel Granados Chapa

La revolución de la esperanza

Así como se dijo que hay sucesos históricos que ocurren como tragedia y después se repiten como farsa, hay libros que bajo un mismo título -lo que sugiere problemas de propiedad intelectual- ofrecen contenidos profundos y útiles o pura bisutería dizque trascendental

En 1968 Erich Fromm publicó en Estados Unidos el libro The Revolution of Hope, aparecido en México dos años después con el título La revolución de la esperanza, incluido en la colección sobre psicología y psicoanálisis que el autor había dirigido para el Fondo de Cultura Económica.

El libro fue escrito, explicó Fromm en el prefacio a la edición en español, "durante la campaña de (Eugene) McCarthy por la nominación (sic) presidencial, en la que participé activamente y no sin la esperanza de que McCarthy resultara electo presidente y de que, como consecuencia de ello, la política de Estados Unidos cambiara de rumbo. Eso no sucedió. Las razones del fracaso son demasiado complejas para analizarse en este lugar. Sin embargo, cuando todo ha sido dicho, lo que permanece es el hecho de que un hombre que apenas era conocido, que era el reverso del político típico, enemigo de la exhortación basada en el sentimentalismo o en la demagogia, que se oponía verdaderamente a la guerra de Vietnam, consiguió ganar la aprobación e incluso el apoyo más entusiasta de un amplio sector de la población que iba desde la juventud radical, los hippies y los intelectuales hasta los liberales de las clases medias superiores. Pienso que fue una cruzada sin precedente en los Estados Unidos y que casi constituyó un milagro el que este profesor y senador, un devoto de la poesía y la filosofía, pudiera convertirse en un serio aspirante a la Presidencia. Esto mostró que un vasto sector de la población norteamericana se halla presta a humanizarse y ansiosa de ello.

"La derrota de McCarthy, la victoria de Nixon, la continuación de la guerra de Vietnam, la creciente tendencia conservadora y reaccionaria en Estados Unidos, son todos factores que han debilitado el espíritu de esperanza que era tan evidente en el verano de 1968, pero de ninguna manera lo han destruido. La manifestación de cerca de 500 mil personas que protestaron en Washington DC contra la guerra de Vietnam es sólo un síntoma que indica que la esperanza y la determinación de cambiar están vivas. La reacción de muchos hogares ante los peligros resultantes del desequilibrio ecológico es otro signo de que el interés por la vida es aun poderoso entre una gran parte del público norteamericano".

Fromm, nacido con el siglo en Frankfurt, fue un eminente sicoanalista, formado en Heidelberg y Munich y en el Instituto Psicoanalítico de Berlín. En 1934 se estableció en Estados Unidos (donde adquirió prestigio por su enseñanza en Nueva York, Yale y Michigan y por su práctica profesional) y un año más tarde viajó de paseo a México. Recordaría su breve estancia entre nosotros cuando en 1950 la salud de su esposa reclamó abandonar la crudeza climática de Nueva York y mudarla por latitudes más benignas, como la Ciudad de México y la de Cuernavaca, donde vivieron permanente e intermitentemente hasta 1973, cuando Fromm se trasladó a Suiza, país en que murió en 1980. De modo póstumo, el Instituto Goethe de su tierra natal le confirió un reconocimiento que en el ámbito del sicoanálisis sólo había merecido Sigmund Freud, a quien de otros modos también se le equipara.

Durante su vida en nuestro país, Fromm fundó e hizo crecer el modo mexicano del sicoanálisis. Contribuyó a la enseñanza de esa disciplina en la facultad de Medicina de la UNAM, y fundó y alentó las asociaciones y el instituto donde se consolidó la teoría y práctica del sicoanálisis. Aquí escribió algunas de sus obras fundamentales, como El miedo a la libertad, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, El corazón del hombre y el muy difundido El arte de amar. La vida mexicana se enriqueció con su presencia y el rigor y profundidad de sus reflexiones y enseñanzas.

En su libro, cuyo título es el de esta columna hoy, define por la negativa a la esperanza, que "no es ni una espera pasiva ni un violentamiento ajeno a la realidad de circunstancias que no se presentarán. Es, digámoslo así, como el tigre agazapado que sólo saltará cuando haya llegado el momento preciso. Ni el reformismo fatigado ni el aventurerismo falsamente radical son expresiones de esperanza. Tener esperanza en cambio, significa estar presto en todo momento para lo que todavía no nace, pero sin llegar a desesperarse si el nacimiento no ocurre en el lapso de nuestra vida. Carece, así, de sentido esperar lo que ya existe o lo que no puede ser. Aquellos cuya esperanza es débil pugnan por la comodidad o por la violencia, mientras que aquellos cuya esperanza es fuerte ven y fomentan todos los signos de la nueva vida y están preparados en todo momento para ayudar al advenimiento de lo que se halla en condiciones de nacer".

Marx escribió, si no recuerdo mal en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, pues cito de memoria, que hay en la historia sucesos que aparecen originalmente como tragedia y se reeditan después como farsa. Semejante desproporción de tallas y trascendencia puede existir entre libros falsamente hermanados por un mismo título, como los escritos por Fromm y el que, firmado por Vicente Fox y Rob Allyn está en circulación en Estados Unidos. Es una suerte de biografía o memoria política del ex Presidente, narrada a un experto en relaciones públicas, que lo auxilia desde hace 10 años. A reserva de volver sobre las páginas de Fox, que anda promoviéndolas en Estados Unidos, me pregunto sobre la autenticidad de sus juicios en general leyendo lo que dijo sobre Bush: "un vaquero de parabrisas" cuya "sensibilidad cultural" aplaude.

Cajón de Sastre

Un breve recorrido dominical por el perímetro A del Centro Histórico mostró que en calles como 20 de Noviembre, Corregidora, Jesús María, República de Venezuela, El Carmen, Correo Mayor, Moneda, 5 de Mayo, Tacuba, etcétera, el paisaje urbano es ciertamente distinto del prevaleciente hasta la semana pasada y que el tránsito rodado se desenvuelve sin los obstáculos que lo estorbaban metro a metro (donde había paso). Los remanentes no serán fáciles de abordar, porque, como el comercio callejero no es homogéneo, a las peripecias generales del reacomodo en espacios acotados se añaden las que conciernen a los vendedores pequeños entre los pequeños, los que sobre las aceras expenden mercancía menuda como estropajo y otros productos de consumo doméstico y se niegan a ser trasladados, pues dependen como nadie de sus ventas diarias.

El libro de Vicente Fox
Jorge Zepeda Patterson

Kikka Roja

lunes, 15 de octubre de 2007

Miguel Angel Granados Chapa : Y los demás también

  • Comisión especial para investigar los bienes del ex presidente Fox.
Y los demás también
Miguel Angel Granados Chapa
Plaza Dominical

La Cámara de diputados integró el jueves pasado una comisión especial para investigar los bienes del ex presidente Fox. El afectado había recibido desdeñoso la noticia de que se formaría ese grupo de trabajo: “No van a encontrar nada”, auguró, y mientras firmaba ejemplares de su segunda autobiografía precoz en una librería de Washington rehusó, distraído, responder una pregunta sobre uno de los vehículos que usa, diciendo que la comisión debe averiguarlo, que haga su trabajo.

Lo pensó mejor durante la noche y a la mañana siguiente en un comunicado formal anunció su “absoluta disposición de colaborar con las autoridades competentes en el tema relacionado con mis bienes”, e insistió en su propia transparencia, no obstante que se han mostrado indicios de que no la practicó a plenitud: “He sido el primer funcionario público que ha hecho años con año su declaración patrimonial con absoluto APEGO A LA VERDAD (así, con mayúsculas en el original) entregadas a las autoridades correspondientes y que siempre han sido públicas a través de Internet”. Es fácil para Fox exponerse a la averiguación de “las autoridades competentes”, pues no las hay para el caso. La tarea de la comisión legislativa que se ocupará de su caso puede desembocar en el fracaso, pues el Congreso mexicano carece de facultades pesquisitorias. La que se formó el jueves, y comenzará a trabajar en noviembre, pues su presidente y una de sus integrantes viajaron a Europa y volverán la próxima semana (pese a que se les fijó abril como fecha terminal de sus labores), tiene un endeble fundamento constitucional. Dice, en efecto, el último párrafo del artículo 93, referido a la relación de secretarios y directores de empresas públicas con el Congreso, que “las cámaras, a pedido de una cuarta parte de sus miembros, tratándose de los diputados, y de la mitad si se trata de los senadores, tienen la facultad de integrar comisiones para investigar el funcionamiento de dichos organismos descentralizados y empresas de participación estatal mayoritaria. Los resultados de la investigaciones se harán del conocimiento del Ejecutivo federal”.

Eso quiere decir que sólo si la riqueza de Fox proviniera de tales organismos y empresas podría la comisión realizar una indagación formal, que acaso careciera de consecuencias, pues entregadas a la Presidencia de la República nada hay que obligue al Ejecutivo a presentarlas ante el Ministerio Público. Por añadidura, la integración de la comisión no permite esperar agudeza en sus investigaciones pues si bien uno de sus miembros ha sido dos veces diputado, los cuatro restantes debutan apenas. Y si bien dos de esos integrantes son secretarios de la comisión de fiscalización de la Auditoría Superior de la Federación, no poseen experiencia directa en la supervisión de gasto público, pues sus carreras políticas y administrativas previas a su llegada a la Cámara no los habilitaron para ese propósito. De los cinco comisionados sólo uno es abogado. Con todo, la comisión no carecerá de insumos para su indagación. El propio sujeto investigado, y su esposa la señora Marta Sahagún, involucrada por su marido (que incluyó bienes de que ella es propietaria en la declaración patrimonial del Ejecutivo, en una extensión de su creencia de que formaban “la pareja presidencial”), han sido indiscretos respecto de sus recursos, que se acrecentaron durante el sexenio en que él recibió millones sin tener que hacer ninguna erogación, pues su cargo le aseguró que el erario lo proveyera de casa, vestido y sustento, para sí y su entorno familiar, en México y en el extranjero, pues se incluyeron en esa provisión toda clase de viajes. De hecho, la formación del grupo legislativo resulta de la indignación de un sector de la opinión pública causada por la ostentación hecha en el número de septiembre de la revista Quién, de las condiciones en que vive el matrimonio Fox Quesada. La exhibición gráfica no sólo de su amor (a que la señora es dada, pues lo mismo se hacen retratar besándose ante la basílica de san Pedro en El Vaticano que en los dilatados espacios de su actual residencia) sino de su prosperidad, fue causa de asombro, abultado por las informaciones vertidas poco después por el ex amigo de Fox Lino Korrodi, quien contrastó las condiciones en que vivía su antiguo compañero de trabajo en Coca-Cola antes de su ingreso en la política y en la campaña presidencial, con las que muestra ufano ahora.

De tiempo atrás, sin embargo, se tenía noticia cierta de que a los Fox les iba bien, de que les sentaba a las mil maravillas el compartido ejercicio del poder presidencial. Diversas investigaciones periodísticas -como las condensadas en los libros de Areli Quintero y Anabel Hernández- fueron mostrando la bonanza de la familia, que no era resultado de su esfuerzo laboral. La señora Sahagún careció de ingresos formales durante cinco años y medio, desde que dejó de ser la vocera presidencial para convertirse en esposa de su voceado, y no se le notaba esa carencia, sino al contrario. Indagaciones informales, pero sujetas a comprobación, dieron cuenta después de disparidades notorias entre el valor de lo declarado y su precio real. La sola lectura de las declaraciones que Fox se ufana haber presentado enciende la curiosidad. Estaba entregado de tiempo completo, como lo exige la función y lo hace suponer el sentido común, a sus labores presidenciales, por las que obtuvo una alta remuneración en efectivo y en especie y, sin embargo, parece que ganaba unos centavitos al margen de su competencia. En sus declaraciones de 2004 y 2005, por ejemplo, aparte reportar su ingreso como presidente, declaró que había recibido un total de más tres millones de pesos “por servicios profesionales”. Licenciado en administración como es, ¿atendía simultáneamente a su ejercicio en Los Pinos una consultoría en aquella materia? ¿O realizaba labores de gestoría o de otra naturaleza? Una cosa es cierta en medio de esas conjeturas: es seguro que ningún empresario pagó porque le fuera transmitida la experiencia de Fox como responsable de sus propios negocios y los de su familia, a los que llevó a la ruina. De la cual, por cierto, ya los rescató.

Las declaraciones de Fox presentan otro problema: su insuficiencia. No todo lo que posee está allí incluido. Sus autos, por ejemplo, están en ese caso. Un Jaguar blanco aparece a nombre de la señora Fox, pero no le enlistó en la parte correspondiente de los reportes oficiales sobre sus bienes. Un Hummer, que Fox maneja, no usa, como insiste en distinguir como si hubiera diferencia entre lo uno y lo otro, tiene un origen confuso. Los trámites de registro, incluido el de su ingreso al país los hizo la secretaría del transporte en el estado de México, cuando aun era gobernador Arturo Montiel. Andrés Manuel López Obrador ha informado que ese vehículo fue entregado a Fox ilegalmente tras haber sido asegurado en la aduana de Sonoyta, Sonora. En cambio es claro el caso del jeep rojo en que también se ostenta Fox. Fue un regalo aunque encubierto por una suerte de comodato, de préstamo de uso. Al empresario Luis Miguel Moreno Vélez la señora Fox confió que deseaba regalar a su esposo un vehículo como el que usaba el presidente Bush en su rancho tejano, razón por la cual Fox lo desdeña ahora llamándolo “vaquero de parabrisas”. Fox deseaba serlo también y cuando Moreno Vélez se enteró del propósito de la primera dama se portó como un caballero: él mismo regaló el vehículo. Se facturó a nombre de un tercero, pero el domicilio resgistrado es el de la Fundación Vamos México. Luego se supo que Moreno Vélez no fue generoso por nada, pues libró acusaciones de daño en propiedad ajena con la construcción de un centro comercial. Hay quienes dicen que se escandaliza demasiado en torno a esos bienes, siendo que los antecesores del panista mejoraron también sustancialmente su patrimonio. Esa afirmación es verdadera. De ser posible, habría que investigar a Fox y a los demás también. Las fortunas de Miguel Alemán, de Luis Echeverría, de Carlos Salinas, por citar sólo a quienes no se contentaron con fastuosas residencias, sino que invirtieron en medios de comunicación entre otros negocios, son tanto o más agraviantes que la de Fox. Pero de éste se esperaba que fuera distinto y, al ser como los demás, traicionó la confianza de sus votantes. Y eso lo hace peor.

El pasado presente.- El 13 de octubre de 1982, hace un cuarto de siglo, por primera vez un mexicano recibió un premio Nobel. El de la paz fue atribuido a Alfonso García Robles. Luego le seguirían, con el de química Mario Molina y Octavio Paz con el de literatura. Y veinticinco años después, otros mexicanos –incluido el propio Molina- son destinarios de nuevo del Nobel de la Paz, como integrantes del panel contra el cambio climático de la Onu, que ha recibido este año el galardón. García Robles lo recibió al mismo tiempo que la estadista no-ruega Alva Myrdal. Y el grupo de la ONU, ahora, lo comparte con el ex vicepresidente norteamericano Al Gore (a quien quizá debimos llamar presidente legítimo de los Estados Unidos pues obtuvo más votos ciudadanos que Bush cuando contendieron en 2000, no obstante lo cual fue Bush quien entró a la Casa blanca, por lo que pudimos también tenerlo como espurio). La razón por la que García Robles fue honrado por el Parlamento noruego fue su prolongada lucha en pro del desarme nuclear y el uso pacífico de la energía atómica, lucha que libró durante décadas y que se coronó durante el breve tiempo en que se desempeñó como secretario de relaciones exteriores de México, designado por Echeverría cuando despidió a quien lo había sido durante casi todo su sexenio, Emilio Rabasa. García Robles nació en Zamora, Mich., el 20 de marzo de 1911. Como se estilaba en la epoca y en familias católicas conservadoras, su acta de nacimiento es un santoral en sí misma: José Alfonso Eufemio Nicolás de Jesús. Esa filiación religiosa marcó su vida durante una larga etapa. Fue alumno del seminario conciliar de su ciudad natal, y a pesar de que interrumpió su carrera sacerdotal y se hizo abogado en las universidades de Guadalajara y la nacional autónoma, continuó siendo miembro del movimiento intelectual católico conocido como Pax romana (del que fue presidente mundial José González Torres, líder y candidato presidencial panista), a cuyo congreso de 1933 acudió como parte de la delegación mexicana encabezada por el jesuita Ramón Martínez Silva.

Se quedó en Europa durante la década siguiente, estudiando en París, a cuya universidad dedicó el libro La Sorbona ayer y hoy, y después en la academia de derecho internacional de La Haya. En 1939 ingresó en el servicio exterior mexicano, como tercer secretario de la embajada en Suecia. Dos años después volvió a México, para iniciar el primero tres periodos quinquenales en que trabajó en la sede de la cancillería. Como él mismo escribió, “el primero de esos tres periodos se extendió de 1941 a 1946, cuando me tocó desempeñar sucesivamente el cargo de jefe de un departamento destinado al estudio de lo que por entonces se llamó ‘problemas de la ´posguerra’ y el de subdirector general de asuntos políticos y del servicio diplomático. El segundo se inicia en abril de 1957 cuando regreso de Naciones unidas al servicio exterior para ocupar el puesto, recién creado, de director en jefe para asuntos de Europa, Asia y África, y de organismos internacionales, y termina en septiembre de 1961 al ser nombrado embajador de México en Brasil. El tercero comienza en mayo de 1964 cuando fui llamado de Río de Janeiro para tomar posesión del cargo de subsecretario de relaciones exteriores que acababa de dejar vacante don José Gorostiza al ser ascendido a secretario y se prolonga hasta el 30 de noviembre de 1970, debiendo iniciar el mes siguiente mis funciones como representante de México ante las Naciones Unidas”.

Ese momento fue también una suerte de vuelta a casa, pues García Robles había trabajado en la ONU en los años de su creación y desarrollo inicial, de 1946 a 1957, como director general de la división de asuntos políticos. Era embajador en Brasil cuando en agosto de 1963 se le comisiona para participar en la reunión de representantes de los países coautores de la Declaración sobre desnuclearización de América Latina. El tema había cobrado especial importancia por la crisis entre Estados Unidos, la Unión Soviética y Cuba, y se buscaba dejar al continente al margen del enfrentamiento nuclear. Desde entonces García Robles asumió la causa como suya. Por eso se le nombró presidente la reunión que daría lugar al tratado para la proscripción de las armas nucleares en América Latina, llamado de Tlatelolco. García Robles volvería sobre el tema durante los 338 días en que fue canciller, de diciembre de 1975 a noviembre de 1976, y en otro diciembre, el de 1982, cuando recibiría el Premio Nobel. La cancillería había mostrado su orgullo por esa distinción al llamarlo “mexicano ilustre que en todos los foros ha representado a nuestra patria y ha defendido brillantemente las doctrinas, tesis y principios de México en materia de política exterior”. A la sazón, García Robles era miembro del Comité de desarme de la ONU. Murió en la ciudad de México en 1991.


Kikka Roja

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